Por
Manuel Darío
Decir ahora, al cabo de casi 50 años, como algo sorprendente,
que niños en Cuba van a trabajar al campo por un periodo
de 45 días, es pensar, o mejor aún, preguntarle
¿hacia dónde ha mirado el articulista que envió
a Miami un escrito titulado: Enviarán niños como
fuerza de trabajo agrícola todos estos años tiempo?
¿A caso nació usted ayer?
Si
han ido casi 200 niños 15 días al campo… no es para
alarmarse, cuando han pasado por los campos cultivados de patatas,
boniato, calabazas, frijoles, caña y tabaco todos los niños
cubanos que hoy tienen 50, los que cumplieron los 40, los que
tienen 30 y así todos los que nacieron en Cuba a partir
de 1958 ¿Cuántos son?... ¡Toda Cuba! Todos
los balseros que se han lanzado a cruzar el Estrecho, los que
han salido con visa, los que han desertado en cuanto país
han pisado.
Talvez
el señor Benito Key -autor del artículo- ha entrado
a Cuba muy recientemente o era ciego y el rimbombante sistema
de salud cubana, luego de unos cuantos meses de espera, le ha
concedido el privilegio de operarlo, recuperando así la
vista. Tropezando ahora con una verdad que viene sucediendo hace
ya más de 47 años.
Desde
que el Señor de las Moscas dijo que era una revolución
del pueblo y para el pueblo, comenzaron a partir los estudiantes
cubanos al campo. No importaba que fueran críos de 12 o
14 años, que no estuvieran acostumbrados a vivir lejos
de sus padres, que jamás cogieron en sus manos un pico
o una azada, menos que supieran cómo meter una semilla
en un hueco y apisonarlo luego con las botas cañeras que
Silvio Rodríguez puso de moda cuando comenzó a rasgar
su guitarra. Debían ir, porque era de buen revolucionario
darlo todo por la robolución… perdón, quise decir
revolución, aunque al final las pérdidas superaran
con creces lo que pudieron hacer agrícolamente. No escatimaron
desde el mismo comienzo en gastos que nunca serían resarcidos
al construir albergues que no cumplían con la más
mínima condición, tratando a esos chicos… futuros
revolucionarios, seguidores del ejemplo del Che, como presos o
esclavos a trabajo forzado, y si desertaban, sabían que
sus expedientes estarían marcados de por vida, que la carrera
deseada podría esfumarse por no haber cumplido su tiempo
en la llamada Escuela al Campo o que algún que otro pingüe
beneficio no logre conquistarlo.
Si
se va a hablar de algo importante, mejor sería hablar de
lo pésimo de la educación cubana, de todas las traquimañas
realizadas a la historia, no sólo cubana, sino de la humanidad,
exponiendo lo que se ha eliminado porque no es del interés,
hasta su propia historia la revolución ha desvirtuado.
Deberían hurgar en las fotos que sacó aquella parcializada
revista Bohemia antes del triunfo robolucionario y compararlas
con las que después hizo la dirigencia publicar, verán
que personajes que conformaron esa historia fueron eliminados
de ellas, como si no hubieran existido. Deberían exponer
en esa historia reciente todos los alzados que lucharon por una
Cuba diferente, pero no la comunista que Castro implantó
al hacerse del poder. Deberían también preguntar
¿por qué jamás la revolución ha indagado
o publicado sobre el verdadero ejecutor del Jefe del Movimiento
26 de Julio que cayó en una trampa tendida cuando “casualmente”
iba a reunirse con Fidel Castro?… ¿Por qué no hablan
de cómo el Señor de las Moscas salió echando
chispas del escenario al ataque al cuartel Moncada y fue a refugiarse
a una iglesia? Y esto es solamente hablando de una pequeña
parte de la historia reciente cubana. Si nos vamos fuera, la desaparecida
Unión Soviéticas paradigma del oscurantismo, con
sus invasiones a Hungría y Checoslovaquia que jamás
ni se anunciaron en las clases de historia implantadas en las
Secundarias o en los Pre-universitarios cubanos… ¡eso no
ha existido jamás! Los millones de muertos que Stalin hizo
lloran a la Gran Patria Soviética, superado con creces
a los propios nazis, o por qué no se habla la verdad de
la muerte del Zar bajo el despotismo comunista, que no vaciló
en asesinar fríamente la familia real.
Da
vergüenza que un gobierno borre pasajes completos de la historia
con tal de hacer ver que ellos son los únicos buenos en
la historia, pena da que se burle del pueblo haciéndolo
marchar forzosamente ante las Oficinas de Intereses de los Estados
Unidos porque un avión de reconocimiento norteamericano
sobrevuele territorio cubano, autorizado desde la misma firma
de la Crisis de los Misiles, sólo porque intente entretener
al pueblo desvirtuándolo de la coyuntura interna, agarrándose
al clavo ardiendo sacado bajo la manga.
Se
debería hablar del sistema educativo en sí, orientado
al adiestramiento comunista y no al libre pensar y al conocimiento
histórico real, obligando al niño a ser un pionero
revolucionario primero, un joven comunista después. Hablar
de la ausencia de materiales educativos, de la falta de profesores,
de la total ausencia de higiene en sus servicios sanitarios, de
los comedores escolares que no brindan una alimentación
adecuada, menos balanceada, entre otras, porque los empleados
del comedor se lo llevan para sus casas porque allí tampoco
tienen con qué cocinar o simplemente especulan, algo que
desde mucho tiempo atrás es la forma de vida del pueblo
cubano. Los pupitres escolares no se reponen jamás, los
pizarrones desteñidos y agujereados, lápices, gomas
de borrar y cuartillas de pésima calidad, fabricados en
aquella industria ya en desuso por aquel tiempo que el Che puso
en Batabanó, municipio al sur de La Habana.
No
hay libros, no hay materiales educativos, los niños superan
la capacidad del salón, los profesores tienen la orden
de no suspender ningún niño porque en la cantidad
de aprobados va su aumento salarial.
La
escuela al campo, de todos los males… es el menor, si tenemos
en cuenta que el pueblo vive un desgobierno que no quiere, que
les hace vivir sin esperanzas, que ultraja a cuanto se les pone
por medio o decide hacerles frente, desapareciendo presos, obligando
a los cubanos a lanzarse a la mar a expensas de sus vidas, separando
familias, llevando a la nueva generación de cubanos a la
frustración y la desesperación, concluyendo algunos
en la prostitución como único camino de escape,
siendo esto ya una consecuencia social y no un minúsculo
hecho aislado.
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