Por
Miguel A. García Puñales
El
más grande de los mitos creados a golpe de desinformación
mediática y manipulación de organismos internacionales
por parte del gobierno cubano, es sin duda alguna el de la Salud
Pública revolucionaria.
Tan
grande y amañado que confunde a detractores declarados
del totalitarismo isleño ¡incluso a determinadas
agencias oficiales del gobierno americano!, no digamos ya al
común de los analistas.
La
conocida práctica de repetir hasta la saciedad una mentira
para convertirla en una verdad, es en el caso de la salud pública
cubana un ejemplo de manual.
Lamentablemente
por imperativos del espacio de esta publicación, tendremos
que resumir a un artículo lo que de hecho es un extenso
ensayo del Centro de Información y Documentación
de Estudios Cubanos -CENINFEC-, fruto del análisis de
cientos de documentos, informes oficiales a organismos internacionales
y la experiencia testimonial de su director, ex funcionario
de las estructuras centrales de Información del Ministerio
de Salud cubano.
La
génesis del mito
En
el principio fue el desastre. Ya desde el supuesto alegato ante
el tribunal que le juzgara por los hechos del 26 de julio de
1953, Castro mintió sobre el estado de salud de la población
cubana. Si se tiene la suficiente paciencia y se contrastan
los datos que allí aportó con los datos oficiales
de los organismos internacionales de la época, se comprobará
que en aras de un alegato político ya se tergiversaba
la realidad, exagerando los problemas y omitiendo los logros
sociales.
Estamos
refriéndonos a datos que eran verificados por agencias
independientes de la sociedad civil de la época, elemento
del todo imposible en las condiciones actuales de dictadura
totalitaria del país.
Los
discursos a partir de enero de 1959 se empeñaban en demostrar
el "caos" en que supuestamente vivía la nación,
en especial en áreas de alta sensibilidad social, como
es en este caso la salud pública.
Como
es perfectamente conocido, Cuba no era, a finales de los años
cincuenta en términos de desarrollo social y de salud
un país "promedio" de Latinoamérica,
ni comparable con los estados más pobres de la región.
De más está decir que en nada coincidía
con los indicadores socio-económicos de las zonas menos
beneficiadas del planeta. En muchos indicadores sociales era
equiparable a países europeos de la época; superior
en algunos casos. Su problema fundamental radicaba en la clase
política, capaz de engendrar cualquier aberración,
como la que viene sufriendo el país desde hace casi 50
años.
Se
encontraba, según sus indicadores económicos a
punto de lograr lo que se denomina "despegue". En
la bibliografía y enlaces a pie de artículo proporcionamos
al lector la posibilidad de que consulte la extensa información
de organismos internacionales disponible y saque sus propias
conclusiones.
Sólo
para hacer una fugaz mención a indicadores de la época,
en 1958 ya era Cuba el país de Latinoamérica con
la tasa más baja en mortalidad infantil, más baja
incluso que las tasas de Francia, Italia y Japón. Junto
a la de médicos por habitantes suelen ser estos indicadores
los más promocionados por el estado cubano en sus constantes
campañas internacionales. Las siguientes tablas de estos
indicadores pueden dar alguna luz sobre la sanidad cubana en
los años anteriores a la actual dictadura.
Cuando
se falsean los datos
En
el quehacer humano y en especial en términos de salud
pública, salvo muy raras excepciones, todos los países
han mejorado sus indicadores absolutos de salud. Es decir, cada
país de una larga lista de la OMS, analizando sólo
sus propias estadísticas de los últimos 50 años,
ha mejorado el estado de la salud de su población, salvo
allí donde hubo episodios tales como guerras o grandes
cataclismos naturales imprevisibles. Han disminuido en casi
todos los países listados los índices de mortalidad
(muerte), de morbilidad (enfermedades) e incrementado la esperanza
de vida al nacer (posibilidad de vida).
Esto
es así por la confluencia de numerosos factores globales
que pueden resumirse en el término filosófico
Progreso Social y cuyo análisis exhaustivo no es objeto
de este artículo.
