La
democracia no se pelea con nadie; pero los ignorantes e intransigentes
se pelean con la democracia.
Por José Vilasuso.
Aunque un segmento de nuestra querida prensa democrática,
capitalista, liberal, etc, etc, proclame lo contrario, los triunfos
de las llamadas izquierdas en diferentes frentes latinoamericanos
hasta el presente, más que un respaldo - de hecho - plantean
otro reto a Fidel Castro.
Esta observación se fundamenta en pies aplomados y bien
calzados. Pues para el viejo dictador los sistemas electorales
no son otra cosa que artilugios fraudulentos de los poderosos,
reaccionarios y las Embajadas de Estados Unidos para ganar el
poder. En reiteradas ocasiones el mismo ha ratificado que la democracia
predominante al estilo actual, no representa la voluntad popular
y en su apoyo intenta justificar el sistema totalitario que impera
en la isla caribeña.
Pero a cambio Bolivia como Chile o Brasil y otros escenarios con
candidatos considerados populistas, o de izquierda triunfantes
en Latinoamérica; a las claras desmienten el sofisma de
La Habana. No son necesarias las manchas de viruela y genio de
de Mirabeau, para esclarecer estos asertos de manera convincente,
basta el sentido común; aunque al tratarse de Cuba, suele
ser el menos común de los sentidos dada la calentura de
los apasionamientos que la rigen. Al pairo, si la democracia pluralista
moderna no responde a realidades perentorias, los postulados y
anhelos de las corrientes más populares y progresistas
de la memoria colectiva continental, ¿dónde estaría
la legitimidad de los susodichos resultados electorales en La
Paz, Río de Janeiro, Santiago y tantos otros? Argúyase
lo que mejor convenga y siempre prevalecerá la nítida
contraposición entre una y otra vertiente. ¿Los
votos o las armas? ¿La pluralidad o la represión?
¿El monólogo o el diálogo? ¿La hermandad
o el odio? ¿La verdad o el sofisma? ¿El Che Guevara
o José Napoleón Duarte?
Del brazo y por la cintura voluminosa anterior, es hora pues de
despertar a la realidad cubana exigiendo para los ciudadanos de
ese país los mismos derechos que al resto de los latinoamericanos.
La oportunidad de elegir a sus gobernantes conforme a su libre
decisión y de acuerdo a sistemas probados a través
de la historia con razonable credibilidad. Hasta el presente -
sin que hayamos leído caso por caso toda la historia de
la humanidad - no sabemos de gobernante alguno electo por su pueblo,
que por mutuo propio haya desechado privilegio tal para someterse
al totalitarismo. ¿Sin embargo cuántos comunistas
reciclados militan o al menos navegan hoy en la democracia?
Al adentrarnos al nuevo milenio corresponde por tanto a los medios
internacionales activar ideas y figuras originales que renueven
la capacidad informativa, la opinión pública, y
ofrezcan perspectivas documentadas acordes a la libertad y soberana
iniciativa de las colectividades pujantes. Se hace bien puntualizando
las motivaciones de los cambios bolivianos; pero lo contrario
callando idénticas oportunidades para Cuba. Tirar voladores
al aire libre; menos para un espectador en específico compendia
franca discriminación. Es insoslayable dejar a un lado
convencionalismos y medias verdades. Las cosas en su sitio para
que la conciencia nos deje dormir tranquilos sobre la almohada
mullida y colchón de felpa.
Por todo ello los disidentes criollos trabajan dentro del territorio
nacional a favor de la libertad y los derechos humanos, pese a
la censura y la cruel represión oficial. Los activistas
por la democracia nativos merecen ser conocidos y el apoyo de
quienes fuera del terruño gozamos de esa misma legalidad.
No es congruente ni aceptable pasar por alto a quien comparte
mi idea, para ajustarse a los moldes e intereses del que la repudia.
Aliarse al verdugo es canallesco, pero en contra de mis colegas
diabólico. Tal es el resultado de la ausencia de directrices
propias y definidas en el tinglado internacional. Cierta publicidad
contemporánea en su afán de última moda,
tecnicismos, especialización y sensacionalismo feble, se
inclina a desechar raíces y fundamentos para tirarse por
las ramas, coger por los accesorios y en definitiva no decir gran
cosa y que las aguas continúen por sus canales reconocidos.
Si se trata de Cuba por ejemplo, es mejor preguntarse cuándo
se muere Fidel o si Raúl será aun peor, que protestar
por el fusilamiento de los tres negritos que quisieron escapar
en lancha del paraíso terrenal o valorar el sacrificio
de Guillermo Fariñas, Noelia Peraza, Antúnez y Rolando
Arroyo. Lo primero pertenece al género tonto y encuadra
en un silabario de lugares comunes sin trazo alguno de soluciones.
