Miguel
A. García Puñales
Las condiciones en las que ha sabido moverse la dictadura cubana,
le otorgan ventaja frente a sus adversarios. Disponiendo de un
grupo importante de factores -que hemos analizado en las tres
primeras partes de esta serie-, vale decir de apoyos estructurados
en sistema; sería inocuo terminar el análisis sin
hacer referencia a los mecanismos de formación de bastidores
mediante contrapartes que en el ámbito de la alta geo-política
internacional contribuyen al sostén del régimen.
Tres
son las relaciones “legales” que le permiten al tirano
ejercer como manipulador consumado, a saber;
•
Las relaciones políticas con otros estados
• Las relaciones de colaboración con organismos internacionales
• Las relaciones económicas
En ese mismo orden abordaremos el análisis, no sin
antes advertir al amigo lector que no espere brevedad y mucho
menos profesionalidad periodística. Los ensayos que sirven
de base para la publicación de la presente serie de artículos
abarcan numerosas fuentes de consulta en diversas ramas de la
investigación socio-económica, ciencias políticas
y en general de las ciencias sociales aplicadas en esa especie
de mare mágnum o ajiaco criollo al que suelen denominar
“Cubanología”.
Alerto además; en ciertos medios se ha impuesto la moda
“políticamente correcta” de aceptar como válidos
sólo los análisis coincidentes con determinados
patrones prefabricados -a los que prometo dedicar en breve algunas
líneas- y entre esas pautas no suelen aceptarse ciertos
enfoques de la realidad nacional, la de dentro y la de fuera de
la Isla, pues contradicen intereses a veces no identificados muy
claramente pero que subyacen a la espera de su cosecha.
Las relaciones políticas con otros estados:
Por
obvias no nos referiremos a las relaciones con el bloque comunista
que cayó con el muro de Berlín, a la manifiesta
condición de satélite de la URSS –con la que
jugaba a interpretar el papel de hijo pródigo más
o menos bravucón- ni a los vínculos mucho más
actuales con la China reciclada; ni siquiera a las estrechas relaciones
con determinados estados totalitarios, las relaciones entre iguales
–por evidentes- son muy conocidas.
Nos
referiremos a las relaciones con los estados que funcionan bajo
regímenes democráticos, con independencia de su
grado de desarrollo económico o a las diferentes integraciones
en bloques políticos, económicos o militares, en
este caso regionales o globales. Con todos ellos, el gobierno
de La Habana ha establecido desde siempre una prioridad en sus
relaciones; su vinculación más o menos estrecha
con sus estructuras políticas, sobre todo con las estructuras
de la sociedad civil –increíble en un estado que
desarboló nada más llegar al poder el complejo entramado
de interrelaciones sociales que heredó de sus antecesores-
aunque en ningún caso haciendo asco a las relaciones con
los diferentes partidos políticos de los estados democráticos,
especialmente con los de la oposición, no siempre exclusivamente
de izquierdas.
Sin
embargo, todas esas prioridades se han supeditado a una estrategia
a largo plazo, que no sólo funcionó, sino que aún
funciona; la estrategia del antiamericanismo. De ella trataremos
a continuación.
La
bipolaridad política mundial en el período comprendido
entre el inicio de la “Guerra Fría”, iniciada
desde el mismo fin de la II Guerra Mundial –algunos historiadores
la periodizan algo antes- y hasta la disolución del “Telón
de Acero”, fue no sólo el escenario de una gigantesca
carrera armamentista y pretexto para varias guerras no tan “frías”
o de cientos de los llamados “Conflictos de baja intensidad”,
fue –todavía lo es- una gigantesca guerra de propaganda
política.
En
esa guerra propagandística, los Estados Unidos de América
fueron perdiendo calidad de imagen, en la misma medida que la
estructura satélite de la URSS iba ganando -sobre todo
en los llamados países del “tercer mundo”-
el prestigio que suelen dar las ficciones y utopías. Los
años cincuenta y sesenta fueron básicos en ese proceso,
que terminó de cimentarse en los setenta durante la primera
guerra cubierta en su totalidad después de la universalización
de la señal televisiva; la guerra de Viet Nam.
