Por
Julio San Francisco
http://www.juliosanfrancisco.com/
Otra
especulación sobre la Literatura Cubana
Como tanto se ha dicho, toda vida es un viaje, bien o mal
hecho. El mío, como escritor, hacia la Ítaca
de la Literatura comenzó desde el primer día
que escribí la primera cuartilla meridiana y medular,
yo también empecé a escribir tempranamente,
en 1979, en Nueva Gerona, capital de una isla al sur de Cuba,
pero en 1980 fui presidente de la Brigada Hermanos Saíz,
de Jóvenes Escritores y Artistas, en esa sureña
Isla de Pinos, observé la forma diabólica en
que se manipulaba a los escritores y a su obra y supe que
en mi país la literatura era sujeto de represión
y, a la vez, sujeto represivo, entonces, y para librar a mi
obra de esos menesteres, decidí hacer este largo viaje
por la ineditez durante el que muchas veces sentiría
la amarga sensación de dirigirme a ningún lugar
que es lo peor que puede ocurrirles a un viaje y un viajero,
ese viaje en el que sólo sabía por dónde
no pasaría. El no viaje.
Muy joven, yo mismo me condené, sin saber durante qué
tiempo, a ser un escritor largamente inédito, totalmente
desconocido, a existir sin identidad, a existir sin existir,
a no tener ese certificado de existencia que en el caso del
escritor se llama libro impreso. Sólo yo me vería
andar y avanzar mientras todos creerían, que yo retrocedía.
Mi obra debió empezar a salir a principios de los '80
con la de Alberto Serret, Chely Lima, Roberto Manzano, Paquito
Mir, Soleida Ríos, Ada Elba Pérez, Milagros
González, Ricardo Croess, Alberto Pérez Domínguez,
Guillermo Juan Peña, Ramón Font, Rodolfo de
la Fuente, Ramón Casas, alguien se ha olvidado. Un
paréntesis: Me encantaría encontrarme más
de 20 años después, que si son mucho, con toda
esta panda en la Biblioteca Municipal de Nueva Gerona, tomándonos
un te y oyendo en el tocadiscos un poema sobre un caballo
que se alimentaba de jardines, pero sé que algunos
de ellos como Alberto Serret, Paquito Mir, Milagros González
y Ada Elba Pérez, tienen agendas muy complicadas, de
momento no puede ser. Y vernos publicados en una revista que
se llamara Carapachibey. Teníamos veinte y tantos años
entonces y coincidíamos en aquella ciudad y la amistad.
y todas las ilusiones del mundo en el mortal corazón.
Digo
con la de ellos porque surgía en el mismo tiempo y
casi en el mismo lugar: Isla de Pinos, finales de los '70.
Pero yo no sería un escritor del régimen ni
editado por él nunca, nunca, nunca, sólo sería
un escritor en libertad porque la libertad es mi medio y mi
sentido, el habitat de mi corazón, de modo que nunca
estaría en un taller literario de los que organizaba
el gobierno para enseñar a escribir a sus ovejas, tampoco
participaría en ningún concurso oficial, ni
publicaría una muestra en ninguna revista cultural
y, por tanto, nunca optaría por ganar un premio grande
o pequeño, ni un medio premio del gobierno cubano,
como escritor nunca sería entrevistado por la prensa
cubana ni extranjera, nunca figuraría en inteligentes
presentaciones de libros de otros escritores, incluso amigos,
nunca participaría en famosas tertulias de escritores
en camino de consagrarse o consagrados; claro nunca aparecería
en portadas o reversos, incluso ni en interiores de contraportadas,
que ya es lo último y lo máximo de estas apariciones.
Tampoco nunca participaría en congresos nacionales,
ni internacionales de escritores y, para no cansaros con el
drama de los nunca jamás, no existiría para
la Literatura, ni para sus críticos y promotores entusiastas
al punto que tampoco aparezco en ninguna antología
de poesía o de cuentos incluso ni del exilio. Soy la
ausencia total de la Literatura y en la Literatura. Qué
bien.
Después de dar a conocer esta historia sólo
tengo para probar mi calibre de momento Nada y otros cuentos
del absurdo, acabado de editar por la editorial española
Huerga y Fierro, y a la venta en la Casa del Libro, de Madrid,
a donde puede solicitarse. Si me piden opinión, yo
diría que es un buen libro, un libro muy interesante
por el uso que hago en él del absurdo, de la literatura
y de la inteligencia, el juego, muy del cuento, de la dinámica
narrativa y del final sorpresa. Pienso que será un
libro muy elogiado, también muy atacado.