Muchos
análisis periodísticos que pretenden hacer ver
que el deterioro de la Salud Pública en el llamado Tercer
Mundo es Absoluto, confunden el análisis a voluntad con
el enfoque Relativo del asunto y aún este suele calcularse
sobre una base conceptual errónea, es decir sacando los
indicadores fuera de contexto. Tal y como viene haciendo desde
hace 45 años el gobierno cubano. Otra cosa es que proporcionalmente,
la mejoría del estado de salud de la población
en estos territorios sea inferior a sí misma, en comparación
a la mejoría observada en las zonas de mayor desarrollo
del planeta.
Por
lo que establecer paralelismos con grupos de países que
siempre estuvieron muy por debajo de los indicadores cubanos,
es como comenzar una carrera de relevos con una pista de ventaja.
Las estadísticas son sólo un instrumento de análisis
y su manipulación tendenciosa es bien conocida desde
antaño.
Desde
el mismo inicio del actual gobierno se empezaron a ofrecer estadísticas
manipuladas, escogiendo datos que permitieran justificar los
"logros", con el consiguiente progreso paulatino de
la penetración cubana en los organismos especializados
del sistema de Naciones Unidas, que reaccionan de manera muy
sensible a la participación y estadísticas de
los países miembros.
En
esto ayudó no sólo la gran capacidad mediática
de la propaganda castrista, sino también y con mucho,
el gran desconocimiento que sobre la Cuba real se tenía
-y se tiene- en gran parte del mundo. Sin referirnos ya a las
dadivosas concesiones de becas y al lucrativo tráfico
de influencias políticas a largo plazo.
La
propaganda simula un salto que realmente no se ha producido,
es más, aportando sólo indicadores oficiales del
estado cubano ante organismos internacionales, es perceptible
que el estado de salud de la población ha empeorado en
índices relativos y en algunos casos, incluso, en sus
índices absolutos.
Analicemos
el ejemplo de la fecundidad; en la misma medida en que disminuye
nominalmente la mortalidad infantil, decrece de forma absoluta
la natalidad, observemos:
Otro
ejemplo es la incidencia de parasitosis en la población
cubana de todas las edades. Un higienista cubano -ya fallecido-
que solía hablar con los ojos cerrados -y al que no se
podía acusar precisamente de ser un disidente del sistema-,
repetía constantemente en sus conferencias allá
por 1983, que ... aportan mucha más salud a la población
las obras de alcantarillado que varias facultades médicas
juntas; facultades se han hecho muchas, pero alcantarillados....
Nuestra
población, con un porcentaje relativamente alto de población
urbana a fecha de 1959, incrementó ese índice
en los decenios siguientes, agravado por el crecimiento demográfico
y el insuficiente, casi nulo crecimiento habitacional y de obras
de urbanización. Lo que trajo consigo, luego del crónico
abandono inversionista y de la indisciplina sanitaria en la
colecta de desperdicios, canalización de residuales y
tratamiento de las aguas, que la población cubana presentara
ya en la década de los 80 índices de parasitismo
superiores al 85%, siendo las parasitosis de mayor incidencia
las amebiasis y las giardiasis.
Los
datos que actualmente aparecen en las páginas estadísticas
cubanas referentes a parasitismo intestinal son risibles y evidentemente
manipulados si se tiene un conocimiento mínimo del estado
de la calidad del agua potable y de la colecta de residuales,
insistentemente denunciados desde fuentes independientes.
Para
nada se establecen correlaciones con los índices de infección
por leptospira, con origen en las plagas rurales y urbanas,
frecuentes a pesar de que el país exporta desde la empresa
estatal Labiofam ingentes cantidades de productos para el control
de plagas y vectores.
Son
estos sencillos indicadores de morbilidad que no suelen vincularse
estadísticamente con los indicadores de mortalidad o
de esperanza de vida; no es conveniente para el análisis
del estado de la salud de la población con visión
triunfalista.
