Claudia
Márquez Linares
Cuando
se tiene acceso a la arista oculta de la historia cubana, la
que no se publica al interior de la Isla, entonces uno se espanta
de lo cruel que ha sido la “Revolución” cubana con el
pueblo de Cuba.
El
exilio me ha dado la oportunidad de descubrir la otra cara de
mi país que nunca se publica en los medios oficiales
cubanos. Escuchar a los hijos de los fusilados en el documental
“Tributo a Papá” y ver las imágenes de una Revolución
triunfante asesinando sin piedad a religiosos, demócratas,
hombres amantes de la libertad; cuando percibimos esa otra Cuba
crece en nosotros el anhelo y a la vez la rabia de denunciar
todo lo que ha hecho el régimen de La Habana por tal
de perpetuarse en el poder.
Cualquier
persona que quiera hacer una valoración acerca de la
realidad cubana y se limite a leer la prensa oficial y a escuchar
el Noticiero de Televisión se quedaría perplejo
de los “logros” del régimen cubano. Pero la realidad
resulta muy diferente.
Detrás
de cada médico cubano que se avalancha desesperadamente
a Venezuela para ganar más de 20 dólares al mes,
que es lo que gana en Cuba, hay una historia. Una historia de
hijos y esposas sufriendo la lejanía de su ser querido
por tal de garantizar unas migajas de dólares y comer
como personas.
Detrás
de cada imagen entusiasta de jóvenes en la escuela al
campo, guataca en mano y sonrisa tropical, se esconde una historia
de desarraigo pues para lograr ser universitario obligatoriamente
tienes que entregar tu juventud, bajo condiciones miserables,
al trabajo agrícola. Unido a esto se suma que la tutela
de los padres pasa a ser la tutela de la Revolución,
es decir, tu hijo se formará con ideas estrictamente
comunistas y al servicio en cuerpo y alma de un régimen
que se las ingenia para sacar provecho de los jóvenes.
Detrás
de cada disidente que arriesga su vida y la de su familia por
tal de denunciar al mundo la realidad que le rodea, se esconde
una vida condenada al ostracismo y a la persecución,
donde instantáneamente quedas reducido a la nada y con
la prisión como futuro más certero.
Han
transcurrido 47 años y el cansancio se apodera de nosotros
y de nuestras familias. Nuestros padres pensaron que el gobierno
duraría poco y de generación en generación
hemos visto cómo la vida se nos va de las manos y la
dictadura continúa acabando con el país y su gente.
Muchas
preguntas sin respuestas nos asaltan a la mente y otras se quedan
a discusión para una futura Cuba democrática.
¿Cómo unir esas dos Cubas que son el exilio y
los cubanos de hoy, tan diferentes en educación, estilos
de vida y visión del futuro?
Desafortunadamente,
he escuchado a “eruditos” del exilio que afirman que el futuro
de Cuba esta en manos de los exilados. Pero, ¿y lo de
adentro qué? ¿Qué pasa con esos jóvenes
que anhelan libertad dentro de Cuba y que han decidido quedarse
a esperar el cambio? Aunque no vemos sus rostros, ahí
están. No estudiaron en Harvard y quizás nunca
hayan ido a la universidad. Pero sufren y aman a Cuba tanto
como los que desde afuera sangramos por ella y anhelan una Cuba
libre sin hipocresía ni favoritismos políticos.
El
futuro de Cuba está en manos de todos los cubanos. Los
de dentro y los de fuera. Cuarenta y siete años de dictadura
han acabado con la economía y los valores familiares.
El espíritu de lucha del cubano de a pie sufre el peso
de una dictadura avasalladora y criminal.
Pero
tenemos que confiar en el carácter rebelde de los cubanos,
en su inteligencia y su capacidad de echar pa´lante bajo
cualquier circunstancia. No permitamos que el pesimismo acabe
con nuestras esperanzas.