Por
Jorge Felix
Editor del Semanario "El Veraz"
Fragmentos de la Novela "Desde la Penumbra"
Era
sábado y debía estar a las 10 de la mañana
frente al Hotel Riviera. Caminó por todo Paseo hasta Malecón.
Se sentó en el muro y el sol le molestó en los ojos.
Cruzó la calle y se recostó a una de las paredes
del Hotel, para así aprovechar la sombra. Ella le había
dicho, que lo recogería en aquel sitio.
Veía
pasar los carros, cuando recordó que cuando era niño,
entre el y sus amigos, se rifaban los carros que pasaban frente
a la casa. Ahora ya no había que rifarse, la mayoría
de los carros eran viejos, sucios, descascarados, el humo que
expulsaban no podía ser mayor, eran modelos americanos
de antes del 59. Pudo divisar un carro, que al parecer pertenecía
a una embajada, disminuyó la marcha y para su sorpresa,
era ella, la hija del General. Abrió la puerta y se sentó
a su lado, le dio un beso en su boca:
- ¿Cómo estás?
- Muy bien y tu - le respondió ella sonriente
- Hacia un calor sofocante en la calle.
- Aquí no hace calor ¿te subo el aire acondicionado?
- No, así está bien ¡Qué carro tan
lindo!
- Eso no es nada, el de mi papá es mucho mejor. En mi casa
hay 5 carros.
- ¿Tantos?
- Si, vas a tener que aprender a manejar. Está el carro
de mi papá, el de mi mamá, el de
mi hermano mayor que no hay quien se lo coja, porque está
estudiando en Alemania, el de mí otro hermano, que es un
Mercedes y este que es el mío.
- Y ese libro en francés
- Es de una escritora francesa.
- ¿Y tú sabes francés?
- Si, estuve 2 años en Francia con mi papá y mi
mamá.
- Como se traduce el título del libro
- “El reposo del guerrero”
- ¿Y que tal está?
- Es casi pornográfico
- ¿Te gusta?
- A mi todo lo que sea sexo, me gusta
Se encendió la luz roja en el semáforo de Prado
y Malecón. Ella le ordenó:
- ¡Desabróchate!
- ¿Qué cosa?
- El zipper.
Él obedeció
- Así me gusta, como un mástil de bandera.
De nuevo Jorge vio como otras veces, como ella hizo un giro con
su cabeza y se atravesó la garganta. Después ella
le dio un beso en la boca.
- Déjala así, no la guardes, quiero que vayas así,
hasta que lleguemos.
Pusieron la luz verde y ella tomó el camino del túnel
de la Habana.
- Pero me van a ver.- le protesto el nervioso
- No te van a ver, los cristales no permiten que se vea para adentro,
quiero que la tengas afuera hasta que lleguemos a la casa y te
bajes así mismo.
- Si es así… Yo hago lo que tu quieras
Salieron
del túnel y el mar estaba más bello que nunca, azul,
único
-
Déjame tocarte
- Toca lo que quieras – le dijo él- pero déjame
tocarte también
- Toca
Pasó la mano por el muslo y se sorprendió:
- ¿No tienes nada puesto?- le preguntó el.
- Es una sorpresa ¿te gusta?
- Me encanta – le dijo el, mientras con sus manos tocaba todo
su sexo
- Me vas a hacer chocar- le dijo ella entre risas.
- ¡Estás empapada!
- Eso es para que veas como me tienes.
- ¡Que rica estás cojones!
- Me vas a hacer chocar, menos mal que en este país apenas
hay carro, sino hace rato hubiera chocado.
- Tu solo abre las piernas y atiende al timón, que yo me
encargo de lo demás- le dijo el solicito.
- Chico ¿tú te piensas que es fácil para
mí?
- Ahora aguanta, tu empezaste
- Descarado, te estás aprovechando.
- Si
Le besó unos de los senos por debajo del brazo y ella casi
pierde el control del timón
- Nos vamos a matar, yo creo que no llegamos.
Por fin el carro frenó frente a un portón y un viejo
se apresuró a abrirlo:
- ¡Qué cómico! Yo con la pinga afuera y el
tipo ni me ve… que bueno están los cristales esos coño.
