Por
Claudia Márquez
La
oportunidad de recorrer la incertidumbre en la vida del cubano
y andar las calles de la Habana escuchando buena música
no las brinda el filme Habana Blues. Para los
cubanos que todavía tenemos el olor a Cuba en la piel resulta
verdaderamente emocionante ver las actuaciones de Tito (Roberto
Sanmartín), Ruy (Alberto Joel Garcia) y su esposa, Yailene
Sierra, jóvenes que nos muestran a sangre fría el
dilema de “quedarse en Cuba o escoger la primera oportunidad que
se presenta”.
A
través de un amigo Ruy y Tito logran contactar a dos españoles
productores que buscan músicos underground en Cuba. El
contrato que los europeos le ofrecen al grupo al que ellos pertenecen,
Habana Blues, no resulta ventajoso. Esto exaspera divisiones entre
Ruy y Tito al igual que entre el resto de los jóvenes pertenecientes
a la banda musical.
Algunos
de los integrantes, por tal de salir de Cuba, aceptan lo que sea;
otros, se sienten con el derecho a reclamar mejor remuneración
por el valor de su música. Tal dilema envuelve los sentimientos
y emociones de estos jóvenes que no encuentran esperanza
de un futuro mejor y a quienes la escasez material subyuga día
a día.
El
filme de dos horas nos da la oportunidad de observar la vida del
cubano reflejada en la familia de Ruy, a quien el divorcio le
asoma a las puertas con dos hijos pequeños y el cierre
del permiso para vender artesanía, a su esposa, se convierte
en el leitmotiv que la impulsa a aceptar irse de Cuba hacia Miami
en una lancha junto a sus dos pequeños hijos.
Un
teatro a punto del colapso, edificios mugrientos y el apartamento
de “Ruy” nos trasladan a La Habana real que hoy pulula junto
al muro del Malecón y el Paseo del Prado. La miseria no
es un término abstracto. Se puede palpar a través
de la pantalla con el poder de la imagen que nos brinda el Director
de la cinta, Benito Zambrano.
Mas allá del mensaje “apolítico” de la cinta, de
que los grupos de Miami financian la búsqueda de “músicos
disidentes” y utilizan a terceras personas para su cometido para
nada Habana Blues es un filme político. Al contrario, es
un retrato humano que logra el nudo en la garganta en los espectadores
y las lágrimas en los más sensibles.
Cualquier
cubano de cualquier parte del mundo puede verse reflejado en la
vida de estos tres jóvenes amantes de la música
y, sobre todo, de la libertad.
Mas
comentarios
Benito
Zambrano (41), director de "Habana Blues", y conocido
por la exquisita "Solas" (2000), pasó por Buenos
Aires Al nivel de su opera prima, "Habana..."
cuenta la intensa historia de Ruy y Tito, dos músicos fuera
de la onda musical típica: llenos de rock, sueñan
con convertirse en estrellas de la canción, pese a las
dificultades que le impone el sistema de vida cubano.
"Cuba
es un lugar loco y maravilloso, y esta película es un agradecimiento
al lugar que me formó como persona y cineasta", dijo
el sevillano Zambrano, que lanzó un deseo:
"Ojalá que Cuba no pierda su alegría... Y haya
más libertad que no tenga que estar la gente prostituyéndose
para conseguir algo.
La
desgracia de los gobernantes latinos es que se convierten en ladrones
o dictadores. Y Fidel... (suspira). Fidel es el loco de la isla,
pero no el culpable de todo".
Hay
un mensaje de fondo que genera hormigueos corporales...
Sí, sobre todo cuando el humor y los sentimientos conviven
y se hieren. Es una bella metáfora sobre la dignidad, la
amistad y el amor".
Zambrano
vivió y estudió en Cuba, por lo que conoce todas
las dificultades que representan hacer una película allí.
"La isla está cada vez más encerrada; por lo
tanto, los cubanos tienen menos alternativas.
Por eso, el grito en el cielo de uno de los protagonistas por
abandonar el país como sea parece tan real"
¿Cuál
es su máxima pretensión con "Habana Blues"?
Que
sea estrenada en Cuba y en Miami, un misión complicada...
El
realizador, que elaboró una historia muy desde adentro,
mira de frente la realidad sociocultural cubana. "Intenté
hacer un film desde las entrañas y muestro cómo
es ser joven y vivir en la isla".
¿Es
el film que quiso contar?
Yo no soy Almodóvar ni Julio Medem, pero creo que es una
historia personal y sensible. |