La
vida para mí nunca ha dejado de ser una aventura,
una extensa aventura que comencé a vivir con toda
su intensidad desde muy pequeño. Para muchos seres
no deja de ser reducida a pocos movimientos en el tiempo
y el espacio, para mí fue muy amplia desde que puse
mis pies fuera del umbral de la casa. Esa loca y apasionante
aventura nunca se ha detenido, creo que hoy se encuentra
en un estado de transitorio reposo, quizás en retiro
espiritual.
Envié
una foto a una extensa lista de amigos que tengo por Internet,
conozco a muchos de ellos, otros siguen mis pasos desde
hace unos pocos años y siempre me resulta un grato
placer comunicarme con ellos; algo cada día más
difícil, pero no imposible, siempre intercambiamos
algunas letricas. Con el envío de esa foto rompí
algo de la magia que se disfruta de este medio, destruí
sin pensarlo ese espacio dedicado a la imaginación,
dejé de ser un hombre cibernético y adquirí
la figura de uno real, ese de carne y huesos que siempre
se encuentra detrás de un teclado.
Las
respuestas han sido muy variadas, unos me imaginaban más
joven, otros más moreno y de menos peso, algunos
creyeron que yo era mucho más viejo por la gran cantidad
de historias narradas, creo que me aproximan a los cien
años, y se los juro, no es para menos. Entre todas
esas respuestas me llegó una proposición muy
acertada, ¿por qué no hacía una síntesis
cronológica de lo que ha sido mi vida?, creo que
ayudaría a evacuar muchas dudas. Heme aquí,
enredado hoy en un cuéntame tu vida, pero esta vez
no seré muy extenso.
Nací
el 6 de Septiembre de 1949 en el hospital Maternidad Obrera
de Marianao, soy el primogénito de cuatro hermanos
carnales, dos por la parte materna y cinco por parte de
padre. Soy de origen humilde, pero no de esa enfermiza humildad
política, mi pobreza no tuvo relación alguna
con Batista ni el imperialismo yanqui. No la he ocultado
nunca, pude conocer el color, el olor, y el amargo sabor
del hambre cuando las tripas se convierten en una orquesta
sinfónica, eso debo agradecerlo a mi padre. Tiene
sus pros y sus contras, creo que ha sido la mejor arma para
enfrentar la vida, aún así no se la recomiendo
a nadie.
Los
recuerdos más antiguos de mi infancia se conservan
con la frescura de haber terminado de vivirlas, son huellas
imborrables que nos dejan marcados para toda la vida. Me
trasladan hoy con la fantasía de un viaje tenebroso
hasta el barrio de Mantilla, vivimos en un insalubre cuartucho
donde no era difícil adivinar cuando era de día
y cuando era de noche, nos enterábamos perfectamente
cuando llovía, y mi madre, una anciana de casi treinta
años, formando militarmente los pocos cacharros disponibles
con certera puntería. Casi todos los que vivíamos
en aquella hilera de cuartuchos semejantes éramos
familia, les hablo de una callecita de tierra, de mucho
fango cuando llovía, la misma que nacía en
la calzada de Managua frente al cine Chic. Nos gustaba jugar
en el callejón de Lucero, y en mis mejores recuerdos
guardo la imagen de una jamaicana, Rosa, quien siempre nos
regalaba algún mango o un mendrugo de pan viejo.
¿Para qué hablar de malos momentos? En la
mente de un niño son apenas perceptibles, existen,
pero el mundo para
nosotros es totalmente distinto, es solo un juego. De aquellos
primos de ese pedacito de infancia hay tres en Miami, se
nos gastan muchas horas tratando de recordar nombres, sitios,
casas, árboles donde una vez nos subimos.
La
desgracia tocó muy temprano a nuestras puertas, correría
el año 1954, nuestro padre nos abandonó y
a partir de entonces nos convertimos en nómadas,
pienso que en desterrados también. Entonces, nuestros
pies guiaron nuestras almas por distintos rumbos, y se perdió
por muchos años aquel barrio de gente tan humilde
como nosotros, solidarios como nunca he conocido en la vida,
vagamos.
Ese
mismo año entré en la Casa de Beneficencia
y Maternidad de La Habana, las nuevas generaciones de cubanos
no la conocieron, era un gran orfanato que abarcaba toda
una manzana, la misma que hoy ocupa el hospital Almejeiras.
Mucho se habló durante un tiempo de esa escuela,
creo más bien que se difamaba, hoy, puedo asegurarles
una cosa; no ha existido una institución o escuela
en la etapa post castrista que la haya superado en absolutamente
nada, escribo esto como estudiante que fui y como profesor
de la Academia Naval del Mariel. Ninguna se puede comparar
con la Beneficencia, ni la secundaria República de
Bulgaria en sus momentos de esplendor cuando fue considerada
"vanguardia nacional", allí estudió
mi hijo.
