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Nace
Alfredo de Oro en Manzanillo en el Oriente Cubano el
28 de abril de 1863.
A fines del año 1877, teniendo quince años,
el hermano lo lleva a un salón de billar y por
vez primera le pone un taco en las manos. Jugó
pocos días y habiendo entrado en el colegio para
pupilo, no volvió a jugar hasta fines del año
1878, ya en aquel entonces había ingresado en
la Universidad.
La revista norteamericana Pearson’s Magazine,
en su número de mayo de 1905, publicó
un artículo denominado "Como De Oro ganó
el campeonato de piña" en el cual se refieren
al célebre desafío con Keogh, en el que
al norteamericano le faltaban nueve bolas para ganar
y a Oro sesenta y tres, el cual fue descontando lentamente
hasta que acertó en la última bola, colocada
en difícil posición, obteniendo el Campeonato.
En
1918 regresa a Cuba con la Gloria para su pueblo y el
gobierno del Presidente Menocal le otorga una Pension
Vitalicia por sus logros
El
1o de marzo de 1922, con 60 años de edad, fue
derrotado por Johnny Layton.
Pero once años después, con 71 años,
regresó para tomar revancha del mismo Layton;
así resultó campeón en 1933.
Se retiró finalmente en 1934 luego de haberse
marchado a los Estados Unidos, donde murió en
1948 a la edad de 85 años.
En 1967 fue incluido por la Federación de Billar
de Estados Unidos en el Salón de la Fama de este
juego, donde solo hay otros ocho jugadores no estadounidenses:
dos alemanes, cinco franceses y un español.
Ese final de torneo ha sido considerado el más
hermoso jugado en una mesa de piña. La revista
Billiard Digest lo ubicó en 1999 como cuarto
entre los 50 mejores jugadores del siglo XX.
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Por
Miguel
Gómez
-¿Alguna
vez has tenido un taco de billar en tus manos?- preguntó
con voz curiosa aquel viejo.
El niño quedó sorprendido.
Miró hacia atrás como si la interrogante no tuviera
nada que ver con él.
El viejo lo miró de frente.
-No, todavía no- respondió con timidez el muchacho.
Algo
pareció cambiar en el semblante del anciano, como si
recordara momentos pasados.
-Pues
bien, aquí tienes uno. Aprende.
Yo le enseñé a tu hermano.
Ahora es tu turno - dijo el viejo. Con paso lento se alejó
de la mesa.
En la sala de juego el humo dificultaba la visión. Por
una esquina, Joaquín disfrutaba una cerveza.
Alfredo tomó entre sus manos aquel pedazo de madera.
Nadie reparaba en él.
Todos estaban concentrados en sus pequeños mundos, unos,
flirteaban con las mujeres del local, otros, arreglaban sus
deudas de juego.
La mesa estaba vacía. Alfredo colocó con lentitud
las bolas sobre el verde tapiz.
Así hacía su hermano cuando jugaba. Formó
un triángulo con ellas. Alejó la blanca. Recostó
el peso de su cuerpo sobre el borde de la mesa y en esa posición
golpeó la bola con el taco. Fue un buen golpe.
La blanca hizo impacto en las otras y estas rodaron por todo
el tapiz.
En ese momento Joaquín, todavía con la cerveza
en la mano, se acercó a su hermano.
-¿Te gusta el juego, Alfredo? La respuesta fue un leve
movimiento con la cabeza.
-Mira,
para mejorar el golpe debes ?.
Esta bien pudo haber sido una historia real. O
tal vez no, solo una construcción de mi imaginación.
Lo cierto es que los personajes son muy reales.
Alfredo de Oro es recordado como el mejor billarista cubano
de todos los tiempos y fue su hermano, Joaquín, quien
lo introdujo al mundo de los tacos, las bolas y los grandes
cálculos mentales en fecha cercana a 1877 en la ciudad
de Manzanillo, ubicada en la parte oriental del país.
Alfredo
de Oro, junto a Ramón Fonst y José Raúl
Capablanca constituyen las tres figuras más importantes
del mundo deportivo cubano de las primeras décadas del
pasado siglo.
Todos fueron reconocidos, al menos una vez, como los mejores
del mundo en sus disciplinas. Ramón Fonst, un verdadero
as de la esgrima, fue varias veces medallista en Juegos Olímpicos.En
los combates era prácticamente intocable.
El estilo de juego de José Raúl Capablanca es
uno de los más estudiados de todos los tiempos.
Capablanca, logró la tan anhelada corona mundial de ajedrez
al derrotar en La Habana a Enmanuel Lasker en 1921
.
¿Y Alfredo de Oro? Su historia deportiva es amplísima.
Quizás
más impresionante que las de Capablanca y Fonst, aunque
las comparaciones nunca son justas porque habría que
valorar diversos aspectos.
Un solo dato, Alfredo de Oro obtuvo el campeonato mundial de
billar en 31 oportunidades, de esos títulos, 18 ocurrieron
en forma consecutiva.
Nadie ha logrado acercarse a esa marca. Sobre Alfredo se cuenta
que tenía una habilidad especial para mantenerse concentrado
en el juego, un pulso fijo y una vista capaz de calcular con
exactitud la posible trayectoria de las bolas al ser golpeadas.
