Por
Tania Quintero
Un
país empobrecido y una población envejecida serán
dos de las "herencias" que Fidel Castro nos dejará.
Se calcula que en treinta años cerca de cuatro millones
de cubanos no nacieron debido al alto número de mujeres
que en Cuba recurrieron al aborto como método anticonceptivo.
El
cardenal Tarcisio Bertone, arzobispo de Génova, el martes
11 de octubre se reunía con Fidel Castro en La Habana
y dos días después, ya en Italia, declaraba al
periódico La Stampa que el presidente cubano le había
pedido ayuda para combatir "la plaga del aborto en Cuba",
considerada por Castro una de las causas de la crisis demográfica
del país. Más que preocupación, a Castro
le debe estar remordiendo la conciencia, porque las alarmas
sobre el excesivo numero de interrupciones de embarazo saltaron
en la isla hace tiempo. Médicos y especialistas en Ginecología
y Obstetricia, psicólogos, sociólogos, clérigos
y laicos de la Iglesia Católica y periodistas independientes,
entre otros, han venido investigando, advirtiendo, denunciando,
sobre las gravísimas consecuencias de las practicas abortivas
indiscriminadas.
Datos
y opiniones
Al cierre de 2004 la población cubana era de 11,2 millones
de habitantes con una tasa anual de crecimiento del 1 por mil,
con tendencia de llegar a cero e incluso alcanzar niveles negativos
en las próximas décadas, plantea el informe "Cuba,
diez años después de la Conferencia Internacional
sobre Población y Desarrollo" elaborado por el Fondo
de Población de Naciones Unidas, recientemente presentado
en La Habana.
El
15% de la población cubana tiene más de 60 años
y antes de 2025 alcanzará el 25%, prevé la ONU.
"Nuestra población debe tomar conciencia que dentro
de un cuarto de siglo uno de cada cuatro cubanos será
un anciano", señalaba en el 2000 el director del
Centro Iberoamericano de la Tercera Edad , Osvaldo Prieto. Y
añadía: "Una sociedad cuya población
juvenil es inferior a su población anciana no puede sostener
a ese sector de la tercera edad, que por razones de salud requiere
ser sostenido". En 2030 Cuba tendría la población
más vieja de América Latina.
Juan
Carlos Alfonso, director de la Oficina Nacional de Estadísticas,
admitía que hay aspectos sobre los cuales se debe avanzar,
como la reducción del numero de abortos y la eliminación
de la violencia en las relaciones familiares. Alfonso sabe lo
que dice: en "El perfil estadístico de la mujer
cubana", publicado en 2000 por su oficina, se revelaba
que entre 1968 y 1996 se registraron 5,6 millones de nacidos
vivos y se realizaron unos 3,2 millones de abortos. En 2002
se interrumpieron 21,5 embarazos por cada mil mujeres entre
12 y 49 años y 49,8 por cada cien partos. Las cifras
no contemplan las regulaciones menstruales (succión embrionaria
antes de las ocho semanas de gestación).
Aunque
los datos oficiales tienden a reflejar que la práctica
abortiva se ha reducido en un 30%, el doctor Oscar de la Concepción
expresaba su preocupación, porque cada vez veía
caras más jóvenes en su consulta del hospital
" Ramón Gonzalez Coro", en Ciudad de La Habana.
Las cubanas menores de 24 años se ubican como el segmento
poblacional de mayor riesgo en relación al aborto provocado
o inducido, aunque el peligro mayor se encuentra en muchachas
menores de 20 años.
El
periodista independiente Héctor Maseda, actualmente encarcelado,
en febrero de 2002 denunciaba en Cubanet que hasta octubre de
2001 mil 512 avileñas interrumpieron su embarazo, 411
más que en igual período del 2000. En el caso
de las adolescentes el aumento fue de 267, para un 95% de crecimiento.
El
doctor Luis Díaz, jefe del departamento de legrados del
hospital provincial de Ciego de Ávila, señalaba
que las interrupciones se efectuaban tres veces por semana;
el 30% se realizaba a menores de 18 años y en ocasiones
a niñas de 12, obligadas a acudir en compañía
de un familiar adulto.
En junio de 2001, el periodista independiente José Antonio
Fornaris, informaba que todos los jueves diez adolescentes en
edades comprendidas de 13 a 18 años acudían a
interrumpir embarazos no deseados en el hospital Hijas de Galicia
de Ciudad de La Habana. Fornaris se refería también
al caso de una niña de 10 años, vecina de San
Miguel del Padrón, embarazada de un primo. La niña
fue hospitalizada para extraerle el feto, porque los médicos
consideraron que biológicamente no estaba preparada para
desarrollar una nueva vida.