Se
bajaron del auto. Ella llevaba las llaves en la mano, mientras
abría la puerta, él la abrazó por la espalda
y sintió todo su cuerpo. Ella sonriente comenzó
a decirle:
- Espérate, no seas desesperado, déjame abrir la
puerta
La casa lucía mucho más grande, por los espejos
incrustados en las paredes que desde el piso llegaban al techo.
No había absolutamente nada que no coordinara, con el bello
diseño interior. Ella prendió el aire acondicionado
central.
- ¿Quieres café o un trago?
- ¿Que tragos hay?- dijo el como si supiera de tragos.
Caminó y se puso detrás de la barra, que se parecía
al de un Restaurante de lujo. Abrió la portezuela de cristal
y le respondió:
- Tenemos bebidas que no hay en ninguna parte en este país,
Vodka, Whisky, Ron del bueno de verdad... Ron Bacardí
- Dame del Ron Bacardí
- Te gusta lo bueno... no eres bobo. Te voy a preparar un Cuba
Libre
- ¿Tienes refresco?
- Si... Coca cola
- ¿Tienes hasta Coca Cola?
- Te dije que hay de todo
La imagen de ella, con los tragos en la mano, lo excitaron sobremanera.
Podía ver todos sus movimientos, como una Diosa. Puso los
tragos en una pequeña mesa de cristal y de nuevo se dirigió
a la barra. Ahora trajo un plato, con queso y jamón.
Él disfrutó su trago, solo le faltaba un cigarro,
solo eso.
- Tienes cigarros por casualidad
- Te dije que aquí hay de todo.
Fue a la barra y él aprovechó para volverla a mirar.
Quería guardar consigo siempre esa imagen. Cuando regresó
le trajo una cajetilla de Partagás y un encendedor.
- Voy a poner música
- ¿Qué tienes?
- Bueno tengo la canción de Chicago, que tanto nos gusta
- ¿Y cantantes viejos?
- Tengo a Pedro Vargas, Lucho Gatica, Toña la Negra, Feliciano...
todos prohibidos
- Entonces para empezar, pon a Chicago y después ponemos
a los otros.
Prendió el cigarro, ahora él quería llevar
el ritmo que ella había decidido llevar, haría las
cosas poco a poco, suave, no había apuro.
Las
condiciones no podían ser mejores- pensó divertido
– hoy el, al menos, dejaría de ser Virgen.
Hacía
años que sus instintos sexuales habían despertado,
cuando solo tenía 6 años. Recordó a Ileana,
Alina, Niurka. Con todas hizo hasta donde pudo y todo lo que hizo
lo hizo bien. Pero nunca había hecho el amor de verdad,
con todas las de la ley, nunca había penetrado a ninguna
por delante. Tenia 16 años pero ella no podía darse
cuenta que era su primera vez.
Tenía
que pensar rápido para no fallar, para tratar de salir
ileso, en lo que más le preocupaba, encontrar el hueco,
no sabia por dónde carajo era y eso era lo que mas nervioso
lo tenía. En ese momento se puso el almohadón en
su sexo.
Ella
había regresado y se sentó frente a el y absorbió
su trago:
-
¡Que rico está el Cuba Libre! La verdad que el Ron
Bacardí es lo mejor.
- Si tu supieras... cuando mi papá bajó de la Sierra
Maestra, la primera casa que tuvo, fue una de la casas que tenían
los Bacardí en Santiago de Cuba.
- ¿De verdad?
- Si... Fidel le dio un mazo de llaves y le dijo que escogiera
la que quisiera y él escogió la de Bacardí.
Se la dieron con todo adentro. Según dice mi abuela, que
cuando entraron a aquel palacio aún estaban las gavetas
con las medias de mujer colgando, estaban todas las joyas. Y con
todo eso dentro se lo dieron a mi familia. Pero la verdad que
como la Habana no hay nada y por eso vinimos para acá,
para una casa que era mejor que aquella, mil veces... imagínate
que era una de las casas de Batista.
