Por:Jay
Martinez
El Marti que han aprendido a conocer las nuevas generaciones de
cubanos ha sido manipulado al gusto de los que en la actualidad
ostentan el poder. Se le enseña a los niños y jóvenes
que Marti es el autor intelectual del Asalto al Cuartel Moncada.
Se inmiscuye en este hecho histórico las ideas del Maestro
y se sacan conclusiones que en nada tienen que ver con los ideales
humanistas del Apóstol. Los jóvenes cubanos han
conocido a un Marti falso pues la realidad que hoy impera en la
Isla nos demuestra que no se guían por los nobles ideales
que inspiraron a este hombre sin par durante toda su vida.
Sí
en Cuba se respetara el ideario martiano hoy no existiría
una dictadura. Solo se destacan y propagandizan frases del Maestro
que responden a los intereses mezquinos que hoy rigen en la Isla.
Una de las más manipuladas es “viví en el
monstruo y le conozco las entrañas”, frase que los
opresores utilizan para justificar su odio a los Estados Unidos
y justificar sobre todo, amparados en una falsa soberanía,
la falta de libertades.
La
imagen de que la Revolución Cubana es fruto del ideario
martiano impera en las nuevas generaciones manipuladas sin piedad.
Un Norte amenazador frente a una América sufrida y pobre
se deja ver claramente en los libros de textos de los estudiantes
cubanos. Se les enseña a odiar al Norte culpándolo
de los males de América Latina, de la pobreza y fracaso
de sus sistemas de gobierno.
El
Marti que me enseñaron en Cuba coincidía perfectamente
con los sentimientos antimperialistas que mis maestros intentaban
inculcar en mi. Todo parecía encajar entre los pensamientos
de Marti y lo que pregonaban en las actividades políticas
a las que por obligación debíamos asistir. En mi
mente infantil y un poco rebelde me molestaba que para cualquier
acto político la figura que al instante se enarbolaba como
baluarte del ideario socialista era el Maestro.
Recuerdo
que una de las preguntas mas aburridas del examen de Historia
de Cuba era “Demuestra con tus palabras el Antimperialismo
en el ideario martiano”. Bastaba con repetir la jerga gubernamental
para ganar las notas sobresalientes. Aprendimos a un Marta de
frases y clichés que abarrotaba nuestras mentes ingenuas
y hasta nos llegaba a producir cansancio.
No
olvido cuando nos repetían que la Revolución Cubana
había comenzado en el siglo antes pasado y que era la realización
de las raíces revolucionarias del pueblo cubano. Me enseñaban
a un Marti marxista catalogando sus análisis de dialécticos
y profundos. La Revolución Cubana, argumentaban, debía
su nivel, su conciencia, sus éxitos a las ideas de Marti.
Si no éramos capaces de reconocer esta supuesta verdad
entonces nuestra conciencia revolucionaria no estaba suficientemente
desarrollada.
Me
enseñaron que el Partido Comunista era el hijo legítimo
del Partido Revolucionario Cubano fundado por Marti. Se decía
que ya el Partido tenía más de medio siglo de experiencia
y que todos los revolucionarios debíamos de sentirnos orgullosos
de haber heredado a un Partido inspirado en el ideario martiano.
Pura
manipulación. Nos enseñaron que éramos la
nación con mayor grado de conciencia patriótica
y resulta que lo primero que hace la revolución es eliminar
cualquier vestigio de ideas disidentes. Nos impusieron la unanimidad
para eliminar la innata diversidad humana. A pesar de haber sido
una Revolución que se decía baluarte de los más
altos ideales de Marti se mató el espíritu patriótico
del pueblo y en su lugar se instauró el Credo Único
y la unanimidad de criterios y opiniones.
El
cubano dejó de ser persona para convertirse en una masa
amorfa y sin sentido. Un hombre sin criterio propio es lo mismo
que un hombre muerto. Nos obligaron a repetir consignas y manipularon
nuestra historia a su antojo. Detrás de ideales aparentemente
nobles se escondían las garras de una feroz dictadura unipersonal
que ha costado mucha sangre de cubanos nobles.
Cuando
llegué al exilio hace ya 24 años confieso que en
mi la idea de un Marti comunista prevalecía. La influencia
de I6 años en Cuba habían contribuido a que conociera
a un Marti tergiversado. Hoy me regocijo en el Marti humanista
por sobre todas las cosas. El Marti que no impone sus ideas y
que promulgó una República Con Todos y para el bien
de Todos. Ese es el Marti que hoy llevo en mi alma y al cual honraré
por el resto de mis días. Les invito también a ustedes
a honrarlo.
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