Milagros
Beatón
Mujeres que se pierden en los laberintos de la vida en Santiago
de Cuba, víctimas del hambre y de la desesperanza,
rondan por las calles de esta ciudad en horas de la madrugada,
de cada madrugada. La infelicidad se pone al descubierto
en la intimidad de sus desventuras y en el desprecio de
un segmento de la sociedad por sus actos.
Cuando
la noche se hace vieja, mujeres jóvenes, con maquillajes
frescos y seductores vestuarios casi siempre negros, desnudan
sus intenciones, palpan la oscuridad, porque necesitan amparar
sus figuras y sus almas con el abrigo de la moneda. La mayor
aspiración de sus paseos es encontrar turistas extranjeros
que paguen por el valor del ofrecido cuerpo. Si esto no
ocurre y la jornada casi concluye sin provecho van, como
último recurso, a conquistar un galán cubano,
pues la regla del oficio es: "no volver a casa con
las manos vacías".
Muchas
son las anécdotas callejeras que cuentan las degradantes
modalidades usadas durante los contactos sexuales para complacer
a los hombres, en su mayoría europeos, y que son
ejecutadas por la tentación de obtener mayor provecho
material. La corrupción se impone.
La
prostitución fue criticada fuertemente por el actual
gobierno de la Isla cuando llegó al poder en 1959.
En aquel entonces, se ordenó la eliminación
de los prostíbulos, se prohibieron esas prácticas
y se prometió amparar a esas mujeres de las que se
dijo eran víctimas de la sociedad burguesa.
Pero
hace algunos años en el país surgió
un grave fenómeno social llamado "jineterismo",
que tiene su origen en las mismas entrañas del engranaje
económico, político y social existente.
Por
su parte, las autoridades están impotentes ante la
explosión de
las jineteras y recurrieron a las leyes y a las cárceles
para tratar de controlar el escándalo.
No
obstante, el fenómeno persiste y hay quienes opinan
que se extiende. Las jineteras son perseguidas, principalmente,
porque su existencia muestra al mundo que la sociedad socialista
no es buena y que ellas resuelven ciertos problemas y calman
las necesidades elementales del ser humano prostituyéndose,
pero sin la ayuda del paternal Estado.
La
vida de la mujer cubana es difícil. Son muchas las
que optan por el comercio de sus cuerpos como única
salida, como forma de sobrevivir en una sociedad hostil
y desesperanzada
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