- Estoy sinceramente sorprendido.
Ella descuidadamente abrió las piernas y ante aquella insinuación
el no tuvo mas remedio que ser un poco más abierto. Se
quitó el almohadón que cubría su sexo y le
dijo:
- Mira como la tengo.- mientras ella le pasaba la mano le dijo:
- Riquísima papi... vamonos para el cuarto
Al
entrar a la habitación, se volvió a sorprender.
La cama parecía del Museo Napoleónico, igual que
en la sala, estaba cubierta de espejos.
Se
sentó a su lado en la cama y la besó en los labios,
le besó los ojos, pasó su lengua por el oído
y el cuello, mientras que con su mano acarició todo su
sexo, que logró empaparle toda la palma de la mano. La
tiro hacia atrás en la cama y empezó a besarle su
cuerpo, empezó por los pies, dedo a dedo, subió
por las piernas, pasando su boca por toda las piernas, entonces
le abrió los muslos y el olor de su sexo lo excitó
sobremanera. Pero no se desesperó por comerse aquello…
debía esperar… como estaba el… le pasaba por encima como
un tren. En lugar de eso… comenzó a mamar cada uno de los
labios de su sexo, no los soltaba… primero uno… luego el otro
y entonces apretó su monte de Venus. Ella estaba por las
nubes…. Y entonces el empezó a succionar el clítoris,
los gritos de ella se oían en toda la casa, todo el cuerpo
se le erizaba y el se daba cuenta… porque de pronto su boca recibió
el premio que esperaba.
De
pronto por pura casualidad se le ocurrió una magnifica
idea.
-
Ponte arriba y métetela
- Te gusta vacilarme descarado... pues te voy a gozar
Se
acostó boca arriba y ella se trepó encima de el.
Con su mano agarró su sexo y se lo introdujo hasta sentirlo
lo más profundo posible
- Papi que grande se te pone
- ¿Te gusta?
- Me encanta... me tienes cogía hasta las trompas... yo
pensaba que era ancha y contigo me siento estrecha... te gusta
así mi chino.
- Así... métetela hasta los cojones.
Él miró hacia el espejo de la derecha y alcanzó
una excitación mayor. Ver los movimientos de ella, sus
senos que brincaban con total desvergüenza. Le acarició
la punta de los pezones hasta verlos bien parados, le pasó
la punta de la lengua, comenzó a chupar todo lo que podía.
Ella
comenzó a gritar, cada vez más, como si estuviera
poseída. Él hacía lo posible por no alcanzar
el orgasmo, antes que ella.
Se
le ocurrió entonces pensar en algo que le pudiera desagradar
y así poder mermar cualquier intento de orgasmo precoz.
Entonces fue que se le ocurrió la idea de que cuando él,
estuviera a punto de alcanzarlo, pensaría en lo hijo de
puta y ladrón que era Fidel Castro y cuando tuviera pleno
control, entonces no pensaría en eso y disfrutaría.
Y
así lo hizo. Ella prácticamente estaba indefensa,
había alcanzado el orgasmo en tres ocasiones, una detrás
de la otra. La técnica estaba funcionando. Al menos en
eso tenía que agradecerle al Comandante en Jefe.
Ahora
si no tenía la menor duda de donde se encontraba el ansiado
hueco. La cambio de posición y ella se arrodilló
en la cama. El se puso detrás y pudo disfrutar toda su
belleza.
- Métetela, mami, así, mi puta.
- ¡Ay! que rico eso que me dices.
- Eres mi puta
- Si soy tu puta, tu puta mala.
- Así mamita, así, mi puta
- Me tienes loca, así, mi macho, así, jódeme
toda.
- Te voy a reventar, puta mala
- Reviéntame toda, revienta a tu puta mala ¿te gusta
que sea tu puta mala?
- Me encanta cojones
Él en ese momento se acordó del Comandante en Jefe
y mermó su orgasmo. Ella no tenía esas malas ideas
y quedó indefensa. Sus gritos se oían en toda la
casa.
- Ay papi, hasta donde me vas a llevar, ya no puedo más,
qué control tienes y la tienes como un palo.
