por
Alejandro Tellería Díaz
Los héroes ficticios
En
la década del 80 se popularizaron en Cuba un grupo de
series televisivas, en las que los protagonistas, un grupo de
“exitosos, austeros y aguerridos” agentes de la seguridad del
estado (ver título), se las agenciaban siempre para desarticular
los planes que fraguaban la CIA y la “mafia” anticastrista de
Miami contra la revolución cubana. Series como “En silencio
ha tenido que ser”, “Julito
el pescador”, y “Para empezar a vivir” fueron indudablemente
muy exitosas en acaparar la atención de la mayoría
de los teleespectadores cubanos de la isla.
Tengo
la sospecha de que muchos de los actuales miembros del ministerio
del interior (MININT), se enrolaron en las filas del susodicho
organismo por vocación reforzada o incluso, inducida
por estas series. Sin embargo, la inmensa mayoría de
los miembros de ese cuerpo -así como sus familiares-
experimentan hoy una frustración y una amargura inmensa,
al comprobar que han sido utilizados y manipulados (y a veces
hasta sacrificados) para sostener una mentira, y al percatarse
que sus esfuerzos laborales no se han traducido en un mejor
modo de vida, pues la piñata castrista es ineficiente
y estrecha, y su contenido sólo alcanza para un puñado
de “pejes gordos”.
Contrariamente
a lo se que pretendían mostrar estas series, la historia
ha evidenciado que el MININT es una entidad corrupta, e involucrada
en asuntos muy feos e ilegítimos, como el magnicidio
de Kennedy, el narcotráfico, la tortura y muerte de detenidos
y opositores, la fragmentación familiar, la censura de
información, así como de la vergonzosa y despiadada
represión de la sociedad civil cubana.
Después
de la causa No.1 cayeron en desgracia varios de los jerifaltes
del susodicho organismo; individuos que contaban con varias
casas y autos, colecciones de armas, y otras muchas prebendas
¿Ignoraba el “máximo líder” el despelote
en qué andaban sus 007s? Por su puesto que no, algo así
es imposible en la Cuba dirigida por el infatigable y patológicamente
fisgoneador de Fidel Castro; el comandante simplemente los “sacrificó”
cuando le resultó más oportuno.
Coincidentemente,
algunos de estos “personajillos centrifugados” viven en en las
cercanías del sitio donde residí en la Habana;
de uno de ellos (un coronel de Villa Marista “tocado” desde
entonces con el plan pijama) he sabido casualmente que, hoy
hace de botero, y que vende mangos cuando los arbustos de su
patio producen el susodicho fruto; menudo final para un James
Bonn tropical.
Si
así acabó un miembro con jerarquía, ¿qué
le habrá deparado entonces la vida al capitán,
al teniente o al sargento, que no pudo “arañar” ni auto
ni casa, y que después de 20 ó más años
de servicio, hoy está retirado y -por la naturaleza del
régimen- devaluado? Que todavía existen varios
privilegiados en ese aparato es innegable, pero imagino que
bien útiles deben ser y que -por obligatoriedad- bien
“embarretinaditos” (enredados y sin posibilidad de escape) que
deben estar, para que el comandante los mantenga a su lado.
Y
si el panorama de los oficiales pinta feo, pues el de los denunciantes
de bajo perfil (el de la seguridad de la cuadra) no debe ser
mejor, además, con todo, la historia de estos individuos
no acaba aquí, en la Cuba del “futuro” se le demostrará
a sus habitantes que, la mayoría de los integrantes de
este aparato no tuvieron actitud honrosa alguna. Comentario
aparte merecen los espías u otros agentes castristas
de influencia detenidos o bajo vigilancia en los Estados Unidos,
pues los mismos no tuvieron que afrontar las miserias de la
isla.
Varios
de estos han tenido cierto éxito en su labor, pero sucede
que, los espías no son bienvenidos en ninguna parte.
En cuestiones de espionaje, al que agarren con las manos en
la masa, lo paga caro, y ahí están los supuestos
“5 héroes prisioneros del imperio” (que manera de desprestigiar
el castellano), algunos de los cuales se les ha imputado hasta
cargos, por intentar obtener información acerca de instalaciones
militares de los USA; si ello es cierto, pues creo que esto
tiene ribetes de comedia, porque, ¿qué averiguaron?,
¿qué el camión de la basura entraba en
la unidad militar a las 7:00 de la mañana, y qué
los marines se visten de camuflaje?
