por
Ismael Sambra
ismaelsambra@nuevaprensalibre.com
Estamos viviendo un tiempo alucinante. El mundo anda de patas
para arriba y parece que nos acercamos al principio de otro
final. Los terroristas y los comunistas -perdonen la redundancia-,
ganan terreno cobrando vidas inocentes con bombas suicidas y
hasta ganando elecciones con el voto democrático “el
instrumento más eficaz y piadoso que han imaginado para
su conducción los hombres”. Con formas violentas o juegos
democráticos, estos enemigos de la libertad asaltan el
poder usando estrategias villanas que no encajan con la justicia
y sí en el engaño. Los resultados están
favoreciendo a una
nueva estirpe de tiranos que desde la extrema izquierda, pretende
imponernos regímenes fracasados que aumentan la pobreza,
pues inmovilizan o destruyen la economía y pervierten
o enajenan la naturaleza humana.
Esta es la constante. Chávez fue elegido democráticamente
después de su fallido golpe de estado, y con apoyo popular
en los primeros tiempos ha creado un régimen autoritario
contra el estado de derecho venezolano, con el siniestro objetivo
de perpetuarse en el poder. Evo Morales acaba de triunfar en
las elecciones de Bolivia y amenaza con convertirse en una pesadilla
para Estados Unidos, pues prometió legalizar la coca,
principal materia prima de la cocaína, que para él
es sagrada. El grupo terrorista Hamas triunfa en Palestina por
el voto popular, mantiene el terror y amenaza a Israel con la
destrucción total, oficializando como ideologías
la violencia y el racismo antisemita. Los terroristas de ETA
forman partido y quieren ir a unas elecciones que le favorezcan.
Similares catástrofes se pronostican para este año.
Los
que no pudieron tomar el poder por la fuerza, ahora quieren
conquistarlo con el voto popular, después que asesinaron
a miles de inocentes. Contradictoriamente, el pueblo olvida
y los elige, que es como elegir su propia desgracia. ¿Adónde
se ha ido la sensatez, adónde lo experimentado en otras
latitudes, adónde la historia, la cultura de los que
tienen en sus manos el poder de la selección o elección?
No
olvidemos que Hitler del partido nacional-socialista fue elegido
por el pueblo, que las mujeres lloraban emocionadas sobre las
flores que arrojaban a su paso, que todo lo que hizo Hitler
fue presentado y aceptado como “legal” ante los aplausos histéricos
de las masas fanatizadas. Martí lo dijo: “La ignorancia
mata a los pueblos y es preciso matar la ignorancia”.
¿Acaso
hemos retornado a los tiempos del odio de las doctrinas naci-fascitas?
¿Acaso estaremos recogiendo el fruto de lo que, para
bien o para mal, hemos sembrado? La niñez y la juventud
son las etapas más hermosas e importantes de la vida
y si no hemos sido capaces de educar a nuestros hijos en las
bondades del pensamiento libre, pacífico y tolerante,
entonces, sintámonos culpables del error y esperemos
lo peor de las generaciones futuras, pues, como dijo Martí,
“la enseñanza, ¿quién no lo sabe?, es ante
todo una obra de infinito amor”.
Entonces,
si se inculca el odio en las escuelas secuestradas por el totalitarismo
de líderes sedientos de sangre y venganza, si se inculca
“el odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo,
que impulsa más allá de las limitaciones del ser
humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y
fría máquina de matar”, como expresó Che
Guevara en su Mensaje a la Tricontinental de abril 1967, estaremos
abonando el terreno para las desgracias de los tiempos por venir.
Las
doctrinas comunistas del “hombre nuevo” y las doctrinas naci-fascistas
del “hombre superior” fracasaron, pues no se puede crear una
saludable conducta humana en las jaulas que asfixian la libertad
ni en los suelos que abonan los gérmenes del odio. En
las escuelas se les enseña a los niños palestinos
el desprecio a los judíos. Se les ensaña a ser
mártires, a manejar armas y bombas para reventarse las
tripas en ataques suicidas contra inocentes civiles. En Cuba
un joven aprende a manejar una compleja ametralladora mucho
antes que un simple automóvil, pues además hay
muchas más ametralladoras que automóviles. A un
niño le tratan de inculcar el credo cheguevarista de
convertirlos en una “fría máquina de matar”, pues
lo hacen repetir cada día la consigna criminal: “Pioneros
por el comunismo, seremos como el Che”, que es como decir, seremos
como Ben Laden.
De
nada sirven las campañas que enseñan a leer y
a escribir con las tintas del odio al supuesto enemigo. De nada
nos sirve la atención médica si después
somos utilizados como animales en el matadero para alimentar
los apetitos del poder absoluto. Esta educación y esta
atención médica supuestamente gratuitas de propaganda
y adoctrinamiento político son altamente perjudiciales
para la salud moral del hombre, pues persiguen claros objetivos
stalinistas y hitlerianos para seducir y luego doblegar a las
masas irredentas bajo férreas dictaduras. Somos humanos,
y los humanos dignos preferimos ser animales libres en la selva,
antes que animales domésticos de un amo.
Estas
doctrinas del odio contradicen las palabras del Maestro, nuestro
José Martí, porque “asesino, alevoso, ingrato
a Dios y enemigo de los hombres es el que so pretexto de dirigir
a las generaciones nuevas, les enseña un cúmulo
aislado y absoluto de doctrinas y les predica al oído,
antes que la dulce plática de amor, el evangelio bárbaro
del odio”, y “tal como es admirable el que da su vida por servir
a una gran idea, es abominable el que se vale de una gran idea
para servir a sus ansias personales de gloria y de poder.”
Aprendí
del Maestro, el más grande pensador hispanoamericano,
que no se puede ser conforme, ni indiferente, ni retardado ante
lo injusto; porque “el que se conforma con una situación
de villanía es su cómplice” y “no teme a los gobernantes
quien les enseña la manera de gobernar bien”; porque
“la libertad es una fuerza espontánea, se le desarrolla,
no se le comprime”; porque “la libertad y la inteligencia son
la natural atmósfera del hombre.”
Esto
y mucho más aprendí de su palabra, Maestro, y
lo recuerdo hoy en el 153 aniversario de su natalicio. Aprendí
a amar y a respetar la libertad como “religión definitiva”
del hombre. Esto y mucho más aprendí, y por eso
fui condenado en Cuba a diez años de privación
de libertad, por ser un fiel discípulo de estas ideas,
por haberlas hecho mías y haberlas llevado a la práctica.
Sí,
el poder de los villanos, es un poder asesino, pues “¡...los
pueblos son masas enormes, que de sí propio se mueven,
brillan como relámpagos, despréndense como avalancha,
desátanse e incendian como el rayo, y cuando dejan caer
su alma a sus pies, mientras que arteros envenenadores les llevan
a los labios copas henchidas de mieles letárgicas, y
joyeros complacientes le llenan el cuerpo femenil de joyas,
y descuidadas mozas los coronan de flores, y laxan con besos,
¡pesan ay! los pueblos, como rocas, o como cadáveres!”(José
Martí, Obras Completas, T.5, p.105).
Nos
declaramos contra el poder de los villanos que le dieron una
vez los ignorantes o aquellos a quienes el odio los cegó
y se sacaron un ojo con tal de ver ciegos a sus enemigos.