Por
Jay Martínez
Hace
aproximadamente dos años en un restaurant de lujo
en San Juan se reunieron un grupo de líderes del
exilio en Puerto Rico con motivo de la visita de Oswaldo
Paya a la Isla. Aunque la reunión era privada y
yo no había sido invitado me presenté en
el salón notando enseguida el asombro de los que
allí se encontraban.
Pero
siempre hay amigos en todas partes y me mandaron a pasar
y tomé asiento en aquella mesa redonda donde Oswaldo
Payá hablaría del Proyecto Varela. Como
periodista curioso acostumbrado a vivir en democracia
hice mis preguntas y recuerdo que llegaron los dueños
de una emisora de radio (WAPA) con micrófono en
mano preguntando si querían que lo que se estaba
hablando en aquel encuentro saliera al aire pero los asesores
de Payá se opusieron.
Como
Director del Programa Magazine Cubano y Director de Noticias
de la Revista Opositor, semanario que publica todas las
semanas el periódico Diario Metro, recibo muchas
cartas de los lectores y llamadas telefónicas de
parte de cubanos solicitando temas específicos
y entrevistas con personas reconocidas en el exilio y
en Cuba.
Desde
que comenzamos a producir los programas de radio, De Cubavenimos
y posteriormente Magazine Cubano, nuestra meta ha sido
satisfacer la sed de conocimiento sobre Cuba de los oyentes
entrevistando a analistas de diferentes ramas como las
ciencias sociales, la política y la economía
que nos han dado sus puntos de vista acerca de cómo
vislumbran ellos la transición en una futura Cuba
post Castro.
También
es conocido por todos que llamamos telefónicamente
a los periodistas independientes y opositores pacíficos
que viven en Cuba así como a las esposas de los
presos políticos para que nos comenten sus vivencias
en la Isla totalitaria.
Nunca
habíamos tenido la oportunidad de tener a Oswaldo
Payá, Premio Sajarov del Parlamento Europeo, en
nuestra emisora. Siempre se había comentado que
no tenía teléfono en su casa y como nuestro
programa sale al aire los domingos a las nueve de la noche
y se comentaba que Payá no sale de noche ya que
la Seguridad del Estado lo había amenazado con
tirarle un camión encima si lo cogían de
noche en la calle.
Pero
al fin conseguimos el teléfono de su hogar en La
Habana. El que escribe lo llamó telefónicamente
el domingo pasado alrededor de las tres de la tarde y
logré hablar personalmente con él. El Señor
Payá dijo que le interesaba participar en el programa
y quedamos llamarlo después de las 9:30 pm. Nuestro
equipo de producción trató en vano hasta
las diez y cincuenta pero no lo conseguimos. En su casa
nos decían que no se encontraba.
Al
día siguiente, lunes, le llamé y salió
al teléfono y me dijo que había llegado
a la casa como a las diez de la noche y yo le dije que
le habíamos estado llamando hasta las once menos
diez. Quedamos en conversar de nuevo el próximo
sábado para confirmar su participación el
domingo. Así lo hice. Me salió una joven
que preguntó mi nombre y después de unos
segundos me contestó que su papá decía
que lo llamara a las seis de la tarde. Yo le dije: “Dígale
a su papá que ya no lo vamos a entrevistar, que
muchas gracias”.
Sospechamos
que el Señor Payá se arrepintió de
darnos sus puntos de vista sobre Cuba o que algunos de
sus contactos en Puerto Rico le aconsejaron no participar
por temor a que le hicieran preguntas incómodas.
Yo he escrito artículos como “Dios los cría
y Castro los une” pero aunque no coincida con puntos de
vista de Payá esto no quiere decir que tenga algo
personal contra él. Sólo estoy acostumbrado
a decir lo que pienso y a expresarlo aún ante aquellos
que no coinciden con mi opinión personal.
En
las democracias los políticos se enfrentan a sus
opositores y discuten sus ideas. No le temen a preguntas
incómodas ni a hablar con el público pues
aquí se respeta sobre todo la diferencia de pensamiento.
Quisiera recordarle a los lectore que cuando Payá
visitó Miami no participó en Radio Mambí
ni en La Poderosa. Sólo aceptó las cómodas
preguntas que le hicieron en Radio Marti. Visitar Miami
para un opositor y no participar en Mambí o La
Poderosa es como ser católico, ir a Roma y no entrar
a la Basílica de San Pedro a ver al Papa.
Sé
que nuestro deber como exiliados es criticar al régimen
que nos oprime. Pero la oposición interna debe
acostumbrarse a lo que es la democracia y llevar a la
práctica la tolerancia con el que opina diferente.
La uniformidad de pensamiento es una apariencia falsa
que imponen las dictaduras comunistas y en la diversidad
de pensamiento se encuentra la riqueza de cualquier nación
civilizada de hoy en día.
Sólo
creo que si al Señor Payá le molesta el
calor que no entre en la cocina.