Recopilacion "El Veraz"
Ramon
Fonst Segundo, esgrimista cubano que nace en La Habana el 31
de agosto de 1883
Fue
el mejor esgrimista cubano de todos los tiempos. Zurdo, muy
alto, de gran alcance en sus brazos, fuerza y resistencia extraordinarias.
Vivió
la infancia, la adolescencia y buena parte de la juventud en
Francia, donde tuvo descollantes profesores de esgrima. Campeón
de florete de la nación europea con tan solo once años
de edad.
Fue
el Primer latinoamericano conquistador de medallas en unos Juegos
Olímpicos, al imponerse en espada y lograr el segundo
puesto en la prueba profesional en París, 1900.
Ramon Fonst Segundo declaró mucho tiempo después
de este éxito a la prensa:
"Cuando
gané el campeonato olímpico, en el año
1900, contaba sólo 17 años, y a pesar
de la franca y potente hostilidad de los jueces, que no sólo
veían en mí a un extranjero, a un latinoamericano,
a un intruso, sino a un muchacho que debía únicamente
estar estudiando en liceo y no derrotando a ídolos consagrados".
Aumentó
el medallero de Cuba en Juegos Olímpicos, con destacadas
actuaciones en las pruebas de florete y espada de la tercera
edición de San Luis, en 1904.
Tras
conseguir preseas de oro y plata en la espada durante la anterior
cita (Atenas 1900), el acero del sobresaliente deportista y
primer campeón olímpico de América Latina,
se hizo sentir nuevamente en las pistas estadounidenses.
De esa forma se convirtió en el único esgrimista
en la historia de los Juegos, hasta nuestros días, que
ha logrado dos medallas de oro en esa modalidad.
Ramón
Fonst también consiguió la presea dorada en el
por equipos multinacional de florete, en compañía
de Manuel Dionisio Díaz y el norteamericano Albertson
Van Zo Post.
Todavía es el latinoamericano con mayor cantidad de galardones
olímpicos. No solo prestigió el mundo de la esgrima.
También practicó con acierto otras disciplinas
como el denominado boxeo francés, ciclismo y tiro.
Se
mantuvo en activo durante unos 40 años, sobre todo en
la primera de las disciplinas mencionadas. Basta decir que siendo
aún muy joven, en el breve lapso de un año, ganó
64 medallas, 44 de ellas en tiro de pistola, y el resto en torneos
de espada y carreras de bicicletas.
En
1915 es realizada la Exposición de San Francisco en California
y como era habitual contempló certamen esgrimístico
en las tres armas.
El
maestro Fonst triunfó por partida triple, en calidad
de invicto, venciendo a más de 100 adversarios según
reseñan los periódicos de la época. Como
reconocimiento, a su regreso es proclamado tirador de esgrima
amateurs "hors classe" o sea fuera de clase, por la
Federación Nacional, que le concede a partir de ese momento
una plaza en el equipo Cuba sin someterse a eliminatorias.
Nunca
se apartó de los entrenamientos, y para los Juegos Olímpicos
de 1924, de nuevo en París, se creó una gran expectación
en torno a su participación. Clasificó en las
primeras eliminatorias y pasó a la semifinal.
Para
el pase a la final (discusión de medallas) el combate
fue con el inglés Charles Briscos y culminó con
un desenlace inesperado ... espectadores que atendían
con celo las acciones del disputado asalto, aseguraron que la
hoja de acero esgrimida por el capitán del equipo cubano
se deslizó hacia delante
y su punta tocó el cuerpo rival. Briscos en prueba de
exquisita caballerosidad exclamó: ¡Tocado!, para
seguidamente saludar con su arma, quitarse la careta y estrechar
la mano de Fonst.
Meses
antes de su muerte Ramon Fonst, ocurrida en su ciudad natal,
La Habana el 9 de Septiembre de 1959 expresaba en una entrevista:
“Reté
a duelo a más de cien adversarios y sólo pude
batirme una vez”.
A
la pregunta, ¿Por cuales razones? ¿Sentimentales
acaso? , respondía: “Por lo que fuera. Claro está,
siempre tuve la razón. Sin razón no sería
capaz de batirme con nadie. Mis victorias despertaron envidias
en algunos semejantes, y hablaron mal de mí, quisieron
hacerme daño. Yo contestaba con un reto”.
Recordaba:
“Les mandé los padrinos a personalidades de Francia,
Inglaterra, España, Estados Unidos, Bélgica y,
desde luego, Cuba. Cuando me veía precisado a lanzar
una nota - esto ocurría con frecuencia - porque me obligaban
a defender mi dignidad, mis detractores respondían, pero
retractándose, y me daban las más cumplidas satisfacciones”.
Al
ser seleccionado para actuar en la magna cita de San Luis (l904
) “... algunos dijeron y publicaron conceptos que no me gustaron.
No habían podido entrar en el equipo y me censuraban
injustamente. Antes de partir, reté en una carta pública
a aquellos resentidos y declaré que a mi regreso me batiría
con cada uno de ellos. Gané varios premios en el certamen
y regresé dispuesto a realizar lo prometido. “
Pasó lo que temía: “Otra vez los muchachos se
rajaron . Todos me enviaron excusas y hasta felicitaciones por
los triunfos. Y me quedé de nuevo con la espada en la
mano.”
En 1935, durante los Juegos Centroamericanos de El Salvador,
un periodista lo ofendió mediante artículo en
una publicación de la capital del citado país.
Salió a buscarlo.
“No
pude hallarlo y el reto se quedó en el aire... Pero una
mañana supe que el tal Fray Nano se encontraba en Cuba,
en la bahía, a bordo del buque Orizaba, y le mandé
mis padrinos”. Tampoco pudo batirse: el reportero jamás
apareció.
Con
el tirador francés Adolfo Kerchoffer ocurrió peor.
“Tuvimos diferencias en Francia; él llega a La Habana.
Aproveché la ocasión para exigirle explicaciones
o para que me acompañara al campo del honor. “
El
retado pidió disculpas en acta suscrita por su representante.
Varios días después, “... el señor Kerchoffer
murmuró contra mí; me enteré, envíe
de nuevo el reto con mis amigos. Le encontraron en el vestíbulo
del hotel Louvre; en cuanto le plantearon el reto, el hombre
optó por ganar las escaleras. Y se esfumó.”
¿La
única vez que pudo batirse?
“Con el maestro Rivas. Tuvimos una dificultad, y él contestó
mi reto. Cuando comenzábamos el encuentro, los jueces
estimaron conveniente suspender el lance: no hubo vencedor ni
vencido. Me alegré después de todo, era una buena
persona, aunque ¿ no es una tragedia que de cien retos
solamente haya aceptado una persona y el duelo se convirtiera
en frustración”.
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