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| El Veraz. | San Juan, Puerto Rico | |
Castro
y la mentira son una misma cosa
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Por
Jay Martínez
La constante denuncia que durante un año han realizado
los familiares de los presos políticos cubanos,
principalmente, los que fueron víctimas de la ola
represiva de marzo de 2003 ha puesto al gobierno cubano
contra la pared.
En un acto desesperado por tal de ganar puntos en Ginebra
y por primera vez en la historia de la oposición
política interna la Seguridad del Estado cubana
envió a periodistas oficiales a casas de madres
y esposas de varios de los disidentes encarcelados. El
tema central de estas entrevistas fue el tratamiento médico
que reciben los presos en las cárceles.
Como era de esperar, la Seguridad del Estado, manipuló
a su
antojo los testimonios de estas madres y esposas y cuando
todo estuvo editado a su gusto fue que tuvieron el "coraje"
de mostrar las imágenes en la televisión
cubana.
Por primera vez en un año el pueblo pudo conocer
rostros tan conocidos en el mundo entero como el de Gisela
Delgado, esposa del opositor Héctor Palacios, condenado
a 25 años por pedir una apertura democrática
en su patria. Nunca, en estos doce meses, el pueblo cubano
ha tenido acceso, por sólo nombrar un
ejemplo, a las valientes declaraciones de Blanca Reyes,
la esposa del renombrado poeta Raúl Rivero, condenado
a 20 años; diciendo con énfasis ante la
prensa extranjera acreditada en la Isla que la única
arma de su marido ha sido la palabra y que lo considera
un hombre inocente.
A la prensa cubana nunca se le ocurrió en estos
doce meses visitar a esas madres y esposas para indagar
sobre la labor de sus maridos e hijos. Sólo ahora,
que a la Seguridad del Estado se le ocurrió montar
un show para ganarse el voto en Ginebra muestra esas imágenes
evidentemente manipuladas de aproximadamente siete minutos
cada entrevista.
Fidel Castro le teme a las voces de estas valientes mujeres.
Tanto es así que el cubano de a pie nunca las puede
ver en la televisión ni en la prensa. El pueblo
solo conoce adjetivos como "gusanos", "vende
patrias", "lacayos", términos que
podemos muy bien aplicárselos al gobierno que los
emite. Recordemos su actitud lacaya y servil ante la antigua
Unión Soviética.
Sin la manipulación y el control total de la prensa
oficial Castro no podría sobrevivir por mucho tiempo.
Resulta tan vil y cobarde privar a un pueblo de la libre
información que cuando comparamos nuestra sociedad,
donde el flujo de las ideas y el análisis abierto
son una garantía para la democracia, no podemos
más que darle gracias a Dios por no tener a un
dictador como Castro que nos imponga lo que debemos leer,
escuchar y hablar. Roguemos por el pueblo cubano que tanto
necesita la democracia para alcanzar algún el sueño
de la libertad y la prosperidad
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