Lo segundo compromete, obliga a pensar, y pone sobre el tapete
los derechos humanos. Harina de otro costal. La cuestión
palpitante. Tal es la muralla china que en nuestros días
interfiere el paso de toda corriente capitularmente removedora
de ideologías y planteamientos que queman.
El tema cubano es quemante. Pocos se atreven a echarle el hombro,
se prefiere rozarlo dejando en el aire cualquier definición;
por lo tanto al abordarlo con toda diafanidad se rompen brechas
de mediocridad y conformismo que, paradójicamente, chupan
la sabia alimenticia de quienes desvían el deber de cerrar
filas junto a esos patriotas locales que dan la batalla intramuros;
los disidentes, periodistas independientes, damas de blanco, bibliotecarios,
verdes, plantados, presos de conciencia, sindicalistas libres,
colegios profesionales, artistas, amas de casa e incontables patriotas.
Como resultado no es raro el enfoque de nuestro patio desde zonas
ajenas, distantes, encontradas que no siempre enlazan y anudan
con su verdadero perfil. Por carecer de orientación firme,
objetiva y no saberse a dónde ir, unos y otros perviven
al garete entre las olas espumosas y bravías. Esa ausencia
de criterios alternos, de opiniones diferidas, miedos o chispazos
de otro megatón también descorren la cortina del
porqué de la preocupación ante las victorias izquierdistas
recientes. Sus conjeturas son de dominio público, aunque
obedecen a ese predominio del formulario al uso que a cualquiera
salpica.
No precipitemos los acontecimientos. El mosaico latinoamericano
es harto complejo y enrevesado para concederle soluciones simples
de cualquier matiz o colorama ante problemas de envergadura tal.
Pero los votos de esos países pobres, geográfica,
étnica y linguísticamente tan variados de Suramérica
expresan su realidad nítida y particular. Sabemos que para
proclamarse experto en América Latina no es necesario y
tal vez ni conveniente plantearse las cosas de esta guisa no bien
guisada. Lo que venga a partir del cambio en el Altiplano Boliviano
por ejemplo, está por verse. No así las loas al
dictador habanero, y consabidas repeticiones de una fraseología
inoperante expresada por Evo Morales junto al payaso de Caracas
con su chequera abierta. Todo esto hace tomar ciertas cosas a
beneficio de inventario y pronto el tiempo dirá la última
palabra. Aunque la asamblea constituyente a la vista como prioridad
del nuevo gobierno reconforta y anima las opiniones de los observadores
más responsables y amigos de La Paz.
En cambio lo que reúne las premuras de inminentes exigencias
es la incorporación del tema cubano al ritmo continental.
Ese ritmo del pluralismo y las ideas diferidas, los partidos y
las urnas. Toda ideología tiene cabida en la democracia,
por ello ha sobrevivido al resto de los idearios políticos.
Es más, ya no es necesario enfrascarnos en innovaciones
utópicas. Basta que un mínimo de ciudadanos de cualquier
tendencia se organice, y tendrá las puertas abiertas al
sistema que pertenece a todos pues en ella cabemos con nuestras
diferencias sin excepción. La libertad no se ha peleado
con nadie; son los ignorantes e intransigentes quienes se pelean
con la libertad.
Una cosa u otra para nadie es un secreto que desde hace cuarenta
y siete años el actual gobierno de Cuba no celebra consultas
comiciales y si a ello añadimos que la última oportunidad
seria de tan saludable musculatura se remonta a 1950, tenemos
un bonito paradigma de meditación a conciencia sobre el
tema. Confiando en la benevolencia sacerdotal de frey Betto me
permito una interrogante. Caramba, si Castro cuenta con el apoyo
mayoritario del pueblo ¿cuál es el inconveniente
a celebrar una justa electoral que desmoronaría de un tajo
las malvadas acusaciones de los gusanos, agentes de la Cía,
mercenarios, y tatatá… ¿No valdría la pena
descalificarnos de una vez por todas ante la opinión pública
mundial? Pero la contradicción oficial no radica tanto
en avadir dialéctica tal, como en la inercia que ha agotado
la capacidad creativa y reserva de iniciativas de la cúpula
gobernante criolla. La cuestión no es tanto que todo cambio
les hace desconfiar, como que se les hace inasimilable. No dejaría
alguno que otro corifeo, Randy Alonso pongo por caso, de capturar
al vuelo el peso de dicha argumentación; pero inmediatamente
se le hará ver que todo cambio, movimiento, variable o
variante por insignificante que sea encierra el riesgo de tocar
límites, quebrar cristales y provocar cisuras. Esa es la
cosa. La inanición del gobierno ha alcanzado un estado
larvario con base en un pantano del que ya no hay salida. Se teme
hasta la propia defensa del bastión. Es aquello del general
cercado que al proponerle que emplazara una batería sin
usar dijo: “no, porque la bala puede salirnos por la culata.”
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