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Escritor
Virgilio Piñera: Che Guevara visitaba una
Embajada cubana en Europa cuando vio, abierto
sobre la mesa del señor Embajador, un libro
de uno de los escritores cubanos más grandes
de todos los tiempos, Virgilio Piñera,
pero homosexual. El comandante argentino agarró
presto el libro de Piñera y, dirigiéndose
al Embajador, le preguntó "¿Qué
haces leyendo un libro de este maricón
en nuestra Embajada? Y, sin esperar respuesta,
lo cerró y lo tiró al latón
de la basura. |
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Ana
Belén Martín Sevillano
Cuenta
Guillermo Cabrera Infante en esa colección de exorcismos
que es Mea Cuba cómo la muerte y funeral de Virgilio Piñera
se convirtieron en una "pieza del absurdo" que esta
vez no le había tocado escribir sino protagonizar.
El
cadáver del escritor aparecía y desaparecía
en un frenético intento por parte de las instituciones
gubernamentales de que no se le llorara como merecía, es
decir, rodeado de flores y plumas.
Se
le lloró, no sólo porque lo mereciera, sino porque
había muerto "el único y auténtico escritor
popular que quedaba en Cuba", a pesar de que casi nadie pudiera
asistir a su entierro y de que no apareciera ninguna nota necrológica
en los periódicos latinoamericanos.
El
acoso y la persecución que conformaron la vida de Piñera
durante el periodo férreo y estalinista de la década
del setenta encierran una problemática sobre la cual me
gustaría reflexionar aquí.
Los
primeros pasos de la Revolución Cubana como régimen
político instituido, a partir de enero de 1959, van acompañados
del periódico Revolución, dirigido por Carlos Franqui,
y del suplemento de cultura Lunes de Revolución que desde
septiembre del mismo año estará en manos de Cabrera
Infante.
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En
el Suplemento Lunes de Revolución que desde
septiembre del 1959 estará en manos de
Cabrera Infante. |
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En
sus páginas se podían leer con frecuencia textos
de relevantes intelectuales del ámbito internacional: Asturias,
Carpentier, Antón Arrufat, Borges, Calvert Casey, Carlos
Fuentes, Graham Greene, Lezama Lima, Vladimir Nabokov, Picasso,
Sartre, Severo Sarduy, entre otros, y, por supuesto, Cabrera y
Piñera. La actitud y militancia sexual de Virgilio y los
prejuicios que por ese motivo surgían en torno a él
y a su literatura "obligaron" a que sus trabajos aparecieran
bajo el seudónimo de El Escriba.
No
obstante, la participación del escritor en la reforma cultural
y educacional que se pretendía llevar a cabo tras el triunfo
de Fidel Castro era total y convencida. De hecho, en junio de
1959, aparecen dos artículos suyos en el periódico
antes mencionado. El primero, bajo el epígrafe de "La
reforma literaria", expone que la labor de cambio en el campo
de la creación y organización literaria debía
de estar en manos de los jóvenes. Según él,
la concesión de becas, la creación de una imprenta
nacional o la designación de un director de cultura no
significaban de ninguna manera reformar la literatura.
Considera
que el camino de la literatura cubana no pasa por encuadrarse
en el paradigma de lo nacional, sino por una toma de conciencia
personal del escritor que, como tal, ha de entenderse a sí
mismo, rechazando los lugares comunes. En el segundo, titulado
"...Literatura y Revolución " se pronuncia contra
la literatura dirigida o al servicio de la política y,
al tiempo, deslinda lo que significa servir a la Revolución
de lo que supone el ejercicio de la creación literaria.