- Vírate, ponte boca arriba, aguántate las piernas,
así, ábrelas bien, que te voy a chupar toda.
Se concentró en el sexo de ella, pasó la lengua,
hasta introducirla dentro de su vagina, después se concentró
en el clítoris, que había alcanzado un tamaño
considerable. Desde esa posición, podía observarla
toda, podía observar el grado de excitación que
ella tenía. Los senos parecían reventar, las aureolas
se habían puesto más anchas y las puntas de los
pezones, eran como cohetes a punto de despegar. Ahora alternaba
pequeñas mordidas en los labios de su sexo, para volver
de nuevo al clítoris. Cuando se dio cuenta que empezaba
a gritar se concentró en el clítoris como todo un
profesional. Los gritos de ella volvieron a resonar en la casa
y fue en ese momento en que el se trepó encima de ella
y dio riendas sueltas a lo que había aguantado tanto. La
onda era gritar y ahora era su turno
- Te reviento toda so puta.
- Me tienes reventada, ay, así, como me duele, dale papito
- ¿Quién es el rey de la selva repinga?
- Tu papito, tu
- ¿Quién es tu macho cojones?
- Tu papi, ay que rico... me tienes loca
- Así... así puta... ahora si no puedo, ahora si
no puedo
- Échamela... échamela toda... que me vengo
Los gritos de ambos se confundieron en la casa. Juntos quedaron
en reposo largo rato, uno encima del otro.
- Oye, ¿cuántas veces lo alcanzaste?- le preguntó
él
- Como 6 veces... es increíble, creí que me ibas
a matar... nunca lo había alcanzado tanto. Antes de hoy
lo alcanzaba a lo sumo dos veces en el día. Pero tantos
en un solo contacto nunca.
Le pregunta el con un cigarrillo en la boca al estilo de Humphrey
Bogart.
- Bueno ¿qué crees de mí?
- Que eres el rey de la selva- dijo ella riendo- ¿a cuántas
le has hecho lo mismo?
- A unas cuantas- mintió él
- Pero eso se acabó, ahora solo lo vas a hacer conmigo.
- Si mamita.
- ¿Quieres que te prepare otro Cuba Libre?
- Si mami.
Ella salió de la habitación y él prendió
un cigarro y hecho una bocanada de humo al techo.
Aquello si era hacer el amor de verdad -pensó- una cama
de verdad, con una sabana blanca, impecable, aire acondicionado,
tranquilidad. La verdad que estaba acostumbrado a la manigua,
pero caramba, una cama decente de vez en cuando no venía
mal.
Se levantó y pasó por delante de la barra. Ella
había puesto el disco de Lucho Gatica. Miro a través
de la puerta de cristal de la terraza y vio la hermosa piscina.
- ¿Te gusta la piscina?- le preguntó ella
- Si... sería bueno que nos metiéramos.
- Ve... que yo voy ahora para allá.
Abrió
la puerta y botó el cigarro. Se tiró al agua, estaba
caliente, el calor era horrible y se puso a flotar. El sol quemaba
su piel y se fue hacia el lado en que la sombra de la casa, podía
protegerlo. Se pasaba la vida huyéndole al sol por lo blanco
que era
Las
canciones de Lucho hacían el ambiente más romántico,
más sosegado. En ese momento apareció ella por el
borde de la piscina con los dos tragos en las manos. Descalza
y desnuda completamente, era excitante mirarla caminar. Era despampanante
el vaivén de sus caderas, los pelos colgantes de su sexo
y los pequeños brincos de sus senos, que sin duda alguna
podían resucitar a un muerto.
Puso
los dos tragos en el borde de la piscina y se sentó con
las piernas metidas en el agua. En ese momento hizo algo, que
hizo excitar aún más a Jorge... se empezó
a amarrar el pelo. Levantó sus brazos y sus senos alcanzaron
un tamaño más grande, sus curvas se pronunciaron
aún más, sus caderas, nalgas, senos, todo adquirieron
la máxima expresión de la belleza. El se acercó
a ella y desde el agua, le acarició los muslos y las caderas.
