Por
Nick Caistor
A
medida que el presidente Fidel Castro se acerca a la edad de 80
años, muchos dentro y fuera de Cuba especulan -y en algunos
casos, planean- la sucesión.
"Fidel
es como un padre para mí", afirma Adalaida. "Ha
estado conmigo toda mi vida, y él y la revolución
me han dado todo lo que tengo".
Adalaida
está ocupada barriendo el porche de cemento fuera de la
choza de madera que comparte con su marido José, en la
Cuba rural profunda.
José
es miembro de la cooperativa de cultivo en Pinar del Río
que, como muchas otras, produce tabaco para los famosos habanos
cubanos.
Pese
a que cada mes ganan mucho menos de lo que cuesta un paquete de
cigarros en los hoteles para turistas, la pareja afirma que son
felices, especialmente ahora que poseen su propio terreno para
cultivar hortalizas y arroz, que ambos usan para su propio consumo
y para vender en el mercado local de agricultores.
Pero
Adalaida está preocupada. Sabe que Fidel se está
poniendo viejo. Como muchos en Cuba hoy, se pregunta qué
pasará con su vida y con la revolución una vez que
él no esté a cargo.
"Cuando
no aparece en la televisión, temo que algo le haya pasado.
Cuando muera, será terrible para mí", afirma
Adalaida.
¿Transición
prolija?
Acercándose
a su cumpleaños número 80, Castro ha estado al mando
de la la mal llamada revolución en Cuba desde su comienzo,
en 1959.
A
él todavía es a quien se dirigen las miradas de
los fieles al Partido Comunista cuando buscan inspiración
e ideas para mantener viva la revolución.
Una
de sus seguidoras más fieles es Kenia Serrano, diputada
de la Asamblea Nacional y líder del Partido Comunista.
Ella
dice que no cree que haya gran agitación política
cuando Fidel muera.
"La
sucesión ha sido preparada", insiste. "El primer
vicepresidente es Raúl" (el hermano menor de Fidel,
jefe de las fuerzas armadas de Cuba).
"Y
más allá de él, tenemos una clase dirigente
que ha aprendido de Fidel lo que es necesario para continuar construyendo
la revolución".
Temores
de la oposición
Otros
en Cuba no están tan seguros de que la transición
será tan suave.
Después
de Fidel, hay un enorme riesgo de inestabilidad y caos",
afirma Oswaldo Payá. Él lidera un pequeño
grupo de oposición conocido como el Movimiento Cristiano
Liberación.
Entre
los 75 disidentes detenidos en marzo de 2003 -y sentenciado a
varias condenas en la cárcel- hay miembros del grupo de
Payá.
Payá
afirma que las fuerzas de seguridad del Estado lo han amenazado
diciéndole que, cuando muera el presidente, será
arrestado y asesinado.
Para
prevenir el riesgo de una explosión de violencia después
de la muerte del presidente, Payá apoya el establecimiento
de un diálogo ahora, con la esperanza de de promover una
transición pacífica a un sistema más democrático.
Pero
no es sólo gente en la isla quienes planean el futuro de
Cuba después de Castro.
Planes
de EE.UU.
En
Washington, la administración de George W. Bush ha nombrado
a Caleb McCarry como "coordinador de la transición"
en Cuba.
Él
afirma que su trabajo es ayudar a los cubanos a "recuperar
su libertad después de 47 años de una brutal dictadura".
Para
lograr esto, McCarry cuenta con un presupuesto de US$59 millones
para "acelerar la transición" y para asegurarse
de que ni Raúl Castro ni ninguno de los demás pretendientes,
desde el vicepresidente Carlos Lage al ministro de Relaciones
Exteriores Felipe Pérez Roque, continúen automáticamente
el sistema actual.
"Están
planeando la continuación de la dictadura", afirma
McCarry.
"Estamos
suministrando apoyo a un proceso de transición que ayude
a los cubanos a recuperar su soberanía y que se lleven
a cabo elecciones libres y justas".
Además
de estas iniciativas oficiales, muchos en la comunidad de exiliados
cubanos en Miami ya están soñando con un regreso
a Cuba.
Estos
van desde Lombardo Pérez, quien tiene planes de instalar
concesionarios de venta de vehículos alrededor de la isla,
hasta José Cancela, un consultor de medios que afirma tener
comprometidos US$1.000 millones de personas interesadas en invertir
en los medios de una Cuba no comunista.
¿Intervención
armada?
Otros
en la comunidad cubana en Miami todavía desean que Estados
Unidos no espere al final natural de los días de Fidel
Castro en el poder.
Según
un sondeo reciente, uno de cada tres encuestados afirmaron que
estarían a favor de una intervención armada de Estados
Unidos para lograr un cambio de gobierno en Cuba.
"¿Cómo
puede ser que Estados Unidos haya ido tan lejos de nuestras costas
para deshacerse de un tirano y no entiende el riesgo de tener
a alguien propagando el comunismo y la violencia por este continente?",
se queja Remedios Díaz, una empresaria que es una de las
fundadoras del Consejo por la Libertad de Cuba.
Ella
espera con ansia el día en que pueda vender sus productos
libremente en toda Cuba y no le preocupa si el cambio es inducido
por la fuerza.
Para
la mayoría, sin embargo, la idea de un conflicto armado
es el peor escenario para la transición post-Castro.
Las
voces disidentes en Cuba aseguran que tiene que haber diálogo
y reconciliación, y que cambiar la sociedad cubana a una
democracia más abierta y occidental necesita ser un proceso
gradual.
Por
su parte, la legisladora de la Asamblea Nacional Kenia Serrano
expresa una advertencia en nombre de aquellos que todavía
creen en la revolución de Fidel Castro: "Si hay una
intervención, lucharemos inmediatamente".
"En
todos los vecindarios, en todos los rincones de este país,
vamos a tener gente preparada para luchar".
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