Por
Luis Antonio Villena
Gastón
Baquero era alto, simpático y mulato.
Un
gran hombretón cordial que cuando lo conocí (en
los primeros años ochenta me lo presentó José
Olivio Jiménez, otro exilado cubano) trataba de pasar
desapercibido y se mostraba humilde e íntimamente orgulloso
de su rareza, porque entonces no lo conocía casi nadie.
Quién
diría que ese señor sapientísimo, que trabajaba
en Radio Exterior de España, había sido uno de
los prohombres intelectuales de la Cuba de los años cincuenta,
justo antes de la Revolución, Senador de Batista y secretario
de redacción de aquel importante periódico que
fue el habanero Diario de la Marina.
Gastón
Baquero nació en Banes (entonces provincia de Oriente)
y siempre resultó chocante para algunos, en una sociedad
aún oficialmente racista -ni el presidente Batista podía
entrar al Jockey Club-, que un mulato pudiera alcanzar las cotas
y los honores a los que llegó Gastón.
En los años cuarenta (los principales de su escritura
cubana) es un poeta vinculado con los mejores círculos
poéticos de la isla: desde la revista Orígenes
a Espuela de Plata.
Por
derecho y calidad es amigo y parigual de Eliseo Diego, de Virgilio
Piñera y sobre todo de Lezama Lima, a quien Gastón
admiró toda su vida.
En
esa época colabora ya en el Diario de la Marina con brillantes
artículos literarios, que no sólo le muestran
fervoroso seguidor de lo español (en el exilio o no)
sino un amplio conocedor de la poesía y el pensamiento
universales.
Son
los artículos de un humanista que era asimismo un gran
poeta.
En
los cincuenta, sin embargo, la producción escrita de
Baquero decrece algo (y parece que deja de escribir poesía)
pues son los años del hombre ilustre y conservador, del
refinado bon vivant que tiene chófer y cargos oficiales,
y que continúa llevando su íntima homosexualidad
con la discreción que siempre la llevó.
Yo
no tengo dudas, Gastón Baquero era un hombre de talante
conservador (no un reaccionario) infinitamente liberal en la
cultura y en la vida.
Vi
con él una gran exposición de Wifredo Lam en Madrid,
en los primeros noventa, y recuerdo que se paró ante
un espléndido lienzo y dijo: "Me alegro que esté
aquí".
Como
yo le preguntara por qué o me quedase algo atónito,
ese Gastón que raramente quería hablar de su pasado
suntuoso me contestó:
"Es
que estuvo en mi casa de La Habana, sabes...".
Cuando
la Revolución de Castro triunfó y él estuvo
y se manifestó naturalmente en contra, supo que el Che
Guevara lo iba a citar en su despacho.
Otro
día me contó que sabía también que
esa cita (que no llegó) hubiera sido su fin, así
es que con lo puesto y protegido por tres embajadores -entre
ellos el de España-, a mediados de marzo de 1959, Gastón
Baquero, el intelectual poderoso, tomó un avión
en La Habana rumbo a Madrid.
Jamás
regresaría.
El
Régimen franquista lo acoge bien y le busca empleo. Me
cuentan que en sus primeros años de exilio madrileño
(en que Gastón vuelve a la poesía, y con más
brillantez aún que en la etapa cubana) seguía
viviendo con hábitos de gran señor rico...
Pero
la intelectualidad antifranquista (que entonces era la intelectualidad
española mejor) le vuelve la espalda en su casi totalidad,
porque es un "gusano", un reaccionario huido del paraíso
socialista que soñaba en Cuba...
Casi
solo o con amigos en el otro exilio de Miami, Gastón
da un giro copernicano: se
vuelve un hombre voluntariamente gris y modesto, lejos de cualquier
pompa anterior, que gusta de los raros y marginados... Yo le
conocí aún en ese tiempo.
Si
iba en tren (me contó, aquellos lentos trenes en que
tanto se hablaba) se colocaba un cartelito en la chaqueta vieja
que decía: "Soy mudo".
Era
ya el autor de Memorial de un testigo, un gran libro de la poesía
del idioma, que Adonais editó en 1966 y que entonces
pasó -natural al hilo de lo que cuento- casi por entero
desapercibido.
Dos
amigos, aún jóvenes, José Olivio y Paco
Brines, serían mucho tiempo los voceros (con poco eco
inicial) de la maravilla deslumbrante de poesía y saber
que era Gastón Baquero.
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Recuerdo
La
noche se reclina sobre la tierra
como una mujer sobre el pecho de su esposo.
A lo lejos, unas pocas estrellas
dialogan libremente de sucesos divinos.
Un pájaro blanquísimo surge en la llanura.
Se escucha el mar; se sabe que es de noche
porque el cielo decora con sus luces
el cabello azuleante de la nubes.
Recuerdo de otro sitio este silencio:
yo he estado alguna vez donde la rosa es hecha
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Sólo
cuando en 1984 se publica Magias e invenciones, su poesía
prácticamente completa hasta el momento, los lectores
y sobre todo algunos poetas jóvenes empiezan a llegar...