Es
increíble afirmar tal cosa, pero los momentos más
felices de mi corta infancia ocurrieron en aquel centro
destinado a huérfanos y niños pobres. Es quizás
la formación recibida durante mi infancia en esa
escuela, la que ejerciera gran influencia en mi carácter,
temperamento, personalidad e identificación ante
la sociedad, amén también de los sentimientos
solidarios y humanos allí inculcados. Analizando
todas las actividades que allí se desarrollaban y
donde la participación estaba al alcance de todos,
puede decirse entonces, que estar en una escuela como aquella
era un lujo.
Pero
bueno, estoy escribiendo sobre mi persona y no analizando
las condiciones de aquel centro. Les cuento algo que me
ocurrió siendo todavía un párvulo,
llegan tres monjas y nos ponen en fila india a los muchachitos
de ese pabellón. Uno a uno los van observando detenidamente
y cuando terminaron su faena, nos llevaron hasta el vestidor
y nos cambiaron de ropa. Debo detenerme a contarles que
la ropa era de buena calidad y en el caso nuestro los zapatos
eran de charol. Después que nos vistieron, nos llevaron
hasta el parqueo y nos montaron junto a otro grupo de encantadoras
niñas en un minibús, éramos 14 en total,
siete hembras y siete varones. Ni se imaginan cual fue nuestro
destino, estuvimos todo el día jugando con los hijos
menores de Batista en el Palacio Presidencial, y por la
noche participamos en el cumpleaños de uno de ellos.
Al día siguiente un gran despliegue de fotos de nosotros
en la fiesta, unas veces junto al cake, otras al lado de
Martha y como es de suponer junto a Batista también.
Cuando la llegada de los rebeldes mi abuelo tuvo miedo y
quemó todos aquellos periódicos, una verdadera
pena creo yo. ¿Cuántos niños de Cuba
tuvieron ese privilegio? No creo que muchos, pero estuve
en el lugar y tiempo indicado para que esto ocurriera.
La
primera actividad que desarrollé en esa escuela fue
cuando me incorporan a uno de sus dos coros, me refiero
al del maestro Sixto Franca. Con ese coro hacíamos
visitas a hospitales, otros centros de estudio, etc. Uno
de esos días nos preparó otra gran sorpresa,
los miembros del coro trabajaríamos en un programa
de televisión donde se le celebraría una despedida
a los artistas mexicanos Corona y Arau, después nos
utilizarían en diferentes programas.
Cuando
fui un poco mayorcito y salí del pabellón
de párvulos, me fui incorporando a otras actividades
antes vedadas por la edad. Ingresé en el equipo de
balompié infantil de la escuela, existían
dos en la fecha que les hablo. Estuve estudiando solfeo
para ingresar en la banda de música, pertenecí
al grupo de arte dramático de la escuela. Era un
asiduo visitante a la magnífica biblioteca existente,
donde orientaban nuestras inclinaciones por la lectura,
contaba entonces con un bibliotecario cuyo trabajo era ese.
Bueno, yo era un niño orquesta y como yo muchos de
mis amigos, no me explico aún de dónde podía
sacar tiempo para estudiar y obtener buenas notas, modestia
aparte, pero era la verdad. ¿Qué les cuento?
Antes de la llegada de Fidel al poder se comenzó
la demolición de aquella escuela, una parte de nosotros
fuimos a parar a Tiscornia, luego nos llevaron para el edificio
Dupont ubicado al lado de la escuela, y de allí para
lo que fuera el Instituto Cívico Militar de Ceiba
del Agua, en el año 1962 desintegraron totalmente
la escuela y los alumnos serían distribuidos en el
plan de becas del gobierno. Los huérfanos pasaron
a manos de Celia Sánchez y a partir de entonces recibirían
el nombre de hijos de la patria.
Creo
que me he adelantado un poco, retrocedamos nuevamente al
año 1960, ¿se acuerdan de aquellos muchachitos
que cantaban la lotería? Yo fui uno de ellos pero
creo que de la última generación, el sorteo
se realizaba cada sábado en el teatro del INAV (Instituto
Nacional de Ahorro y Vivienda) dirigido entonces por Pastorita
Núñez. Estando la escuela en Ceiba del Agua
y continuando como miembro del grupo de arte dramática,
Alicia Alonso se llega hasta el centro con el fin de llevarse
a los muchachos para su naciente escuela de ballet. Yo me
negué a ingresar en ella, dentro de ese grupo partieron
Pablo Moré, Edmundo Ronquillo, Nicolás, Jorge
Esquivel, Francisco del Toro y otros que es difícil
de recordar. Menos Francisco del Toro, todos los demás
fueron miembros del ballet nacional de Cuba, en una de sus
giras coincidimos aquí en Montreal, y fue inmensa
la alegría de todos nosotros por aquel encuentro,
los benéficos éramos hermanos.
