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| El Veraz. | San Juan, Puerto Rico |
Huele a Cuba

Por Anabelle Leyva
Cubana Residente en Puerto Rico.
karyanna18@hotmail.com

Hace unos días acompañé a mi padre al Centro de detención de Aguadilla, pueblo costero del noroeste de esta isla del encanto, en donde arrivan a diario las "yolas" provenientes de La República Dominicana y sus llamados "indocumentados".

En esta ocasión como en algunas otras llamaron a mi padre porque llego "Miguel" un compatriota cubano, que cuando lo ví, aparte de llamarme la atención las marcadas quemaduras por la travesía, me conmovió su mirada triste, de unos treinta y pico como yo, llegó a Santo Domingo de Cuba, hace apenas 15 días y de inmediato continuó con el viaje que sus familiares en Miami le habían trazado, así cruzó el Canal de la Mona para llegar a Puerto Rico, obviamente con mejor suerte que los hermanos dominicanos que de inmediato fueron intervenidos y en unos días deportados.

Mi padre abrazó a Miguel con un " Bienvenido hermano a tierras de libertad" y Miguel emocionado nos dijo: "¡Que rico encontrar cubanos aquí!" nos contó, que hacía solo 15 días que había salido de Cuba y en el acto riposté: " waooooooo 15 días? cubano, hueles a Cuba" quizás para él, oler a Cuba y lo entiendo trae consigo cientos de huellas y secuelas que luego me relató, había vivido en nuestro país, pero para mi su olor a Cuba revive mis añoranzas de la patria que perdí a tan corta edad, trae consigo los olores que percibo desde niña en los relatos de mis padres desterrados.

  • El rocío en la mañana que se funde con nuestro cielo azul añil.
  • El de la tierra colorada y húmeda después de un aguacero.
  • El del viento que arrastraba los residuos de cañaverales quemados.
  • El de la carne de cerdo asándose entre hojas de guayabo y plátano.
  • El del mar salpicando la piel en el malecón de la Habana.
  • El del agua de violetas con que me perfumaban de bebé.
  • El de las sábanas almidonadas por mis abuelas.
  • El de los deliciosos postres que asocio a encajes, canela, vainilla y aní.
  • El de la leche fresca en la vaquería de mi abuelo en Holguín.
  • El olor fresco del cubano y el jazmín.

Luego recordé que ninguno de esos olores los pude encontrar en Cuba la única vez que volví, pero aún así, aquí en el exilio, Cuba me huele a mi himno, a sus versos y sus canciones, me huele a mojo cubano a sazón con ajo, cebolla y ají, huele a tafetanes guardados, a flores disecadas, Cuba me huele a Martí. En fin, que por un rato pensé que en casa de cada buen cubano en el exilio, Cuba huele a la Cuba de ayer y a la añoranza convertida siempre en esperanza de volver a aspirar nuestros aromas allí.


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