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| Semanario El Veraz | San Juan, Puerto Rico | |
Offshore, la cara oculta del socialismo cubano III

Por Ulises Fernández

Para quienes lo sufrieron en carne propia, hablar del bistec de corteza de toronja para sustituir la carne animal, del jabón de baño hecho de grasa de cerdo y sosa cáustica, de las infusiones de plantas silvestres como único desayuno de un obrero que debía enfrentar más de 10 horas de jornada laboral, de extensos apagones que ocupaban el día y la noche, de niños y niñas que hambrientos y calzando zapatos rotos, saludaban en firme la bandera nacional y juraban dar la vida por el comunismo, más el caos psicosocial provocado por la división familiar, el éxodo masivo, las muertes y desapariciones en el Estrecho de la Florida constituyen solo una pequeña parte de ese paisaje aterrador que era Cuba a inicios de los años 90.

Fue así que comenzó el denominado por Fidel Castro “Período Especial en Tiempo de Paz”, una frase que no describe ni remotamente la profundidad de la crisis y sus consecuencias negativas para las personas de a pie. Para ese entonces la isla perdía el 80 por ciento de sus ingresos económicos, garantizados por los países socialistas, principalmente de Europa y que integraban el CAME (Consejo de Ayuda Mutua Económica), una entidad económica creada por los soviéticos.

Sin embargo, no todos en Cuba la pasaban mal. Por esa época el gobierno cubano optó por perfeccionar la misma estrategia que había mantenido con empresas offshore subordinadas a CIMEX y Havanatur, las cuales –al igual que las creadas con posterioridad a 1990– nunca fueron legalmente cubanas aun cuando eran operadas en el extranjero por funcionarios estatales.

Ténganse en cuenta que Havanatur, así como las otras offshore bajo CIMEX y las creadas durante el Periodo Especial surgieron mucho antes de aprobarse las primeras resoluciones para favorecer la inserción de capitales foráneos en la economía cubana, recogidas en la Primera Ley de Inversión Extranjera de mediados de los 90.

Para poder constituir empresas offshore después de 1990 (apenas enfriados los escándalos de las Causas 1 y 2) y que estas fuesen dirigidas en el extranjero por los “funcionarios confiables”, el gobierno creó Corporación Panamericana S.A., una compañía del Ministerio de Comercio Exterior, registrada en Panamá por el agente Mossack Fonseca con la misión de crear empresas fuera del país, según revelaron los Panama Papers.

Explica el abogado Pablo de Cuba que dicha entidad llegó a tener empresas offshore creadas en Panamá, Canadá, Inglaterra, Checoslovaquia, entre otros países, y que no solo se utilizó a Mossack Fonseca, sino a otros bufetes de abogados. Para ello se empleaba la estatal Consultoría Jurídica Internacional: “(…) el pulmón jurídico externo, el cual se utilizaba para lograr liquidez en el sistema cubano de comercio exterior y financiero”.

Papeles de Panamá reveló en su momento una lista de más de 25 empresas offshore creadas por Corporación Panamericana. Para su inscripción legal, Cuba contrató los servicios del abogado suizo Albert Louis Dupont Willemin, quien fundó además otros negocios que no se insertan en el entramado de Corporación Panamericana.

Algunos de ellos fueron Ardpoint Company Inc. y Curtdale Investments Limited, relacionadas en Papeles de Panamá con el grupo empresarial Tabacuba, debido a la aparición en varios documentos filtrados de Hernán Aguilar Parra, director de Tabacuba y exdiputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular.

A Dupont Willemin se le encargó la tarea de fundar, además, BioAsia Limited, sucursal vietnamita de Labiofam, aún en fase de desarrollo y de extensión hacia China y la India.

A pesar de las advertencias dentro de la comunidad científica y médica sobre incumplimientos de los estándares y alteración de las pruebas de los productos en animales y humanos, Labiofam, perteneciente al Ministerio de la Agricultura, se considera la mayor productora de medicamentos de origen natural de Cuba, dirigida hasta hace algunos años por José Antonio Fraga Castro, sobrino de Fidel y Raúl Castro.

