Por
Esteban Casañas Lostal
¡Qué te cuento Venancio! Los otros días
hablaba con Genaro sobre la trova aquella de los chavitos.
Me dije, ésta es la última vez que entro
en esos talles políticos, porque claro, el asunto
de los chavitos lo es. Pero no, ahora me agarra de sorpresa
la visita del presidente chino. Y no es que haya ido a
La Habana a encontrarse con el viejito, el asunto es que
ahora resulta que los “chinito son bueno”. ¡Imagínate
tú! Y los chamas que nacieron hace poco y no saben
nada de historia.
¿Te acuerdas Venancio? ¡Ya sé! Ya
sé que tienes mala memoria. Tú eres peor
que Genaro, claro, en tu caso está justificado,
¿sigues militando? Bueno, eso no importa, que para
gusto se han hecho los colores. ¿Te
acuerdas de nuestro primer viaje a China? ¡Claro
compadre! Cuando aún estaba vivito y coleando Mao
Tsé Tung. ¡Qué clase de jodedera!
Los chinos fajados con los rusos, nosotros que éramos
tarugos de los bolos, las bronquitas en la frontera de
la Manchuria, ¿te acuerdas? Entonces el partido
nos advertía antes de salir a la calle que no podíamos
dar opiniones en contra de los rusos, y allí mismo
nos atacaban los chinitos en el Seaman Club con una ensarta
de fotos montadas de batallitas fronterizas, y nosotros
como el pescado en tarima, con los ojos abiertos sin poder
ver nada.
¡Qué tiempos aquellos Venancio! ¿Te
acuerdas de Pepito? ¡Claro compadre! Así
le decíamos al traductor chino que tanto nos jodía.
Oye, tremenda tarea que le dieron al infeliz. No es fácil
convertir a un cubano, y el tipo organizando excursiones,
claro, esa era tarea del partido, de verdad que aquel
chinito era un caballo en eso. ¿Recuerdas cuando
fue hasta el escobén para invitarnos a la ópera
de la linterna roja? Bueno, hay gente que no entiende
esa palabra. ¡Caballeros! El escobén es el
hueco por donde sale el ancla, allí cabe una persona
y en aquellos tiempos se pintaba. Pues Pepito era un cabrón
de la calle, sabía que nosotros nos escondíamos
cuando lo veíamos en la cubierta y esperó
el mejor momento. ¡Nos jodió, coño!
Tuvimos que dispararnos “La linterna roja”, y eso no fue
lo peor, la tuvimos que repetir en otros viajes. ¿Recuerdas
como lloraban los chinitos? No dudo que los comisarios
políticos contaran las lágrimas, de verdad
que estaban bien jodidos los chinitos.
¡Qué pena Venancio! Qué lástima
sentía por aquellos seres cuando salíamos
a la calle, ¿no te acuerdas cómo se vestían?
Un pueblo uniformado, no tenían muchas opciones,
solo azul o gris y para rematar un gran medallón
en el pecho con el rostro de su viejito. ¿Y el
pelado? Era como si metieran la cabeza de todos los chinos
en una máquina, igualitos Venancio, parecían
hermanos. ¡Qué tiempos aquellos! No acabo
de comprender ese extraño comportamiento del ser
humano, nosotros mismos, unos infelices con cuatro varas
de hambre, nos considerábamos superiores a ellos
por los trapos que llevábamos encima, si nos vieran
ahora.
De verdad que no valía la pena salir a la calle,
la misma mierda Venancio, ¿no lo recuerdas? Aquellos
enormes murales con el rostro de Mao por donde quiera,
¿te acuerdas donde aparecía con Lim Piao?
Luego lo limpiaron con toda su familia, tienes mala memoria,
¿no recuerdas que los montaron en un avión
y le sonaron un cohetazo? Con los chinitos no se juega
Venancio, ellos son buenos, pero se mandan para hacer
sus cosas. ¡Como gastaban en papel! ¿Recuerdas
que siempre regresábamos al barco cargados con
libros de Mao? ¡Hasta los griegos Venancio! Los
chinos agarraban a cualquiera pa’sus cosas. ¡Cómo
olvidarlo, coño! Si en uno de esos viajes le puse
medallones de Mao a todos los fiñes de la cuadra
y le mandé una tonelada de esos libros de Mao al
chinito bodeguero, ni te cuento la reacción de
aquel infeliz. ¡Imagínate! No es para cuentos,
el pobre chinito salió huyendo de su país
por culpa de aquel viejito y lo agarró otro peor.