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Antes
de 1959 Virgilio visito en varias ocasiones Argentina,
Francia, Belgica. |
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En
enero de 1960 vuelve sobre el tema en "Pasado y presente
de nuestra cultura", insistiendo en la idea de que la nueva
situación política y social ofrecía la posibilidad
de un cambio total en la posición del artista, bajo el
supuesto del cuestionamiento de la actividad creadora con respecto
al pasado de la Isla. Incita a los jóvenes a la ira como
parte integrante del proceso revolucionario y apoya la crítica
de las instituciones culturales consolidadas (en este sentido
consiente el ataque a Lezama que venía protagonizando por
esa época Heberto Padilla, pues lo interpreta, en ese momento,
como parte del proceso de derribo de los iconos clásicos
de la literatura cubana).
A
partir de 1961 la situación inicia un proceso de cambio
que irá conformando un campo artístico sometido
a los designios políticos. De esta manera el campo artístico
devendrá en un espacio regulado por un principio heterónomo
, lo que supone una contradicción, pues desde las Vanguardias
se le supone autónomo.
Es
en este momento cuando se prohibe la venta de libros considerados
contrarrevolucionarios y cuando, en principio a petición
de los intelectuales e incluso desde las páginas de Lunes
de Revolución, se gesta el Primer Congreso Nacional de
Escritores y Artistas. Sucedió, sin embargo, que por esos
días se secuestra un corto cinematográfico realizado
por Sabá Cabrera Infante y Orlando Jiménez que iba
a ser emitido en el programa televisivo de Lunes de Revolución.
La protesta del magazine, avalada por los escritores y artistas,
no se hizo esperar. En esa coyuntura se celebra en junio (los
viernes 16, 23 y 30) una serie de reuniones en la Biblioteca Nacional
que enmarcan el Congreso de Escritores y Artistas. Es ahí
cuando Fidel Castro pronunció sus "Palabras
a los intelectuales" que articuló en
los primeros momentos del discurso al emitir que " ...dentro
de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada.
Contra la Revolución nada, porque la Revolución
tiene también sus derechos y el primer derecho de la Revolución
es el derecho a existir y frente al derecho de la Revolución
de ser y de existir, nadie".
Significativa fue la intervención brevísima que
Virgilio Piñera llevó a cabo: "Yo quiero decir
que tengo mucho miedo. No sé por qué tengo ese miedo
pero es eso todo lo que tengo que decir". Años después,
Reinaldo Arenas, dentro de su novela El portero, hará que
en una asamblea esópica el conejo inicie su discurso de
la siguiente manera:
"Yo tengo miedo, mucho miedo, muchísimo miedo. En
realidad creo que me muero de miedo. Sí, casi muerto estoy.
Pero también estoy seguro
de que si no fuera por el miedo no estaría casi muerto,
sino completamente muerto. Es decir, me hubiera matado yo mismo,
porque el miedo es lo único que nos mantiene vivos ...".
En el posterior acontecer de la historia cubana se suceden las
represiones y las censuras; por supuesto Lunes de Revolución
desaparece, pero uno de los hechos más dramáticos
tendrá lugar en el otoño de ese mismo año.
El once de octubre, viernes de nuevo, se desarrolla una redada
del Ministerio del Interior con el objeto de apresar a pederastas,
prostitutas y proxenetas, será la Noche de las Tres Pes.
A pesar de que la acción se dirigía en el centro
de la Habana Vieja, Virgilio fue hecho prisionero a la mañana
siguiente en su casa de Guanabo, a treinta kilómetros,
y conducido a prisión. A su salida, encuentra la casa precintada.
Estos serían los rasgos que nos conducen, desde la experiencia
de Virgilio Piñera, a la estructuración del campo
artístico y literario en la Cuba revolucionaria. Cuando
en principio debiera ser éste un campo autónomo
(siempre relativamente) se configura como un campo donde inciden
otros, especialmente el ideológico, acatando el principio
de ideología única. El discurso ideológico
revolucionario, amparado en los principios de independencia, nación
y unidad, despliega la cara más terrible de su estructura
en los años setenta pues entiende que cualquier posición
"juzgada" como ajena a esos principios se integra en
el terreno del enemigo.