Fue muy desagradable a nivel público y privado porque,
como todos los escritores, como todos, yo también tengo
vanidad, orgullo y soberbia, la mínima necesaria, imprescindible
para enfrentar la vida, incluso la muerte que de un modo y
otro ha estado ocurriendo ya y ha perdido conmigo cada vez
que he sentido la tentación del viaje y la sensación
de que siempre hay algo bueno que hacer, mientras estemos
vivos, o sea, primero, saber siempre adónde se quiere
llegar y, después, una vez enfilada la proa, nunca
detener el remo y también hubiera necesitado reconocimiento,
pero eso es algo romántico.
Excepto yo, el resto se desconcertaba porque sólo yo
sabía adónde no iba. Mi país y la Literatura
merecen esa lección ética personal, la gente
probablemente también aún cuando pienso que
no hay nada más impronosticable que el ser humano .
Mi precio era -es- mucho mayor que una edición de una
tiranía atroz y antiliteraria. De todas formas, a veces
se me olvidaba que era inédito y como tengo la manía
de fijarme en los títulos de las librerías me
interesaba por saber si había algún libro mío
en los estantes, entonces buenas sorpresas, mira uno de José,
mira uno de Juan, mira uno de Pedro, uno de Lola, y me contentaba
con los libros de mis amigos que sí publicaban. Soy
muy despistado. De modo que el lector se ha estado perdiendo
mi Literatura durante más de un cuarto de siglo, pero
conservo el récord Guinnes de la ineditez, 25 años
esperando publicar en libertad en medio de una brutal tiranía.
Y aquí está mi primer libro.
Siempre he vivido y actuado atenido a las normas legales que
la sociedad impone y a las normas morales que yo mismo decido
para mí en el enfrentamiento del Mal y los excesos,
consciente de que puedo ser juzgado, pero quedar bien conmigo
mismo es el gran premio a la posible perfección de
mi itinerario, de ahí mi disciplina ética porque
no hay nada más placentero que sentirse satisfecho
de sí mismo, aunque se ande solo y parezca no terminar
nunca el viaje, sin preguntarse si hay algún premio..
Es muy difícil ser escritor así, sin libro publicado
porque en todo momento daba la sensación de que había
que probarlo y no había peor instante que cuando me
preguntaban el título de un libro mío editado
o cuando tenía que decir dónde se podía
encontrar un libro mío, que siempre era en ningún
lugar, porque decir que no tenía libro publicado era
como hablar de la Tierra sin el Sol, algo inconcebible, entonces
en ese momento dramático, qué mejor que sentirse
culpable de ser inédito además. Decir a alguien
que yo era escritor ya se me había convertido en una
verdadera tragedia porque, ¿cómo probarlo? No
había forma de probarlo ante las personas de buena
voluntad, sencillamente, no había forma, pero soy un
hombre tenaz, con un temple y una templanza especiales, lo
sé, estoicista, altruista y que siempre ha creído
en lo que hace porque lo que hace siempre ha estado precedido
por un buen razonamiento y seguido de una buena decisión
con su acción correspondiente en medio de los sentimientos
que siempre me han guiado: la honestidad, la belleza, la elegancia,
la amistad, la justicia, el deber de tener buen gusto.
En este tiempo tuve que dedicarme también a la lucha
por la libertad de prensa en mi país de modo que apenas
pude consagrarme a la Literatura, pero aprendí a defender
con igual fuerza a un verso que a un compañero de lucha
tras los barrotes. Entonces el camino se hizo todavía
más duro y peligroso. No se puede perder tiempo, lo
pasado, pasado, lo perdido, perdido, una gran ley.
La vida te entrega todas las facturas puntualmente, pero lo
más triste y angustiante era constatar cómo
personas que contaban con todo mi aprecio no le daban crédito
a mi obra porque no la habían visto simplemente, les
decía, -ya para divertirme y reírme de mí
mismo y de mi circunstancia- tengo aquí unos grandes
cuentos, unos poemas para ganarme el Príncipe o el
Cervantes o el Nobel, y no me lo creían, qué
tristeza , simplemente porque yo estaba sobreviviendo y tenía
que pagar piso, comer, calzar y vestir. Lo que ocurre es que
esto puede hacerse de muchas formas, pero hay que hacerlo
de la única respetable y asombrante, a la luz pública..”
No importa que seas bueno o malo. La vida no te da nada gratis.
No hay ningún árbitro que reparta justicia entre
nosotros, ni a los buenos ni a los malos. ¿Qué
los hombres que enfrentamos a Castro desde allí adentro
tenemos un temple especial? Pues sí también
porque se puede, ¿por qué no? llevar cualquier
circunstancia con dignidad. La historia perfecta del final
feliz, realmente o, como me decía al oído un
amigo español, Olé, Julio Entonces, al terminar
cada jornada de trabajo, yo decía, Bien le he ganado
otra batalla a Fidel Castro, simplemente. O dicho de otra
manera: “Que a todos nos gusta y es muy bueno ir de
Armani y buen perfume. No lo niego yo tampoco. Estamos hablando
de 25 años, una vida, sí Son testigos de 25
años de silencio, nada más y nada menos, ni
un minuto menos. Hoy terminan. Como decía un amigo
escritor que ya murió. A pecho puesto y camisa quitá.