En
septiembre de 2000 el sindicalista independiente Carmelo Díaz
denunciaba el aumento de legrados entre mujeres jóvenes
de Guantánamo. Todas las semanas, de lunes a viernes,
se hacían veinte abortos diarios. "Los viernes son
los días más tristes, porque cada vez son veinte
adolescentes. Muchachitas cuyas edades oscilan entre 13 y 14
años se someten ese día al agresivo procedimiento",
decía el doctor Rolando Ramírez, especialista
en ginecología y obstetricia en esa provincia.
En
fecha reciente, el 25 de marzo de 2005, Jorge Ramón afirmaba
en Cubanet que el aborto provocado se practicaba tres veces
más en Santiago de Cuba que en cualquier otra provincia
del país. Innumerables estudios sobre el uso y abuso
del aborto se encuentran en publicaciones médicas cubanas,
algunas de las cuales se pueden localizar en Internet.
Un
colectivo de autores médicos durante todo el año
1991 y el primer semestre de 1992 desarrollo en el municipio
habanero de 10 de Octubre un "Perfil sociodemográfico
del aborto inducido". Dos grupos femeninos fueron estudiados:
uno de mujeres cuyo primer embarazo terminó en un aborto
inducido y otro constituido por aquellas cuya gestación
llego a término.
Tres
especialistas de primer grado, dos en Gineco-obstetricia y uno
en Pediatría, en 2001 publicaron en la Revista Cubana
de Medicina General Integral "Algunas consideraciones sobre
el aborto". En ellas sostienen que "aun en Cuba, donde
se realiza legalmente y es considerado un aborto seguro, las
complicaciones inmediatas y mediatas juegan un papel importante
en la morbilidad femenina". En sus consideraciones, los
doctores Ignacio González, Rosa Maria González
y Emilia Miyar resaltaron aspectos éticos: "En la
conducta médica habitual la intención es preservar
la vida y al mismo tiempo mejorar su calidad, sin embargo, realizar
un aborto implica destruir una vida humana. Es por ello que
algunos médicos y personal de salud pueden negarse a
presenciar o participar en la realización y asesoramiento
de los servicios de aborto".
Más
ejemplos
Uno de los que se negó fue el doctor Oscar Elías
Biscet, condenado a 25 años de prisión en abril
de 2003. Junto con el doctor Rolando M. Yobre y los ingenieros
Agustín Lastre y Brea González, en junio de 1998
Biscet hizo público un documento titulado "Crisis
en el derecho a la vida en Cuba", resultado de una labor
investigativa sobre el aborto efectuada por ese equipo de profesionales
pertenecientes a la Fundación Lawton de Derechos Humanos.
En
diez meses del año 1997 en el hospital Hijas de Galicia,
ubicado en la barriada habanera de Luyanó, un total de
1,783 abortos fueron realizados: 1,549 mediante legrados, 198
a través de regulaciones menstruales y 36 por aplicación
de Rivanol, medicamento usado para provocar síntomas
de "parto" y facilitar la expulsión "natural"
del feto a partir del tercer mes de gestación, cuando
ya este ha alcanzado un relativo desarrollo como ser vivo.
En
un estudio paralelo, "Rivanol, un método para destruir
la vida", el doctor Biscet y sus colegas conocieron que
de las 36 embarazadas a las que en 1997 se les provocó
el aborto con Rivanol, doce tenían entre 12 y 18 años
y de ellas ocho, entre 14 y 16 años. Catorce mujeres
tenían entre 19 y 24 años y el resto, diez, eran
mayores de 25 años. En el 27% de esos casos de Rivanol,
las criaturas nacieron vivas y no se les proporcionaron auxilios
médicos, dejándolas morir.
El
80,6% de las 36 criaturas cuya vida se segó estaban sanas,
no presentaban ninguna malformación congénita.
En testimonios grabados las madres narraron como los hijos nacieron
vivos y la forma en que se les mató. En unos casos les
cortaron el cordón umbilical y los dejaron que se desangraran
y en otros los envolvieron vivos en un papel cartucho hasta
la asfixia.