La reflexión sociológica de la Isla giró
en torno a la identidad del cubano y del "hombre nuevo"
como paradigma del sujeto revolucionario. Fueron muchos los ingredientes
de este particular humanismo caribeño. Dado el carácter
antiburgués del sistema, los valores propiciados fueron
los que supuestamente pertenecían al pueblo, aunque en
muchos sentidos parece haber habido una confusión entre
lo propio del pueblo y lo vulgar. La cortesía y la educación
ciudadana se han considerado en ocasiones parte del acerbo de
la burguesía vencida, amaneramientos propios del régimen
enemigo. Testimonio irónico de este aspecto fue la magistral
película de Tomás Gutiérrez Alea Memorias
del subdesarrollo (1968), cuyo protagonista, precisamente un burgués
vencido, da cuenta de este fenómeno. No es casual tampoco
que este film recoja imágenes de archivo pertenecientes
a la invasión de Bahía de Cochinos o al discurso
"Palabras a los intelectuales" ya antes
aludido.
Dentro de ese nuevo catálogo de principios que arroja la
Revolución se asumía la homosexualidad como un rasgo
característico de la decadencia burguesa, opuesto a la
"natural y sana" heterosexualidad del pueblo. No obstante,
es quizás necesario apuntar que la homofobía es
un aspecto significativo de la cultura cubana, que fue reforzado
y potenciado por el credo revolucionario y se constituyó
como un bastión de la idiosincrasia cubana. Tras esto,
sólo al ser abordado con acierto en los años noventa
con Fresa y chocolate (1993), primer film cubano de proyección
y comercialización internacional, donde se trata el asunto
desde una posición legitimada dentro del campo artístico
cubano. Así pues, es sobre esta base, sobre este estado
de opinión del pueblo legitimado por el poder, que la seguridad
política del estado cubano se hizo con un arma que pudiera
arrojar sobre cualquier individuo que la mereciera y que contaba
con el respaldo de toda una sociedad, ya que se había asentado
como valor de uso.
La
cuestión que subyace es hasta qué punto importaba
al gobierno de la Isla la homosexualidad de muchos de los perseguidos
y presos, más allá de ser considerada como una degeneración
erradicable de la nueva y pura sociedad revolucionaria. El hecho
es que el arma se arrojó, en la mayoría de los casos,
cuando existía un motivo político que la precisaba,
y solapaba así algo bastante difuso en cuanto a su fijabilidad
como es la conciencia política y ética de los individuos.
La siempre precisa y certera mirada de Susan Sontag atisbó
que la militarización de los regímenes comunistas
(opuesta al credo de la izquierda tradicional) hacía del
homosexual un sujeto subversivo en la medida que no cumplía,
en términos generales, la "masculina" agresividad
que el sistema imponía. Subrayaba también la pensadora
norteamericana que uno de los puntos débiles de la izquierda
era el asunto de las identidades sexuales que precisaba ser abordado
sin demora (9). Si Virgilio Piñera fue detenido y apresado,
al incluírsele en la nómina de la pederastia, era
porque su nombre figuraba en una lista no escrita de temperamentos
indóciles que difícilmente se ajustarían
a los nuevos parámetros que oficializaba el discurso ideológico.
De
hecho el director del I.C.A.I.C. (Instituto Cubano de Cine), Alfredo
Guevara, comunista ortodoxo, ha hecho siempre ostentación
de su condición homosexual. Fue él quien censuró
P.M., el corto de Sabá Cabrera y O. Jiménez, entre
otras cosas porque consideraba que Lunes de Revolución
era una revista propia de la burguesía decadente con miras
vanguardistas y cosmopolitas (dos puntos negros para el comunismo
intransigente).
Otro
asunto es el de Raúl Castro, hermano del líder máximo
y Primer Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, que
entre otras cosas no cuenta con el respaldo popular por la sospecha
de homosexualidad que sobre él se cierne.
A pesar de estos negros augurios, Virgilio Piñera decidió
permanecer en Cuba, él, que antes de la Revolución
había vivido casi quince años en Argentina, y continuó
publicando sus obras de creación y colaborando en las nuevas
revistas literarias surgidas en el seno de la Unión Nacional
de Escritores y Artistas de Cuba (nacida tras el primer Congreso
de Intelectuales): La Gaceta y Unión.