No
se acostumbran a publicar los índices de algunas patologías,
sobre todo las carenciales; la osteoporosis, por ejemplo, de
gran incidencia entre las mujeres mayores de 40 años
de edad y relacionada clínicamente con la falta de calcio
en edades críticas, que normalmente se obtendría
mediante una dieta sana, con el consumo de leche, por ejemplo.
Tampoco
progresaría ningún análisis que intentara
establecer vínculos -positivos o no- entre el incremento
de los casos de cáncer de próstata y el uso indiscriminado
de la bicicleta por la población masculina cubana en
los primeros años del llamado "período especial";
aunque sí promocionaron por los medios de difusión
masiva las supuestas "bondades" del "masaje prostático"
que aportaría el sillín del biciclo, cuando de
golpe y porrazo sustituyeron el ya deficiente transporte urbano
por el asiático medio.
Para
nada pueden hacerse estudios sobre indicadores de suicidio o
lesiones auto infligidas, sin autorización y control
expreso de los censores sanitarios, que mantienen estos y otros
resultados del estado de salud de la población como información
clasificada para evitar su conocimiento por el "enemigo
imperialista".
Las siguientes gráficas tomadas directamente de la Web
de la Organización Mundial de la Salud, demuestran el
comportamiento de este flagelo:
La
siguiente tabla, con el último reporte seriado de indicadores
de suicidios brindado por el estado cubano, denota por sí
misma la magnitud del estado de salud de la población
cubana en términos de salud mental. Si a esto agregamos
que este indicador es de procesamiento obligatorio antes de
su publicación por las diferentes oficinas del llamado
"secreto estatal" y por tanto disminuido en sus índices
generales, tendremos al menos una noción de cuán
grave es en el país el estado de salud mental de los
ciudadanos.
Estos
indicadores en sus series continuas se han mantenido con estas
altas tasas, al menos en los últimos 20 años,
sólo si hacemos caso a los diferentes anuarios estadísticos
emitidos en su momento por el MINSAP cubano y reflejados en
las estadísticas de la OMS, como es perfectamente perceptible
también en las gráficas anteriores.
Un
país donde los hábitos tóxicos alcanzan
niveles alarmantes y donde el consumo de drogas por la parte
más joven de la población era un secreto a voces
negado oficialmente por el estado hasta hace apenas un año
a pesar de las evidencias, no es precisamente un ejemplo de
progreso en calidad de vida; sobre todo si a ello se sumaran
indicadores tales como la dieta, salud mental y reproductiva,
índices de divorcialidad, suicidios y muertes violentas.
Para qué referirnos a indicadores de mayor calidad, tales
como contaminación ambiental, hábitat doméstico,
etc.
Con el mito de la salud pública cubana, sustentado en
una mezcla ecléctica de indicadores reales y amañados,
así como en la formación defectuosa de miles de
médicos en los últimos 15 años, pasará
a la larga como pasó con la visión que la izquierda
europea tuvo de la Isla, se desvanecerá el mito. De ello
se están encargando los propios profesionales de la salud
que el estado cubano exporta.
Las carencias en actualización farmacológica,
así como serios problemas de aspectos vinculados a la
ética y la deontología médica, son más
que suficientes para ir abriendo los ojos al mundo, sólo
que lentamente, pues el común de los medios donde suelen
ejercer sigue estando por debajo de los propios patrones cubanos.
No es lo mismo tomar una decisión clínica en un
estado africano, donde es fácil encubrir la yatrogenia
con el error médico y donde el sistema legal imperante
impide en realidad la demanda civil, que en un país de
otro entorno; digamos por ejemplo, Venezuela.
Son muy graves los problemas puntuales de salud que presenta
la población cubana y de vez en vez, salen a relucir
a través de epidemias. Más, su principal problema
de salud radica en la pésima calidad de vida del nacional
isleño.