La historia feliz, La historia feliz. Porque siempre se puede
triunfar. Acaba de salir al fin Nada y otros cuentos del absurdo,
mi primer libro publicado por una editorial de verdad. Es
un buen libro de cuentos y mi mejor libro de todos los escritos
por mí. Ahí pueden encontrar también
mi mejor cuento: La perra neurótica.
Oigan esto. Sólo uno puede vencerse. Si tú no
te vences, nadie te puede vencer. Soy, pues, un escritor que
por sus ideales ha tenido que estar ese tiempo en silencio,
una vida, amigos que hoy termina con esta publicación
Yo soy uno de esa generación literaria que creó
la dictadura perfectamente totalitaria que oprime a mi país
hace 47 años y que existió en todos los países
socialistas. En Cuba se conoce como Generación Inédita
o, como prefiere mi amiga Maria Elena Cruz Varela, Generación
Gaveta. Está formada, según la Dra. Victoria
E. Rueda Peña, por Juan Carlos Recio, Reinaldo Escobar,
Ernesto Canteli, Joaquín Cabeza de León y por
mí. Ella nos llama nombres del silencio. Yo añadiría
a Oscar Kessel, Pedro Fowler, José Luis García,
Alberto Santos, Reynaldo Izquierdo, sólo por citar
algunos de los tantos creadores desconocidos o casi desconocidos
por esta razón ideológica y tiránica.
Y habrá más.
Esta historia me hubiera podido destruir porque se necesitaba
mucha tenacidad, mucha confianza en sí mismo, mucha
pericia ante el timón en las profundas noches, pero
sé que estamos hechos para grandes cosas. Siempre se
puede llegar, triunfar, hay que tener paciencia y navegar
hacia delante, y saber que la gente no escatima su miserabilidad
y que el egoísmo es el único valor constante
en este mundo. Se necesitaba también mucha integridad
moral, mucha., pero yo tenía de dónde sacarla.
Después el viaje seguiría 10 años más,
desde el proceloso mar del destierro hasta hoy, en Este Madrid
de 2006, en estas costas, un libro que fue escrito por amor
a la Literatura, aunque prometo que no me volverá a
ocurrir, un libro que no es, dentro de mi obra, una proposición
lingüística fundamentalmente, sino una interpelación
existencial. Pretendo que todo el mundo lea y se pregunte
cómo se puede mejorar más esta vida que podría
ser muy divertida, pero sin afiliarse a proyectos totalitarios.
Soy del club de Becker, Ionesco, Kafka, Virgilio Piñera,
un club que, surgido en Europa, existe ya en todo el mundo.
Es que creo que el escritor debe ser un ciudadano y que todo
el mundo debe actuar según normas morales o, concretamente,
según la moral cristiana que es la Occidental a la
que pertenezco y a la que pertenecemos todos nosotros porque
esa moral y su concepto del Bien y del Mal es con lo único
que podemos hacer contrapeso a los desvaríos, delirios
y deslindes de nuestra inmensa libertad y Debemos ser buenos
seres humanos, buenas personas, serias y decentes. Nada más.
Y por ese ideal, que es también el de la democracia
y la libertad en mi caso, debemos estar dispuestos a perder
hasta la patria, por ese ideal escribí este libro y
estoy aquí, sin patria, pero sin amo. El ser humano
estará siempre entre un proyecto libertario y el totalitarismo.
Ese es el peligro de las utopías pero hay que creer
en la posibilidad de mejorar de este proyecto humano que es
la vida. Los que venimos ya de vuelta de los predios totalitarios
tenemos siempre el deber de alertar en ese sentido porque
sabemos que puede ser terrible, pero hay que luchar, Pero
hay que luchar. Esta enunciación de un proyecto de
justicia y libertad Raúl Rivero y yo la hicimos, pero
desde La Habana, por eso estamos hoy aquí, y puedo
decir que valió la pena, hay que tener ideales. Mi
voz será siempre eso, ni más ni menos, una voz
por la libertad y la justicia, una voz, la nuestra, que tuvo
que pasarlo y afrontarlo todo, incluso la inútil y
débil muerte de Wichy Noqueras y de Milagros González.-la
generación más difícil de todas, la que
ha tenido que pasar desde el servicio militar obligatorio
hasta la cárcel y el destierro y los improperios, la
que yo llamo la `generación difícil'. Les hablo
del libro y no les digo nada porque Nada y otros cuentos del
absurdo, que presentará en Madrid Raúl Rivero
tal vez sea un misterioso certificado de escritor sobre una
profesión que no conozco, que no he podido disfrutar,
que no sé si es buena o mala, pero que no la recomiendo
desde esta orilla en la que al fin me digo, Hemos llegado,
Ulises, Este viaje ha terminado, otro viaje empieza