En
ese tiempo histórico concreto, comienza precisamente la
dictadura cubana aportando su paletada de arena -que no granito-
en la exacerbación del sentimiento antiamericano, que justo
es decirlo; adquiere un grado bastante generalizado de universalización
desde las plataformas de muchos aliados y beneficiarios de las
políticas económicas y de seguridad aplicadas por
Norteamérica.
Sobre
esa base se establecieron las estructuras de inteligencia política
de La Habana, así como la casi totalidad de sus actuales
vínculos; pongamos la evidencia de los diferentes estamentos
de la clase política europea. Clase política que
llegó tarde y en el mejor de los casos con posturas afectadas
a las presiones sobre el gobierno cubano para el logro de cambios
reales en el tratamiento a los Derechos Humanos y a la crítica
situación de ausencia de las garantías propias de
un Estado de Derecho.
A
lo largo de casi medio siglo ha logrado Castro operar con una
ventaja - los primeros treinta años bajo el paraguas directo
de una de las dos superpotencias de la época- , la ventaja
que representa la continuidad directa en el poder. Por eso sus
vínculos han sido siempre y más directamente -tal
es el caso de Europa- con las estructuras políticas afines
de ámbito territorial y de ser posible con los nacionalismos.
Conocedores
de los diferentes mecanismos de formación de gobiernos
en los estados democráticos, han preferido trabajar a largo
plazo y por la base abarcando en todos los sentidos un cada vez
más amplio abanico de estructuras.
Muchas
son las figuras políticas que se han vinculado a La Habana
desde años atrás, utilizando el mismo sistema que
hemos descrito en artículos anteriores como válido
para los intelectuales. Hoy en día se cuentan por miles
los políticos en activo de diferentes agrupaciones de izquierdas
que de alguna forma recibieron apoyo, estímulo e incluso
formación en territorio cubano. Sin hacer asco a políticos
situados no tan a la izquierda sino todo lo contrario, incluso
de relaciones secretas con enemigos jurados.
Sólo
de forma anecdótica referiré que hace ya algunos
años tuve la oportunidad de ver y tocar una fotografía
–al parecer auténtica- de los archivos cubanos, tomada
en un aeropuerto militar de Luanda en plena guerra de Angola.
En ella se veía claramente un abrazo entre ¡Raúl
Castro y Augusto Pinochet! Y estamos hablando de una fecha posterior
a 1975 –el ascenso de Pinochet al poder fue en septiembre
de 1973- , la referencia documental hablaba sobre cierta participación
del dictador chileno en la mediación de los acuerdos de
paz en la primera etapa de la ocupación cubana en la nación
subsahariana.
Anécdotas
aparte es de señalar que por desgracia para los isleños,
en el ámbito de la geopolítica mundial, Cuba sigue
siendo la llave del Golfo de México, entendido como tal
el trampolín a las Américas, sobre todo como un
trampolín futuro a los que han sido definidos como el granero,
la fábrica, el mercado y los gendarmes mundiales.
Vender
la imagen de pequeño país amenazado por la gran
nación del norte ha despertado simpatías en todo
el orbe, incluso entre los aliados estratégicos de los
EE. UU. Mantener relaciones con La Habana, justamente en la dirección
contraria a la tendencia de la política exterior americana,
sirve entre otras cosas para dar una imagen interior de independencia
y poseer una carta adicional a la hora de relacionarse con la
superpotencia mundial.
Casi
cinco décadas de poder omnímodo dan ventaja evidente
a la dictadura caribeña. Las democracias se renuevan de
forma periódica, pero sólo las dictaduras totalitarias
o las monarquías absolutas disponen del suficiente tiempo
para convertir políticas personales en relaciones a largo
plazo y dar continuidad lineal a las acciones de inteligencia
sobre la clase política de otros estados.
