Por Iván García
Cinco días después del hundimiento de una embarcación con 28 inmigrantes a bordo que costó la vida a siete personas, entre ellas Elizabeth Meizoso, de solo 2 años ,»el malestar de la gente es enorme en Bahía Honda», cuenta Julio.
“El pueblo está indignado. Califican de masacre lo ocurrido. En Bahía Honda -municipio de la provincia de Artemisa, a unos 60 kilómetros al oeste de La Habana- las salidas ilegales rumbo a Estados Unidos son constantes. Muchos piensan que los guardafronteras quisieron dar un castigo ejemplarizante para frenar y atemorizar a los balseros. Como en cualquier parte de Cuba, la gente aquí está cansada de tanta pobreza y de pasar hambre. El ciclón Ian ha dejado esto pelado. No hay ni siquiera comida que darle a los puercos. Mientras a los guajiros les roban las cosechas y el ganado, los gerifaltes del partido comunista viven a toda leche. La panza le crece por día”, expresa Julio.
“Esto no hay quien lo aguante. Apagones de catorce horas diarias y colas de varias horas para comprar un trozo de pan. Por eso la gente se va. Cuando se supo del crimen, la gente estalló. A pesar que Bahía Honda está tomada por la Seguridad del Estado, el pueblo no se calla. Hay que denunciar al gobierno en Naciones Unidas. Hasta los esclavos se cansan del cepo”, comenta Julio por WhatsApp.
Diana Meizoso, una de las sobrevivientes del hundimiento y madre de la niña fallecida, en declaraciones ofrecidas a Radio Televisión Martí contó que la embarcación que sacaría a los migrantes del país fue embestida con toda intención por una unidad de guardacostas.
“Nos montaron en la lancha y cuando salimos, el (chofer) disminuyó la velocidad porque se vio cerrado por todos lados, porque venía otra lancha. Cuando les pasamos por al lado el oficial dijo: ‘Ahora los voy a partir al medio’ y después nos embistió y la partió al medio”, afirma Meizoso.
Según Diana, la embarcación que sacaría a los migrantes terminó destruida a causa de los impactos. “La partió, sí, yo vi los pedazos de la lancha y perdí el conocimiento del golpe que me dio en la cabeza, y ahí fue cuando perdí a mi niña en los brazos y la ola me tiraba para encima de un pedazo de lancha. Ahí fue cuando reaccioné y empecé a gritarle a mi hermano, que no tenía a mi niña, dónde estaba mi niña”.
Meizoso también señaló en su testimonio sobre la indiferencia de los guardacostas ante el naufragio de la embarcación. “Tiraron los salvavidas porque se los pedimos. No nos ayudaron prácticamente. Hubo que pedirle a gritos que nos ayudaran”.
En un video compartido por la periodista Maylín Legañoa, de Telemundo 51, otra de las sobrevivientes relata que “lo que hicieron con nosotros fue un asesinato. Nos tiraron a matar, no hubo compasión con nada”. Y dijo que como a 200 metros de la costa, los guardacostas los atacaron y que cuando pedían ayuda les gritaban ‘ahóguense’. Eran jovencitos”. También contó que a dos de las muchachas que murieron las cogió la propela del barco y aclaró que “ninguna de las ochos mujeres sabía nadar”.
La prensa oficial cuenta la historia a su manera. En una Mesa Redonda televisiva trasmitida el martes 1 de noviembre, las autoridades evadieron su responsabilidad y acusaron al gobierno de Estados Unidos de promover y estimular las salidas ilegales.
“¿Cuántos muertos más hacen falta para que Estados Unidos tenga una relación migratoria normal con Cuba? ¿Cuántos muertos más hacen falta para que eliminen la Ley de Ajuste Cubano? ¿Cuántos muertos más hacen falta para eliminar el bloqueo y las medidas tomadas en medio de la pandemia?”, preguntaba el coronel Mario Méndez, jefe de Inmigración y Extranjería del Ministerio del Interior.
Yamil, taxista habanero, comenta que le “subió la presión arterial ante tanta manipulación y mentiras del gobierno. Quieren desconocer las causas que están provocando una ola migratoria que ya supera las 220 mil personas en un año. Es el dos porciento de la población. No es poca cosa. Se puede acusar de irresponsable a muchos padres que huyen con hijos menores de edad a merced de los coyotes y traficantes de personas. Pero la pregunta que deben hacerse las autoridades es por qué muchos cubanos arriesgan su vida cruzando el peligroso Estrecho de la Florida o la Selva de Darién. La respuesta es corta: Cuba da miedo”, expresa y agrega:
“La vida es una sola. Y las personas quieren vivirla con decoro. En el país no funcionan los servicios básicos. Es un Estado que le ha fallado a sus ciudadanos. Es incapaz de garantizar la alimentación al pueblo. Comer en Cuba es un lujo. No hay un presente y menos aún un futuro. Por eso muchos cubanos arriesgan su vida para escapar de esta locura”.
