Por
Lucas Garve
Fundación
por la Libertad de Expresión
LA
HABANA, marzo - Espere unos minutos. Invierta un poco de
su tiempo en leer. Conozca el tema al que se refiere el
título. No es lo que usted imagina.
El
hecho es que nadie prende fuego o incinera sus discos en
Cuba. El verbo "quemar" posee una nueva acepción
ahora mismo cuando es utilizado en este contexto. Me refiero
a los CDs grabados que venden en las calles habaneras al
precio de 2.50 pesos cubanos convertibles o 60 pesos no
convertibles.
Hacía
tiempo deseaba poseer el CD de boleros cantados por Gilberto
Santa Rosa. Una amiga me dijo:
-
No te preocupes, yo te lo "quemo.
Esa
misma semana me regaló una copia perfecta.
"Esto
es lo último que da dinero", me espetó
una antigua conocida al pasar junto a ella en una calle
de Centro Habana. Sostenía en sus manos una veintena
de CDs envueltos en celofán.
Días
después, en un "photo service" esperaba
la atención de la dependiente, ocupada con el cliente
que me precedía. Me percaté de que había
comprado dos cajas de CDs vírgenes. Enseguida pensé
que los quería para grabarlos con música de
MP3 y venderlos.
La
proliferación de CDs grabados con música de
cantantes y grupos de música populares comenzó
hace unos tres años, pero la venta en plena calle
se inició el año pasado.
Anteriormente,
en ferias populares vendían música grabada
en casetes. Mas, la tecnología avanza y la venta
de CDs de música aumentó hasta los niveles
alcanzados hoy.
Esto
no pasó inadvertido para las autoridades, y desde
mediados de febrero desaparecieron los vendedores de CDs
que tapizaban los muros de los portales de la calle Infanta,
desde Concordia hasta San Rafael, unas tres cuadras llenas
de CDs en venta. Incluso, en los anuncios que la radio nacional
difunde sobre la próxima edición del Cuba
Disco, evento nacional patrocinado por las autoridades empresariales
del disco en la Isla, se denota preocupación por
estos hechos, pues entre los puntos a discutir en un taller
teórico que se desarrollará en los días
del evento, figura el tema de "la piratería
musical".
Algo
muy singular es que los vendedores eran personas minusválidas
o de edad madura. Personas que no poseen recursos para comprar,
grabar, ni medios tecnológicos para esta actividad.
El
caso revela el grado de complejidad del mercado negro de
CDs en Cuba. Primero, porque no todos los cubanos tienen
en su casa los medios tecnológicos necesarios para
la grabación de CDs. También son pocos los
que poseen una computadora con lector y grabador láser
que les permita la reproducción de CDs de música.
Ni las computadoras se venden por la libre en el país.
Ni los precios en el mercado negro (de 700 hasta más
de mil dólares) están al alcance de cualquiera.
Pero
resulta, además, que los discos vendidos poseen una
carátula copiada de la original e impresa con impresora
láser a color. Por ejemplo, el CD "Amor sin
mentiras" de Marc Anthony exhibe el sello Sony Discos.
Y el CD "Viceversa" de Gilberto Santa Rosa tiene
en la contraportada impresa el mismo sello y hasta la dirección
donde fue manufacturado el original, 605 Lincoln Road, Miami
Beach 33139.
De
todo esto se saca en claro que hay redes de grabación
y venta de CDs, de las que son visibles, como la parte externa
de un iceberg, los vendedores callejeros y el producto de
venta, en este caso, los CDs.
Por
otro lado, las autoridades del disco en Cuba venden los
CDs a precios superiores a 10 pesos convertibles cada uno.
En los departamentos de venta de música grabada en
las tiendas especializadas valen 15. Eso los hace inalcanzables
para la población cubana. ¿Y por qué
no los venden a un precio más bajo? Es posible que
el pago de derechos de autor los encarezca. Pero la producción
de copias no puede resultar tan cara, si hay quienes los
reproducen y los venden a una cifra que no alcanza los tres
pesos convertibles.
Por
el momento, el mercado negro de CDs se replegó ante
la acción de las autoridades, pero es casi seguro
que continuarán las ventas de forma más discreta.
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