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| Semanario El Veraz | San Juan, Puerto Rico | |
¿Por qué se van?

Por Sergio Ramos

La nueva crisis migratoria tras casi 57 años del comienzo revolución castrista denota el fracaso del modelo socio-económico-político de Cuba.

Hoy se encuentran varados en Costa Rica cerca de 4,000 cubanos y otros mil aproximadamente, lo están en el trayecto entre Panamá y Colombia. Son hombres, mujeres y niños que aspiran a llegar a los Estados Unidos en pos de una vida mejor. Con esperanza de poseer un mejor futuro y con más libertades. Algo que en su tierra no tienen, no han tenido, no hay posibilidad de tenerla, al menos mientras persista el régimen empobrecedor y clasista de los Hermanos Castro.

Las oleadas en pro de un futuro mejor y con libertad se remontan a los mismos comienzos del régimen dictatorial: Camarioca en 1965, los Vuelos de la Libertad entre 1965 a 1974, la crisis de los 10,000 refugiados en la Embajada del Perú que trajo como consecuencia el éxodo masivo de 130,000 cubanos por El Mariel en 1980. El Meleconazo que provocó la Crisis de los Balseros, con la salida en rústicas balsas, de más de 30,000 cubanos en 1994. Y hoy en el 2015 la crisis los cubanos varados en Costa Rica.

Cuando esa masa de miles de cubanos es capaz de emprender un viaje a Ecuador para después viajar más de 3,000 millas (5,500 kilómetros) por tierra hasta la frontera México-Estados Unidos, es por que algo anda mal, muy mal, en el país de origen de los migrantes. Cuando ese desplazamiento humano es masivo y se cuentan por miles, es porque huyen, no porque emigran. Cuando esto no es excepción sino la regla, es porque en el país de origen sus ciudadanos no viven, sino sobreviven, bien a causa de una catástrofe, o por falta de una vida con dignidad y con libertad. Ese es el caso de Cuba.

Las personas pueden achacar su huida del suelo natal a la estrechez, a la pobreza, a la falta de libertad. Pero esos achaques son los síntomas del desastre.

Cuando damos una mirada al país de donde han provenido, y todavía hoy provienen los miles que hoy escapan y han escapado de Cuba, observamos un país lleno de injusticias. Es un lugar donde los trabajadores son explotados por el estado-patrono que les paga un salario de miseria en una moneda sin valor, mientras los productos de consumo se les venden a precios exorbitantes, inalcanzables para sus salarios, y en otra moneda que equivale a divisas extranjeras. Son obreros y profesionales están carentes de derechos laborales fundamentales como el derecho a la huelga, a la negociación colectiva, a sindicalizarse libremente. Mientras que al mismo tiempo, un grupúsculo de mega-privilegiados que ostenta el poder de modo omnímodo, acumula riquezas incontables en los bancos de paraísos fiscales, y se desplazan por el mundo a todo lujo con el dinero que le roban al sudor de los trabajadores cubanos.

Es un lugar donde vivir con dignidad y decoro es un lujo solo accesible para una escasa minoría incrustada inamoviblemente en la cúpula del poder, no es un país, es un feudo o una finca poblada por mayorales y esclavos.

Es un horror a más de cinco décadas de promesas incumplidas, que en pleno siglo XXI el pueblo cubano continúe careciendo de las necesidades más básicas. Los alimentos, además de caros, son escasos, las medicinas hay que otearlas; las viviendas se desmoronan o cuando no, se desploman en las cabezas de los que las habitan; la transportación pública es un desastre... se vive sin dignidad y decoro, en medio de un hiriente contraste con la vida de los que integran el selecto círculo del poder, donde abundan los alimentos, poseen servicios médicos y medicinas de primera tecnología, residen en lujosas viviendas.

Se trata de un país donde nada se produce y todo se simula para enmascarar la realidad del fracaso de un sistema económico mil veces probado de injusto e inservible. Los campos cañeros están llenos de marabú. En las fábricas se alteran a la alza los rendimientos de productividad, se simula que se hace, se falsean estadísticas. Se vive en la mentira y de la mentira con que el régimen engaña al pueblo y al mundo. El sistema no sirve, no funciona, es ineficiente e improductivo. Y el sistema económico que no genera riqueza, empobrece al país y al pueblo.

En Cuba protestar es pecar contra el todopoderoso estado. Los que protestan son golpeados, cuando no encarcelados. La libertad no existe. Los derechos humanos no se respetan. Y cuando alguien del pueblo increpa al régimen, lo hace bajo estado desesperación que enloquece al sufrido o bien, por una minoría de valientes que sienten y expresan el dolor y sentir de la inmensa mayoría del pueblo atemorizado a costa de recibir hostigamiento, palizas, cárcel,...y si los que dominan perciben al opositor como potencial peligro... lo matan.

El pueblo cubano esta desinformado. Ha sido criado y adoctrinado en las falsas bondades de un sistema cargado de injusticias y mentiras, que solo sirve al bolsillo y poder de los que le oprimen. Por eso, muchos cubanos se van del país, cuando en algún momento de sus vidas, aquellos discursos adoctrinantes que reciben a toda hora, todos los días, los impactaron al chocar en franca contradicción con la dura realidad cotidiana que los golpeaba en su diario vivir.

En Cuba no hay futuro, no hay vida con dignidad, no hay libertad. He ahí las razones de los que huyen de un infierno creado por la maldad de algunos hombres perversos en la tierra de la que un día Cristóbal Colon dijera que era “la más hermosa que ojos humanos hayan visto”.

Todo ser humano lleva dentro el gen de la búsqueda del bienestar y la felicidad. Y los cubanos no son distintos. Todos tienen derecho a una vida digna y decorosa. A la alimentación sana y adecuada; a los servicios médicos de calidad y sin discrimen; a las medicinas; a poseer una vivienda segura y decorosa; a tener un trabajo donde se respete la dignidad del trabajador y se le pague un salario justo y digno que rinda para las necesidades de si y de su familia; a que sus hijos tengan educación sin discrimen político, ni adoctrinamientos ideológicos. Tiene derecho a no ser discriminado. A elegir libremente a sus gobernantes y a reemplazarlos cuando lo entienda necesario. A expresar sus ideas libremente, a vivir donde le plazca, a asociarse con quien quiere, a viajar a donde desee...a ser y vivir dignamente libre. Eso es los que buscan los cubanos. Los que salieron hoy, como los de ayer en esta saga de más de cinco décadas.

Muchos salen hoy día rechazando todo aquello que les huela a política. La rechazan por hastío tras haber vivido toda su vida bajo un constante e incesante machacar de discursos, doctrinas, marchas y trovas políticas e ideológicas. Se declaran apolíticos.

Políticos o no, apolíticos o no, consientes o no, esos miles de cubanos salen buscando desesperados tener un futuro digno y libre para sí y para sus hijos. Son refugiados y son nuestro pueblo. Y como todo pueblo, tiene sus virtudes y sus defectos, pero ante todo, insisto, es nuestro pueblo que clama por nuestra solidaridad.


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