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| El Veraz. | San Juan, Puerto Rico |
Cuba: Cuanto vale tu vida

Por Lydia Cacho

¿Cuánto vale tu vida para el hombre que te trajo? Fue la primera pregunta que le hice en una entrevista prácticamente secreta a una jovencita cubana que fue traída a Cancún hace cinco años como bailarina exótica de un bar en Puerto Juárez. “No lo sé” respondió nerviosa.

Lo que Celia sí sabía era que a sus dieciséis años en Cuba casi moría de hambre, nadie en su familia cubría el perfil de la tan exaltada educación cubana para todos los cubanos. No, la familia guajira de esta bella joven negra hacía chambas de todo tipo, el padre era obrero, la madre vendía frutas, el hermano era un vago y la hermana era maestra de primaria. Vivían hacinados y malcomidos en un cuarto, la mitad del tiempo sin agua o luz.

Ella, desde pequeñita soñaba con ser bailarina, eso fue lo que le prometieron los mexicanos que fueron en “scouting” por un grupo de jovencitas cubanas, para convertirlas en famosas bailarinas internacionales.

La corrupción en Cuba no le pide nada a la mexicana, fue fácil arreglar los papeles para sacar a las jóvenes con permisos de trabajo. Luego, ya en Cancún, sus “dueños”, como Celia les llamaba a los socios del bar, uno de ellos abogado, les quitaron todos sus papeles, les tenían viviendo en una fortaleza vigilada las 24 horas, sin derecho a salir solas y cuidando su dieta para mantenerlas bellas.

El primer año no las prostituyeron, les exigían que fueran coquetas y se dejaran “toquetear un poco” por los mejores clientes yucatecos del lugar. El segundo año, las llevaron a fiestas con hombres de dinero y poder. Entonces, la amenaza, de no obedecer las reglas del juego, era volver a la miseria de Cuba, y a sus demás compañeras a sus respectivas miserias en Colombia o Argentina.

Celia es parte de los cuatro millones de mujeres y niñas que son traficadas para la explotación sexual a diferentes ciudades del mundo cada año, según datos de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Pero incluso algunos funcionarios de Migración insisten en que “las jóvenes lo hacen con gusto y vienen informadas, no son víctimas”.

Esto tiene sentido si tomamos en cuenta que muchos de estos agentes de migración, policías que deberían perseguir el delito, legisladores que debieran indignarse públicamente y clientes en general, ven a esas mujeres como objetos sexuales y sensuales deseosos de ser explotados y usados por los hombres.

Se les escapa, o incluso no les importa cuestionarse, el sufrimiento, miedo, amenazas que se convierten en resignación y desesperanza ante la realidad, que viven la mayoría de estas mujeres.

El tráfico de personas es el tercer negocio transfronterizo más lucrativo del mundo, después del narcotráfico y del de armas. Un negocio que da beneficios de entre siete mil millones a 10 mil millones de dólares al año, según cálculos de las Naciones Unidas. El juego del mercado permite cualquier cosa mientras haya alguien dispuesto a pagar a alguien con la mercancía que el cliente quiere, sin importar que el producto sea un ser humano: la hija, la hermana, la nieta de alguien que ignora su paradero.

Según un informe del Department of State de Estados Unidos de junio del 2004 [ver link externo, en inglés], cerca de 900 mil personas son traficadas a través de las fronteras internacionales con el fin de ser explotadas. A esta cifra debe sumarse un número mucho mayor de personas que son víctimas de la trata sexual dentro de sus propios países.

Los hombres de negocios que compran y venden bailarinas para centros de Table dance, como el argentino recién deportado de Cancún hace un mes, son en realidad traficantes de humanas que ganan entre cuatro mil y 50 mil dólares por persona, dependiendo del lugar de origen y destino de la víctimas. La frontera sur, incluyendo a Quintana Roo, figura en la lista de vigilancia del Departamento de Estado de Estados Unidos, porque asegura que el gobierno mexicano no ha instaurado una ley amplia contra la trata de personas, ni tiene una estrategia nacional para la aplicación de la ley para enfrentar estos delitos.

El Departamento de Estado, que anualmente evalúa a los gobiernos sobre la Trata de Personas, dice en su informe que México es un país de tránsito, origen y meta para el tráfico de personas con fines de explotación, y que no posee una estrategia policíaca nacional para enfrentar este tema.

¡Vaya si los “empresarios del sexo” saben que después del de drogas y del de armas, la trata de personas es el negocio más rentable del mundo! Especialistas sospechan que de no entender los orígenes sexistas y criminales de este negocio, pronto ocupará el primer lugar por su alta rentabilidad y baja punibilidad en países como México.

El informe en el que se analiza la situación de 140 naciones acusa también a Ecuador, Colombia, Cuba, Guyana y Venezuela por no esforzarse en impedir el tráfico de personas.


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