Por
Andrés Pérez
Intentando
dormir a mi nieto, mientras lo acuno en mis brazos y balbuceo
con mi voz nicotínica y alcohólica una canción
que le adormite después del cansancio de jugar conmigo
y tratar de que no me aburra, he recordado canciones que escuché
cantar a mi madre cuando hace más de medio siglo dormía
a mis hermanos menores meciéndose en el balance de caoba
pulimentado por mi padre que nos acompañaba de casa en
casa.
Intento recordar y veo a la vieja, entonces joven y cada vez
más vieja, con las chinelas y la bata de casa de toda
la vida, que no toda la vida fue la misma, acunando a Ruco mientras
Pipi y yo mirábamos, abrazando a Leo ante la mirada de
Pipi, Ruco y yo, o mucho más tarde durmiendo a Yors bajo
el escrutinio de Pipi, Ruco, Leo y yo, y pienso en cuando Pipi,
solo y sin que nadie lo acompañara en su celo, su miedo
o su tristeza, vio a la vieja acunándome a mi, sin poder
explicarse quien era ese que le robaba la atención de
su madre.
Pienso en todo eso e intento recordar las canciones con que
nos acunaron que no fueran las canciones infantiles de toda
la vida, y vienen a mi mente "Confidencias de Amor",
que quizás mi madre no cantara para nosotros sino para
ella, el "Vals sobre las Olas", que
cantaban tanto papi como mami y cada uno con un sentimiento
distinto, "La Bayamesa", que cantaba
Mami a Leo mientras le daba un blando beso en un tiempo dichoso
y a veces la veía llorar, "Noche azul",
que casi dormía con su música pero despertaba
con su letra si hubieramos sido capaces de entenderla en aquellos
tiempos, o Papaveri e papavere que le cantaban a Yors con una
letra muy personal que he trasmitido a mis hijos y nietos y
que no puedo escuchar sin que se me estruje el corazón,
como cuando recuerdo "En un bosque de la China",
o una que cantaba Papi y que nunca he encontrado que decía
"Por una calle de Barcelona, pasaba huyendo de
la bruma y de la gente, cuando de pronto y frente a frente...."
y no se, lo confieso, si en esas canciones se liberaban y volaban
a la imaginación con el pretexto de cantar en voz baja
para dormir a los hijos.
Yo no he podido ceder al empeño y la costumbre de cantarle
a mis hijos y nietos para dormirlos, aunque sepa que nunca será
igual, que nada será como la voz de mi madre cuando nos
abrazaba mientras cantando unas canciones que eran lloros, se
mecía en el balance, el mismo balance, la misma voz y
el mismo cariño aunque el hijo no fuera el mismo, o la
de mi padre, que nos ahumaba con el puro cantandonos canciones
españolas, mexicanas, caribeñas o tangos argentinos
que nos hacían creer que podíamos comernos el
mundo y ahora padezco, porque no tiene sentido que le musite
a mis descendientes, que no son cubanos, el "Himno
Nacional de Cuba" como hice con mis hijos o como
hicieron mis padres conmigo y entonces les canto el Arrorró. |