Por
Anabelle Leiva
Desde
la isla del encanto, desde lo mas profundo de mi corazón..
Yo soy una mujer con patria, con patria lejana, criada en una
tierra prestada, hija de padres cubanos, que como tantos dejaron
atrás toda una vida por no ser esclavos de un régimen
opresivo... Soy cubana y me siento orgullosa de serlo y de formar
parte de esta tribu de nomadas forzados para los cuales la palabra
patria es un recuerdo que acariciamos día a día.
Ser
cubana trae consigo una herencia cultural algo diferente a la
de mi país de crianza Puerto Rico. Cuba mató su
indio, masticó su negro y se tragó su español
y de esa misteriosa mezcla de infinitos tonos sacó al cubano,
de ella orgullosamente provengo yo. Soy cubana, para algunos quizás
no es mucho, para otros quizás no es nada, pero para mí
lo es todo , a mí me basta y me sobra, tengo un himno y
una bandera y tengo sobretodo una historia llena de nombres ,
hechos y lugares gloriosos.
Ser cubana es sentir el orgullo de una tierra
que logró su libertad y que la luchó gracias a verdaderos
patriotas que arriesgaron su vida por un ideal, ese espíritu
de lucha es hoy parte de mi herencia por eso soy pasión
que camina llevando dentro de mi alma mi patria como un escapulario
, para defenderme de la nostalgia que me produce el no tenerla
cerca.
Ser cubana es también llevar a Cuba como un escudo defendiendo
mi suelo bienamado frente al envidioso y al calumniador, sentir
deseos en ocasiones de vengarme de aquellos que privaron a los
míos de bienes conseguidos en limpia trayectoria, es también
el estar por encima de las críticas y comentarios sobre
mi origen, motivados por los celos y el resentimiento que despiertan
en otros nuestros éxitos en el exilio, son los logros que
arden de saber que hemos dado el máximo bajo circunstancias
impuestas.
Ser cubana es crecer al otro lado del mar caribe preguntándome
como hubiera sido mi patria si el tirano no me la hubiera arrebatado,
es estudiar la historia de un país utópico que existe
solo en la mente de aquel que revive recuerdos escuchados de los
labios de unos padres desterrados que sembraron eficazmente mis
raíces, que me enseñaron los versos de josé
martí sin aún saber leerlos. Cuba es en mi vida
una realidad diaria un mito tangible que con solo mencionar su
nombre se llenan mis ojos de lágrimas, por anhelar la patria
distante, esa que perdí a muy corta edad.
Ser cubana es un reto único a mantener viva mi herencia
bajo este sol ajeno, es soñar que pronto caerá el
sistema que aún impera en mi isla el que me privó
a mí y a los míos de lo que por mérito y
derecho propio nos pertenecía, es volver cuando llegue
ese día a rescatar orgullosa mi patria y a gritar muy fuerte
donde todos me escuchen
¡soy cubana!
Allí nadie podrá nunca más llamarme extranjera
|