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| El Veraz. | San Juan, Puerto Rico |

Y Sin Embargo ¿qué?

Por Claudia Márquez Linares, La Habana

LA HABANA, noviembre - El interés de los comerciantes norteamericanos de lograr el levantamiento del embargo se acentúa con el transcurso de los días. Parecen intuir que los cambios en Cuba se acercan y desean ir allanando el camino para un futuro comercial seguro y próspero.

La visita de los ganaderos floridanos, fue reflejada con mucho entusiasmo en la prensa nacional. La participación de los comerciantes norteamericanos en la feria de productos agropecuarios en PABEXCO hace apenas una semana, fue criticada por los sectores más radicales del exilio y admirada por el gobierno cubano, como otro paso de avance para aumentar las presiones dentro de los Estados Unidos a favor del levantamiento del embargo.

El tema de las sanciones comerciales a la Isla (que ya cumplieron 44años) como tela de fondo en las tensas relaciones La Habana-Washington, es controvertido, y lo rodean intereses de corte político y económico que lo tornan aún más complicado a la comprensión de los cubanos.

Por un lado, los habaneros observan cómo entran por la bahía los barcos cargados con mercancías que Cuba compra a Norteamérica. Y por otro, se preguntan dónde están esos alimentos "porque mi mesa todavía permanece vacía", al decir de muchos capitalinos.

Si bien en los Estados Unidos los comerciantes abogan por su derecho a comerciar libremente, e incluso anhelan viajar a la Isla sin tener que exponerse a las multas por violar las restricciones del gobierno, el cubano, anhelante de cambios democráticos, se pregunta si resultaría provechoso oxigenar económicamente a una dictadura que suprime derechos tan elementales para los norteamericanos como pensar y viajar libremente.

Para nadie es un secreto que la obsesión del gobierno de La Habana por el asunto del embargo es enfermiza. No hay discurso, mesa redonda, tribuna antimperialista que no haga alusión al asunto, y culpe a Washington de las penurias económicas de los cubanos.

Valdría la pena recordar el discurso del ex presidente Jimmy Carter en la Universidad de La Habana: "Cuba tiene intercambio comercial con más de 100 naciones y puede comprar medicinas a mejor precio en México que en los Estados Unidos". En aquella ocasión no hubo respuestas por parte del público presente. Incluso Fidel Castro se mantuvo callado a pesar de que el embargo es uno de sus temas obsesivos.

Claro está que un mayor intercambio comercial y humano favorecería las relaciones entre ambas naciones. Pero nadie puede asegurar que por el hecho de que los norteamericanos visiten la Isla y contribuyan a que vuelvan a la mesa del cubano los cereales de Kellog y el arroz Tío Ben (si existe la marca todavía), el gobierno cubano va a permitir que los disidentes puedan expresarse sin temor a dar con sus huesos en las cárceles, o que se legalicen los partidos de oposición.

A través de estas cuatro décadas de pensamiento único las muestras de intolerancia por parte de las autoridades de la Isla son harto conocidas en todo el mundo. Ya el socialismo se declaró irrevocable en Cuba, así que no vale la pena congraciarse, y mucho menos aspirar (los posibles comerciantes norteamericanos) a que se paguen los créditos. En todas partes se sabe que La Habana es mala paga. Aunque, según Fidel Castro, todo lo que se compró en la feria agropecuaria se pagó al contado.


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