Mi
rumbo fue totalmente opuesto al de los bailarines, con solo
once años de edad y el sexto grado vencido, otros
amiguitos de la escuela me entusiasman para partir a alfabetizar.
Fue así que de la noche a la mañana y por
una terrible irresponsabilidad de mi abuelo al firmar la
autorización de mi partida, me encontré viviendo
durante más de seis meses en las montañas
de Baracoa.
Todo
el tiempo transcurrido desde 1954 hasta la fecha de mi partida
a la campaña de alfabetización en 1961, salía
semanalmente de la escuela, pero no tenía un hogar
establecido. Unas veces iba a parar en Regla junto a una
tía, otras a Guanabacoa, otras a Cojímar,
Centro Habana, y así de casa en casa, como un simple
vagabundo, pero sin darme cuenta, aquellas continuas peregrinaciones
me ayudaron muchísimo a conocer nuestra capital.
Puedo afirmar entonces que, el tiempo transcurrido entre
los campesinos había sido el más largo compartido
en el seno de una familia. Fue una experiencia maravillosa
de mi infancia que guardo con mucho cariño, conocí
de cerca la vida de esos seres que hasta entonces vivían
en un mundo virgen, luego fueron convertidos en más
desgraciados y enemigos de la gente de la ciudad. La vida
en el monte fue llena de aventuras para mi edad, pero me
hizo un gran daño, probé de cerca lo que era
la libertad y eso me perjudicó mucho en el futuro
cercano.
Al
regreso sentí mucho dolor cuando vi que todos mis
compañeros de escuelas eran repartidos por distintas
becas. Para esa fecha ya mi madre vivía arrimada
al que fuera mi padrastro en el reparto Párraga,
todo un verdadero personaje del que he escrito algunas líneas.
Mientras tanto, yo me encontraba estudiando secundaria en
la escuela Carlos Marx, Victoria de Girón, y luego
pasé a la Rubén Martínez Villena. Desde
esta última escuela nos mandaron a la zafra del café
en las montañas de Mayarí Arriba, en el cuartón
Margot nos sorprende la Crisis de Octubre, pero muchachos
al fin, nada de aquello significó mucho para nosotros.
Volví a probar el sabor de la libertad y no estaba
dispuesto a renunciar a ella.
En
el año 63 decido abandonar el Plan de Becas y voy
a vivir en lo que sería mi hogar, tendría
que gastar varias hojas para describir a aquella familia
postiza, pero en mi relato titulado "En un portal de
Párraga" los menciono. En este año mi
padre da muestras de un repentino acercamiento hacia mi
hermano Ernesto y yo, nada convincente después de
tantos años ausente. Yo me encontraba estudiando
en lo que sería en aquella época una especie
de escuela taller, me refiero al taller Nr.1 Camilo Cienfuegos
de transporte por carretera, estaba ubicado al lado del
bar restaurante "Cuatro Ruedas" y cerca de la
calle Dolores. Estudiaba 4 horas y trabajaba otras cuatro,
me pagaban $30 pesos mensuales y de ellos le daba a mi madre
$20. Con trabajos particulares que realizaba en el propio
taller me buscaba unos centavos extras.
En
ese acercamiento de mi padre, me lleva un día hasta
el batallón de la reserva al cual perteneciera, de
buenas a primeras me vi con una metralleta en la cintura
y me atrajo la idea de portar un arma, ya andaba yo por
los 14 años de edad. Para lograr la inscripción
y aceptación en aquel taller debí presentar
papeles falsos donde se hacía constar que mi edad
era de 16 años, la exigida. Afortunadamente no existía
un documento de identificación nacional, pero, surge
la ley del Servicio Militar Obligatorio y exigen el comprobante
de inscripción para poder continuar en el taller,
no tuve otra alternativa. En el batallón al cual
perteneciera mi padre hice prontos méritos, era de
suponer, un muchacho con la mente fresca que no poseían
todos aquellos viejos. Resolvía con mucha facilidad
todas las fórmulas para voladuras de puentes, edificios,
etc., y aquello me sirvió para pasar al pelotón
especial de zapadores de la división 1442.
