Por
Lázaro González
Se anima la confrontación de ideas entre disidentes,
opositores, exiliados de terciopelo, desterrados y otras
partes más o menos relacionadas con la tragedia cubana.
Aunque por momentos el intercambio se torna cáustico
no debe ser entorpecido y creo que se deben propiciar los
análisis y debates porque ellos conformarán
la herramienta que le permitirá al pueblo de Cuba
elegir y gobernarse inteligentemente cuando arribe a la
era de libertad.
Buscando
información al respecto hallé un artículo
del director de la revista Disidente, Ángel W. Padilla
Piña, quien asegura que “los verdaderos culpables
de traicionar al pueblo cubano ... no llegan al centenar,
muchos han fallecido, otros están en el exilio y
son demócratas reeducados y moderados”.
Recomiendo
la lectura y análisis a fondo de este escrito, titulado
“El tramo final del pueblo cubano”, porque es una “mina
ideológica” que no debemos “pisar”. El artículo
carece de fundamento (fíjense que no se presentan
datos que confirme lo expuesto), pero lo más significativo
es que apoya la hipótesis (improbable) de que podremos
revertir el desastre causado por los comunistas con la participación
de los causantes del mal. O sea, pongamos por ejemplo, según
Padilla el mismo cirujano que extirpó el pulmón
sano y dejó el canceroso nos ayudará a salvar
al enfermo en la próxima intervención quirúrgica.
¡Hay
creencias que colindan con lo irracional!
Pero
Padilla no se detiene. No puede hacerlo porque comparte
los intereses del grupo de Elizardo Sánchez en Cuba
y ya sabemos que este tipo de asociación cabildea
con el poder por lo que decidió no enfrentársele
y fue uno de los grupos que convocó al “compás
de espera hasta que las circunstancias sean favorables”
para distensionar la tensión que con tanto esfuerzo
se consiguió crear con Concilio Cubano en febrero
de 1996.
En
consecuencia, Padilla agrega: “Me comentan que ya no queda
ni una veintena de personas responsables junto a Fidel Castro
de la traición y que este número bajaría
porque algunos de ellos se sumarían a la transición
apoyando a la oposición”.
¡El
director de Disidente debería comprobar la veracidad
de las fuentes anónimas que le suministran esas informaciones!
Si
se aceptara esta idea de Padilla o de sus informantes habría
que aceptar la inocencia, por ejemplo, de miles de oficiales
de la policía política, del Trabajo Operativo
Secreto (el temible TOS del que casi nadie se atreve a hablar
porque sus garras comienzan en las cárceles castristas
y llegan hasta el destierro) y de las otras entidades represivas
del partido comunista. Si se pensara como Padilla, no serían
responsables de traición los funcionarios de cárceles
y prisiones, ni los miembros del buró político
del partido comunista, ni los del comité central,
ni los secretarios generales y otros funcionarios del partido
en las delegaciones de las 14 provincias y los 168 municipios
del país, ni los jueces y fiscales que han encarcelado
a pacíficos opositores, ni los legisladores de leyes
como la Constitución, el Código Penal y otros
ordenamientos arbitrarios vigentes en Cuba, ni los directores
o administradores de empresas que han echado a la calle
a los activistas que defienden la Declaración Universal
como no sabe defenderla Naciones Unidas: con la vida propia
... pero si sólo quedan menos de veinte criminales
sería conveniente que Padilla le explique a los lectores
¿cómo se sostiene el comunismo en Cuba?
Yo
no esperaré la respuesta de Padilla (si es que da
alguna, que lo dudo) y le adelanto a los lectores de A Fondo
que si aceptara que menos de veinte individuos son capaces
de atemorizar a la nación cubana al extremo de paralizarla
por medio siglo, oprimirla en todas las esferas de la vida
e infligirle tratos inhumanos sólo comparables a
los del fascismo, tendría que añadir que ese
pueblo no vale ni un glóbulo rojo de la sangre derramada
por nuestros mártires.
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