En las propias estadísticas de la OMS, se calculan alrededor
de diez años perdidos a lo largo de la vida del cubano
promedio, producto de las afecciones patológicas, es
decir uno de cada siete años de vida padece el cubano
de a pie las diferentes patologías que lastran su calidad
de vida,
lo que se ha llamado el indicador de Vida en Salud. Ese no es
de encargo divulgarlo y eso que todos estos datos son referentes
¡a sus propias estadísticas!, cada vez menos fiables.
De qué serviría vivir más años si
una buena parte de ellos los vive padeciendo enfermedades que
le acompañan hasta el fin de su existencia; si el principal
vehículo de control de la natalidad es el aborto indiscriminado,
si la salud mental del cubano es tal que ya desde principios
de los noventa fue necesario crear en el ámbito de cada
municipio una comisión interdisciplinaria de salud mental
dados los índices de suicidios, trastornos de la conducta
y otros tantos flagelos que han ido cayendo sobre la salud psíquica
del cubano. Estas comisiones se formaron bajo el mayor secretismo
y supeditadas al control cruzado del Partido Comunista, Salud
Pública y la Seguridad del Estado.
La tasa de mortalidad infantil cubana de 6,5 por cada mil menores
de un año en 2002, promocionada a bombo y platillo, es
en su interpretación tan falsa como tantas otras aseveraciones
de la dictadura. Sólo que ésta, mucho más
técnica es difícil de refutar desde simples artículos
de la prensa noticiosa. Se necesitan de
análisis especializados, sobre todo si no se relacionan
unos con otros los datos oficiales del estado cubano: en igual
período que el reportado para la mortalidad infantil
se produjo un índice de abortos de 49,8 por cada cien
nacidos, es decir el segundo país de más alta
tasa de abortos del mundo. Claro está, sin contabilizar
las regulaciones menstruales, es decir, los abortos de bajo
riesgo realizados -teóricamente- en el término
de los primeros 14 días de interrupción del flujo
menstrual, en el ámbito de las propias policlínicas
y sin requisitos adicionales de protección a las pacientes.
Ese dato llevado a una tabla, reconvirtiendo el índice
de abortos a la tasa base de nacidos vivos (X 1000), arroja
un resultado no sólo espeluznante, sino gráficamente
ilustrativo de cuál es el principal mecanismo para evitar
las muertes en el primer año de vida ¡evitar que
nazcan niños que impliquen el más mínimo
riesgo a los indicadores!, Veamos;
¿Se
comprende ahora dónde radica básicamente el secreto
que explica asuntos de difícil concatenación?
Es decir, cómo es posible que el comportamiento de los
indicadores de fecundidad, envejecimiento y mortalidad infantil
adquieran en Cuba valores similares a los de un país
desarrollado. Ante todo, porque existe una política estatal
de limpieza demográfica, en medios clínicos llamada
control de la natalidad, que impide el nacimiento de casi el
50% de las vidas concebidas, lo que influye directamente en
el indicador fecundidad, a pesar de que el comportamiento de
los valores biológicos de la población en edad
fértil es totalmente estándar aún.
La
población como base material de estudio
La carencia de medicamentos, de técnicas modernas de
resolución diagnóstica en el ámbito de
base, de medios hospitalarios, crean el campo propicio, junto
a la falta de estructuras jurídicas de protección
de los derechos de la ciudadanía devenida en paciente.
Si una cosa saben el gobierno cubano y su Ministerio de Salud
es que la opinión pública posee mala memoria,
sólo recuerda el último bombardeo informativo.
Los afectados por la poli-neuropatía epidémica
ya no son recordados por nadie; miles de ciudadanos afectados
permanentemente, con limitaciones extraordinarias de su calidad
de vida, incluida en muchos casos la ceguera total.
Casi nadie conoce, fuera de determinados círculos de
la Isla, que el estudio internacional sobre la epidemia concluyó
determinando la alta probabilidad de una combinación
fatal entre carencias proteicas e intoxicaciones alimentarias
como causa cierta del origen de la epidemia.