En
el mismo mes de junio de 1998 la Fundación Lawton de
Derechos Humanos hizo llegar el resultado de sus investigaciones
a medios nacionales e internacionales de prensa, a la Iglesia
Católica cubana, al presidente Fidel Castro y a la Fiscalía
General de la República. En carta anexa exigían
el cese inmediato de los abortos, basándose en el derecho
inalienable a la vida propugnado por el articulo 58 de la Constitución
cubana de 1976 y en el articulo 3 de la Declaración Universal
de Derechos Humanos.
El
25 de julio de 1998 Raúl Rivero escribía en El
Nuevo Herald: "El doctor Oscar Elias Biscet, de 37 años,
un abanderado de la lucha contra el aborto en Cuba, está
arrestado desde el 9 de julio en el centro de investigaciones
policiales de 100 y Aldabó, en Ciudad de La Habana. Su
esposa, Elsa Morejón, dijo que ha perdido mucho peso
y está pálido y débil".
Bernardo
Rodriguez, doctor en Ciencias Psicológicas y especialista
en la prevención de embarazos, en junio de 2004 alertaba
que el subgrupo donde es mayor la resistencia a bajar la cifra
de abortos se ubica entre adolescentes de 11 a 17 años.
Una
encuesta a cien estudiantes de enseñanza preuniversitaria
en la capital le permitió a la doctora Ana Caridad Rodríguez
tener una idea del desconocimiento de los jóvenes acerca
de los aparatos genitales femeninos y másculinos. "Apenas
sabían del himen, la vagina, el cuello del útero
y el pene, ni tampoco sobre su funcionamiento. Los jóvenes
entre 15 y 17 años ignoran muchos aspectos de la anatomía
humana, a pesar de que es una asignatura obligatoria en la enseñanza
secundaria".
Baby
boom
Según especialistas del patio, los niños cubanos
comienzan a tener relaciones sexuales en la primera etapa de
la adolescencia, o sea de los 10 a 14 años. A esa realidad
se une otra: la edad de la primera menstruación en las
niñas ha ido bajando de 12-13 años a 10-11 años
como promedio. Se ha comprobado que existe una fuerte relación
entre la menarquia temprana, el despertar precoz de la sexualidad
y una maternidad adolescente.
En
"La maternidad adolescente en Cuba", la doctora Reina
Fleitas, profesora del Departamento de Sociología de
la Universidad de La Habana, se refiere al "baby boom"
ocurrido en la isla entre 1958 y 1963, cuando la tasa de fecundidad
aumentó en un 27% y el auge de los nacimientos se concentró
en mujeres de 20 a 24 años y de 15 a 19 años.
A
partir de 1966 comenzaría a experimentarse un decrecimiento
de la fecundidad, con excepción del grupo de las adolescentes,
cuyo incremento sostenido lo ubicaba, en 1975, en la segunda
posición en la estructura de fecundidad especifica. La
maternidad temprana es un fenómeno que solía concentrarse
en las zonas rurales y en las provincias orientales, pero en
los últimos años en los núcleos urbanos,
la capital incluida, se ha vuelto común ver a muchachitas
de 15 y 16 años que ya son madres.
En
la década del 60 no solo se produjo una explosión
demográfica, sino también hubo un incremento de
muertes maternas por abortos sépticos, con un clímax
en 1965, año en que las autoridades sanitarias "hospitalizan"
el aborto, aunque no fue hasta el 30 de diciembre de 1987, con
la publicación de un nuevo Código Penal, cuando
oficialmente quedo legalizado el aborto en Cuba.
Casi
medio siglo antes, en 1936, había sido promulgada una
ley que permitía el aborto en caso de peligro para la
vida de la madre, por violación o incesto y por defectos
congénitos. En la actualidad, cuando por modernos equipos
médicos se detecta o sospecha que una criatura puede
nacer con alguna malformación, se le pide a la madre
que interrumpa su embarazo.
Riesgos
El aborto ha sido asumido por muchas mujeres cubanas como una
alternativa anticonceptiva rutinaria. Durante la década
1960-70 se pensaba que el alto uso del aborto podría
estar relacionado con la dificultad para acceder a la utilización
de anticonceptivos eficaces, pero la Encuesta de Fecundidad
de 1987 arrojó que un mayor uso de métodos anticonceptivos
no había influido significativamente en un descenso del
aborto. Y se supo que muchas mujeres usaban el aborto no sólo
como una alternativa anticonceptiva, sino también para
evitar un primer hijo no deseado y para espaciar los partos
entre los 20 y 30 años.
En
una entrevista a la Asociación Médica del Caribe
el doctor Miguel Sosa, presidente de la Sociedad Cubana de Desarrollo
de la Familia, aclaraba: "Aunque se trate de un procedimiento
relativamente sencillo y seguro, lo cierto es que es un procedimiento
riesgoso, pues se hace a ciegas y puede tener complicaciones
aun en los mejores servicios y en las mejores manos".
