Por
Jorge Felix
Editor del Semanario "El Veraz"
Fragmentos de la Novela "Desde la Penumbra"
Niurka,
una muchacha en la que Jorge no se había fijado, había
comenzado a rondarlo desde hacia ya un tiempo. Tenía 14
años igual que el y era la muchacha más flaca de
toda la escuela y aún su cuerpo no había desarrollado.
Y como decia su padre: Hijo el que come malo y bueno come
dos veces. Por eso para el era suficiente con que fuera mujer.
Pero
tenía unos ojos bellos y una melodiosa voz. Se sentía
bien con ella, aunque la mayoría de las veces, solo le
permitía que le diera algún que otro beso es su
boca en las escaleras de la escuela.
Por
otra parte tenía una persona en quien confiar era muy importante
en un lugar como aquella escuela.
Una
noche le había preguntado, como el que no quería
las cosas, que si quería que, por la madrugada entrara
a su albergue, para así, poder dormir con ella, pero para
sorpresa de el, a ella le gustó la idea, quizás
por los riesgos que había.
Por
eso a las 2 de la madrugada, cuando todos dormían, Jorge
salió de su albergue con mucho cuidado.
No
se veía un alma en toda la escuela, soplaba el viento del
invierno tropical por todos los pasillos. Si lo cogían
estaba frito, porque lo botarían de la escuela. Pero así
y todo, decidió correr el riezgo.
Caminaba encorvado y solo se paraba, para sacar la cabeza y mirar
con cuidado a través del balcón. Miró para
el vestíbulo en el primer piso y solo se encontraba un
profesor, durmiendo en un sofá. Siguió su camino
y por fin llegó a la puerta del albergue de las hembras,
la abrió y subió en silencio por la escalera.
Ahora,
era el momento, más peligroso, porque si alguna muchacha
gritaba, tendría que salir corriendo despavorido para que
no lo capturaran. Siempre existía ese riesgo, el no era
ni el primero ni el último que hacía eso. Todos
lo hacían.
Entró
muy despacio y dejó la puerta entreabierta, comenzó
a contar las literas para no equivocarse de cama. Se acercó
a la cama de ella y estaba despierta. Ella levantó la colcha
para que el se metiera. Así lo hizo.
Ella
dormía en una bata de casa. Sentir la calentura de su cuerpo
en aquella noche tan fría, era un placer indescriptible.
Le dijo en voz muy baja:
- Quítate toda la ropa
- No – le respondió ella
- Chica, por favor tu sabes lo que es venir hasta aquí
para no hacer nada
- ¿Y que tu quieres hacer?
- Besarte, nada mas
- Bésame con la ropa puesta
- Ah no- dijo el disgustado- Pues me voy
- Vete- dijo ella inesperadamente
- Pero mi amor, solo quiero besarte, no te voy a hacer nada- dijo
el más conciliador.
- Te van a oír si sigues.
- Chica y para qué me hiciste venir hasta acá.
- Bueno, tú me dijiste, que era para dormir los dos juntos.
- Anda, no seas así, me gustas mucho y estoy más
caliente que una cafetera
- Pues te voy a tirar un vaso de agua
- Vamos, no seas niña. Todo lo que voy a hacerte te va
a gustar
- Pero chico, ¿tú no lo puedes hacer por encima
de la ropa?
- No
Ella vaciló un poco y por fin cedió:
- Me voy a quitar solo la ropa interior, pero la bata de casa
me la voy a dejar puesta
- Esta bien –dijo Jorge resignado, mientras ella se quitaba
lo que le quedaba y lo puso debajo de la almohada.
- Ya, me lo quité – le dijo ella
- Bésame
Entonces
se besaron, Jorge aprovechó y aplicó todas las técnicas
que sabía, le introdujo la lengua en su boca, bien atrás,
le chupó su lengua y de ahí por todo la cara y su
cuello. Ella despedía un vapor por todos sus poros. Ya
hacía un calor insoportable.
Ahora
ella estaba en el limbo, él aprovechó y desabrochó
su bata de casa y pudo acariciarles los pequeños pechos
con sus manos.
Ahora
le besó los senos, se los chupó hasta que la punta
de sus pezones se pusieron bien erectos. Pasó la mano por
todos los senos y de allí hasta la cadera, entonces allí
hizo un giro por todas las nalgas. Acarició con su mano
los muslos y muy despacio, metió su mano en el sexo de
ella, sintió sus pelos, la calentura y la humedad de su
sexo y el olor del placer. Le dijo entre susurros:
- Déjame metértela
- No, no, eso no, ¿estas loco o que?