En el año 65, la política homofóbica se agudiza
y a su término un gran número de artistas y escritores
son enviados bajo el delito de homosexualidad a los campos de
la UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción, creados
en el año 1964 y situados en torno a la provincia de Camagüey,
donde se sometía a los presos a trabajo forzado y a adoctrinamiento
político). Cuando en 1967 el escritor español Juan
Goytisolo visita Cuba, Piñera le informa de que existen
más de 60.000 homosexuales presos y le
transmite su pavor.
El
documento que sirvió para la condena internacional del
régimen cubano por la vejación de los derechos humanos
en estos cuasi-campos de concentración fue el film de Néstor
Almendros y O. Jiménez, Conducta impropia (10) (1984),
donde se recogían testimonios directos de los presos y
de su situación y de la persecución de los homosexuales
en Cuba. Muy significativamente los autores le dedicaban su trabajo
a Virgilio Piñera.
Siguiendo con el hilo cronológico es en 1968, cuando la
política institucional se recrudece y en el Congreso de
Escritores y Artistas se decide que los jurados de los premios
de la UNEAC habrán de ser cubanos, y los de Casa de las
Américas militantes que favorezcan a los escritores latinoamericanos
que permanezcan en sus países y no en Europa. El poder
estaba en manos de dos viejos miembros del partido: Nicolás
Guillén y José A. Portuondo.
El
cerco se estrecha por todos sitios y en septiembre, la Seguridad
del Estado efectúa una redada en el hotel Capri y lugares
aledaños (hotel Nacional y la heladería Coppelia,
lugar tradicional de encuentro de homosexuales) en la que caen
presos los sujetos considerados antisociales, a saber: personas
que lleven el cabello largo, objetos extranjeros (relojes, por
ejemplo), vestidos fuera de lo establecido o (y de alguna manera,
es decir,) presuntos homosexuales. Los detenidos permanecieron
presos durante un año e incluso más tiempo.
Será
en 1969, año en que Piñera publica el conjunto de
su poesía bajo el título de La vida entera, cuando
se cierre el capítulo de su ejercicio literario legitimado,
pues en los diez años que le quedaban de vida no volvió
a ver publicada ninguna de sus obras, al tiempo que sus artículos
y colaboraciones quedaban bastante menguados. A partir de ese
momento las reuniones literarias se efectuarían en secreto,
tanto en La Habana como en casa de la poeta Carilda Oliver Labra,
en Matanzas.
Tras el caso Padilla (1971), la intransigencia más severa
se institucionaliza y en el Primer Congreso Nacional de Educación
y Cultura (celebrado en abril) se toman las siguientes medidas:
se legisla sobre la propiedad intelectual y el patrimonio nacional,
todo trabajo artístico pertenece a la Nación; se
prohibe el reconocimiento de artistas homosexuales por ser éstos
enfermos patológicos, amén de personas inmorales;
de la misma manera se entiende que éstos no podrán
ocupar un puesto en la educación ni en actividades culturales
o representar a la Revolución en el exterior.
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Reinaldo
Arenas cuenta lo que derivó de este congreso
en ese otro estremecedor testimonio que es Antes
que anochezca habla del "parametraje",
ya que los homosexuales con cargos públicos
comenzaron a recibir telegramas en los que se
les comunicaba que "no reunían los
parámetros políticos y morales para
desempeñar el cargo que ocupaban"
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Para no dejar ni un resquicio los delitos contra el desarrollo
"normal" de las relaciones sexuales estarán penados
hasta con 30 años de prisión o incluso con pena
de muerte, que es legalizada también en este momento.
Finalmente,
y entre otras cosas, se prohibe hacer ostentación pública
de moda aberrante y extravagante que denote la dependencia cultural
de otros medios y que es susceptible de desequilibrar la unidad
monolítica e ideológica del pueblo cubano.
