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| El Veraz. | San Juan, Puerto Rico |
Matarse en Cuba: Se calculan 100 mil suicidios en medio siglo de Castrismo

Por Rafael Rojas

En los últimos 25 años, los cubanos, carentes de medios autónomos de comunicación y de recursos económicos, políticos e ideológicos para oponerse al Gobierno de Fidel Castro, han aprendido a transmitir su incertidumbre y su angustia de otras maneras. Casi dos millones se han marchado del país como han podido -en balsas, camiones flotantes, cajas de correo aéreo, trenes de aterrizaje- y alrededor de 70.000 se han suicidado, también, de las más diversas formas: incinerados, ahorcados, desangrados, apuñalados, atropellados en la carretera, precipitados al vacío o, simplemente, de un tiro en la sien. En el último medio siglo de comunismo, 100.000 cubanos podrían haberse quitado la vida.

A principios de los años ochenta, el Ministerio de Salud Pública de la isla dio a conocer que la tasa de suicidio en Cuba había rebasado los 20 por cada 100.000 habitantes. Aquellas cifras revelaban que, en menos de una década, el índice de muertes por esa causa se había duplicado -en 1969 sólo morían así 8 entre 100.000- y que Cuba no era uno de los países latinoamericanos donde más personas se mataban al año, sino la nación con más suicidios per cápita del hemisferio occidental. Los cubanos, según esa estadística infernal, se mataban más que los norteamericanos y que la mayoría de los europeos, los asiáticos y los africanos. La isla caribeña se acercaba a las tasas de suicidio de países nórdicos como Dinamarca, Finlandia y Suecia, y de algunos de sus aliados en Europa del Este como Hungría, Rusia y las repúblicas del Báltico.

Un estudio realizado a mediados de los noventa, en Miami, por Maida Donate y Zoila Macías, dos antiguas investigadoras del Ministerio de Salud Pública, cuestionaba las estadísticas dadas a conocer por la Organización Mundial de la Salud, en 1995 y 1996, según las cuales, el Gobierno cubano había logrado contener aquella tendencia creciente con tasas de alrededor de 2.000 suicidas al año. Según estas estudiosas, a mediados de la pasada década, el índice de suicidios debió estar cercano a los 30 por cada 100.000, manteniendo a Cuba entre las cinco naciones más suicidas del mundo. Donate y Macías, sin embargo, demostraban que esa tendencia, acentuada entre los habitantes de la isla, también caracterizaba a los cubanos de Miami, cuyas tasas de suicidio eran superiores a las de otras comunidades hispanas en Estados Unidos.

El tema ha llamado la atención de novelistas, historiadores y sociólogos. Guillermo Cabrera Infante le dedicó uno de los mejores ensayos de su libro Mea Cuba (1993), titulado Entre la Historia y la Nada, y publicado originalmente en la revista Escandalar. Allí se contaba la historia de los grandes suicidios políticos del siglo XX cubano: desde los de personalidades de la vida pública republicana, como el alcalde habanero Manuel Fernández Supervielle, el líder populista Eduardo Chibás, el ex presidente Carlos Prío Socarrás o el director de la revista Bohemia, Miguel Ángel Quevedo, hasta los de importantes dirigentes de la Revolución como la heroína Haydée Santamaría, el magistrado Osvaldo Dorticós y varios ministros revolucionarios: Augusto Martínez Sánchez, Alberto Mora, Rodrigo García...

Otro novelista, Eliseo Alberto, en una de las crónicas de su libro Dos cubalibres (2005), habla de escritores y artistas suicidas, más recientes, como los poetas Raúl Hernández Novás y Ángel Escobar, los narradores Guillermo Rosales y Miguel Collazo, la pintora Belkis Ayón y la historiadora Raquel Mendieta. Al lector europeo o norteamericano puede resultar tediosa o extravagante, por trivial o desconocida, tan larga lista de trasnochados románticos y tropicales, nacidos en las Antillas de fines del siglo XX y, a pesar de ello, resueltos a quitarse la vida ante el infortunio de la historia. Pero, en todos los casos, se trata de protagonistas de la vida cultural cubana, precisamente, en sus décadas de mayor apogeo utópico y aclamación occidental.

