Ante
todo mi más cordial saludo,
A
mi Buzón llegó un correo con un artículo
titulado: “La
orgullosa generación del Mariel”, escrito por
usted. No solicité este material, sencillamente llegó,
a diferencia del resto que ocasionalmente entran (ofensivos, sin
argumentos, escritos baratos y poco profesionales), éste,
al ver que venía de un periodista, decidí leerlo.
Muy
cierto es que no compartimos la misma opinión. Pero he
intentado varias veces, sin éxito, establecer un diálogo,
aunque sea por esta vía digital, con una persona que sin
apasionamientos, podamos debatir sobre un tema similar. Veamos
si es posible ahora.
Su
nombre es Jay Martínez, ¿verdad? Yo conocí
un Jay, fue compañero mío en la Universidad, no
en la clase de periodismo, sino en el equipo de Atletismo de la
Universidad. Él en el Medio fondo y yo como Maratonista.
Él era estudiante de derecho, uno de los mejores de su
año y como atleta estupendo. La gran diferencia entre ambos
es qué él era ciego y había nacido en uno
de barrios más pobres de Guantánamo. Ahora Jay está
graduado, y corre ocasionalmente, pues sus labores como jurista
le ocupan bastante tiempo, al igual que a mi, que juego Softbol,
porque en esta profesión de periodista, y usted debe saberlo,
no tenemos tiempo libre, ni muchas vacaciones, siempre somos periodistas.
Quise
comenzar por el nombre pues me evocó un tierno recuerdo
de universitario. Soy joven, tengo sólo 33 años.
Quisiera
comentar sobre su artículo:
“Uno
de los peores errores políticos de Fidel Castro fue sin
dudas el permitir la entrada a la Embajada del Perú en
la Habana… más de 10 mil
personas en su mayoría adolescentes y jóvenes penetraron
la sede diplomática…” –
escribe usted.
Por
las investigaciones que hice una vez, con testigos presenciales
y hasta “Marielitos” (el padre de mi primera esposa
es Marielito y mediante él puede hablar con varios de ellos),
la inmensa mayoría de los que allí estaban eran
personas de la más baja casta social, delincuentes de barrios,
los problemáticos cotidianos que conocíamos los
cubanos. Precisamente, entre los que entrevisté, se encontraban
algunos de estos delincuentes¹ y otros
que sufrían aquel panorama pues eran cubanos que quería
emigrar por desacuerdos políticos y económicos,
y no tenían causas pendientes ni estaban acostumbrados
a ese ambiente.
Muy
cierto es que luego, cuando decidió abrirse, otras muchas
personas, que no eran delincuentes, se sumaron al éxodo
y a todos se le llama por el mismo nombre, pero lo que originalmente
llenaron la Embajada, eran mayoritariamente delincuentes que evadían
así sus causas en Cuba.
“Yo
pertenezco a esta generación de Marielitos … Llegué
al exilio con 16 años, una edad muy difícil…”
Logro
entender el gran impacto. En esa fecha tenía yo nueve años.
Pero no creo que 16 fueran tantos como para haber decidido usted
sólo que quería emigrar, pienso que fue junto a
sus padres, ellos lo decididieron y usted debió seguirlos,
como también le pasó a muchos, ¿fue así?
Si
fue así, a esa edad todavía no se tiene mucha conciencia
política, ni se ha vivido lo suficiente para poder analizar
las distintas situaciones en que se nos presentan, somos adolescentes
que vivimos y disfrutamos de cuanta aventura se nos presenta.
Para
usted, el cambio debió ser tremendo, como mismo escribe
en su artículo, es algo muy brusco. Debía comenzar
casi de cero.
Una
pregunta: ¿tenía usted algún familiar residiendo
en los Estados Unidos o en Puerto Rico, donde veo que vive ahora?
“Aunque
fue una minoría la que nos rechazó, muchos nos miraban
como extraterrestes y trataban de estigmatizarnos como personas
diferentes y hasta en muchos casos, peligrosas. Para mí,
como joven exiliado este fue mi mayor reto en el exilio. Superarme
y dar testimonio con mi ejemplo y esfuerzo de que no todos los
que habíamos llegado por el Mariel éramos iguales
y que tan sólo una ínfima minoría, que el
régimen había sacado de las cárceles, eran
personas indeseables.”
Imagino
todo el trabajo y el esfuerzo personal que debieron hacer para
salir adelante. Yo he estado varias veces en el extranjero, Francia,
España, Italia, países “desarrollados”,
creo que económicamente, pues espiritualmente, tengo mis
dudas, sólo por mi apariencia latina me miran como un extraterrestre.