Cuando
Reinaldo Arenas cuenta lo que derivó de este congreso en
ese otro estremecedor testimonio que es Antes que anochezca habla
del "parametraje", ya que los homosexuales con cargos
públicos comenzaron a recibir telegramas en los que se
les comunicaba que "no reunían los parámetros
políticos y morales para desempeñar el cargo que
ocupaban"
La obra de Piñera quedaba totalmente censurada en Cuba,
así como su publicación en el extranjero. Su homosexualidad
fue la máscara que justificó el castigo merecido
por no integrar la nómina de escritores fieles a las consignas
promovidas por el estado y seguidores de la línea pseudo-literaria
que se exigía.
En el caso de Lezama Lima el proceso no fue diferente, aunque
sí más discreto. Paradiso se publica en 1968, pero
se prohibe hacer reimpresión de la obra no exactamente
por sus pasajes homosexuales, que parece ser fue uno de los argumentos
esgrimidos en la crítica contra el libro, ni por la filiación
sexual del autor, sino porque la visión que Lezama tenía
de la literatura no era el ideal que la Revolución necesitaba.
Apunta
Jorge Edwards en Persona non grata:
"El activismo riguroso de Fidel, que parecía aprendido
de sus preceptores jesuitas, para quienes el ocio es el origen
de todas las depravaciones, no se avenía en nada con la
asombrosa sensualidad contemplativa de Lezama, única en
todo el ámbito de la cultura en lengua española".
A pesar de la prédica que su figura y su obra tenían
en el exterior y del interesado uso que el gobierno cubano hizo
de ella en ocasiones, Lezama vivió a partir de la delación
de Padilla (que le acusó de contrarrevolucionario), en
una situación de carestía material, olvido institucional
y abandono por parte de aquellos "amigos", la mayoría
de los origenistas, que tanto le debían, y que ahora andaban
representando lo que tocaba. A su muerte salió una breve
mención en el único periódico de la Isla.
Ningún reconocimiento ante la desaparición de una
de la mayores figuras literarias de la historia de las letras
cubanas que descansa en un olvidado foso del cementerio Colón
en La Habana.
No dejaré de mencionar el caso de Reinaldo Arenas que es
el vivo exponente de una generación que sufrió por
completo el proceso de estalinización de la Revolución
cubana. Cuando en 1980 la guardia de la embajada del Perú
en La Habana se retira entran en ella más de diez mil personas
pidiendo refugio. Fidel encontró una salida airosa: abre
el puerto del Mariel, cercano a La Habana, por el que salen más
de 125.000 personas durante casi tres meses. Por supuesto, se
embarcó a todo aquel considerado antisocial o escoria,
delincuentes y presos comunes, deficientes mentales y homosexuales
(18.750, un 15% del total).
Este
hecho fue sintomático en la medida en que supuso una reordenación
de los paradigmas ideológicos que reposaban sobre la presunta
estabilidad y unidad de la sociedad cubana. Entre éstos
desterrados se encontraba Arenas quien ponía fin así
a una historia personal de persecución y violencia. Su
obra, escrita dentro y fuera de Cuba, es única dentro de
los autores de su promoción y necesaria para entender la
literatura y la historia cubana de este siglo.
A partir de 1985 se inicia el proceso de rectificación
de errores que devenía de los nuevos parámetros
ideológicos que se imponían en la Isla. En este
momento es el campo artístico, al cual se había
incorporado una nueva y potente generación, el que da el
salto que desborda los cauces por los que operaba la política
cultural hasta ese momento. La conmoción socio-política,
pero sobre todo económica, que supuso la caída del
bloque socialista, que abre el llamado "periodo especial",
y las secuelas emergentes de la política de intervención
armada de los años ochenta son dos de los planos que mayor
poder adquieren en la conformación de una nueva perspectiva
ideológica que va a venir definida por los jóvenes
autores.
