Nació
en La Habana, pero casi no tuvo contacto con su padre. Mientras
el canal National Geographic estrena una biografía de Fidel
Castro en todo el mundo, ella, exiliada en Miami, lo analiza,
lo critica, lo juzga.
Durante
su primera niñez, la figura de Fidel Castro tuvo para Alina
Fernández (La Habana, 1957) una entidad doble y despareja.De
un lado, como para la mayoría de los cubanos, el comandante
era el líder persuasivo y magnético que acostumbraba
arengar al pueblo desde la pantalla de la TV. De otro, y al mismo
tiempo, Castro era un señor de una amabilidad un poco distante
que con cierta frecuencia solía visitar a Alina y a su
madre, la bellísima Nati Revuelta, en su domicilio familiar.
Ambos
personajes convivieron sin mayor conflicto en la vida de la pequeña
hasta que un día, cuando ya hacía algunos años
que se habían terminado aquellos encuentros, Alina se enteró
de lo que hasta entonces nadie había estimado conveniente
que supiera: que su nacimiento había sido, en realidad,
fruto de la relación entre su mamá y Fidel Castro.
Han pasado más de cuatro décadas desde aquella revelación,
y en la severa semblanza que Alina Fernández hace de su
padre biológico -"un hombre enamorado del poder",
dice- sólo parecen pesar sus vivencias políticas.
Si
alguna cuenta personal tenía pendiente esta mujer, exiliada
desde 1993, la debió de resolver en sus Memorias de la
hija rebelde de Fidel Castro; porque, ahora, todas sus críticas
y sus recelos se refieren únicamente a la trayectoria de
un hombre al que censura por el triste presente al que, según
ella, ha conducido a su país. "Cuba es un país
que está reducido a sí mismo y a su propio ejemplo.
Muy desinformado, muy aislado… Y, sobre todo, muy politizado de
acuerdo al interés del Partido Comunista…", comentó
Alina Fernández desde
Miami, en una charla telefónica propiciada a cuento del
estreno mundial, esta noche, de una biografía exhaustiva
sobre el mandatario cubano que emite el canal de cable National
Geographic.
La
figura de Castro cunde para retratos absolutamente dispares. Dos
ejemplos: de él, el cineasta norteamericano Oliver Stone
ha dicho que es "uno de los hombres más sabios"
que ha conocido. Y, también, que es "un superviviente
y un Quijote". Vargas Llosa lo ha calificado, por su parte,
de "paranoico megalómano".
-¿Cuál
es el perfil que mejor retrata a Castro?
-Yo
no creo que una persona que llega al poder y que lo mantiene durante
cerca de medio siglo sea un Quijote. Sabio sí es; pero
no ningún anacoreta de las Tebaidas. Castro es una persona
que sabe manipular y reprimir… Y eso no es un acto quijotesco.
-Para
usted, ¿es un revolucionario o un dictador?
-Las
dos cosas: fue un revolucionario y ahora es un dictador. Hay cosas
que no se pueden negar de él: en los años en los
que inició la revolución fue una voz muy importante
en Latinoamérica. Promovió un sueño universal
de justicia social y tuvo un momento de liderazgo en los países
no alineados… Pero se enamoró del poder. Y eso es más
importante que todo aquello que ofreció y prometió…
El ha sabido usar muy bien el sentimiento antinorteamericano,
que no sólo existe en Latinoamérica, sino en el
mundo entero… En cambio, con el pretexto de liberación
y justicia ha metido su ideología en todas partes del mundo;
probablemente en más lugares que aquellos en los que han
puesto los pies los norteamericanos. Y así vemos hoy el
ejemplo de Venezuela, que no es nada feliz.
-¿Qué
cosas buenas trajo la revolución?
-Fue
una especie de faro para el continente…
-Pero
según usted, se malogró.
-Se
malogró en el momento en que comenzaron a fusilar gente,
que fue al principio… Yo creo que él supo vender un sueño;
de lo que no estoy convencida es de que él también
lo soñara. Creo que supo vender muy bien esa idea de la
justicia social, pero después utilizó ostensiblemente
métodos dictatoriales. El régimen de terror empezó
desde el mismo inicio de la revolución, desde 1959. Enseguida
la gente supo que no se podía disentir porque se jugaba
la vida…
-¿Llegaría
a decir que Fidel engañó a la gente con un sueño
en el que él no creía?
-Yo
no sé si él creía o no; no quiero ponerle
calificativos de mentiroso porque no creo que sea mi rol… Su sueño
revolucionario de justicia prendió no sólo en América
latina, sino también en otros lugares, como en Africa…
Además, fue una persona que se supo asociar muy bien a
la leyenda del Che Guevara -de hecho, él la creó…-,
y que supo jugar muy bien la carta del antiyanquismo…
-¿Qué
lugar le dará la historia?