- Chica no seas mala, aunque sea déjame pasarla por ahí.
No te la voy a meter si no quieres, anda.
- Esta bien, pero solo me la pasas
- Abre un poquito, anda, así.
- ¡Coño que grande la tienes! – le dijo ella
sorprendida – La tienes como un palo y tremenda cabeza,
parece un panque
El
no pudo menos que reirse bajito
- ¿Te gusta?
- Si, mucho, pero no me la metas
- ¿Así?
- Si asi, cuidado, cuidadito no te pases, Ay, que rico papi
- ¿Así?
- Así, esta riquísima papito, Que grande y dura
se te pone, déjame tocarla, que rico, déjame que
yo me la paso, ay que rico, que cosa más rica.
- Déjame metértela, Que no puedo mas
- Basta, que ya se te esta saliendo una cosa por la punta –
se separó ella – Aguanta que me vas a preñar
- Házmela
- ¿Que cosa?
- Lo que tu sabes
- Yo no sé como se hace
- Dame tu mano y acaríciamela, así, ves que tu sabes
mami, así, déjame hacértelo yo a ti también,
así mami, así
- Ay mi macho ¡Cómo tu sabes! ¡Qué rico
me la tocas papi, qué rico!
- ¿Te gusta?
- Me encanta papi, tanto que estoy al venirme como una perra,
estoy al venirme papi
- Vente mamita, que yo me voy a venir como un perro
- ¡Ay coño papi que rico!
- Quiero echártela en los muslos
- Échamela papi, échamela todita, que me estoy viniendo
papito. No hagas ruido.
Se
quedaron asi por largo rato uno al lado del otro, bien abrazadoss.
Eran las 5 de la madrugada y Jorge volvió a emprender,
el camino hacia el albergue de los varones.
Le
iba bien con Niurka, a pesar que sus amigos, siempre se burlaban
en broma, de que tenía la novia más flaca de la
escuela. Pero total, al menos el tenia algo, los demas se pasaban
la vida masturbandose.
Pero
se sentía bien con ella, le gustaba y ella lo único
malo que tenía realmente según pensaba Jorge, que
tenia miedo hacer el sexo de verdad. Muchas veces le decía
lo mismo:
-
No quiero hacerlo, porque después que te comas el dulce,
te aburrirás y me dejarás. Pero además el
día de mañana, cuando me vean así, nadie
me va tomar en serio
Y
así se pasaba la vida. Pero era bueno tener a alguien con
quien contar, alguien que le hiciera olvidar que se encontraba
allí.
Una
noche, cuando Jorge llegó al albergue. Buscó en
el maletín, el calzoncillo zurcido, que se ponía
todas las noches para dormir. Buscó y sacó las pocas
ropas que tenía en el maletín y no encontró
absolutamente nada. Se pasó la mano por la cabeza. Sería
posible que le hubieran robado el único calzoncillo que
traía, que estaba viejo y que precisamente lo traía
así para que no se lo robaran. El disgusto, no podía
ser mayor, se subió encima de la litera y gritó:
-
Atiendan acá todos – todo el mundo concentró
su mirada en él- Me cago en la madre del que me robó
el calzoncillo. Me cago en la hora en que nació, es un
maricón el que hizo eso, es tremendo puerco el que hizo
eso.
Después
de eso, se sentó en la cama. Menos mal que era viernes
y al otro día iría para la casa.
Se
quitó el pantalón y se amarró la toalla a
la cintura, para después acostarse en la cama. Del disgusto
que tenía no podía dormirse, estuvo así como
hasta las 2 de la madrugada. Cuando de pronto a su espalda, sintió
un ligero movimiento.
Viró la cabeza y como un relámpago vio que un tubo
bajaba a gran velocidad sobre su cuerpo. Rápidamente se
movió para esquivar el golpe, pero sintió el frío
tubo sobre su pierna.
Se
tiró de la litera y hecho a correr detrás de los
encapuchados del KKK. Por su mente pasó la voz de su padre:
Trata de coger al mas grande de todos
Lo
logró alcanzar por la sabana y lo haló hasta tenerlo
bien cerca. Le dio un golpe en la cara cubierta por la sabana.
Mientras los otros encapuchados lo empujaron para que lo soltara.