Esta fue el resultado del brusco corte de los abastecimientos,
sobre todo en las provincias orientales del país, unido
a los experimentos sobre mezclas y combinaciones de pastas y
otros bodrios alimenticios; así como de la falta de control
sanitario en la transportación de agentes químicos;
en fin una combinación consistente en la supresión
brusca del consumo de proteínas y factores tóxicos
vinculados al consumo de sustitutos proteicos en los alimentos
tradicionales.
Como quedó demostrado mediante el envenenamiento colectivo
por la ingesta de pan, en el poblado de Calabazar. Episodio
ocurrido en 1993 a escasos dos kilómetros del aeropuerto
internacional de La Habana, que se saldó con cientos
de afectados y el silencio oficial de sus causas, así
como con el reparto gratuito de alimentos "cortesía
del Consejo de Estado", según se informó
a los vecinos.
Nadie menciona ya, la atroz política de exclusión
a los pacientes VIH + o SIDA, dictada en su momento por la dictadura
y sus Ministerios del Interior y Salubridad, que llevó
a cientos de personas a confinamientos sanatoriales, estigmatización
pública y persecución policial, en una política
totalmente errada en la práctica internacional del control
de enfermedades de transmisión sexual y sanguínea
y que aún hoy se mantiene, encubierta por la supuesta
"voluntariedad" del ingreso sanatorial.
Para nada se abordan en las revistas científicas cubanas
los aspectos legales de protección al paciente; encontrándose
estos, totalmente a merced de los errores médicos, yatrogenias
e incluso de verdaderos crímenes por negligencias, toda
vez que no existen en Cuba los medios jurídicos para
aislar la acción médica de sus consecuencias legales.
Los pacientes fallecidos son sometidos a necropsias en los propios
departamentos de Anatomía Patológica de las instituciones
donde fueron atendidos, sin mediación de representantes
legales de la familia ni criterio médico independiente
que evalúe la verdadera causa de la defunción,
salvo que se estime homicidio o asesinato, en cuyo caso pasan
al Instituto de Medicina Legal.
Sin contar la práctica establecida de constituir a todas
las entidades hospitalarias del país como docentes, sin
previa autorización de los pacientes; que tienen la obligación
inconsulta de admitir prácticas sobre su persona a personal
médico y paramédico en formación. Estudiantes
que por demás son utilizados comúnmente como fuerza
de trabajo en las entidades de salud.
Si alguien lo duda, visite una sala hospitalaria cualquiera
en horario nocturno y pruebe a contabilizar cuántos estudiantes
de enfermería atienden las salas y qué proporción
representan del total del personal calificado disponible, es
muy fácil hacerlo, el color de sus uniformes los identifica.
En oportunidades logran salir del territorio nacional, informes
e incluso investigaciones íntegras realizadas paralelamente
por diferentes agencias del gobierno cubano y que cruzan los
datos sobre el estado de salud de la población. Tal es
el caso de la investigación realizada por el Instituto
de Investigación y Orientación de la Demanda Interna
-ICIODI- en 1993 sobre las condiciones de vida en Cuba y que
fuera hecha pública por Maida Donate Armada, ex funcionaria
del referido Instituto de la Academia de Ciencias de la isla
y actualmente en el exilio.
El informe de investigación, concluía en la fecha
con datos más que suficientes para reconocer en episodios
múltiples de intoxicaciones alimentarias a lo largo de
todo el territorio nacional, una de las causas probables de
la explosiva epidemia a la que hemos hecho referencia con anterioridad.
Sólo la falta de espacio en este medio nos impide la
publicación íntegra del referido documento, al
que no obstante damos en la bibliografía puntual referencia
ya que puede ser consultado en la Red de redes.
A
fin de cuentas
Ante las preguntas que pudieran hacerse referentes a los avances
de la sanidad cubana en los últimos cuatro decenios,
las conclusiones que pudieran aportarse no dejan lugar a dudas,
el Sistema Nacional de Salud, como el resto de la sociedad,
existe por y para la política de un estado totalitario.