Por
otra parte en las condiciones de respeto a las libertades políticas
y civiles que caracterizan a los estados modernos, el trabajo
a largo plazo de dictaduras como la cubana con actuales o futuras
personalidades de la sociedad civil aparentan constantemente ser
el fruto de “buenas relaciones” o de “solidaridad”.
Por sólo mencionar los casos conocidos del venezolano Hugo
Chávez o del cocalero Evo Morales, profundamente vinculados
a la esfera de influencia de la Isla, mucho antes de haber saltado
a la palestra pública de sus respectivos países;
o de otros dirigentes políticos del entorno tercermundista
y europeo, estos con formación académica obtenida
en sendas becas de La Habana como son los casos del líder
indigenista ecuatoriano Antonio Vargas o el actual Secretario
General de Izquierda Unida en España, Gaspar Llamazares.
Las
posiciones alcanzadas por el estado cubano en el seno de organismos
internacionales, le posibilita además maniobrar a su favor
teniendo en cuenta los intereses de las contrapartes nacionales,
ejecutando a su favor una enorme red de influencias de las que
no son ajenas ni los organismos regionales en que participa, -algunos
sin correspondencia real con su posición geográfica
o política- ni las grandes organizaciones supranacionales,
en las que mantiene una participación para nada en correspondencia
con sus aportes concretos e incluso en franca contradicción
a las disposiciones de las comisiones en que participa.
Las relaciones de colaboración con organismos internacionales.
Uno
de los primeros aprendizajes prácticos de la dictadura
cubana, pasó por el reconocimiento de las posibilidades
que brindan a los estados totalitarios la gran mayoría
de las instituciones internacionales. Sólo mencionaré
algunas y que conste que se perfectamente que no aportamos nada
nuevo, todo es material conocido y que puede ser consultado en
numerosos documentos de las propias entidades.
Sólo
para poner el ejemplo de ONU y de sus sistemas de organizaciones,
empezaré por referirme al apoyo sostenido que obtuvo la
isla durante el largo período de la Guerra Fría,
por parte de la Unión Soviética y el sistema de
estados satélites en todas las comisiones en que participaban,
así como en la Asamblea General, el Sancto Sanctorum de
lo “políticamente correcto”. .
Posteriormente, a finales de los años setenta la participación
activa de Cuba en el engendro geo-político de los No Alineados
–que llegó a presidir a partir de la VI Cumbre de
1979- le permitió ampliar relaciones con numerosos estados
de su propio entorno y con los cuales no sostenía relaciones
desde su expulsión como miembro de la OEA, luego de la
invasión de guerrillas cubanas –plenamente demostradas-
a la Venezuela de principios de los sesenta; la Venezuela de principios
del siglo XXI ya se encuentra invadida sin que el estado “bolivariano”
haga nada por impedirlo dada su condición de cómplice
beneficiario.
Cuba,
como muchos de los estados que integran los supuestos “no
alineados” estaba clara y totalmente alineada en uno de
los dos bloques de la Guerra Fría -de hecho ha sido el
único estado del mundo que ha puesto al planeta a un ínfimo
paso real de la guerra nuclear- pese a lo cual no obstante logró
avanzar extraordinariamente en los diferentes posicionamientos
del sistema de ONU y entidades paralelas. La “capacidad”
de olvido en la comunidad internacional parece ser el mejor aliado
del Gran Manipulador.
Baste
recordar la gran cantidad de años durante los que mantuvo
la dictadura cubana influencias en las tomas de decisiones de
UNESCO, con permanente presencia en su sede parisina de funcionarios
del estado cubano. O la innegable penetración alcanzada
en el sistema OMS/OPS.
Ambas
áreas se corresponden con los supuestos estandartes de
los “logros” revolucionarios, es decir por una parte
Educación y Cultura y por otra la Medicina.
Como
“abanderado” de la “justicia para los pueblos”
ha participado el estado totalitario cubano en la Comisión
de Descolonización y de hecho se ha convertido en una especie
de miembro permanente de la Comisión de Derechos Humanos,
a pesar de que incumple sistemáticamente las resoluciones
de dicha comisión.