Le
dieron un golpe en la cara que lo hizo perder el equilibrio y
caer junto con la sabana de su oponente.
Pero
al levantarse Jorge del piso, su oponente aprovechó y le
dio un golpe de frente por el centro del cuello. Jorge sintió
que le faltaba el aire, estaba ahogándose.
Solo
un milagro permitió que su cuello volviera a su estado
original. Por suerte todo terminó, cuando Alfredo se interpuso
entre ellos y alguien grito alarmado:
-
¡ Vienen los profesores! Caballeros, dejen eso ya, está
bueno ya
El
grupo de encapuchado se dispersó rapidamente.
Cuando
llegó a la casa, el viejo le preguntó:
-
¿Y ese golpe en la pierna?
- Te contaré
Cuando
terminó toda la historia, el padre le dijo:
-
Oye, casi te matan, un golpe en el cuello, de frente, te podían
haber matado
- Me salvé de milagro
- Yo voy a ir a la escuela y voy a hablar con el Director
- Viejo, no hagas nada, que no van a hacer nada, viejo, los gritos
se oyen en el vestíbulo y nadie sube, nadie.
- Pues tienes que hacer algo, coge un palo y dale sin miseria,
cuando menos se lo espere. Págale con la misma moneda,
ojo por ojo y diente por diente. No le des en la cabeza, dale
aquí- señaló - en la clavícula, se
la partes y entonces cuando se quede privado, le das en el lomo
y después que me manden a buscar, para que me den las quejas.
Una
semana después, el que le había golpeado en el cuello,
salía del comedor, se pasaba con la mano derecha el pañuelo
por el lado izquierdo de la boca, llevaba unas de las patas del
pantalón, metida en la bota.
Su
caminar, era alardoso, se paró en medio del pasillo, escupió
a la distancia y buscó un asiento para sentarse a reposar
la comida. Extendió las piernas hasta dejarlas casi a mitad
del pasillo.
Después de comer siempre le entraba un poco de sueño.
Cruzó los brazos y empezó a dormitar.
Solo lo despertó, el fuerte golpe que recibió en
la clavícula, no podía soportar el dolor, cayó
al suelo de rodilla y sintió sobre su espalda otro golpe
más fuerte. Solo oía las palabras de alguien que
gritaba:
- Pa que no te troques más negro de mierda, esto es pa
que vayas a abusar de tu madre.
Solo
pudo atinar a levantarse y mandarse a correr por todo el pasillo
delante de todo el mundo. Miró a la cara de su rival y
cuando trató de levantar su brazo para golpearlo, recibió
en ese mismo brazo otro golpe tan fuerte como los que le habían
dado.
Solo
lo salvó el hecho que llegó un profesor y le quitó
de encima a aquel muchacho. Se lo llevaron para la Dirección
y al otro para la enfermería.
Así
se decidió que a Jorge lo dejarían sin pase, durante
tres semanas. Advirtiéndole que la próxima que hiciera,
sería expulsado de la escuela sin excusas ni pretextos.
Después
de dos semanas sin poder ir a la casa, Niurka le dijo:
-
Jorge es una lástima que este fin de semana que es el día
de mi cumpleaños, no puedas salir, yo pesaba que lo ibas
a pasar conmigo.
- Mira, vamos a hacer una cosa, el sábado, hago como que
me voy a dormir y cuando apague las luces, sin que el profesor
de guardia se dé cuenta, salgo y me encuentro contigo a
las 10 y media de la noche, para entonces venir después
y que no se den cuenta
- ¿Tu harías eso?
- Si
- Y donde nos veríamos
- En el parque ese, que ya nos hemos visto
- Pero ese parque está muy oscuro a esa hora y sola, es
de madre
- Ve con tu prima y que te acompañe hasta que yo llegue
- Oye lo tienes todo planificado, eres tremendo
- ¿No quieres que nos veamos?
- Si pero y si te cogen
- No me van a coger
El sábado en la noche, estuvo haciéndose lo más
visible posible para darse a notar. Incluso dio sus pequeños
paseos cerca del vestíbulo, con las manos metidas en los
bolsillos y silbó una canción de moda.
En
el radio habían dado la hora, eran las 9:00 de la noche.
Suspiró y se alejó del vestíbulo, subió
las escaleras y apagó las luces del albergue completamente
vacio y se acostó en su cama. Esperaría hasta las
9 y 30.