De la misma forma que en la ex URSS y otros estados satélites
del llamado "telón de acero" se exageraban
los datos favorables del sistema y se ocultaban sus fracasos
-tuvimos que esperar a la caída del muro de Berlín
para enterarnos que Yuri Gagarin no fue el primer cosmonauta
ruso que intentó la salida al espacio exterior, aunque
sí el primero que lo logró con vida- en nuestra
querida tierra sólo se promocionan los supuestos "logros"
y para nada se permite un análisis menos triunfalista
en un área que junto a la educación son prácticamente
las únicas esferas de la realidad social isleña
donde pueden simularse tales victorias.
Con un costo social infinitamente mayor del que sería
necesario, el estado cubano ha mejorado -proporcionalmente a
la posición que ya ocupaba a finales de los cincuenta-
las siguientes áreas en el sector salud:
-
Número
de médicos por habitantes (continuando una vieja
tradición leninista es el país con mayor proporción
de médicos por habitantes, con afectación
manifiesta de la calidad en la formación de estos
profesionales)
-
Extensión del sistema sanitario en Atención
Primaria (irracionalmente extendido hasta nivel de cuadra,
pero sin los recursos mínimos para su aplicación)
-
Incremento de las áreas de investigaciones y creación
del Subsistema de Atención Terciaria (nada que objetar
salvo que en esta área como en el resto del país,
impera el voluntarismo, de lo contrario consultar por qué
las pruebas clínicas de nuevos medicamentos tenían
prohibido por decisiones políticas -al menos hasta
inicios de los años 90- la utilización de
placebo)
-
Extensión masiva de los diferentes programas de vacunaciones
(Por cierto el esquema nacional de vacunaciones deja mucho
que desear en los últimos 15 años, a pesar
de que muchas de las vacunas se producen en el país).
La
propaganda es tal que hasta se hace difícil abordar los
aspectos negativos del sistema -que son muchos- pues son multitud
los defensores del mismo, generalmente desconocedores de la
realidad de la nación cubana. Cito a continuación
un fragmento del artículo "La peligrosa manipulación
del concepto de salud², del higienista cubano Dr. Amado
Reyes Marrero, exiliado en tierra costarricense y ex asesor
del Ministerio de Salud Pública de Cuba.
"...Conocí
muy bien los aspectos a gramas de mortalidad infantil y puedo
asegurar que el tener un fallecido menor de un año más
que el año anterior, le podía costar el puesto
a un secretario del partido de una provincia. Era todo el recurso
de un país puesto en función de un objetivo: bajar
cada año más puntos la tasa de mortalidad infantil.
No importaba que se nos muriera un Doctor en Ciencias Veterinarias
de 34 años por no disponer de un diagnóstico descentralizado
de laboratorio para la leptospirosis o el no haber una cama
donde ingresarlo pues se habían destinado más
camas del hospital a la urgente tarea de la mortalidad infantil.
Y sin embargo, gran contradicción, en 1980 en las zonas
más orientales del país, se tenían que
acostar en una misma cama dos y más mujeres embarazadas,
por ser insuficientes las disponibles o simplemente limitar
las camas dedicadas a las cirugías para brindar apoyo
al programa de mortalidad infantil, situación que en
1986 aún persistía, mientras que en La Habana,
se cerraba por orden del Gran Hipócrates cubano el Instituto
de Desarrollo de la Salud, donde se producían las mayores
investigaciones sobre la salud pública del país...
Es importante dejar claro que cuando hablamos de medicina, hablamos
en términos relacionados directamente a la atención
médica de las personas y de la participación directa
del médico o profesional de la salud en esta atención
y cuando hablamos de la salud pública estamos hablando
de la salud del público, estamos hablando de que una
sociedad puede hablar de buena salud cuando tiene un desarrollo
mantenido social que aunque modesto, para un país pobre,
siga ofreciendo opciones de acceso a aspectos tan importantes
como la vivienda, el agua potable, los alimentos nutritivos,
la ropa, el calzado, el transporte, la disposición de
los desechos sólidos y líquidos adecuadamente,
empleos decentes y que puedan sus ciudadanos cada día
luchar por alcanzar una escala superior; que cada ciudadano
se sienta realmente libre de escoger su propio camino...