En la cola de una panadería en la barriada de La Víbora, al sur de la capital, el tema del día era el fatídico suceso acaecido en Bahía Honda. Mayda, ama de casa, considera que “ya los cubanos no aguantamos más la caótica situación en que vivimos. Por eso se hacen cosas desesperadas. La actuación de los guardafronteras fue criminal. Debieran hacer una investigación y encarcelar a los culpables. Pero dudo que la hagan. En Cuba, cuando el culpable forma parte de una institución del gobierno, la culpa cae al suelo”.
Arsenio, jubilado, cree que fue un crimen de Estado. “Sin más. Eso fue ordenado por los superiores que dirigen Guardafronteras. No es la primera vez. Entonces no había redes sociales ni internet, pero el 13 de julio de 1994 hundieron un remolcador. Este gobierno debe renunciar en pleno. Son 63 años mintiéndole al pueblo. La realidad nuestra está bien distante de lo que cuenta la propaganda del partido comunista”.
Yunior, trabajador por cuenta propia, confiesa que ha intentado tres veces salir del país en una balsa junto a varias personas. “Dos veces fuimos capturados por los guardacostas americanos y no hubo violencia. La vez que fuimos atrapados por los guardafronteras cubanos nos trataron con tremenda crueldad. Se les nota el odio hacia quienes intentamos huir de este sistema de mierda. Tengo parientes y amigos que han estado empantanados en Costa Rica, México y Panamá y los funcionarios de la embajada o del consulado de Cuba en esos países ni te responden al teléfono. Te consideran traidor a la revolución. Lo que pasó en Bahía Honda es una ejecución, decretada por el gobierno para dar un escarmiento. Un día se va un pelotero, otro día un tipo huye en una avioneta y miles de cubanos venden sus casas para escapar de esta desgracia”.
El hundimiento de una lancha en Bahía Honda no es inédito en Cuba. Durante 35 años intentar escapar de la Isla en una precaria embarcación fue sancionado con penas de cuatro a ocho años de cárcel. La dictadura siempre ha tenido un trato degradante contra todos los que desean abandonar el país, no importan si se van por vías legales o irregulares.
En las décadas de 1960 y 1970, las personas que se marchaban debían hacer trabajo forzado en la agricultura por diez o más horas diarias. En sus expedientes les colocaban la sigla HP (Hijo de Puta). En la estampida del Mariel, en 1980, antes de huir del manicomio castrista, los emigrados recibían insultos, golpizas y andanadas de huevos y piedras lanzadas por turbas organizadas por el régimen.
Eran auténticos linchamientos verbales conocidos como actos de repudio, que posteriormente se instituyeron contra opositores y periodistas independientes. Para frenar los intentos de salidas ilegal la respuesta del régimen casi siempre fue desproporcionada, criminal.
El 6 de julio de 1980, en el río Canímar, provincia de Matanzas, para impedir su salida del país, fue ametrallado y bombardeado con civiles a bordo, el barco XX Aniversario, muriendo alrededor de 60 personas.
El 13 de julio de 1994, tras ser embestido por orden de Fidel Castro, fue hundido el Remolcador 13 de marzo. Esa madrugada murieron 37 compatriotas, de los cuales diez eran menores de edad.
Los capitanes de las embarcaciones que destrozaron con potentes chorros de agua y hundieron al Remolcador 13 de marzo fueron premiados como héroes. La prensa estatal, al igual que ahora, calificó lo ocurrido como un «irresponsable hecho de piratería promovido por los elementos más reaccionarios de Miami» y anunciaron una investigación.
Los cuerpos de los ahogados nunca les fueron entregados a sus familiares. Jamás se ha publicado en Cuba una investigación independiente sobre el hundimiento del Remolcador 13 de Marzo. Jorge García, quien actualmente reside en Miami y perdió catorce familiares, entre ellos un hijo y un nieto, espera que algún día se haga justicia. También lo esperan los vecinos de Bahía Honda que han perdido a seres queridos.
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