Por Jorge Luis González Suárez
Durante sus cuarenta y siete años de gobierno, Fidel Castro emprendió varios megaproyectos que fracasaron y causaron pérdidas millonarias a la economía cubana. Uno de ellos fue la construcción de la Central Termonuclear de Juraguá, en Cienfuegos, que se proponía generar electricidad por medio del átomo.
Se inició con la ayuda de la Unión Soviética a principios de la década de 1980, y sería una réplica de la planta de Chernobyl, en Ucrania. El modelo, denominado la “utopía socialista de Atomgrado”, pretendía lograr un sitio ecológico, sin contaminación ambiental, con residentes en el sitio.
El enclave escogido para edificar la planta fue uno de los extremos de la bahía de Cienfuegos. El proyecto contemplaba una ciudad nuclear con cuatro mil casas que acogerían a técnicos rusos y al personal cubano que laboraría en dicha instalación.
Fidel Castro aspiraba a que en Cuba predominaran las energías eólica, solar y marítima en vez del costoso combustible fósil de importación. Se suponía que la central de Juraguá podría brindar hasta un 15 % de la electricidad necesaria para todo el país. De existir dicha planta hoy, es posible que no sufriéramos los grandes apagones que tanto descontento crean en la población; pero sucedió que de los cuatro reactores proyectados, solo se construyó uno, que nunca llegó a funcionar.
Luego de que el 26 de abril 1986 se produjera el accidente de Chernobyl, considerado como el mayor desastre nuclear en la historia, se detuvo la construcción de la central nuclear de Juraguá.
Fidel Castro Díaz-Balart, primogénito del dictador y encargado del proyecto, fue destituido por su padre, presuntamente a causa de su incompetencia. Hace pocos años se suicidó en extrañas circunstancias y ya casi no se habla de él.
Tras la disolución de la Unión Soviética Fidel Castro buscó alternativas para continuar la construcción de la central de Juraguá con nuevos socios, pero al no encontrarlos tuvo que declarar cerrado el plan en el año 1992. Estados Unidos, que había alertado del gigantesco peligro que significaba la construcción de la planta termonuclear en Cuba, respiró aliviado.
A pesar de que la obra quedó inconclusa, muchos residentes decidieron quedarse a vivir en la ciudad construida. Aunque las oportunidades laborales se perdieron, continúan allí, aislados por una gran muralla de hormigón. Se estima que el costo de la planta de Juraguá fue de 1 100 millones de pesos, sin haber ofrecido utilidad alguna para el país.
Al igual que ocurrió con la central nuclear de Juraguá, también se quedó sin terminar la Autopista Nacional, concebida como una gran vía rápida de ocho carriles que se extendería por toda la isla de Oriente a Occidente. Solo se completaron dos tramos: uno que parte del Barrio Obrero, al este de La Habana, hasta Santa Clara y Sancti Spíritus; y otro que comienza en la calle 100 del municipio capitalino de Boyeros, hasta la provincia de Pinar del Río, con solo 6 vías y sin extenderse hasta el municipio de Guane, el extremo más occidental del país. El resto de las ciudades tienen algunos segmentos concluidos e insertados en carreteras secundarias para comunicar los distintos poblados con la arteria principal.
La construcción de la Carretera Central, con 1140 kilómetros de longitud, inició el 2 de marzo de 1927 y se inauguró de manera oficial el 24 de febrero de 1931. Es decir, solo demoró tres años y once meses. La Autopista Nacional, en cambio, se empezó a construir a finales de 1979 y hoy, al cabo de 42 años, sigue inacabada.
Otro proyecto fracasado de Fidel Castro fue la marina mercante cubana. En la década de 1960 se invirtieron enormes sumas de dinero a la adquisición de barcos modernos; no solo con el objetivo de traer mercancías a Cuba, sino también para fletarlos a empresas extranjeras. Hoy nada queda de esa flota. Los navíos, inservibles, fueron vendidos como chatarra hace años.
La escuela “Andrés González Lines”, destinada a graduar marineros profesionales, se convirtió hace 23 años en la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM).
Algo similar ocurrió con la Flota Cubana de Pesca, que ahora solo cuenta con navíos pequeños para la captura de peces y mariscos que se destinan a la exportación y al turismo.
En la década de 1960 Ernesto “Che” Guevara, entonces ministro de industrias, impulsó por órdenes de Fidel Castro la creación de nuevas fábricas en diversos ramos de la economía. Muy pocas operan en la actualidad. La mayoría son edificaciones en ruinas..
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