No
duró mucho aquella especie de luna de miel con mi
padre, porque fui entre los primeros en ser llamados al
SMO en el año 64. Es lógico que omita muchos
detalles ocurridos en todos estos años, solo deseo
dar una idea del lugar donde me encontraba.
El
4 de Abril de 1964 y a la edad de 14 años ingreso
en la DAAFAR, paso un curso de artillero de CAAD 30 milímetros,
y posteriormente me convertí en calificador de tiro
antiaéreo, actividad que desarrollé durante
los tres años de servicio en el ejército.
Estuve destacado durante ese tiempo en el campo de tiro
existente en la carretera del Mariel y frente a la granja
Menelao Mora. Creo que he escrito muy poco sobre esta etapa
interesantísima de mi vida, porque por muy malo que
sea el paso por el ejército, es innegable que sirve
para forjar al hombre. Sin embargo, creo que es aquí
donde comienza mi divorcio con la ideología aún
imperante en Cuba. Fueron varios los factores que sembraron
la semilla del rechazo, digamos que la prohibición
a la música extranjera fue la primera de ellas, continúa
el acoso y represión contra los muchachitos melenudos
de la época; las órdenes recibidas de disparar
contra los que intentaran escapar clandestinamente en nuestros
recorridos por la costa; la trampa tendida en contra de
otros reclutas como yo y en la que estuve a punto de caer
también. Resulta que ocurren los acontecimientos
de Camarioca y los jefes de aquella Unidad Militar, invitaron
a los muchachos que desearan abandonar la isla a escribirles
una carta de solicitud a sus familiares. La ingenuidad hizo
que cayeran en aquella trampa más de 15 muchachitos
que luego fueron llevados presos a la UMAP, solo éramos
50 reclutas en aquella unidad militar. En fin hay otras
razones para que comience a sentir desafecto por las ideas
que comenzaban a imponerse, pero que dejaré para
otros relatos. Es lógico que en mi condición
de recluta fuera llevado a otras actividades ajenas a la
vida militar, trabajar en el campo y cortar caña
fueron algunas de ellas.
Finalizo
el servicio militar en 1967, luego de participar en la zafra
de ese año en el pueblo de Amarillas. Mi madre se
había mudado para una confortable casita en el reparto
Juanelo y yo ingreso en la marina mercante cubana. Contrario
a lo que siempre han pretendido hacer creer mis detractores,
yo no pertenecía a ninguna organización política
en aquellos tiempos, y el grueso de jóvenes inyectados
a la marina eran del mismo origen que yo, desmovilizados
del SMO, es de suponer que algunos militaban, pero no creo
que llegaran al 10% del grupo total. Un mes después
nos destinan a la agricultura por un año de constantes
eliminatorias, esa fue una de las etapas más duras
de mi vida y solo pude superarlas por mi interés
y amor que sentía por el mar. Es a partir de entonces
que tiene origen en mí la doble personalidad y que
no la abandonaría hasta encontrarme definitivamente
en el exilio.
Hablar
de 24 años en la marina no resulta fácil de
lograr en solo unas cuartillas, pero es innegable que fue
aquel el lugar donde gasté la mayor parte de mi vida
desde el simple jovencito, hasta el hombre maduro que abandonó
su tierra. Ocurrieron muchísimos eventos importantes
de los que fui testigo ocular, situaciones que tal vez no
se repetirán en la historia y el hecho de haberlas
vivido constituyen de por sí un privilegio. Visité
en ese tiempo transcurrido 49 países y varias colonias,
los EU fue el último visitado de mi colección
y ajeno totalmente a mi vida de marino. Resultará
frío y sencillo mencionar esa cantidad de países,
pero no es tan fácil como se escribe, están
distribuidos en diferentes continentes y a veces son necesarias
navegaciones de miles de millas para llegar hasta ellos.
Como
les decía, había sido testigo ocular de hechos
importantes, conocí a la China de Mao y a la posterior
a su muerte, conocí a la Corea del Norte de Kim Il
Sung y a la del Jr. Estuve en Viet Nam cuando la guerra,
en el Líbano, en Angola, etc. Conocí a casi
todo el desaparecido "Campo Socialista", y todas
esas cosas me dieron la oportunidad de establecer comparaciones,
algo vedado para la gente de nuestra tierra. Durante ese
tiempo pude dar cuatro viajes de circunnavegaciones, nadie
puede imaginar las condiciones en que fueron dados esos
viajes alrededor de la tierra, cuánta hambre pasamos,
cuántas veces nos jugamos la vida.