El último libro del más laborioso historiador de temas cubanos, el profesor Louis A. Pérez Jr., de la Universidad de North Carolina, en Chapel Hill, se titula To Die in Cuba. Suicide and Society (2005) y versa sobre la vocación suicida de los habitantes de la isla. La investigación de Pérez viene a confirmar algo que ya se desprendía del estudio de Donate y Macías y desarrollado también por Damián Fernández en su ensayo Cuba and the Politics of Passion (2000): a saber, que, entre cubanos, ese impulso de aniquilación no es atribuible, únicamente, al establecimiento de un orden comunista en el Caribe, sino a una experiencia traumática de la historia y a un ejercicio patológicamente afectivo de la vida social y política. Desde fines del siglo XIX y, sobre todo, desde las primeras décadas del XX, ya los índices de suicidio en Cuba estaban por encima del de la mayoría de los países latinoamericanos.

En 1907, por ejemplo, el médico legal Jorge Le Roy Cassá publicó un estudio, titulado Qou Tendimus?, en el que daba a conocer que entre 1890 y los primeros años de la República, es decir, en poco más de una década, se habían matado 764 hombres y 355 mujeres. Entonces, la población insular, cercana a los dos millones de habitantes, acababa de sufrir una guerra en dos actos, la de los cubanos por su independencia y la de los Estados Unidos contra España, y un nacimiento como nación moderna constantemente alterado por tensiones raciales y guerra civiles. Un siglo después, la proporción de muertes por suicidio en Cuba parece confirmar esa tendencia a la automutilación de una ciudadanía, capaz de soportar la más larga dictadura de la historia occidental, pero incapaz de hacerlo sin dejar un testimonio perturbador.

Psiquiatras, filósofos y escritores piensan que un acto tan misterioso como el suicidio es inexplicable. Inexplicable, piensan algunos, como la locura y el amor, los milagros y las alucinaciones. El estudio de un historiador tan autorizado como Louis Pérez demuestra que, en el caso cubano, esa inveterada disposición al suicidio tiene que ver con la historia o, más específicamente, con el devenir político de la isla. Toda experiencia autoritaria, como la que se vivió en Cuba antes de 1959, y toda experiencia totalitaria, como la que ha tenido que soportar la población cubana desde 1959, es transmisora de esa "sombra" de muerte que, al decir de Eugenio Trías, deja a su paso cualquier gobierno tiránico.

Las fantasías occidentales establecen a Cuba como una isla caribeña, con fuertes tradiciones de alegría y comunitarismo, capaces de movilizarse contra la racionalidad moderna. La vocación suicida de los cubanos, sin embargo, describe a una ciudadanía atormentada, incapaz de liberar frustraciones históricas, reacia a superar traumas nacionales y demasiado proclive a la experiencia afectiva de los conflictos políticos. No hay estadística más reveladora del carácter sombrío del socialismo cubano que esos 100.000 suicidas en medio siglo.

Por Jorge Felix
Editor del Semanario "El Veraz"

Notas del editor: Solo en la provincia de Las Tunas segun los ultimos datos filtrado es de 750 en un año, siendo la mas alta de todas las provincias del país. Presentamos a continuacion los casos del Municipio de Boyeros y la provincia de Pinar del Rio:

Los factores asociados que se deben tener en cuenta para determinar individuos con riesgo suicida fueron, según los entrevistados: todo tipo de depresión (34 %), farmacodependencia y alcoholismo (30 %), enfermedades crónicas invalidantes (30 %), personas sin atención familiar (18 %), antecedentes familiares de intentos suicida o suicidios (12 %), y sobrevivencia al intento (10 %).

Factores asociados que se deben tener en cuenta para identificar individuos y familias con riesgo suicida.