¡Ná! Lo mismito que le ha pasado a los que
viven en Venezuela. ¡Hay que estar salao de verdad,
coño! Se perdió la manjúa frita y
el helado de guanábana, hasta las frituritas Venancio,
pa’qué hablar, si los fiñes de hoy no saben
nada.
¡Ná! Que después las aguas tomaron
su cauce y las cosas se tranquilizaron, los rusos con
la misma jodedera de la frontera, los chinitos acusándolos
de “revisionistas”, y la gente vistiendo como siempre,
de azul o gris con el mismo pelado. ¡Ah! Pero algo
les hizo el viejo de las barbas que los chinitos cortaron
la tubería de arroz, nos jodimos Venancio. ¡Imagínate
tú! Nosotros, que ya éramos buenos comedores
de arroz con huevo frito, nos jodieron. ¡Pobre suegra!
¡Qué trabajito el que tenía entonces!
Los fiñes de ahora no saben nada, se pasaba la
pobre vieja más de media hora aplastando fideos
hasta convertirlos en arroz. No te recuerdo lo que sabía
aquello cuando preparaba congrí, tú lo sabes,
solo que tienes mala memoria. ¿Y los fiñes
de ahora, qué van a decir? ¡Ya lo sé!,
Ya lo sé, me los imagino riendo cuando dicen; “por
lo menos tenían fideos”
¡Como cambian los tiempos Venancio! ¡Mira
ahora! “Chinito son bueno”. ¡El varo, el varo Venancio!
Ya lo dijo Álvarez Guedes, “todo el que tenga varos
se salvará”, ¿no fue así? Si no lo
es se parece, y si no, que le pregunten a Arafat, ya debe
estar en el cielo.
¿Viste lo de la visita del presidente chino a la
isla? Van a invertir miles de millones, van a desarrollar
el níquel. Por cierto, ese metal es la putica de
turno, siempre dispuesta a cambiar de proxeneta. ¿Te
acuerdas cuando los chinitos invadieron a Viet Nam? Nadie
dijo ná Venancio, y eso que eran hermanos.
Luego, todo cambió de palo pa’rumba. Los chinitos
metieron en el talego a la jeva de Mao junto a su camarilla,
¿te acuerdas?, ¿quién se lo iba a
imaginar?, ya el viejito no gobernaba, ¿no estarán
así las cosas por la isla? Pero el lío vino
después, lo que pasa es que tienes mala memoria,
Venancio. ¿No recuerdas cuando los narras anunciaron
“El gran salto”? ¡Coño! Los acusaron de revisionistas,
¿no lo recuerdas?, los rusos acusando a los chinitos
de revisionistas, es para mearse de la risa. ¿Y
nosotros? Como siempre Venancio, de tarugos, haciéndole
la media a los rusos. ¡Ná! Que el que nace
pa’tarugo del cielo le cae el circo. ¡Tarugos bien!
Pero se jodieron, los chinitos inventaron ese “capimunismo”.
No es gran cosa, pero al menos la gente jama, ¿y
en Cuba?, la vida sigue igual Venancio. Bueno, peor cada
día, marchitas y mesas redondas, de jama nada,
en eso han sido inteligentes los chinos.
¿Te acuerdas cuando los chinitos buenos les pasaron
los tanques por arriba a los estudiantes de Tianiamén?
Yo andaba por Shangai Venancio, ya no estábamos
en el mismo barco. ¿Qué tú crees
que hizo el viejito de la isla? Le mandó un mensaje
de felicitación al presidente chino, no solo él,
lo imitaron Daniel Ortega y el Kahadafi, que parejita
esa. ¡Y hablando de Shangai! ¿Te acuerdas
de aquella borrachera en el Seaman Club? ¡Claro
que no lo recuerdas! Cuando yo lo digo, el picadillo de
soya jode la memoria. Chico, me refiero a cuando alquilamos
unas bicitaxis para regresar al barco. ¿Ya te acuerdas?
