"Si
algo me gustó del documento “La Patria es
de Todos”, es que su mero enunciado cubría
todo lo que había que cubrir. Pocas palabras, mucha
substancia".
Por
Roberto A. Solera
Sub-Director
La Nueva Cuba-
Como entretenimiento hay quien juega al dominó,
otros al ajedrez y muchos se dedican a “arreglar el mundo”
desde su cómoda poltrona en la sala de su casa,
en el club de “iniciados” o “descargan” con sus conocidos
sobre Fidel Castro y "su" revolución.
Digo su, pues hace mucho que dejó de ser cubana
para convertirse en propiedad particular y única
del Tirano oriental. Otros, incautos e ingenuos como yo,
piensan en lo mismo pero tratan de evitar la hojarasca
y recolectar los frutos.
Un
programa radial "Magazine Cubano"–muy bueno
por cierto—que se transmite en Puerto Rico, dirigido por
alguien preocupado con los problemas de su patria de origen,
Cuba, aunque ama al coquí --el simpático
sapito símbolo de Puerto Rico—donde Jay Martínez
y su equipo le dedican dos horas el domingo por la noche
a conversar con gente preocupada por el mismo tema. La
intención es analizar fríamente –ése
es el objetivo final-- tanto la situación política
actual de Cuba así como la futura.
Lamentablemente
ayer perdí casi dos horas en la faena como miembro
del panel. Digo perdí, pues a no ser por alguna
que otra substancia ocasional introducida por alguno de
los panelistas, el panorama fue de verborrea al uso de
los antiguos políticos cubanos, mucha cáscara
y pocas nueces. Al oír explicar --es un decir--
en largas parrafadas monólogas a un miembro de
Diálogo Nacional qué era éste y las
razones para no unir fuerzas con los promotores de la
Asamblea para Promover la Sociedad Civil, y qué
era en realidad el ya fementido Diálogo, propulsado
por Oswaldo Payá, me convencí que sus defensores
están más perdidos que “el Niño de
la Llorona”, como dicen en Costa Rica.
Lamentablemente
lo que he visto entre algunos defensores de la iniciativa
del Diálogo es sólo soberbia, superioridad
“por la Gracia de Dios” y discriminación hacia
los que en algún momento tuvieron la “desgracia”
de apoyar o participar en la revolución –todavía
era cubana—lo que de por sí tiende a descalificar
a Marta Beatriz Roque, a sus compañeros y como
ínfimo ser, a un servidor.
En
diálogos con Gerardo Martínez Solanas, miembro
del Diálogo y en artículos escritos por
éste ví lo que me pareció –y aún
me parece, inaceptable—un signo de que ellos eran un grupo
ungido y favorecido por Dios al ser católicos,
creyentes y haber combatido, más o menos, a Fidel,
su gobierno y la revolución transformada en “Diablo”
desde casi sus inicios.
Como
no pretendo, en unas cuartillas, analizar la revolución
--sería muy extenso y no me siento con ganas ni
tengo el tiempo de hacerlo-- me limito a dejar sentir
lo que me huele a “santidad” autoconcedida.
En
primer lugar, no se lucha contra un Tirano excluyendo
a nadie, sin importar si fue comunista, socialista, revolucionario,
“idiota” o hasta aeronauta.
Si
algo me gustó del documento “La Patria es de Todos”,
es que su mero enunciado cubría todo lo que había
que cubrir. Pocas palabras, mucha substancia.
Que
conste que no conozco --en detalle-- el pasado de dos
de sus partidarios. Marta Beatriz Roque Cabello, su promotora
y Vladimiro Roca, que ha dicho participará en la
Asamblea del 20 de mayo.
No
soy amigo ni enemigo de ninguno de ellos ni de los otros
dos –para mí desconocidos—firmantes que invitan
a participar.
Pensé
que la opinión expresada por Martínez Solanas
–en persona y luego sutilmente por escrito—era algo muy
personal y por tanto inobjetable de Gerardo, pero hoy
veo con claridad que la brecha entre uno y otro grupo
tiene mucho de disputa ideológica, oculta pero
intensa, y de resentimientos por hechos pasados, que a
mi juicio no es el momento para juzgar, analizar, anatematizar
o repudiar. Ya habrá tiempo.
Para
mi sorpresa, me enteré que el Diálogo no
era diálogo, sino una recopilación de ideas
dispersas tanto de los cubanos en la Isla –los que hayan
participado en la preparación del documento que
Payá distribuyó y los del Exilio, que también
colaboraron, contribuyeron y luego distribuyeron. Las
discusiones son a mi juicio sin objeto ni lógica,
si lo que se pretende es salir de un gobierno tiránico
en el poder. Si es un mero ejercicio intelectual, pues
adelante.