La
lista de problemas de salud que hoy día afectan al ciudadano
de la nación sería interminable, sólo nos
referiremos a lo más perentorio;
Problemas
de fundamentales salud que afectan a la población cubana:
-
El problema de la salud demográfica (el aborto como
práctica indiscriminada, la disminución de
la natalidad, el envejecimiento poblacional)
- El
problema de los hábitos tóxicos de la población
(alto consumo de tabaco, café, alcohol y el incremento
del consumo de drogas ilegales)
-
El problema nutricional de la población cubana (con
picos exagerados que abarcan desde la desnutrición
hasta la obesidad en grandes segmentos de población)
- El
problema de la salud mental de la población (con
alto índice de enfermedades psiquiátricas
y uno de los más altos índices de suicidios
del mundo)
- El
problema de las parasitosis (derivadas fundamentalmente
de la pésima calidad del tratamiento de las aguas
potables así como su contaminación por las
aguas negras)
- El
problema de las afecciones de salud por contaminación
ambiental (que abarcan desde problemas de intoxicaciones
alimentarias, contaminación atmosférica hasta
la ineficiente manipulación de metales pesados o
radioactivos)
- El
problema de salud que representan las epidemias recurrentes,
(casi siempre originadas en los mismos ineficaces programas
de control de vectores y que casi siempre encuentran la
solución política de achacarlos a supuestos
ataques bacteriológicos de los Estados Unidos)
Por
otra parte desde el punto de vista del desarrollo sostenible,
-para cualquier analista medianamente informado-, queda claro
que no existe un aceptable estado de salud de la población
de un país, si la propia nación es incapaz de
generar los recursos necesarios para el desarrollo de su población
y del complejo entramado de medidas que la hagan perdurar en
el tiempo.
Si el indicador calidad de los servicios sirve para medir en
qué medida los recursos disponibles se emplean con eficiencia,
entonces el siguiente ejemplo es esclarecedor. Un estudio realizado
durante todo el año 1997 en dos salas de atención
hospitalaria de la capital y cuyo único objetivo era
validar un sistema fiable de encuestas para la medición
de la calidad de los servicios, terminó por concluir
una evaluación media de entre 35-52 puntos sobre 100
posibles en indicadores tales como: cumplimiento de las indicaciones
médicas, higiene del entorno hospitalario, yatrogenias
y satisfacción del paciente, entre otros.
Evidentemente esa no es la realidad de la Clínica 43
del Reparto Kholy, allí en la clínica destinada
a los personeros del gobierno y su entorno, la ineficiencia
está dada por la alta densidad de personal especializado
por paciente, allí no se hace docencia con los inquilinos
de las lujosas habitaciones con cama para acompañantes
y alimentos a la carta elaborados con los mejores manjares.
Allí no es necesario llevar las sábanas para los
ingresos y se dispone de televisión, teléfono,
mesa comedor dentro de la propia habitación y el sinnúmero
de comodidades al nivel de las clínicas más lujosas
del capitalismo que dicen despreciar.
Mientras que en 1995, los padres de los niños ingresados
en el Hospital pediátrico del Cerro en Ciudad de La Habana
-antigua Católicas Cubanas-, veían con horror
que sus hijos aquejados de gastroenteritis se hacinaban en las
habitaciones con cucarachas y con los servicios sanitarios desbordados
por los atascos; en la Clínica 43 eran atendidos con
todos los recursos del capitalismo que "desprecian²
numerosos familiares de miembros del Consejo de Estado, el generalato
cubano y numerosos acólitos del entorno del poder real
en Cuba.
Y todavía existe quien quiere creer que la información
oficial que se ofrece sobre el estado de salud de la población
es verídica. A nuestros padres les prometieron hace ya
cincuenta años un "futuro luminoso" para sus
hijos. Algo así como la fábula de la zorra y el
cuervo.