Esas eran sus claves para el éxito.
La
historia de Alfredo en los campeonatos mundiales de billar comienza
en 1885.
En su primera incursión entre los mejores del planeta
finalizó empatado en el primer puesto con otros 3 jugadores;
pero en la definición le falló la puntería
y eso le costó el tercer puesto.
Un
año después comienza su larga lista de hazañas
ya que obtiene la primera de sus 31 coronas mundiales en un
duelo muy cerrado que le resultó favorable por solo una
mesa, 16 contra 15. En 1889 perdió su corona ante Albert
G.
Powers.\
El desquite de Alfredo no se hizo esperar.
Regresó con mejor puntería y venció a Powers
por 600 bolas contra 527 en 1891.
La leyenda había comenzado. Durante 18 años mantuvo
la corona mundial.
Entre los hechos más interesantes de su cadena está
el triunfo en el torneo que tuvo lugar en la Exposición
Mundial celebrada en la ciudad norteamericana de Sant Louis,
paralela a los Juegos Olímpicos de 1904.
Otra
curiosidad y que demuestra la sangre fría de Alfredo
en momentos difíciles fue el duelo sostenido contra el
norteamericano Jerome R. Keogh en 1905.
Al norteño solo le faltaban 9 bolas para obtener el título;
mientras al cubano le restaban 63.
Con tanta diferencia los periodistas ya afilaban sus lápices
con el titular del día siguiente: "Cae un campeón"
Pero
Alfredo no se amilanó ante la desventaja y fue poco a
poco descontando hasta anotar la última bola.
Ante los ojos incrédulos de los fanáticos presentes
en la sala de juego, la cadena de coronas mundiales consecutivas
siguió en pie.
Desafiado
por Hueston, perdió su primer juego en 18 años,
por 160 bolas en 600.
Veinte
días después jugó contra el mismo
Hueston por el Campeonato de Carambolas por Tres Bandas,
obteniendo la victoria con una anotación de 150
contra 108.
Fue el primer campeonato que ganó en ese juego.
En Febrero de 1909 fue desafiado por Jesse Lean por
el Campeonato de Carambolas; se juegó en Nueva
York, y ganó por 150 contra 102.
En
mayo, desafío de carambolas por tres bandas con
Hueston en Chicago: Oro ganó 150 contra 148.
En
noviembre derrotó a John Daly en el salón
de billar de Mc Graw, en Nueva York, por 150 contra
119.
En 1910 perdió el Campeonato jugando contra Fred.
Eames, de Denver, por 137 contra 150; en mayo lo recuperó
derrotando a Hueston, quien le había ganado a
Eames; en octubre venció a Lloyd Jevne, de Salt
Lake City; en diciembre pierdió el campeonato
con John Daly, habiéndose dedicado de nuevo a
jugar a la piña y derrotando en noviembre a Jerome
Keogh, en juego por el Campeonato, por 130 bolas en
600. En esta ocación celebró su vuelta
a la piña rompiendo el record establecido y haciendo
81 bolas en un tiro.
En 1911 en los meses de enero, marzo, abril y mayo,
juega con William Clearwater, con Thomas Hueston, con
Jerome Keogh y con Charles "Cowboy" Weston,
respectivamente, y todos cayeron derrotados; volviendo
a romper el record en el último de estos juegos,
haciendo 96 bolas en un tiro. En octubre discutió
el Campeonato de Carambolas por Tres Bandas con John
Daly, y lo ganó por 150 contra 146; y en noviembre
definió el mismo campeonato con George Wheeler
en Chicago, y también volvió a ganar por
150 contra 109.
En enero de 1912 pierdió el Campeonato de Carambolas
por Tres Bandas, contra J. Carney, en Denver. En mayo
y en junio discute su Campeonato de Piña contra
E. Ralph, en Trenton, y contra Frank Sherman en Nueva
York, y resultó vencedor en ambos desafíos.
En enero de 1913 juega por el Campeonato de Piña
con J. Maturo y ganó por 600 contra 563. En febrero
le ganó a Hueston por el Campeonato de Piña:
600 contra 386. Desafía a John Horgan, que era
el Campeón de Carambolas por Tres Bandas, el
juego fue celebrado en San Francisco, y le venció
150 contra 120. En octubre pierde el Campeonato de Piña,
jugando con B. Allen, por 520 contra 600, siendo éste
el tercer juego de Campeonato de Piña que había
perdido en 25 años. Y en noviembre cerró
su labor del año, derrotando a J. Carney en carambolas
a tres bandas, por 150 contra 143.
En 1914 jugó dos desafíos del Campeonato
de Carambolas por Tres Bandas, con Charles Morin, de
Chicago, y contra F. Eames, ganando a ambos por 150
contra 113 y por 150 contra 107, respectivamente.
Los muchos juegos de piña ganados le proporcionaron
doce medallas y una copa.
Cada
una representaba el Campeonato, y tuvo que defenderla
por espacio de un año.
La medalla de carambolas por tres bandas, la mejor de
todas, valuada en $ 900, la defendió hasta el
29 de noviembre de 1914. Tal fue la labor que en su
especialidad realizo este compatriota en los últimos
treinta y seis años de su vida que ha sido catalogado
como el más grande de los grandes billaristas
modernos.
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