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| El Veraz. | San Juan, Puerto Rico |

A la Caza del Hombre Nuevo

Por Mario Guillot Carvajal

La noticia se ha mantenido en secreto hasta ahora por las autoridades cubanas. Nadie se explica cómo ha sido posible el milagro, pero el caso es que por las calles de La Habana fue visto el filósofo Diógenes de Sinope, más conocido como Diógenes El Cínico 1. Abandonando el famoso tonel que no era tonel, viajó desde el reino de Hades y deambuló por la capital cubana, llevando encendido un candil a plena luz del día.
Un grupo de muchachos vestidos con uniforme de Secundaria lo descubrió hurgando por portales y acumulaciones de escombros y basura, lo cual, por cierto, no le fue difícil de encontrar en la ciudad.
-¡Abuelo! -le gritaron los muchachos, dignos representantes de la mala educación generalizada en la isla, aprendida en casa y reforzada en la escuela- ¿No pillas bien con Solapio que hace 2?
Cuentan que Diógenes se acercó a los muchachos y les dijo:
-Estoy buscando un hombre nuevo.
-¿Qué moña 3 es esa del hombre nuevo, Veterano?
-Me han asegurado que en esta isla se estaba moldeando al hombre nuevo. Una mezcla de honradez, austeridad, desprecio por los bienes materiales y un sentimiento de ser ciudadano del mundo. Cómo dirá Séneca dentro de unos años: ŒEn cualquier lugar del mundo donde me encuentre, estoy a igual distancia de las estrellas¹.
-Oye Abuelo, eso de ciudadano del mundo está suavitol 4. Así podemos coger el avión pa¹ la Yuma 5 y evaporarnos de aquí. ¿De dónde tú eres?
-Ciudadano ateniense aunque nací en Sinope.
-¿Y no tienes por ahí un pulovito de tu país?
-No -el viajero ya estaba adivinando que el hombre nuevo no estaba en ese grupo de jóvenes.
-¿Quieres que te cuadre 6 una jinetera?
-¿Qué es eso? ¿Una amazona?
-¡Compadre! ¡Cómo vamos a ir al Amazonas para encontrar una jinetera! Una jevita pa¹ quimbar te la cuadramos aquí mismo en una vara de tierra -y el muchacho acompañó la frase con un gesto inconfundible.
-¿Sexo? -preguntó Diógenes.
-Claro.
Y el visitante huyó corriendo de aquella proposición de ponerlo en contacto con hetairas tropicales. Pasó por delante de una Escuela Primaria en el patio de la cual los varones jugaban a la pelota y las hembras cuchicheaban en un rincón.
-¡Yo soy el Duke Hernández!
-¡Y yo Liván!
-¡Yo soy Morales!
-¡Qué inocente es la infancia -comentó Diógenes a un hombre que miraba jugar a los niños-. Se ponen los nombres de los héroes, como en mi infancia hacíamos con Aquiles y Ulises.
-¿Aquiles y Ulises? ¡Apaga el tabaco que esto no tiene nada que ver con Homero! Esos son nombres de peloteros que se han pirao pa¹ la Yuma y ahora ganan un montón de dólares. No seas cínico.
³Caramba² pensó Diógenes, ³parece que soy muy conocido por aquí² 7. Y se acercó a la parte de la reja cerca de la cual hablaban las niñas.
-Cuando yo sea grande voy a ser jinetera -decía una mulatica de ojos achinados. Diógenes recordó que jinetera era la palabra actual para designar a las hetairas.
-Yo también.
-Y yo.
-Y yo.
-Y yo.
-Pues yo voy a ser primera bailarina de Ballet Nacional. Como mi tía.
-Mi Mamá me dijo que tu tía también era jinetera, porque se quedó en Italia y vive cerca de mi hermana la que se casó con un italiano.
Diógenes pensó que los descendientes de Eneas que habían ocupado la península itálica, estaban yendo a buscar esposas un poco lejos de casa. La voz de la primera niña que había hablado lo sacó de su meditación.
-¡Oye Pepe! ¿En qué hotel estás? -la muchacha lo miraba con picardía, demasiada para su edad, parada con las manos en las caderas moviendo su pierna derecha como en un tic nervioso.
-No me llamo Pepe, sino Diógenes.
-¡Ay Papichuli no te pongas bravito! ¿Tienes wanikiki? -y frotó los dedos dejando aclarado el significado de la palabra.
Considerando que el tal wanikiki no estaba en armonía con el hombre nuevo que él buscaba, el de Sinope corrió lo más rápido que su edad se lo permitió. Llegó sin saberlo al residencial barrio de Miramar y se detuvo delante de una hermosa mansión con un letrero que decía