El
camino que le faltaba era grande aún. No tuvo la suficiente
paciencia y no esperó más y miró a través
de la persiana hacia el vestíbulo. El profesor de guardia
se había reclinado en el sofá. Se dormiría,
bajó rápido por las escaleras en silencio, con cuidado.
Dobló
por una esquina y se mandó a correr, por la parte trasera
de la escuela. Corrió a todo pulmón en la oscuridad
por un terraplén hasta alcanzar la carretera. Esperó
unos 10 minutos y no se veía venir ni un solo camión.
A lo lejos vio una luz, que se acercaba lentamente.
Seguro
que era una motocicleta – pensó, pero cuanto más
se acercaba fue distinguiendo la silueta de un camión.
Levantó la mano y el camión se paró a una
distancia bastante grande de el. Corrió y se montó
en la parte de atrás. No importaba para donde fuera, lo
más importante era salir de allí y adelantar lo
más que pudiera.
Gracias a Dios que el camión lo había dejado bastante
cerca del lugar donde pensaba encontrarse con Niurka.
Corrió,
otras veces caminó deprisa, hasta llegar por fin al oscuro
parque.
Dio
una vuelta y por fin al final encontró a Niurka con su
prima, que discretamente se marchó cuando él llegó.
Cogió a Niurka en sus brazos y la beso en la boca. Caminaron
abrazados y se adentraron en una glorieta cubierta de yerbas.
La oscuridad era tan grande que tardó un tiempo en que
pudieran distinguirse los rostros.
Deseaba
mucho a Niurka- pensaba Jorge- pasarse el tiempo en la escuela
sin poder hacer nada era una tortura, todo el tiempo sintiendose
vigilados. Siempre tenían miedo de que los fueran a descubrir.
Vivían
en un constante sobresalto y meterse en el albergue de ella fue
el riesgo más grande que habían hecho y ahora era
casi imposible, porque habían cogido a una muchacha metida
en el albergue de los varones con su novio.
A
esos, cuando los cogieron en el acto sexual, del susto no pudieron
separarse. Tuvo que venir una ambulancia y llevárselos
a los dos en una camilla, uno encima del otro, con una sábana
tapándoles los cuerpos. A ambos lo expulsaron de la escuela.
Por
eso, estar allí, era muy importante. Era el desquite de
dos semanas sin poder hacer nada.
La
besó en la boca, le mordió los labios, le besó
los cachetes. Era un maestro en eso- pensó – enseguida
la encendía, sabía llegar a los puntos exactos y
con total naturalidad y espontaneidad.
La besó en el cuello, levantó su pelo y la besó
en la nuca, chupando cada parte, besó en la parte de atrás
de la oreja, le gustaba observar las reacciones de ellas, veía
como se erizaba la piel de todo su cuerpo.
Metió
la mano por el cuello de la blusa y sintió sus senos, que
en los últimos tiempo, habían crecido un poco más.
Pasó las yemas de los dedos por los pezones. El frío
de la noche y las caricias los habían puesto aún
más erectos.
Desabrochó
la blusa y su sostén, entonces pasó su boca por
sus senos, le gustaban particularmente los lados exteriores de
los senos, porque era lo que más observaba, cuando ella
en el campo, levantaba los brazos para amarrarse su pelo.
Y si, le habían crecido y se veían muy sensuales.
Estuvo volviéndola loca un rato con sus ojos en blanco.
Ahora
metió la mano por debajo de la saya y acarició los
muslos y las caderas. Su cuerpo estaba hirviendo. Las piernas
les temblaban. Suavemente le dijo al oído:
- Quítatelo
- Estás loco.
- Dale, que estamos tapados por todas esas matas, no nos ven
- Pero qué quieres hacerme
- Solo acariciarte
- Esta bien, pero nada más.
- Así mamita, así, ¿te gusta?
- Tu sabes que si, es rico
- Déjame pasártelo por ahí
- No, que a ti se te sale y me vas a preñar
- No chica, que me voy a controlar
- Estás loco, si yo casi no puedo controlarme
- Anda déjame metértela,
- Tu ves, estás siendo egoísta, después quien
la va a pasar mal voy a ser yo
- Está bien, déjame pasarla, solo eso. Te prometo
que no voy a hacer nada.
- Esta bien
- Así mamita, así
- Así papito como me gusta eso, que rico es.