Solo
hice dos intervalos largos durante esas navegaciones, una
como Profesor de Navegación en la Academia Naval
y otra trabajando en las microbrigadas de Alamar para obtener
un apartamento. Estuve trabajando como Oficial de la naciente
marina mercante angolana durante un año y medio a
bordo de su buque insignia N'Gola, esa fue mi misión
internacionalista. Siendo miembro de la marina me proponen
como militante de la UJC, ¿hubieran rechazado ustedes
aquella proposición? Tal vez si, si no tuvieran mucho
que perder, yo milité dentro de esa organización
por espacio de unos dos años y medio, luego "deserté"
y nunca milité en el partido. Pongo entre comillas
esa palabra porque los que han vivido en Cuba saben que
significaba esa acción en la década de los
70-80. Por fortuna era un Oficial experto y consagrado,
gracias a ello conservé mi trabajo y les escribo
hoy.
Mi
deserción no fue fortuita tampoco, las circunstancias
me obligaron a ello, de lo contrario hubiera estado viviendo
en Cuba aferrado a cuatro tarecos y un apartamento que una
vez dijeron fuera mío, pero me falta mucho por escribir
aún.
¿Quién
soy? Ya lo dije al inicio, un aventurero, un soñador,
un loco que nunca se ha tomado la vida en serio. El tipo
que una vez robó como otros allí, donde ser
honrado era pecaminoso, un ferviente enamorado de las mujeres,
la música, el trago, la lectura y el mar, eso es
lo único que me han arrancado. No siento nostalgia
por la tierra porque siempre me consideré una gaviota
o golondrina, solo soy ave de paso y mi destino final será
aquel de donde me arrancaron, el mar.
¿El
amor? He sido un afortunado, un infiel, un promiscuo allí,
donde serlo era una virtud y nada era condenado. Creo que
en este aspecto es por donde más me atacan mis enemigos,
pero yo no me arrepiento de nada lo vivido. Me arrepiento
sí, de haber perdido grandes amores en mi vida de
aventurero. Soy un gran admirador de la mujer y creo contar
solamente con una enemiga virtual, eso no me preocupa tampoco,
no la conocí. Pudiera estar escribiendo por mucho
tiempo sobre este tema, pero lo poco que he escrito ha servido
solamente para atacarme, no lo haría por vanagloriarme
de algo que muy bien puede ser considerado un defecto, pero
si escribo de muchas cosas sobre mi vida, estos pasajes
no pueden ocultarse.
¿Qué
quiero? Nada y mucho, yo no escribo tampoco, y si lo hago
no es por vanidad, solo deseo dejar mi testimonio como legado
a mis futuros nietos, y si sirvieran de algo para conocer
todas las desgracias que nos tocó vivir a los cubanos,
pues bienvenido sea. Yo me considero un trovador, un jodedor,
un cuentista, pero de aquellos que haciéndolos reír
dicen las cosas en serio, ese soy yo y créanme, disfruto
mucho haciéndolo.
¿La
vida? No tiene el mismo sentido para todos nosotros, para
mí es solo un juego de azar donde existen ganadores
y perdedores, si no juegas no tienes razón para exclamar.
La mía a sido muy afortunada, esa extraña
suma algebraica de momentos positivos y negativos, siempre
luchando por que venzan los primeros, de lo contrario todo
se convierte en una simple porquería. Me río
de ella y de mis desgracias como buen cubano.
¿El
dinero? Nunca ha sido una de mis prioridades, prefiero a
un amigo sincero, éste es más difícil
de conseguir y cuando se tiene al alcance es mejor conservarlo
como el tesoro más preciado. Facilita nuestro paso
por la vida, pero no puede comprar el amor ni la felicidad.
Si lo tengo estoy bien, y si no lo tengo, no me desvelo.
¿La
muerte? No le teman, ya estuve muchas veces cerca de ella,
no solo en las grandes navegaciones, aquí mismo atentaron
contra mi vida. Pueden preguntarle a Rafael Goicoechea González,
él fue condecorado a su regreso a Cuba, solo le pido
a Dios le conceda mucha salud para que vea el final de esta
historia. ¡Ya ven que me falta mucho por escribir!
Y corto ahora mismo diciéndole solo una cosa, la
mayor parte de las narraciones escritas por mí tienen
su origen en hechos reales. Muchas veces uso otros nombres
para restarme un poco de protagonismo, otras veces existen
creaciones que han sido condimentadas con esos hechos, he
escrito sobre gente insignificante para los historiadores
y escritores profesionales. Lo seguiré haciendo,
porque no hay mejores protagonistas que, aquellos seres
constructores verdaderos de ese raro entarimado que hoy
forma nuestra historia. Deserté en Canadá
el 13 de Nov. de 1991 |