Es
relativamente simple si se tiene en cuenta que la ONU cuenta en
su Asamblea General con una gran cantidad de representaciones
de gobiernos que distan mucho de ser democracias plenas, incluso
son numerosas las dictaduras que participan del alto organismo
internacional. No en balde la estrategia de muchos de estos estados,
Cuba la primera, consiste en atacar la composición y funcionamiento
del Consejo de Seguridad, prácticamente el único
órgano en que no han logrado penetrar en mayoría.
Las relaciones económicas.
Es increíble como el gobierno de La Habana ha logrado también
a lo largo de su existencia convertir su participación
política en réditos económicos. Primero obteniendo
subvenciones a cambio de la conversión de la Isla en un
portaaviones soviético y al ejército cubano en una
mercenaria legión extranjera, pero a la vez que establecía
en occidente una amplia red de influencias mediante discretas
inversiones de capitales en terceros países y sobre todo
de un desastroso sistema de comercio exterior que han puesto a
los cubanos en los primeros lugares entre los habitantes mas endeudados
del planeta.
Sin
embargo ese escenario se subraya justo en el momento de la caída
del Muro de Berlín, aunque desde un decenio antes ya se
encontraban inversores extranjeros explorando las posibilidades
de un territorio que se vislumbra con un gran futuro en rentas
de situación.
La
venta de humo siempre ha sido la especialidad del gobierno totalitario,
una simple mirada a la deuda cubana, demuestra la capacidad de
endeudar el futuro de generaciones enteras de cubanos:
I.
CUBA: Deuda en Moneda Fuerte* (Dic. 2004)
Nota: Billón americano = Mil millones
Acreedores
por país |
Deuda (en US $) |
Japón (1) |
$2.331 billones |
Argentina (2) |
$1.967 billones |
España(3) |
$1.765 billones |
Francia (4) |
$1.316 billones |
Venezuela (5) |
$992 millones |
China (6) |
$682 millones |
México (7) |
$480 millones |
Italia (8) |
$447 millones |
Reino Unido (9) |
$371 millones |
Alemania (10) |
$317 millones |
Holanda (11) |
$295 millones |
Rusia [deudas de la era post-soviética] (12)
|
$235 millones |
República
Checa (13) |
$226 millones |
Bélgica (14) |
$221 millones |
Panamá (15) |
$200 millones |
Canadá (16) |
$90 millones |
Austria (17) |
$79 millones |
Brasil (18) |
$40 millones |
Trinidad y Tobago (19) |
$30 millones |
Uruguay (20) |
$30 millones |
Suecia (21) |
$22 millones |
Financiamiento exterior no revelado (22)
|
$258 millones |
Otra deuda histórica (23) |
$893 millones (est.) |
*Basado en las tasas de cambio de noviembre 2004, redondeadas
al millón más cercano. |
TOTAL
|
$13.288 billones (est. |
II.
CUBA: Deuda No-Convertible (Est. 2004)
Gobiernos Acreedores Deuda (en rublos transferibles)
Gobiernos
Acreedores |
Deuda
(en rublos transferibles) |
Rusia
[deuda de la era soviética] (24) |
20.848
billones |
Rumania
(25) |
951
millones |
Hungría
(26) |
200
millones |
Polonia
(27) |
70
millones |
TOTAL |
22.069
billones |
III.
CUBA: Deuda Externa Per Capita
Cuba
[solo moneda dura]: |
US $1,176 (est. 2004) |
Cuba [incluyendo
deuda en rublos]: |
US $3,100 (est. 2004) [28] |
IV.
CUBA: Deuda Externa Pre-Castro
Deuda
Externa en 1958: |
US
$48 millones [US $315 millones en dólares de 2004] |
Deuda
Per Capita en 1958 |
US
$7.38 [US $49 en dólares de 2004] |
Fuente:
CTP.”Deuda exterior cubana”. Abril de 2005.