- Que mojada la tienes
- Y tu que grande, que rico
- Te voy a mamar todita, te voy a gozar todita
- ¿Que vas a hacer?... que haces allá abajo- Vio
como Jorge, se arrodilló en el suelo y con su boca empezó
a hacerle algo que nunca que habían hecho.
- ¿Te gusta?
- Ay si, riquísimo, está riquísimo papi-
Ahora si que no pudo aguantar más y gimió, gimió
de placer, mientras el no soltaba, como un becerro- Ay mi macho,
ay que rico, que rico tu lo haces, me tienes loca.
Jorge se levantó y comenzó a besarla en la boca
y seguía encendido.
- Mámame, anda
Ella se arrodilló y comenzó a gozarlo, al principio
un poco timida, pero después un poco viciosa y desesperada.
- ¿Te gusta?- le preguntó él
- Me encanta
- Déjame metértela anda
- No
- Bueno déjame meterla aunque sea por detrás chica.
- No, dicen que eso duele mucho
- Chica tu verás que no te va a doler, voy a hacértelo
bien, seré cuidadoso
- No te dije
- Chica mira que tu eres mala conmigo, coño me paso la
vida cogiendo dolor de huevos contigo... anda chica no seas mala
- Oye mira que tu eres insistente. Esta bien, dale
- Vírate y échate para acá, así, inclínate
un poquito nada más, así, así, será
suave, bien suave, mira suave, suavecito mami, no quiero que te
duela suavecito, empuja tu misma mami, miralo como entra de rico
mami, ¿te gusta?
- Si, me gusta, si, que rico
- Déjame acariciarte de la parte de alante
- Haz lo que tu quieras papi, lo que tu quieras
- Así, ahora si, así que rico… ese culo es
mio cojones, me lo estoy comiendo repinga, pinga pa ti cojones.
¿Quien es tu macho dime cojones?
- Tu papi tu, pero que rico es eso papi, que sabroso Dios mío,
ay no puedo más, ay no puedo más
Estaban
como locos, sintiendose, el uno al otro, El como un caballo cerrero,
ella alumbrada por dentro.
- Muevete rico mami, clavatela hasta los cojones, mi rica, coge
cojones, esto es pa ti, me tienes loco cojones.
Ambos terminaron con dolor en las piernas, se abrazaron y estuvieron
así un rato, para recuperar las fuerzas. Solo ella rompió
el silencio.
- Mi amor ¿dónde tu has aprendido todo eso?
- En ningún lugar, lo siento y lo hago ¿te gustó?
- Y decía la verdad, era la primera vez que habia estado
dentro de una mujer.
- Todo me gustó y mucho- entonces ella se acordó
de algo y comenzó a reír.
- ¿De qué te ríes?
- De un cuento de Pepito, que se parece mucho a ti
- ¿Cuál cuento?
- A casa de Pepito, llegó un compañero de trabajo
del padre y a Pepito le encantó el reloj de manilla dorada
que llevaba puesto y le dice al hombre - Chico, regálame
ese reloj y el hombre le dijo - Pepito tu estás loco, cómo
te voy a regalar el reloj, - Anda chico que más te da,
no seas malo - seguía Pepito.
El
pobre hombre le explicaba - Pepito este es un regalo de mi abuelo
¿Cómo te lo voy a regalar? Y Pepito seguia - Anda
chico, no seas malo.
Bueno
para no hacértelo más largo, así tuvo al
pobre hombre, cada vez que iba a la casa de su padre, hasta que
un día el pobre hombre le dijo - cógete el reloj
y no me jodas más.
Varias
semanas después el pobre hombre se encontraba sentado en
el portal de la casa y su sobrina le pidió consejo - Tío,
en mi escuela hay un muchacho, que todos los días me dice
que quiere hacer el sexo conmigo y no sé que hacer, me
tiene cansada. El hombre la miró y le dijo - Espérate
¿es uno que tiene un reloj dorado? La sobrina le dijo que
si y le dice el pobre hombre- Ay hija date por preñada.
Jorge
se ahogaba de la risa
- Así mismo eres tu, anda chica no seas mala, anda, Chica
tu verás que no te va a doler, coño no paraste hasta
que me cojiste- Se burló ella
Eran
las 4 y 30 de la madrugada cuando Jorge se bajó de un camión,
a 600 metros de la escuela. Se metió por el terraplén
que había utilizado en su fuga y después del largo
trecho, entró por la parte trasera de la escuela. |