Por Juan Juan Almeida
La imposición de Alejandro Castro Espín en la escena política de Cuba ha provocado un torbellino de fantasías homéricas que sitúan su biografía como una auténtica epopeya. Y es normal, así se crean los mitos; pero cuidado, demonizar o idealizar es simplemente cometer el mismo error de perpetuar a un personaje del que luego nos avergonzamos.
Alejandro no es, ni será, quien suceda a su padre.
Un chiste callejero dice que 8 de cada 10 cubanos habla muy mal del Gobierno; pero Raúl Castro se informa de la situación actual preguntándole a los dos restantes, a su nieto-escolta Raúl Guillermo y a su hijo-asesor Alejandro.
Sabiduría popular. El hijo de Vilma y Raúl nació el 29 de julio de 1965. No quiero hacer mucha historia, ya de eso he escrito un montón; sólo recordar que comenzó su formación universitaria en el IPSJAE (Instituto Politécnico José Antonio Echevarría) y, apenas dos años después, abandonó sus estudios de ingeniería en refrigeración, para dedicarse a una menos exigente pero más prometedora carrera militar. Quizás esta coyuntura hizo que su curriculum vitae alcanzara más sellos de oro que la denominación de origen de cualquier vino barato.
Amante de los deportes, y los malos hábitos como hurgar en la vida ajena; con cara de letrero de comida vegetariana para llevar, Alejandro tiene en su haber los títulos de ingeniero, doctor en Ciencias Políticas, máster en Relaciones Internacionales, escritor, investigador social y de temas vinculados a la defensa y la seguridad nacional.
Seguro que tiene muchos más; pero llama la atención que hasta la prensa oficial de la isla parece desconocer los cargos y las funciones que desempeña el menor de los Castro Espín.
El 11 de abril de 2015, durante la VII Cumbre de las Américas, celebrada en Panamá, el portal digital del MINREX publicó:
"Por Cuba, estuvieron presentes, el canciller Bruno Rodríguez Parrilla; Alejandro Castro Espín y Juan Francisco Arias Fernández, ambos de la Comisión de Defensa y Seguridad Nacional".
Sin embargo, casi seis meses después, el pasado 29 de septiembre, refiriéndose esta vez al encuentro sostenido entre el presidente de Estados Unidos Barack Obama y el mandatario cubano en New York; la misma página web del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, lo nombra de esta otra manera, cambiando la función y manteniendo el organismo:
"Por la parte cubana estuvieron presentes Bruno Rodríguez Parrilla, ministro de Relaciones Exteriores; Alejandro Castro Espín y Juan Francisco Arias Fernández, asesor y viceasesor respectivamente de la Comisión de Defensa y Seguridad Nacional".
El trabajo de Alejandro comienza, entonces, a tomar forma, o peor, a deformarse. El Consejo de Defensa Nacional, tal y como lo establece la Constitución de la República de Cuba, "está integrado por el Presidente del Consejo de Estado, quien lo preside; el Primer Vicepresidente del Consejo de Estado, su Vicepresidente; más cinco miembros designados por el Consejo de Estado, a propuesta de su Presidente".
Alejandro no figura entre sus miembros, no tiene cargo específico, su trabajo, por ahora, es simplemente una botella y la explicación un sencillo acertijo: El general Raúl Castro es al nepotismo lo que el físico Albert Einstein a la relatividad..
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