No pudo dejar de aprovechar la belleza de aquella pose y se sentó
en le borde de la piscina a su lado. Ella con los brazos en alto
aún se amarraba el cabello. Entonces él comenzó
a mamarle los senos, los senos que le gustaban tanto.
- Deja los brazos así... no los bajes
- ¿Te gusta esta posición?- entonces ella se arqueó
aún más para excitarlo más
- Me encanta... eres un monstruo mi vida.
- ¿Te gusto?
- Muchísimo mami.
- Déjame buscar una colchoneta para estar más cómodos.
- OK
Se levantó y al poco rato se apareció con la colchoneta
y el se levantó para ayudarla. Juntos la situaron al borde
de la piscina. Ella se arrodilló y volvió a agarrarse
el pelo para excitarlo.
- Ay mamita así, qué rica te ves
Comenzó a mamarle las caderas, el borde de los pelos de
su sexo. El olor de su sexo lo excitaba aun más. Entonces
ella se acostó boca arriba y subió sus piernas hasta
sus hombros.
- Haz lo que quieras – le dijo ella
Él introdujo su lengua en la vagina, mordía y chupaba
los labios de su sexo. Adrede sonaba cuando chupaba para que ella
lo oyera. Se concentró obsesivamente en el clítoris,
comenzó a introducirle los dedos en la vagina, mientras
chupaba el clítoris. Con la otra mano, muy suavemente fue
acariciando los bordes del culo y poco a poco introdujo la punta
del dedo. Ella se movía y sus espasmos se reflejaban en
todo su cuerpo. Él metió con más profundidad
el dedo y ella continuaba moviéndose aún más.
Probó con un segundo dedo y para ella fue más placentero.
Entonces saco sus dedos y metió la lengua entre las nalgas,
para después concentrarse en el mismo centro
- Ay papi ¿qué me haces?
- Te gozo toda... mi puta
- Ay que rico Dios mío
- Te gusta que te lo mame
- Ay si... que rico
- ¿Así?
- Mete la lengua bien adentro
- ¿Así?
- Ay... qué cosquillas tengo en el culo... mi macho.
El se arrodilló para hacerle el amor y fue cuando ella
le dijo:
- ¡Espera!
Se zafó la liga del pelo y comenzó a amarársela
en el tronco pegado a los testículos.
- ¿Qué me haces?- inocentemente preguntó
él.
- Te la voy a poner muchísimo más grande de lo que
está
- Me estás cogiendo los pelos
- Ay mi amor... te la voy a arreglar, que tu veras, que no te
va a hacer nada
- Así... así no me araña
- ¡Que rica se te pone! Déjame mamártela toda.
- Haz lo que quieras mi puta
- Hago lo que me da la gana... esa es mía
Volvió a atravesar su garganta y seguidamente se sentó
en los muslos de el.
- Ay... qué grande la tienes y que dura... la tienes como
un palo.
- Así... así te clavo.
- Así... hasta los cojones
- Mami quiero hacer una cosa mala
- ¿Qué papito? ¿Qué?
- Méame, oríname ahora mismo.
- ¡Ay papito! ... tu tienes cada cosa.
- Dale... te lo ordena tu macho
- Déjame concentrarme
- Dale
Detuvo sus movimientos por unos momentos y poco a poco fue fluyendo
el orine caliente por sus testículos, lo que hizo que el
comenzara a moverla con movimientos más fuertes. En ese
momento ella comenzó a darle riendas sueltas a sus gritos.
El en ese momento, volvió a maldecir al Comandante en Jefe
y evitó el orgasmo que estuvo a punto de llegar.
- Ay papi vas a acabar conmigo hoy... nadie me ha gozado como
tu.
- De eso estoy seguro- dijo él en forma alardosa, lo que
provocó la risa de ella – todavía te falta mucho.
- Pero papi, tu me vas a matar
- Sigue moviéndote
- ¿Así papi?
- Así
Fue entonces cuando él, poco a poco metió sus dedos
en el culo.
- Ay mi macho... qué me estás haciendo... me estás
provocando el culo.