En el año 2001 hubo 110 fallecidos para una tasa de 14,9 × 100 000 habitantes (tabla 1 que recoge el número y la tasa de los fallecimientos por suicidio en la provincia Pinar del Río en el año 2001 y los 4 años anteriores). El comportamiento de las tasas durante ese quinquenio fue bastante estable, y durante todos los años de ese período, excepto en el último, las tasas de la provincia fueron inferiores a las del país. Ya desde el primer año analizado la tasa provincial estuvo por debajo de 18 × 100 000 habitantes que es el propósito que fijó el Ministerio de Salud Pública para alcanzar en el país en el año 2000 (Cuba. MINSAP. Dirección Nacional de Estadísticas. Anuario Estadístico 1997. Ciudad Habana: MINSAP; 1998), (Cuba. MINSAP. Dirección Nacional de Estadísticas. Anuario Estadístico 1998. Ciudad Habana: MINSAP; 1999), (Cuba. MINSAP. Dirección Nacional de Estadísticas. Anuario Estadístico 1999. Ciudad Habana: MINSAP; 2000), (Cuba. MINSAP. Dirección Nacional de Estadísticas. Anuario Estadístico 2000. Ciudad Habana: MINSAP; 2001.).


Tabla 1. Mortalidad por suicidio

Años de ocurrencia de los fallecimientos
1997
1998
1999
2000
2001
No.
Tasa
No.
Tasa
No.
Tasa
No.
Tasa
No.
Tasa
110
15,1
118
16,1
114
15,5
105
14,2
110
14,9

Fuente: Departamento de Estadísticas de la Dirección Provincial de Salud.

Como puede observarse, la tabla 2 expone, en orden decreciente, de acuerdo con sus tasas, el lugar que ocuparon las distintas causas de muerte en la provincia en el 2001. Los suicidios ocuparon este año el séptimo lugar provincial, al igual que sucedió en todos los años del quinquenio. En el país en el 2001 el suicidio como causa de muerte descendió al octavo lugar (Cuba. MINSAP. Dirección Nacional de Estadísticas. Situación de salud en Cuba. Indicadores Básicos 2001. La Habana: OPS/OMS-MINSAP. 2002 [plegable]), (Lam Hernández Z. Mortalidad por suicidio en la provincia de Pinar del Río y el municipio San Cristóbal. Año 2000. Trabajo para la Terminación de Residencia. Pinar del Río; 2001.).


Tabla 2. Mortalidad por suicidio. Lugar que ocupa el suicidio dentro de las causas de muerte

Lugar Causa
Fallecidos
Tasa
1 Enfermedad del corazón
11 051
142,6
2 Tumores malignos
746
101,2
3 Enfermedades cerebrovasculares
462
62,7
4 Influenza y neumonía
274
37,2
5 Accidentes
213
28,9
6 Enfermedades de arterias, arteriolas y vasos capilares
125
17
7 Suicidios
110
14,9
8 Cirrosis hepática y otras enfermedades crónicas del hígado
67
9,09
9 Diabetes mellitus
53
7,2
10 Bronquitis, enfisema y asma
7
7,2
11 Otras (resto)
1 620
-
Total  
4 728

Fuente: Departamento de Estadísticas de la Dirección Provincial de Salud.

En la tabla 3 se presenta el comportamiento del suicidio en la provincia durante el año 2001, según edad y sexo. En cuanto a la edad, se constata que no hubo fallecidos menores de 10 años, y que la tercera edad, o sea, la población de 60 años y más, fue, con mucho, la más afectada con 51 fallecidos, o sea, el 46,36 % del total.