-La
historia es la que va a tener que juzgarlo… Cuba, 45 años
después, está en la miseria más absoluta…
-¿Diría
que el sueño no se ha cumplido en nada?
-Cuba
es una lección que nos deja el siglo XX: los pueblos deben
aprender que sus líderes pueden traicionarlos…
-¿Cuántos
Fideles existen en Cuba?
-Ninguna
dictadura existe sin apoyo. En Cuba estuvieron con Fidel los que
hicieron la revolución con él, y muchos de ellos
siguen en actividad… Y hay que
pensar que Cuba es un país en el que la información
ha estado limitada hasta hace muy poco…
-¿Qué
hubiera sido de Cuba sin Fidel?
-Creo
que hubiéramos corrido el destino más o menos triste
que han corrido otros países en Latinoamérica. Recuerdo
que en el año '59 la Argentina era el primer país
de Latinoamérica y Cuba, el segundo. Y hay que ver dónde
estamos los dos ahora…
-¿Y
qué hubiera sido de Cuba sin Estados Unidos?
-Creo
que la influencia de EE.UU. forma parte de la propaganda. Se considera
que la isla es como el pequeño David ante Goliat, y eso
no es tan cierto… Toda la historia del embargo resulta muy conveniente.
Por decir algo: el mayor vendedor de alimentos a Cuba es Estados
Unidos. Se están haciendo ventas por una cantidad desorbitante…
-¿Cómo
puede ayudar a Cuba la comunidad internacional?
-Es
un país tan hermético que la comunidad internacional
tiene muy poca injerencia. Aunque también creo que ahora
la situación está en un punto muy álgido
con nuestros presos políticos, que se están muriendo
en la cárcel… Creo que la
comunidad internacional ha ensayado todo tipo de método
con el régimen de La Habana: de la cordialidad al diálogo
pasando por el hermetismo. Y ninguno da resultado: Cuba es como
una finca dominada por una sola persona…
-Se
acostumbra decir que los países tienen los gobiernos que
se merecen. ¿Vale para el caso cubano?
-La
revolución tuvo el apoyo popular, pero también es
cierto que hubo sublevaciones e intentos de derribar al gobierno
que fueron arrasados a fuego… No todo el mundo ha oído
hablar de los pueblos fantasma, que fueron pueblos que, cuando
se sublevaron los campesinos en las villas, los arrasaron, y donde
mandaron a las familias presas, para reubicarlas después
en otras provincias. Eso fue al principio de la revolución…
Entonces tampoco se puede decir que la revolución ocurrió
sin que la gente reaccionara desde un principio. El triunfo de
la revolución y los vivas duraron unos días, pero
enseguida se comenzaron a televisar los fusilamientos… Hubo verdaderos
focos de resistencia, pero la gente comenzó a atemorizarse.
-¿Cómo
describiría la evolución del castrismo?
-El
problema es ése: que no ha habido evolución. Ha
sido un inmovilismo político y económico respecto
del movimiento del resto del mundo de casi medio siglo. . . Creo
que al final a Castro lo mueve el afán por promover su
ideología o su figura, sacrificando al país entero
. . .
-¿Por
qué insiste en no ceder el poder?
-El
poder es casi un afrodisíaco. Está demostrado que
los hombres se enamoran del poder. Y en el caso de Castro, también
es un modo de supervivencia…
-¿Cómo
explica la fascinación que ejerce la figura de Castro?
-La
explica el hecho de que Castro es un gran político, una
figura con mucho carisma; una persona astuta. . . Un animal político.
-Cuando
triunfó la revolución usted tenía unos tres
años...
-Yo
era muy pequeñita… Fidel hizo una marcha hacia La Habana
que duró muchos días. Entonces quitaron los cartoons
de la TV y pusieron a los barbudos avanzando. Aquello fue una
entrada triunfal: se veía la alegría del pueblo...
A partir de ahí las cosas empezaron a ir a un ritmo muy
desordenado. Recuerdo que nosotros teníamos hábitos
de vida de familiar; poco menos de un año después
ya nada de eso quedaba. No había familia, no había
nada…
-Y
usted, ¿cuándo se desencantó de la revolución?
-Yo
me sentía muy incómoda desde pequeña, porque
me obligaban a ir a los llamados trabajos voluntarios. Una de
las características de Cuba es que todo tiene una doble
lectura: el trabajo voluntario es obligatorio; entonces, con 11
años, te separaban de la familia y te obligaban a ir al
campo a trabajar en unas condiciones terribles… Siempre me molestó
esa forma de engaño. Y me molestaba el no poder tener iniciativa
ni poder desarrollar una identidad propia…
-¿Está
preparada Cuba para sobrevivir a Fidel?
-Creo
que sí. Hay gente que ha recibido una buena educación.
Y somos tres millones de personas fuera de Cuba que también
nos hemos educado y que estamos dispuestos a ayudar…
-¿Piensa
en volver?
-Sí,
en la medida en que pueda ser útil a mi país, sí.
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