Claro que si, solo que te haces el bobo porque aún
militas. ¡Coño! Como nos divertimos montados
en aquel tareco. ¡Ná! Pero nosotros los cubanos
tenemos buenos sentimientos, aunque estemos borrachos
Venancio. En una pendiente nos bajamos para ayudar al
chinito y el tipo se encabronó, de verdad, se había
tomado aquella transportación como una tarea del
partido. Tuvimos que subirnos nuevamente y el chinito
comenzó a pedalear desde cero y en medio de una
loma. ¿Te acuerdas? Tenía las pantorrillas
del grueso de una pelota de fútbol. Te hablo de
esto para que sepas lo que viene, los papeles se han invertido
Venancio, ahora los chinitos tienen varos y son buenos.
Van a llegar a La Habana y alquilarán esas bicitaxis,
pero no esperes que se bajen en la loma, no olvides que
ahora piensan diferentes con eso del “capimunismo”. ¿Quién
lo iba a decir, coño? Como cambian los tiempos,
no podrán hablar mucho, pero al menos tienen jama,
¿y nosotros?, sin hablar y comiendo mucha mierda.
¡Tápate los oídos si quieres! Ya sé
que sigues militando.
Y hablando de níquel, ¿te imaginas a Nicaro
y Moa llena de chinitos? Pa’llá se mudarán
muchas jineteras, ¿con cual moneda les pagarán?,
¿con fulas o con chavitos?, ¿tendrán
todavía el Yuang fuerte?, ¿no lo recuerdas?
¡Coño Venancio, qué mala memoria tienes!
¿No recuerdas que a los chinos les pagaban con
el Rimbimbí? Así le llamaban, era igualito
que el peso cubano, papel sanitario. Bueno, eso no importa,
que paguen con lo que quieran, que pa’eso son buenos y
las jineteras no tendrán mucho trabajo. Ya sabes,
lo digo por aquello de que los chinitos son de cañón
corto, eso será un paseo. ¡Eso sí!
Tienen que cuidarse, mira que se reproducen como conejos.
Y hablando de esto, ¿te acuerdas de Candita? Chico,
la negra retinta que su padre era chino. Ni te imaginas
como yo la vacilaba, resulta que su madre era una mulata
de salir, espectacular aquella hembra. Aún de medio
tiempo era capaz de parar a un tren cargado de caña.
Pues la madre de Candita se casó con un narrita
y tuvo una hermosa mulatica, ya debes imaginarte, mulata
y china, pa’qué hablar. ¡Ná! Todo
marchaba bien, tú sabes que los chinos y los negros
tienen mucho arrastre, siempre sale la marca por cualquier
lado. ¿Qué te cuento? Nació Candita,
pero de china ni un pelo, negra como la mejor africana.
¡Mira que yo la vacilaba! Y como se reía
la muy cabrona, eso se cae de la mata Venancio, al narra
le vendieron gato por liebre. Ya sabes, los chinitos son
buenos, pero de calibre pequeño. Hasta la madre
me asimilaba las trovas, eso sí, Candita era de
apellido Chi.
¿En qué parará todo esto? La isla
que es tan pequeña y con tanta gente, se verá
invadida de narritas, comenzará de nuevo el cruce
de las razas, más cruzadas de lo que ya la tenemos.
Ya sabes, tendremos sangre de españoles, gringos,
griegos, rusos polacos, alemanes, búlgaros, rumanos,
italianos, mexicanos, canadienses, japoneses, etc., y
para rematar, toda esa mezcla se ligará con los
chinos. ¿Qué saldrá de todo eso Venancio?
Yo pienso que pura mierda.
En fin, no te canso con esta trova, ya podemos estar contentos
de tener a otro proxeneta, ¿y cuando no le paguemos?,
porque los “chinito son bueno”, pero no son jamón,
ya sabes que son un hueso. ¿Con qué les
vamos a pagar? ¡Vamos a ver! ¡Vamos a ver!
Ya casi no quedan centrales azucareros, el níquel
no da abasto para eso, las jineteras no alcanzan para
tantos millones de pinguitas, en la isla no hay cama pa’tanta
gente, ¿con qué le pagaremos? Bueno, pa’qué
rompernos el coco desde ahora, hay que dejarlos que gasten
e implanten su capimunismo, hace falta que resuelvan el
problema de la jama coño, que ya llevamos 45 años
en esto. Después veremos.