Por Roberto de Jesús Guerra Pérez
Cortesia
de adcuba.org
Yoandris
Cintra Núñez, un joven de 23 años de edad,
hijo de una familia campesina muy humilde que reside en Finca
La Riva, municipio Güines, provincia Habana, quedó
ciego debido a que la enfermedad de catarata invadió su
vista; hace 5 años que Yoandris viene padeciendo de este
mal que le dificulta el trasladarse.
Su
madre, Petronila Núñez Moreno, ha tratado de que
el joven sea operado pero no ha sido posible, ya que en la localidad
donde vive, el médico que puede diagnosticar y prepararle
un resumen de historia clínica para que sea atendido en
otro consultorio, fue enviado hace dos años a cumplir misión
en Venezuela.
Expone Petronila que se ha presentado en la Liga contra la Ceguera
y los médicos le han informado que allí “no se puede
atender cualquier persona”, que “este hospital es para extranjeros
y algunos casos especiales de cubanos”.
Cintra
Núñez le cuenta a este reportero que el gran sueño
de su vida es que su hijo vuelva a ver, igual que los 3000 mil
casos traídos de Venezuela con esta misma dificultad y
que regresaron a ese país recuperados.
El
envió masivo de médicos cubanos a Venezuela ha traído
como consecuencia, no sólo la disminución de la
atención de los ciudadanos de la Isla, tanto en hospital
como en el resto de las instalaciones sanitarias, sino que además
ha provocado que se recargue el trabajo de los médicos
que permanecen en sus puestos.
Roberto
de Jesús Guerra Pérez, Delegado de la Corriente
Martiana en Habana Sur. |