“Fuimos
el motor de cubanía, de sangre nueva de cubanos que no
conocimos la Cuba que reía y que cantaba, pero que rebosábamos
de ganas de disfrutar por primera vez en nuestras vidas del aliento
de la libertad y la democracia, experiencias que sí vivieron
aquellos que conocieron la Cuba de antes del 59.”
Creo
que aquí no pensamos igual. Es cierto que ustedes eran
uan versión distinta de cubanos en la emigración,
los primeros muy militarizados, ustedes, más de la sociedad.
Pero en el resto, no estoy de acuerdo. La Cuba antes del 59 no
era ese paraíso que usted pinta. Ni usted ni yo la conocimos.
A usted le contaron o lo estudio, en la escuela o por usted mismo,
al igual que yo. Y la verdad no es esa.
“Los
Marielitos trajimos a Miami las Ruedas de Casino, las Fiestas
de Quince Años, los Pregoneros y Vendedores Ambulantes,
los Vianderos visitando casa por casa, las Costureras Caseras,
jardineros y hasta el Carnaval de la Calle Ocho que ya es conocido
internacionalmente.”
Esta
no era la típica Cuba antes del 59. Creo que le faltan
algunos elementos esenciales, como las miles y miles de personas
sin trabajo, o con pésimos trabajos, las familias sin sustento,
sin escuelas, sin derechos, creo que le falta la policía
que mataba, la violencia en las calles, la droga casi libertinamente,
la prostitución descomunal, en fin, muchas más cosas
creo que le faltan y que son una verdad innegable.
Respeto
sus opiniones, pero me gustaría que hablásemos con
mucha objetividad. Me gustaría, de periodista a periodista,
donde el apego a la verdad debe ser lo primero, que hablemos de
este o cualquier otro tema que desee.
No
pretendo ofenderlo ni es esto un enfrentamiento, es una simple
conversación digital entre dos colegas, que aunque pensemos
distinto, creo que podamos dialogar.
Atentamente,
Alcides
García
Hola,
Alcides:
Leí
con mucho gusto sus opiniones acerca de mi artículo y quiero
comentarle, sino le desagrada, que quisiera enviarle el resto
de mis Memorias sobre el éxodo del Mariel, aspecto de la
historia de Cuba al cual le he dedicado bastante tiempo.
Como
algo positivo en esta dura experiencia que tuve de tan joven le
cuento que hoy en día muchos Marielitos intercambiamos
recuerdos y vivencias de aquellos días tan difíciles
que pasamos por aquel año de 1980. En sus testimonios y
en mis recuerdos, me he basado para plasmar en las Memorias, que
son casi diez capítulos, la tragedia del Mariel.
Personalmente
creo que todos los cubanos, comunistas y no comunistas, fuimos
marcados por esta dura experiencia.
Sobre la opinión de que sí la mayoría eran
delincuentes o no, le confieso que no me gustaría debatir,
pues al fin y al cabo un carpintero que conocí, llamado
José, y al que nunca le fue fácil encontrar trabajo
en Cuba; le resultó imposible integrarse a la sociedad
cubana de los años 80 debido a su negación a asistir
a las guardias de los CDR y pertenecer al mismo, emitir sus opiniones
contrarias al régimen de manera abierta y sin tapujos,
etc; lo cual, como era evidente, fue suficiente para que en el
barrio se le catalogara como un delincuente más. Y le confieso
que conocí a José, le gustaba el ballet y el idioma
inglés, y le encantaba escuchar a escondidas la música
de los Beatles. En resumen, pienso que uno de los errores del
gobierno cubano (nadie duda que habían muchos delincuentes
en el éxodo del Mariel) ha sido catalogar como desafectos
a hombres y mujeres que por sus ideas más o menos políticas
-entiéndase una negación a asistir a las guardias
o a pertenecer al Partido, por ejemplo-, hayan quedado estigmatizados
como delincuentes para el resto de sus
vidas. Tenga en cuenta también, las cientos de familias
cubanas que no pudieron irse y que en su historia política
personal (expediente o como le llamen ustedes allá) reza
su pasado “bochornoso” de haberse querido marchar
un día del “paraíso socialista”.
Estamos
hablando del término “delincuente”
y muchos injustamente cayeron en ese saco siendo sólo jóvenes
soñadores, amantes de la música americana y que
nos causaba hastío la jerga gubernamental. Apenas entendíamos
las bases del comunismo. Simplemente lo rechazábamos innatamente
sin darnos muchas explicaciones filosóficas. No nos gustaba
y punto.
