por
Pablo Felipe Pérez G.
Después
del desmoronamiento del bloque "comunista" de
Europa del Este, el gobierno cubano continúa obcecado
en no tolerar los cambios que extirpen la modorra paternalista
y opresiva en la isla; y vitupera la necesidad de reformas
en el país, ajustado a la nueva correlación
de fuerza global; que impone una metamorfosis de los actos
presentes, nutriéndose con la experiencia del pasado,
y la percepción del porvenir; para prolifere la
ideación, así como la disposición
auténtica que permitan se inserte, a Cuba y los
cubanos, en el mundo de hoy; teniendo en cuenta de es
un país cuya economía depende de las importaciones.
No
es benéfico, a mediano y largo plazo, continúe
el caciquismo en la isla y el "exilio". Prerrogativa
que ni el régimen, ni la oposición se pueden
dar; pues, el país está vinculado - directa
o indirectamente - a la geopolítica del acontecer
general. Para bien o para mal, ante la globalización,
es cardinal de que los cubanos busquen con responsabilidad
las causas de la ruina y traumatismos que eclipsan la
vida nacional. Desafiar el futuro es esencial, y hay que
aceptar con humildad de que "nada tan estúpido
como vencer; la verdadera gloria está en convencer".
Por
más de cuarenta años, los cubanos han sufrido
el abarrotamiento de sus restringidas esperanzas, que
se han enardecido por las promesas; que al final se han
descuajaringado contra un esclerótico gobierno
absolutista y la inmoralidad de los llamados "patriotas".
Ambos, definitivamente están "incubando"
el embrión de una futura anarquía. El pueblo
cubano sufre con estoicismo los sistemáticos fracasos
económicos y políticos; constantes errores
y postergaciones de resultados en lo social, y nuevos
ofrecimientos, que solo acrecientan el escepticismo y
el desengaño. Fidel Castro no es el único
culpable.
Cada
día es menos sostenible la situación en
Cuba, que deteriora sobremanera la nación y distorsiona
los hábitos del coexistir. Quién sabe si
la generalidad espera del gobierno o de los "amigos
del norte", un milagro quimérico. ¡Imperdonable
yerro!
¿Cómo
será la inserción de Cuba - en lo económico,
político y social - en el orden internacional,
después de una transición democrática?
Esta y otras interrogantes por el momento no tienen respuesta.
Porque no hay un proyecto coherente, en la isla y el "exilio",
que tenga una argumentación unificada, y proteja
la verdad. Además, facilite comedidamente la defensa
e integridad moral de la nación y su soberanía.
Sin
perjuicio, hay que salvar a la Patria. En tal sentido,
vale la pena meditar sobre lo que con respeto y franqueza
expone el doctor Juan Antonio Blanco: " La visión
totalitaria del socialismo y el estilo unipersonal de
gobierno de Fidel Castro son hoy – mucho más que
cualquier posible acción estadounidense contra
Cuba - los principales peligros a la seguridad nacional
cubana. Sin embargo, es a la clase política cubana,
a sus intelectuales y al pueblo en general a los que correspondería
- antes que a nadie - ponerle coto definitivo y salvar
al país. Es necesario hacerlo antes de que sus
erráticas y a menudo unilaterales acciones conduzcan
a todos a un desastre de dimensiones desconocidas. Otro
futuro mejor todavía es posible y el pueblo cubano
lo merece".
¿Cuándo
la "Revolución Socialista" - dirigida
por Fidel Castro - y los cubanos todos, renunciaran a
su enclaustramiento, ostracismo, y adhesión al
discurso bizantino? ¿Cuándo asumirá
la comunidad cubana, como prioridad, acciones concretas
en bien de la Patria?
Algunos,
en el "exilio" y en la isla, tiene avidez de
exista democracia en Cuba, pero esperan sea con la ayuda
"desinteresada" de los marines estadounidenses.
Con su actitud, están demostrando cobardía
e incapacidad para resolver - pacíficamente - el
problema entre compatriotas. ¡Los cubanos que han
demostrado talante, sin verborrea tienen la respuesta!
Inevitable
es la transición hacia la democracia - sin renunciar
a los logros, en materia de ciencia, educación
y salud -, y todos los compatriotas, sin excepción,
tienen el desafío de propiciarlo: con ansias de
paz, inspiración creadora, pureza de intención,
orden, método, y percepción. Sin olvidar
los eventos internacionales con vitalidad y sabiduría.
Esto, en último análisis, evitará
prevalezcan en Cuba las penas, celos, odios y traiciones.
Del mismo modo, los nacionales tienen que sobrellevar
las inevitables contrariedades de la transición
con intelección acertada, justicia insobornable,
dignidad, y autodeterminación. Una transición
con dirección y control, concediendo libertades
dentro de la disciplina y la ley; construyendo una infraestructura
eficaz, que fortalezca la recuperación económica,
política y social. Esta debe ser la proyección
al futuro; otro enfoque llevaría a Cuba y los cubanos
a un nuevo e irreversible fracaso.
Los
dirigentes políticos, sindicalistas, humanistas,
medios de comunicación (como Radio Martí),
etc., - en el "exilio" y Cuba - tienen el deber,
ante la historia y el mundo, de terminar con los embaucamientos
y embrollos; por su culpa las cosas han ido de mal a peor;
y hoy día, el paciente tiene pronóstico
crítico. El egoísmo de unos pocos, por más
de cuarenta años han arruinado el país,
y dejado como secuela un pueblo prisionero de un impúdico
sistema que lo afrenta. Hay que admitir las equivocaciones
con valor, y rectificar el rumbo con decoro. ¡Sí
señor!
Pablo
Felipe Pérez.
Apartado Aéreo No. 56381. Medellín. Colombia.
Web: http://www.geocities.com/perindepalter/
Web: http://foros.hispavista.com/Pagina_Personal_de_Pablo_Felip/
Correo:pia@reymoreno.net.co