Entre
los principales riesgos el doctor Sosa mencionaba: persistencia
de restos ovulares (el denominado aborto incompleto, con alta
incidencia de infección); complicaciones hemorrágicas
y lesiones traumáticas como perforaciones uterinas. Cualquiera
de estas complicaciones puede ser causa de muerte. Se afirma
que la mitad o más de las mujeres que presentan infertilidad
por obstrucción de las trompas tienen como antecedente
el haberse hecho uno o más abortos.
Las
adolescentes y jóvenes son más susceptibles a
complicaciones durante y después de la interrupción
de un embarazo, porque su organismo se encuentra en proceso
de maduración. En las menores de 18 años un aborto
determina cambios hormonales y metabólicos extemporáneos
que pueden influir negativamente en su crecimiento y desarrollo,
sin contar las afectaciones psicológicas a ella y su
familia.
Desde
el punto de vista médico, lo ideal es que una mujer no
se someta nunca al riesgo de un aborto inducido ni a regulaciones
menstruales, una técnica que hace abortar en más
del 70% de los casos y puede producir también complicaciones,
al igual que los llamados abortos farmacológicos.
El
núcleo familiar medio ha pasado de 6 personas o más
en 1953 a 3 en 1995. La familia numerosa esta en vías
de extinción en Cuba. Paralelamente se ha triplicado
la cantidad de divorcios y ha crecido la proporción de
hogares encabezados por mujeres.
En
su articulo "El aborto, una necesidad social?", escrito
en 2002, el periodista independiente Héctor Maseda resumía
así la realidad: "La población sobrevive
cubriendo sus necesidades indispensables. Para la mayoría
de los matrimonios jóvenes, dentro de sus planes no está
tener hijos. Algunos, incluso, lo consideran una locura. Obviamente
el aborto es uno de los mecanismos que las parejas emplean para
liberar a sus potenciales y futuros hijos de la terrible experiencia
que a ellos les toco vivir en la Cuba totalitaria".
Pro
vida
Al reportar el I Encuentro Nacional de Pro Vida, celebrado en
El Cobre, Santiago de Cuba, en noviembre de 1999, Jaqueline
Debs aclaraba que antes de 1995 no hubo ningún movimiento
pro vida en Cuba, a pesar del enorme número de abortos
cada año realizados en el país.
Pro
Vida surgió en 1995 como apostolado laical dentro de
la Iglesia Católica cubana. El primer encuentro fue auspiciado
por la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba y con
el culminarían los primeros cinco años de incansable
trabajo "para llevar el mensaje de amor y vida a una Cuba
adolorida por la feroz secuela del aborto, que la ha llevado
a tener la tasa de natalidad más baja del hemisferio".
Pese
a ser éste un tema de confrontación entre el Estado
y la Iglesia, que sistemáticamente ha denunciado el aborto
como un grave problema social, durante su visita a Cuba en enero
de 1998 Juan Pablo II lo mencionó sin demasiada insistencia
cuando ofició la misa dedicada a la familia en Santa
Clara. Al hablar sobre los controles de natalidad, el Santo
Padre expresó: "Se llega incluso al aborto, que
es siempre además un crimen abominable, un absurdo empobrecimiento
de la persona y de la misma sociedad".
Epílogo
Es de una hipocresía inaudita que Fidel Castro acuda
ahora a la Iglesia Católica para atajar lo que el denomina
"la plaga del aborto". Precisamente por oponerse a
esta "plaga", en mayo del 2000 un sacerdote español,
Miguel Jordà fue expulsado de la isla. En declaraciones
a la revista Misioneros del Tercer Milenio, el padre Jordà
narraba: "Fui expulsado de Cuba por defender la vida antes
de nacer. Difundí unas octavillas por toda mi parroquia
con unos versos que defendían la vida y denunciaban la
actual situación del país, que con 12 millones
de habitantes contabiliza 130 mil abortos al año reconocidos
por el Estado".
"Uno
de estos versos fue examinado con lupa por el partido. A raíz
de aquello el gobierno me hizo la vida imposible. Me ponían
megáfonos con música estridente en las puertas
de mi parroquia. Un dia tomé un megáfono y denuncié
públicamente que en Cuba se atropellaban los derechos
humanos antes de nacer. Esa fue la chispa que desencadenó
mi expulsión".