En 2014, Fraga Castro dejaría de ocupar el cargo de director de Labiofam tras un escándalo mediático consecuencia de la fabricación de dos perfumes, Ernesto y Hugo, “inspirados” en Ernesto Guevara y Hugo Chávez, productos que jamás llegaron a comercializarse debido a la censura del Partido Comunista pero que, bajo otras denominaciones, pudieron llegar al mercado interno cubano.

Labiofam también fue el epicentro de otras crisis. Un año antes de su liberación como director de la entidad, Fraga Castro dio luz verde a negociaciones con el empresario rumano Ovidiu Tender, acusado de corrupción y lavado de dinero en Rumanía y actualmente en prisión.

Propietario del Grupo TENDER, Ovidio comercializaba los productos de Labiofam en Rusia, Europa del Este y África mediante dos estructuras económicas establecidas en Serbia: una fábrica de medicamentos y un Spa. Además, participó activamente dentro de Cuba en la fabricación de bombas para la extracción de petróleo y calderas para centrales azucareros y termoeléctricas, según información aparecida en el semanario Opciones, perteneciente al periódico Juventud Rebelde, del 16 de noviembre de 2012.

Retornando al esquema de Corporación Panamericana, de inicios de los 90, se evidencia un gran número de offshore que ya no estaban subordinadas al Ministerio del Interior sino al Ministerio de Comercio Exterior y otros ministerios, como en el caso de Labiofam, una situación que pudiera denominarse “de tránsito”.

Según testigos protagonistas de lo ocurrido en aquel período, consultados por Cubanet, el Ministerio del Interior había sido tan purgado durante las causas 1 y 2 de 1989 que apenas había quedado personal que pudiera encargarse del control de más de medio millar de offshore dispersas por todo el planeta.

Tampoco el departamento económico de las Fuerzas Armadas estaba preparado para asumir semejante tarea de manera inmediata, mucho menos los demás departamentos, en pleno proceso de ocupación de los vacíos dejados en el Ministerio del Interior, a causa de la limpieza hecha por Raúl Castro, en aquel momento Ministro de las FAR. No podían destinar hombres. “soldados de confianza”, para reemplazar a los “defenestrados”.

A partir de este período, los funcionarios cargarían públicamente con la responsabilidad del fracaso o las glorias de las compañías creadas.

Pero, como hemos señalado, el traspaso del poder económico del MININT al Ministerio de Comercio Exterior no fue por largo tiempo. Si bien Corporación Panamericana y Dupont Willemin habían constituido el principal mecanismo empleado para el comercio exterior en la época, en el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias cobraba fuerzas un proceso que, años más tarde, sería denominado “Perfeccionamiento Empresarial” y que concluyó con la formación del conglomerado empresarial cubano más grande en la actualidad: GAESA (Grupo de Administración Empresarial S.A.), así como con el trazado de los llamados “Lineamientos” que habrán de regir la política económica los años venideros.

La estructura de lo que hoy se conoce como GAESA y que en el vocabulario de los militares es tan solo “el GAE”, comenzó a formarse a principios de los 80 como parte del Departamento Económico del Ministerio de las Fuerzas Armadas, dirigido por el General de División Casas Regueiro.

“Ellos (GAESA) empezaron tomando unos avioncitos viejos que salían del aeropuerto operativo de Baracoa para crear Aerogaviota. Y empezaron a ‘tirar’ con Aerogaviota para Nicaragua y parte del Caribe. Después tomaron el hotel Kohly de Nuevo Vedado —muy cerca de donde vive López Callejas- y fueron creciendo y apropiándose de los activos de otras empresas, entiéndase CIMEX, Cubanacán, etcétera. Absorbieron —más recientemente- Habaguanex. Eso no es otra cosa que el sultanato financiero raulista, así le puse yo”, dice Pablo de Cuba.

De GAESA se ha escrito abundantemente, no obstante, continúa siendo un verdadero misterio su verdadero papel en el manejo de los destinos de los cubanos. El conglomerado de empresas militares no cuenta con página oficial en Internet y sus trabajadores no pueden portar teléfonos celulares ni dispositivos de datos. Su sede central se encuentra en el Edificio de La Marina, en la Avenida del Puerto, en La Habana, pero muy pocos en Cuba conocen lo que realmente sucede o se gesta en su interior o el papel que juega y jugará en sus vidas durante los próximos años.

 


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