- Si... ¿te gusta?
- Me encanta... ¿me la quieres meter?
- Si te lo quiero joder todo
- Pero papi fíjate... que por detrás, solo lo he
hecho una vez en mi vida y me lo hicieron tan mal, que nunca más
lo volví a hacer.
- No te preocupes... tu veras que no te va a doler... te has encontrado
con el especialista.
- Pero antes quiero que me hagas una cosa.
- ¿Qué tu quieres mami?
- Que me orines toda... desde la cara hasta abajo.
- Esta bien pero quítame la liga.
- Ok
Después que le quitó la liga, el se paró.
La vio arrodillada en el suelo, su rostro impecable, como una
Diosa, los ojos cerrados, sus labios rojos, sus bellos dientes,
su piel tan suave como una manzana, sus rojos pezones. Era tan
excitante como orinar la Maja desnuda de Goya. El orine comenzó
a rodar por la frente, pasó por sus bellos ojos, su nariz,
su cara, sus labios, corrió por todo el cuello, entre los
senos, el abdomen y todos los pelos de su sexo. Fue en ese momento
en que ella se volvió a acostar boca arriba y abrió
las piernas.
- Oríname dentro.
- ¿Así mamita? Así
- Métemela ahora
- Ahí tienes puta... ahí tienes.
- Me vengo papi... me vengo como una yegua
- ¿Quién es el Rey?... quién es el Rey de
la selva
- Tú mi amor... tu... tú mi santo.
- Vírate que voy por atrás.
- Papi me vas a matar... como puedes aguantar tanto, cómo
haces.
- Nada... tengo control- mintió
- Yo he estado aparte de ti, con otras tres personas y todos actuaban
como si tuvieran eyaculación precoz. Pero contigo ha sido
diferente, la que tiene eyaculación precoz soy yo.
- Así me gusta... vírate.
- ¿Me va a doler?
- No mami... si te duele no se hace, tienes que ser un disfrute
en todos los aspectos.
- Esta bien... el Rey de la selva manda.
Se lo empezó a chupar todo y después situó
la punta con mucho cuidado. Hizo unos leves movimientos y presionó
lo suficiente como para que fuera entrando muy suavemente. Se
inclinó un poco y con la mano, comenzó a acariciarle
un poco el clítoris para desviar el punto de sensación.
Fue penetrándola suavemente hasta meter su sexo por completo.
Empezó a moverse lentamente.
- ¿Te duele?
- No papi... no... que rico tú lo haces y que grande la
tienes... ay que rico es por ahí
Entonces fue cuando el comenzó a hacer movimientos en giros
y de penetración profunda. Ahora podía hacer lo
que quisiera. Se paró y comenzó a moverse cubriendo
prácticamente todas las caderas hasta sentirlas entre sus
muslos, la tomó por los hombros y comenzó a moverla
para que ella se sintiera bien penetrada.
- ¿Te gusta así?
- Me encanta... pégame en las nalgas bien duro... bien
duro.
- Toma
- Así ¿tu me vas a pegar cada vez que haga algo
malo?
- Tenlo por seguro- le dijo con voz de Humphrey Bogart.
- Pégame, suéname las nalgas, soy tu mala.
- Coge, así ¿te gusta como te clavo?
- Me encanta, es riquísimo, ay que rico, Clávala
mi macho clávala, duro, así, mi marido, esto es
rico.
- Dame el clítoris
- Cógelo papi, es tuyo... cógelo.
Comenzó a acariciarlo con deseo y ella comenzó a
gritar:
- Papi... me tienes mal... ay... las cosquillas son desde alante
hasta atrás... me vengo papi.
- Y yo también mi puta... tengo tremendo dolor en los cojones.
- Échamela mi marido, échamela.
- Ahí tienes mi puta.
- Así Dios mío... así.
El se quedó descansando largo rato encima de sus nalgas.
Después de largo rato, él la tomó en sus
brazos y la besó en la boca.
Juntos
se tiraron en las cálidas aguas de la piscina. Teresa,
así se llamaba, nunca la olvidaría, porque fue su
primer gran amor. |