Lamentablemente
con eso no llegaremos a liberar a Cuba, a redimirla, a
corregir lo malo, a instaurar lo mejor para TODOS –enfatizo—los
cubanos. Si acaso, desarrollará las celulas grises
de los participantes, su locuacidad –ya de por sí
abundante—y los acostumbrará a oír pacientemente
largos discursos, de los cuales luego uno se preguntará,
como yo, ¿y ahora qué?
Hasta
ahora lo que más me molesta de los partidarios
del Diálogo Nacional que he conocido es que no
aceptan se les impugne, emplace o se les ponga en duda.
Eso sí ellos sí pueden ver ovejas negras
donde sólo las hay blancas.
Afortunadamente
no soy partidario de ninguno de los dos grupos, pues por
principios me parece que no hay Diálogo posible
–ahora si es diálogo—si quien tiene que dialogar
no está dispuesto a ello, ni aunque lo arrinconen,
torturen, acosen o traten de obligarlo a sentarse como
un mortal común con otros de su especie para ver
cómo Cuba sale del atolladero en que su soberbia,
incapacidad, tozudez, aventurerismo y megalomania, la
metió. Por otro lado, sus “opositores” padecen
en mayor o menor grado de sus mismos males –al parecer
muy cubanos defectos.
¿Cuál
es el fin de discutir entre los que se le oponen, si no
se oye la opinión de los que lo apoyan –no juzgo
aqui su actitud sólo menciono un hecho irrefutable,
son cubanos, viven en Cuba o en el exterior y tienen –no
por que yo los conceda-- el derecho a opinar, pues a mi
juicio Cuba es de Todos. Por otro lado, algo que parece
muy tonto. Están en el poder y no lo van a soltar
porque un grupo de sus compatriotas se lo pida –a no ser
que ese grupo que pide tenga cañones y tanques
y que su “gobierno” peligre y ellos puedan perder…hasta
la vida.
Es
totalmente iluso decir que quienes nos oponemos a estos
“juegos cerebrales” le queremos recetar “diez o más
años” a Cuba con Fidel en el poder y que queremos
esperar hasta que la Parca se lo lleve a Pedro Botero.
Eso es sencillamente un insulto inaceptable.
Mi
pregunta: y Uds. dialogan, y dialogan, y cuando terminen
de dialogar, ¿habrá cambiado algo en el
hecho de que si Fidel está vivo, lo está
y si se murió se murió?
Al
parecer –no entiendo y no quiero entender, mejor así—por
qué discuten si no discuten con quién manda
en Cuba.
Se
podrá hablar de las presiones internacionales y
me refreno para no soltar la carcajada. ¿Hay alguna
presión más fuerte que la que “supuestamente”
aplica el gobierno americano?
En
toda discusión seria las partes conceden y aceptan.
Pues de otro modo no hay posibilidad de discutir nada.
En una negociación hay que dar y pedir. Pero ¿qué
le podemos dar nosotros al gobierno cubano que ya éste
no tenga?
Mientras
más analizo este galimatías menos entiendo,
si trato de hacerlo con lógica, ¿cuál
es el objetivo de este plan? No dudo del patriotismo de
los participantes en éste a mi a juicio “ejercicio
cerebral” , aparte no me iban a dejar. En primer lugar
quién soy yo –simple mortal-- para dudar de nada
ni de nadie. Además no me erijo en Catón
ni en nada por el estilo.
Pero
insisto, al gobierno cubano hay que incluirlo –siempre
que se tenga éxito en la ímproba tarea de
convencerlo a participar. De otro modo, repito que se
necesitaría un buen “explicador” para aclarar todo
este rejuego político.
Al
menos en el planteamiento de Roque Cabello, se le sube
la parada a Fidel Castro al ponerlo en la encrucijada
de si permitir o no la Asamblea del 20 de mayo, pues además
se invitan y se trata de que participen en la misma figuras
internacionales como Gorbachov, Havel, Walesa y otras
de renombre.
Me
parece que nos entretenemos en lo que no es importante
y nos olvidamos de lo fundamental. Sacar a Cuba de las
garras de una Tiranía sangrienta, despótica,
inútil que no sólo ha acabado con Cuba sino
que se apresta a hacer lo propio con la América
que Marti llamó “Nuestra”.
Nadie
está exento de ser juzgado, aún si el juicio
es injusto. Quien sale al ruedo no tiene garantía
de no ser impugnado, cuestionado, atacado, de modo que
acepten las criticas aunque las consideren injustas.
Por
último dejen de predicar y practiquen un poco la
humildad, el amor y el perdón que tanto pregonan…y
no vean enemigos que no existen.
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*Roberto A. Solera, escritor cubano y periodista es Director
de la Sección de Artículos del primer periódico
cubano independiente en la Internet, La Nueva Cuba. Es
autor de Cuba: Viaje al Pasado y editor y coautor de Cuba
en el Recuerdo, de Alberto de Castro Gillespie.
Además ex editor de mesa en El Nuevo Herald y ex
traductor de Newsweek al español, con e-mail: nellsol.yahoo.com.
Es Sub-Director de La Nueva Cuba.