Sobre
mi vida personal le cuento que me fui solo sin mi madre. Mi padre
se había marchado por lo años sesenta y tenía
hermanos en los Estados Unidos. En las Memorias, que le enviaré
cuando estén completamente listas, podrá leer más
detalles.
En
relación a la Cuba de antes del 59, le confieso que hoy
siento mucha pena porque males como la prostitución, la
droga, la difícil situación de la familia cubana
para resolver el sustento, la absoluta ausencia de derechos para
quienes disienten del gobierno, etc; no se han podido erradicar.
Si bien durante los años jóvenes
de la Revolución cientos de prostitutas se integraron a
la sociedad y pudieron estudiar hoy la prostituta más barata
de Cuba ostenta, penosamente para todos, un título universitario.
Como cubano que converso todas las semanas con personas residentes
en la Isla (soy productor del Programa Radial Magazine Cubano)
he tenido
la oportunidad de escuchar disímiles testimonios acerca
de los males que hoy aquejan a mi querida patria.
Sobre
la educación cubana, opino que de nada sirve que en Cuba
exista el mayor número de profesionales per cápita
sí lo más preciado de un ser humano es la libertad
y esta, al menos los cubanos dentro de la Isla, no la pueden ejercer.
Hablo de libertades básicas como
el derecho a escoger la educación que reciban nuestros
hijos (tengo dos hijos pequeños y preciosos que estudian
aqui en Puerto Rico en un Colegio Bautista), el derecho de los
niños a que no se les imponga una única interpretación
acerca de la historia y del mundo que nos rodea, es decir, la
imposición de una ideología determinada; hablo del
derecho de los padres a negarse a que sus hijos digan en los matutinos
“Seremos como el Che”, etc. La lista sería
interminable. Haber eliminado el analfabetismo en Cuba es muy
loable. Haber eliminado la libertad individual es condenable.
Atentamente
y con mucho respeto,
Jay
Martínez
San
Juan, Puerto Rico.
¹
Notas
del Editor: Cálculos serios indican
que de los aproximados 125 mil cubanos que
llegaron a tierras de libertad… existían
aproximadamente 10 mil delincuentes y enfermos
mentales que fueron sacados por el gobierno cubano
de las cárceles y los hospitales siquiátricos
con el propósito de desmoralizar esa emigración.
Existen
imnumerables testimonios de cómo los cubanos del
exilio, cuando iban a buscar a sus familiares, eran obligados
a llevarse una cantidad determinada de delincuentes que
eran traídos directamente de las carceles so pena
de no poder sacar a los suyos.
Así
mismo sucedió con los locos que sacaban de los
hospitales siquiatricos sin autorizacion de sus familiares...
simplemente eran llevados del hospital para los barcos.
De
la misma manera es cierto que habia delincuentes ya dentro
de la embajada del Perú. ¿Por que?
Porque
inmediatamente que sucedieron esos acontecimientos...
ahí comenzó el plan de sacar a los presidiarios....
que después fue masivo cuando el Mariel... eran
muchos de ellos... presidiarios que el gobierno castrita
les daba pase ¨por buen comportamiento
en las prisiones para visitar sus casas¨
y desde luego los presos debían retonar
¨inmediatamente al otro dia¨...
si claro... seguro... si el gobierno cubano sabía
que la Embajada del Perú era un merengue a la puerta
de una escuela. Los presos iban directo para la embajada.
Pero
en cualquier explosión social existen personas
de diferentes tipos... personas educadas, normales, delincuentes,
Doctores, vagos, homosexuales, estudiantes, niños,
ancianos, trabajadores, profesionales.
Nos
gustaría saber si el periodista de Cuba... conoce
o ha investigado que por ejemplo entre los líderes
de esa nefasta Sierra Maestra... existían también
personas de dudosa moral.
Muchos
ejemplos hay... por solo mencionar algunos, el Comandante
Guillermo García tenía un prostíbulo
en el mismo corazón de la Sierra Maestra... con
prostitutas de mala muerte, Efigenio Almeigeira... mariguanero,
Fidel Castro, delicuente de esquina, Raul Castro el hermano
de Fidel, homosexual... osea... allí también
había de todo.
Entonces
... ¿podemos decir que todos lo que estaban en
la Sierra Maestra eran delicuentes y homosexuales?...
no desde luego. La Sierra Maestra solo fue un error imperdonable.
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