El
fenómeno resulta bastante complejo y escapa del objetivo
de estas líneas, pero la acción creativa de la generación
que se manifiesta a finales de los años ochenta (nacidos
todos dentro de los márgenes de la Revolución y
con una cosmovisión y un habitus diferente de aquellos
que la habían vivido como conquista) representa la conformación
de un nuevo arte en Cuba. Lamentablemente, la política
gubernamental no supo atender a los reajustes que el nuevo momento
histórico exigía y muchos de ellos residen hoy fuera
de Cuba.
En el terreno de la escritura han sido varios los que se han posicionado
dentro de un espacio de literatura gay. Lo que en principio fue
en los primeros años noventa un leve pronunciamiento se
ha convertido hoy, que finaliza la década y el siglo, en
un espacio visible. El grupo de más sólidos creadores
se articulan en torno a la figura de Antón Arrufat, discípulo
de Piñera, que también sufrió duramente la
segregación y la exclusión del campo literario en
los momentos de intransigencia de los que hemos hablado. La descomposición
interna de los paradigmas ideológicos y sociales (lo que,
por otra parte, ha deteriorado al pueblo cubano en los últimos
cinco años de manera alarmante) no permite ya una censura
explícita al homosexual.
Al
tiempo la lucha y militancia de muchos artistas homosexuales ha
defendido la calidad de su identidad. Entre ellos podemos citar
a Pedro de Jesús López (1970) que ha publicado en
diferentes revistas y en España tiene una colección
de cuentos, Maneras de obrar en 1830. Otro escritor que trabaja
en esta zona es Abilio Estévez que recientemente sacó
a la luz en Tusquets su novela Tuyo es el reino, dedicada a quien
fuera su maestro, Virgilio Piñera. En lo que toca a la
mujer el acceso es, en una sociedad latina y machista, más
lento y meditado. La joven escritora Ena Lucía Portela
(1972) ha abordado la temática lésbica en algunos
de sus cuentos que son fruto de un elaborado proceso de creación.
No obstante, el campo artístico en Cuba sigue manteniendo
una estructura de dependencia con respecto al campo ideológico
y de poder, el avance ha sido impuesto por la nueva situación
internacional y por el valor de muchos autores que arriesgaron
su seguridad para enfrentar el hecho artístico desde una
perspectiva de ética personal. El camino de un buen número
ha sido el exilio, el de otros bandearse a diario con las duras
condiciones que imperan en Cuba.
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Llevado
por el gobierno Cubano a la total marginación.
Una gloria de Cuba convertido en un insignificante
traductor, de una perdida institución. |
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Las figuras de Lezama Lima y de Piñera están siendo
reinstauradas en el corpus de la crítica literaria, pero
no ocupan el lugar que debieran en las enseñanzas generales
de literatura cubana. La poesía de Piñera no se
ha reeditado en Cuba hasta finales de este año pasado después
de que se hiciera en México en el año 97.
De
igual modo, la colección de sus cuentos tampoco es asequible
dentro de su país, pese a que es uno de los autores con
mayor influencia en la nueva generación. En lo que toca
a Arenas, parece seguir siendo persona non grata dentro del aparato
cultural oficial y ninguna de sus obras ha sido publicada en la
Isla. Otras figuras, como la de Severo Sarduy que eligió
muy pronto el exilio y que nunca se manifestó contra la
política interna de Cuba, van siendo incorporados a través
de artículos críticos en revistas especializadas.
No obstante, su legitimación aún está por
llegar. Quizás sea Sarduy el que está suscitando
más adhesiones, precisamente por ser uno de los pocos,
si no el único, escritor latinoamericano que desarrolló
un verdadero credo queer en sus obras, especialmente en La simulación.
Todavía está por realizarse un análisis serio
de lo que supuso la política homofóbica de los años
setenta en el campo artístico y cultural de Cuba, así
como está por escribirse una historia objetiva y fidedigna
del devenir de un proceso, la mal llamada Revolución Cubana,
que fue en un principio el sueño de una generación
y la esperanza de un continente
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