Una
cosa es infiltrar grupos de exiliados, pero otra bien distinta
es acceder a los secretos militares, o de estado de otro gobierno.
Con los recursos y las técnicas desfasadas de la Guerra
fría (aun cuando el comandante cuente con el apoyo de
los chinos y le meta mucha plata a su aparato de espionaje),
el máximo líder no está hoy en condiciones
de competir con los yanquis, la competencia es despiadadamente
desigual. Bajo esas circunstancias es muy factible que él
-conscientemente o no-, haya metido a más de uno de sus
agentes en la boca del lobo; no resulta fácil, ir a bailar
a la casa del trompo.
En
este campo, hoy por hoy, su opción más viable
es probablemente la de desembolsar grandes sumas de dinero para
comprar funcionarios en puestos claves, pero la detención
relativamente reciente de Ana Belén Montes (quien ha
negado cualquier pago...¿?) de seguro que entorpece con
creces la efectividad de esta estrategia; por otro lado, después
de acontecido este suceso, es muy probable que varios de los
infiltrados remanentes estén taquicárdicos, sudorosos
y padeciendo de problemas gastrointestinales crónicos.
El
sistema se desmorona
Cuando
se produjeron los sucesos de la “Primavera negra en Cuba” en
el 2003, el comentario de uno de los agentes destapados llamó
sustancialmente mi atención, en aquel entonces Manuel
David Orrio señalaba: …soy un oficial de “honor” que
cumple órdenes….; no hubo alusión (al menos en
aquel momento) de lucha gloriosa y sin tregua contra “mercenarios,
contrarrevolucionarios, y supuestos agentes de la CIA”.
En
otra ocasión, el mismo “agente” relataba de una manera
un tanto melodramática que para él, el momento
más difícil había sido cuando le tuvo que
explicar a su hijo que no era ningún traidor, o sea,
que había sido -y volviendo a las series de la TV- una
especie de “David” de barrio; pero aquí se equivoca el
compay Orrio, sus momentos más difíciles vendrán
“mañana” cuando tenga que mirar a la cara de aquellos
que delató, y cuando tenga que explicarle a su hijo (ya
mayor) que fue un simple denunciante, término este más
bien suave, y que en la isla se sustituye por otro más
denigrante y peyorativo.
En
el documental “Rendezvous mit dem Tod” (Cita con la muerte ),
el agente (Oscar Marino) que ofrece el mayor número de
confidencias sobre el asesinato de Kennedy, señala casi
al final de la entrevista, que está tratando de hallar
su tranquilidad, pero que eso es algo muy difícil; sin
más comentarios, saque usted sus propias conclusiones.
Durante
una de las últimas veces que estuve por la embajada cubana
en Berlín experimenté una situación bastante
kafkiana con la funcionaria que me atendió; esta, de
una manera automática, ficticia y exagerada, casi que
se deshizo en disculpas ante mi, cuando se percató que
llevaba más de 7 años sin ir a Cuba; en otros
tiempos, lo usual era ofender y calificarlo a uno de “desertor”,
bla, bla, bla y bla.
Su
soliloquio automático iva ya tomando senderos de psicoterapia,
hasta que finalmente la interrumpí -después de
mi perplejidad inicial- para decirle, discúlpeme Sra.,
pero yo no he venido para solicitar permiso alguno para viajar
a Cuba, no me interesa, simplemente deseo extender la validez
de mi pasaporte; si aquello fue una reacción derivada
de cargos de conciencia, o una estrategia de “limpieza de imagen”,
no lo se, en cualquier caso, aquella escena se me pareció
a la de un verdugo llorando y postrado de rodillas ante el reo
para pedirle perdón por tener que cortarle la cabeza.