CORPORACIÓN JINETUR S.A.

-¿De dónde e¹ el Señor? -le preguntó el portero oliendo la posibilidad de agenciarse unos fulas.
-Del Ponto.
El portero, militar de origen oriental y no precisamente de Japón, hubiera sido capaz de reconocer el nombre de Grecia, pero difícilmente el de Atenas antes de los Juegos Olímpicos; así que El Ponto para él podía ser lo mismo una aldea de Galicia que una estrella de la Vía Láctea.
-¿Etá interesao en lo servicio de JINETUR?
-Yo sólo estoy buscando al hombre nuevo.
³Así que el viejo vaina 8 e¹ maricón², pensó el oriental no japonés.
-Si quiee hombre nuevo tiene que hablá con Acota. Po la ecalera 9.
En la segunda planta vio Diógenes una puerta en la que estaba escrito:

Sr. ACOSTA

El filósofo tocó y una voz le indicó que pasara. Dentro vio a un grueso hombre que echaba humo por la boca mientras mantenía en su mano derecha un cilindro que ardía por una punta. Desde la puerta el hombre preguntó al tiempo que introducía el candil en la habitación:
-¿Es aquí donde se puede encontrar al hombre nuevo?
El gordo se levantó y se dirigió a la puerta para animar a entrar a Diógenes. Le indicó una silla y abriendo una caja en la que decía COHÍBA, le brindó un cilindro igual que el suyo al filósofo. Se lo encendió con una fosforera que decía HABANA CLUB y al primer intento del griego de inhalar, se atoró y recibió un par de palmadas de ayuda en la espalda.
-Usted dirá.
-He venido en busca del hombre nuevo.
-¿Cuántos quiere?
-Todos los que haya -el cínico se entusiasmó pensando que su búsqueda había dado por fin sus frutos.
-Supongo -dijo el gordo- que será para poner algún tipo de local en su país.
-¿Local?
-Sí, ya me entiende; un sitio para ricachonas insatisfechas.
-¿Insatisfechas?
-Sexualmente, quiero decir.
Diógenes salió de allí apresuradamente pensado que en ese país practicaban más el sexo que los chimpancés bonobos. Llegó hasta el Malecón y decidió sentarse a descansar. Vio muchas jinetairas haciendo señas a los vehículos de aspecto moderno, casi todos por detrás llevaban escrito DAEWOO ó HYUNDAI. Ninguna hacía señas a unas carrozas inmensas que ponían detrás CHEVROLET, CADILLAC ó BUICK y se veían más antiguas, como del tiempo de la guerra de Troya.
Se le acercó un hombre joven, aunque no nuevo.
-¿Quiere ron? ¿Cohíbas?
-No gracias, sólo quiero que no me tapes el Sol.
-Eso le dijo un tipo en Atenas a Alejandro Magno.
El autor de la histórica frase se emocionó tanto que no podía hablar.
-¿No conoce la anécdota?
-Sí, sí, como no. De primera mano. ¿Y no recuerda el nombre de quien lo dijo?
-Ahora no me viene a la memoria. A mí es que me encanta la Historia, ¿sabe? Soy Licenciado; pero en este país hay que pulirla 10 para sobrevivir. Por eso dejé la pincha 11 de profesor y ahora vivo del bisnecito 12 este del tabaco y el ron. Uno de mis hermanos trabaja en la fábrica de ron y el otro en la de tabacos Partagás; y yo vendo lo que ellos se endiñan 13. Mi mercancía es de primera. El mismísimo Platón la hubiera considerado la IDEA del ron y la IDEA del tabaco. ¿Quiere un buchito de ron para probarla?
-No gracias. Sólo quiero que no olvide el nombre de quien le dijo a Alejandro...
-¡Ahora me acuerdo! Es que en el libro de texto de Filosofía había un dibujo de un tipo igualito a Usted. Diógenes el Cínico.
A pesar de la pequeña alegría que esta última frase le produjo, el filósofo regresó apesadumbrado al reino de Hades. La primera ánima que se encontró fue la de Sócrates.
-Tú, que según el Oráculo de Delfos eres el más sabio de todos los atenienses, podrás explicarme qué tipo de hombre nuevo están moldeando en Cuba. Sólo vi jóvenes de los dos sexos totalmente prostituidos, con deseos de irse del país, abandonando sus oficios para vivir del latrocinio, obesos funcionarios cuya tarea es ofrecer la juventud de su país a los ricachones extranjeros,...
El Maestro de Maestros lo interrumpió:
-Sólo sé que no sé nada.