Teniendo en cuenta que la población de esa edad en la provincia en el 2001 era de 93 865 personas para un 12,74 % del total, se evidencia que la tasa específica para ese grupo etáreo (54,33 × 100 000 habitantes) es la más elevada, ocurriendo lo mismo con los subgrupos de 60 a 69, 70 a 79 y 80 y más, si se comparan con los otros grupos de edades. Ese predominio de las edades más avanzadas coincide con lo reportado por otros autores.1,4-6


Respecto al sexo se comprueba que predominó el masculino con 86 casos y 78,2 % del total, para una razón masculino-femenino de 3,6 a 1, llamando la atención que en el grupo de 80 años y más el total de los 13 fallecidos pertenecieron a ese sexo. En el único grupo etáreo que predominó el sexo femenino fue en el de 10 a 19 años con 2 de los 3 casos para un 66,6 %. Ese predominio masculino coincide con la literatura revisada. 1,6,10,11

Tabla 3. Mortalidad por suicidio, según sexo y edad

Edad (en años)
Sexo
Masculino
Femenino
Ambos
Menos de 10
No.
0
0
0
%
0
0
0
10 a 19
No.
1
2
1
%
0,9
1,8
2,73
20 a 29
No.
12
4
16
%
10,9
3,6
14,5
30 a 39
No.
8
3
11
%
7,2
2,7
10,0
40 a 49
No.
12
4
16
%
10,9
3,6
14,5
50 a 59
No.
12
1
13
%
10,9
0,9
11,8
60 a 69
No.
9
6
15
%
8,2
5,4
13,6
70 a 79
No.
20
3
23
%
18,2
2,7
20,9
80 y más
No.
13
0
13
%
11,8
0
11,8
Total
No.
86
24
110
%
78,2
23,7
100,0

Fuente: Departamento de Estadísticas de la Dirección Provincial de Salud.

En la tabla 4 se observa el comportamiento del suicidio en la provincia durante el año 2001, según mes de ocurrencia, y no hubo un predominio significativo de la incidencia en ningún mes del año, lo cual coincide con la literatura revisada.

Tabla 4. Mortalidad por suicidio según mes de ocurrencia

Meses
Fallecidos
%
Enero
10
9,1
Febrero
8
7,2
Marzo
5
4,5
Abril
6
5,8
Mayo
13
11,8
Junio
12
10,9
Julio
9
8,2
Agosto
10
9,1
Septiembre
11
10,0
Octubre
9
8,2
Noviembre
6
5,4
Diciembre
11
10,0
Total
110
100,0

Fuente: Departamento de Estadísticas de la Dirección Provincial de Salud Pública.

El orden que ocuparon los municipios de la provincia de acuerdo con la tasa que alcanzaron en el problema que se investiga se aprecia en la tabla 5. Aquí se observa que el municipio de Viñales fue el de más alta tasa en el 2001 (26,0), seguido de Minas de Matahambre con una tasa de 22,1 y Consolación del Sur con una tasa de 20,9 ´ 100 000 habitantes.


En el año 2000, Sandino ocupó el décimo lugar de la tabla en orden decreciente de tasas con 12,4 (19), y este año 2001 mejoró su posición al máximo al no tener que lamentar fallecido alguno por esta causa, como se evidencia en la tabla. Viñales ocupó en el año 2001, el primer lugar de la tabla al presentar la tasa más alta. Minas de Matahambre en el año 2000 había ocupado el primer lugar con una tasa de 30,3 (19), pero ahora descendió al segundo seguido por Consolación del Sur.

Tabla 5. Mortalidad por suicidio. Lugar que ocupa cada municipio por esta causa

Lugar Municipios
Casos
Tasas
1 Viñales
7
26,0
2 Minas de Matahambre
8
22,1
3 Consolación del Sur
18
20,9
4 Los Palacios
8
19,8
5 San Juan y Martínez
9
19,1
6 Mantua
5
18,7
7 Guane
7
18,7
8 La Palma
6
16,7
9 Pinar del Río
27
14,4
10 San Cristóbal
8
11,5
11 Candelaria
2
10,1
12 Bahía Honda
4
8,3
13 San Luis
1
2,9
14 Sandino
0
0,0

Fuente: Departamento de Estadísticas de la Dirección Provincial de Salud.


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