Él
casi ignora que aunque su nombre esté oficialmente silenciado
en Cuba, para bastantes cubanos (como comprobé en 1993,
y se lo conté y oí con él las grabaciones
que para él me dieron) era, con Guillermo Cabrera Infante
-uno poesía y prosa el otro- un mito vivo.
Recuerdo
cuánto le emocionó escuchar a aquellos incipientes
poetas que lo veneraban...
A
Gastón Baquero nunca le llegaron grandes reconocimientos
(aunque se pidieron al final) y murió en una residencia
de ancianos en las afueras de Madrid, porque en su vieja casa
de Antonio Acuña, destartalada y atiborrada de libros,
ya no podía valerse por sí mismo.
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El
parque de mi pueblo tiene
cuatro laureles y el busto de un patriota.
Cuando
la tarde es hecha
una lumbre tranquila,
arriban silenciosos los ancianos.
Luego
aparecen
los luminosos hijos de mi pueblo. |
¡Qué
tiniebla y duelos se aposentan
sobre pechos durísimos de vírgenes!
Ellos andan soñando las verdades más dulces,
la entrega de su sangre al olvido del hombre.
¡Qué tristeza da verlos errabundos
en torno a la ansiedad de las estrellas!
El
parque de mi pueblo tiene
cuatro laureles y el busto de un patriota. |
Pero
supo que era leído, publicó un nuevo libro de
versos, Poemas invisibles, y alcanzó el reconocimiento
de muchos, aunque menos de lo que hubiera merecido.
Al final, era anticastrista, por supuesto, pero abogaba abiertamente
por la unión cultural de las dos Cubas (la de dentro
y la de fuera) con la generosidad y amplitud intelectual que
siempre tuvo.
Alberto
Díaz-Díaz acaba de publicar una recopilación
de sus artículos periodísticos de tema literario:
Geografía literaria. 1945-1996. Su prólogo defiende
con razón y ardor al sabio que fue Baquero, al brillantísimo
humanista, pero aunque más de la mitad de los artículos
provienen del Diario de la Marina, se le olvida decirnos si
alguno (como creo) no fue ya recogido en volumen por el propio
Gastón que aquí, y en la época de su más
hondo olvido, en 1969, publicó un tomo de ensayos -artículos
o conferencias- titulado Darío, Cernuda y otros temas,
no siendo por supuesto el único volumen ensayístico
del autor, aunque cayeran casi todos en vacío...
Gastón
no tuvo fronteras mentales, entre sus poetas mayores estaban
Vallejo y Neruda, que siempre fueron comunistas. Y en la Residencia
de Estudiantes -lo vi- abrazó a Eliseo Diego, con quien
antes no se había saludado...
Conocer
la obra de Gastón (su poesía sobre todo) es entrar
en una riquísima mina, custodiada por un fenomenal y
mágico erudito.
Gastón
Baquero nace en Banes, Cuba, el 4 de mayo de 1914
Llega a ser jefe de redacción
del influyente y conservador Diario de la Marina.
En
1988 fue candidato al Premio Príncipe de Asturias
de las Letras y en 1992, finalista del Premio Nacional
de Literatura en la modalidad de Poesía por su
obra Poemas invisibles.
Ese año también recibe el homenaje de
la Universidad de Alcalá de Henares y es propuesto
para el Premio Reina Sofía. Participa, junto
a Octavio Paz y Luis Alberto de Cuenca, en las sesiones
de lectura poética en el Palacio Real.
En 1993 la Cátedra Poética Fray Luis de
León de la Universidad Pontificia de Salamanca
celebra una semana de homenaje a su obra y al año
siguiente recoge en un volumen, Celebración de
la existencia, las aportaciones de los participantes.
En
1994, por primera vez desde 1959, se ofrece en la Universidad
de La Habana una conferencia sobre su obra poética,
y en 2001 se permite la publicación de una antología
poética, La patria sonora de los frutos (Editorial
Letras cubanas), editada por Efraín Rodríguez
Santana. En mayo de 1997 el Círculo de Bellas
Artes, la Residencia de Estudiantes y Radio Nacional
de España convocan a un homenaje a Baquero, gesto
que tal vez hubiera sido el comienzo del reconocimiento
que tanto merecía. Pero ya Baquero había
entrado en el hospital donde fallecería el 15
de mayo de un infarto cerebral.
Baquero
mantuvo hasta su muerte un rechazo al gobierno totalitario
de Fidel Castro. La manipulación por el régimen
castrista de una de las figuras que más admiraba,
José Martí, le llevó a escribir en
una ocasión:
"No
hay comparación posible entre Martí y la
realidad cubana actual. Es algo de pena que alguna persona
se atreva a equiparar la personalidad de Martí
o a poner a Martí como precursor de todo esto:
de las colas, del hambre, de la dictadura".
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