Estas
anécdotas reflejan en parte la desmoralización,
los temores y la falta de entusiasmo que hoy experimentan muchos
de los miembros o ex-miembros de ese aparato. Y es que las evidencias
contra el castrismo son cada vez más abrumadoras y contundentes;
el que pertenezca al MININT, tenga dos dedos de frente y esté
medianamente bien informado, tiene que haberse percatado ya
de cuatro grandes verdades irrebatibles:
1ro,
que Fidel Castro (su “jefe”) es un individuo inescrupuloso que
se da la vida que quiere, mientras se sirve de todos y le pone
la bota arriba a sus conciudadanos (ellos incluidos);
2do,
que la revolución cubana ha sido un fracaso y una gran
estafa;
3ro,
que no hay nada de glorioso, heroico o revolucionario en ser
los brazos ejecutores de varias de las políticas maquiavélicas
del tirano, ni en implementar varias de las actividades en las
que ellos usualmente se desempeñan, como por ejemplo:
propinarle palizas a sujetos encarcelados, mezclar a los prisioneros
políticos con los comunes, arrebatarle y partirle un
bastón a un disidente ciego para luego meterlo a empujones
en un auto y pisotearlo dentro del mismo, intimidar a la familia
de los opositores al régimen (incluido a niños),
separar familias, orquestar mítines de repudio, escudriñar
correspondencia, correos electrónicos o llamadas telefónicas
ajenas, restringir el acceso a internet, espiar artistas o personalidades
en hoteles para luego extorsionarlos con el material audiovisual,
“decomisar” en nombre de la ley -en realidad robar-, propiedades
de los opositores, o de cubanos de a pie que intentan sobrevivir,
entre otras tantas fechorías; y por último y
4to,
que el comandante los está embarcando y les está
hipotecando su futuro cuando los involucra en actividades de
maltratos al prójimo. Con este panorama, no es descabellado
pensar que ya muchos dentro del aparato deban estar cavilando
la premisa (aunque aun no se atrevan a ejecutarla) de que: mejor
gusano a tiempo, que no revolucionario a destiempo.
Una
de las frases predilectas de Fidel Castro es la de que “el capitalismo
está al borde del abismo”, y tiene razón, los
capitalistas desarrollados y democráticos están
en el borde del abismo.........desternillados de la risa, viendo
como el comunismo se fue primero de cabeza desde hace más
de dos décadas, por ese mismo abismo, que ellos tanto
anunciaron. Los comunistas hace rato que perdieron, y perdieron
feo, no podía ser de otro modo después de la gran
estela de muertes, horrores y pobreza que han dejado.
Manuel
Vázquez Portal formuló lo mismo en uno de sus
artículos hace ya algunos años de una manera tan
sencilla como genial, en este, el relataba que, después
de que alguien le espetara alguno de los típicos calificativos
que se le reserva en Cuba a los opositores, él sólo
se limitó a contestar….y tú, comunista. Si con
todas estas evidencias, todavía hay quien se resiste
a creer estos hechos, pues entonces pregúntese ¿por
qué el Papa actual, o el Parlamento del consejo Europeo
han condenado recientemente a los regímenes comunistas?
No
obstante, si el comandante aun insiste en defender la popularidad
y la superioridad de su sistema, pues le convido a que realice
un simple test, que se lleve a cabo en Cuba el censo de la variable
F1, aclaro que esta “F1” nada tiene que ver con la genética,
sino con encuestar el porcentaje de cubanos varones nacidos
en los últimos 20 años y a los que sus padres
le hayan dado el nombre de Fidel; el resultado probablemente
será CERO, y si por casualidad, la encuesta se extendiese
a Miami y a todo sujeto masculino cubano-americano entre 0 y
40 años, el resultado será como mínimo
de MENOS DIEZ , pues casi todo el que haya tenido ese nombre
y viva allí, de seguro que se lo habrá quitado.
Cuando llegue el final del castrismo ocurrirán cosas
interesantes, una de ellas será observar en que acaban
varios de los funcionarios del MINIT y de la Nomenclatura en
general; no me refiero a pases de cuenta, porque no es lo que
promovemos, ni nos interesa, sino al show del cambio, la función
será algo como para alquilar sillas, pues habrá
de todo, desde empecinados en intentar mantener “aquello” -muchos
comunistas son refractarios al aprendizaje-, hasta “insignes
comecandelas” transmutados de la noche a la mañana en
pujantes demócratas, que intentarán ser más
capitalistas que los propios capitalistas.
Menos
mal que el James Bonn es un personaje ficticio, de lo contrario,
si existiese y se enterase de las andanzas de sus colegas cubanos,
pues de seguro que se daba de baja del sindicato de los espías.