1 Por si algún lector de pronto no sabe bien de qué Diógenes hablo, aquí van dos anécdotas suyas narradas por su tocayo el historiador Diógenes Laercio en ŒVida de los más ilustres filósofos griegos¹: ³Saliendo [Diógenes] de los baños, a uno que le preguntó si se bañaban muchos hombres, dijo que no; pero a otro que le preguntó si había mucha gente, dijo que sí². ³Preguntado también qué animal muerde más perniciosamente, respondió: «De los bravíos, el calumniador, de los domados, el adulador»². Hombre sabio.
2 Traducible como Œ¿No ves bien con el Sol que hace?¹
3 Asunto, cuestión.
4 En este caso sinónimo de bueno. Pero también puede ser bonito.
5 Los Estados Unidos de América.
6 Arreglar, conseguir.
7 El pobre hombre allá en el Hades no se había enterado de que la palabra cínico, cuya etimología parece venir de la palabra griega para designar al perro y se usaba para los seguidores de Antístenes porque, empezando por el propio Diógenes, vivían despreciando las comodidades; pues ha cambiado su significado por el de Impúdico, siendo desposeída de todo sentido filosófico y de cualquier pregunta sobre la virtud.
8 Palabra de significados varios, despectiva al referirse a las personas. Muy utilizada en las provincias orientales de Cuba, así como en República Dominicana, Venezuela, Colombia y Panamá, se usa más para referirse a una situación que a una persona: ŒEsta vaina de país va muy mal¹ dicen ahora los venezolanos desde que el vaina de Hugo Chávez está jugando a ser Terminator II.
9 Los naturales del oriente de Cuba, eliminan al hablar todas las eses que puedan. Se cuenta como cierta la anécdota de que, en tiempos de Batista, que por cierto era oriental lo mismo que su sucesor, aunque hay que reconoce que Barbatruco no comete ese error al hablar, probablemente por ser hijo de gallego, el caso es que en el cuartel Columbia, el más importante del país, ubicado en La Habana y convertido por la Trombolución en una inmensa ciudad escolar, le tocó la guardia a un natural de Oriente al que ordenaron llamar al cabo Acosta. El hombre enciende la megafonía y suelta: ³El cabo Acota que se presente en la pota con la bota y el caco pueto². Según una versión del hecho, el hombre, sintiendo que de tantas eses comidas se podía indigestar, añadió: ³Repisto, el cabo Acota, que se presente en la pota, con la bota y el caco pueto². Por cierto, los orientales, con razón, nos acusan a los habaneros de aspirar las erres intermedias y no saber pronunciar ³carbón², sino que decimos algo así como ³cadbón². No confundir con ³cabrón².
10 Inventar, resolver, moverse en los límites de la legalidad.
11 Trabajo.
12 Derivado de la pronunciación de la palabra inglesa business.
13 En este caso, robar, sustraer, hurtar.


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