Sin
embargo, si una jugada maestra ha permitido a la dictadura establecer
vínculos con el poder real de los estados democráticos
ha sido la estrategia de simular un movimiento hacia una supuesta
apertura económica. Apertura levemente insinuada a partir
de la disolución del “campo socialista” y que
ha radicado realmente en atraer capitales hacia las áreas
que se suponen como muy rentables en un futuro de “transición”
y real participación de la nación en la economía
de mercado.
De
esta forma ha logrado que importantes empresas –no sólo
europeas- asistan al envite de verdaderas inversiones de riesgo,
incluso bajo la generalizada modalidad de Joint Venture; lo que
permite al estado cubano controlar las inversiones sin necesidad
del consabido recurso de nuevas “nacionalizaciones”,
al aplicar cualquiera de los conocidos mecanismos monopolistas
del capitalismo de estado.
Esta
relación progresiva le ha permitido recientemente deshacerse
de los pequeños y medianos inversores extranjeros a los
cuales ha ahogado con mecanismos retardadores e impagos –algunos
grandes grupos financieros también han caído en
la trampa, Bancomex, por ejemplo- a la vez que comenzar a utilizar
a los grandes inversionistas como grupos efectivos de presión
sobre sus respectivos gobiernos.
Alguien
dijo alguna vez que no existe animal mas cobarde que un millón
de dólares –en los tiempos que corren superado quizás
solamente por un millón de euros- por tanto los que han
jugado a la carta cubana se aprestan de todas las formas posibles
a defender sus inversiones y ello pasa por presionar a sus respectivas
clases políticas a mantener “buenas relaciones”,
léase cumplir con las exigencias de un gobierno tiránico
a toda costa con tal de mantener no sólo la inversión,
sino el posicionamiento supuestamente alcanzado. Aunque para ello
pasen por encima de todos los principios en los que suelen sustentarse
las sociedades de las que proceden los capitales.
A
la probada táctica del débito con impagos crónicos
ha sumado la tiranía en los últimos lustros la estrategia
de insinuar levemente un movimiento hacia la economía de
mercado –insinuaciones declaradamente en retroceso con la
última oleada de comunismo ortodoxo- creíble sólo
por aquellos que se empeñan en creer a toda costa.
Muchos
estados acreedores sueñan aún con el cobro de añejas
deudas. El autor de estas líneas escuchó con estupor
a cierto embajador latinoamericano, en el ya lejano 1998, argumentar
la posibilidad de un voto favorable al régimen de La Habana
por parte de su gobierno en cierta comisión internacional,
en espera de una solución favorable a una vieja deuda contraída
por Cuba con los empresarios del referido estado.
Si
se quiere un ejemplo de manual, ahí está el documento
enviado al presidente del actual gobierno español por parte
de la Asociación de Empresarios Españoles en Cuba,
en el que exigen el mejoramiento de las relaciones con el gobierno
cubano y establecen literalmente una diferencia entre el cumplimiento
de los derechos humanos y los objetivos de las inversiones que
efectúan en la isla caribeña.
Conclusiones:
Analizando
solo las redes fruto de actividades “legales” del
gobierno de La habana, puede entenderse con más o menos
claridad el complejo entramado de intereses globales de los que
se sirve la más añeja tiranía del planeta.
Sólo que esta, enclavada en pleno corazón del mundo
occidental, marcará a no dudarlo el destino de las débiles
democracias de su entorno y quizás de otras zonas mas alejadas,
en dependencia de si la solución a medio siglo de dictadura
totalitaria se resuelva mediante una transición democrática
verdadera o mediante un continuismo más o menos encubierto.
Claramente
la solución al problema cubano es obviamente nuestro problema,
pero ya debieran ponerse las pilas numerosos estados democráticos.
Una solución inconclusa a los intereses de la verdadera
nación cubana, mantendría a no dudarlo la inestabilidad
en la zona y si una cosa ha demostrado la historia con relación
a la Isla, es que de una forma u otra ha influido mucho más
en asuntos globales que lo que fuera de esperar dada su extensión
territorial y población. Aunque claro está, esperar
que exista memoria histórica en determinados círculos
políticos, es casi como pedir peras a un olmo. Nos toca
los cubanos no olvidar.
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