Por:
Dr. Darsi Ferrer Ramírez
Centenares de fallecidos y de miles de enfermos es el saldo que,
hasta ahora, cobra la epidemia de Dengue que vive el país
desde finales de Abril. Evento que comenzó por Santiago
de Cuba y se ha extendido a todas las provincias del territorio
nacional.
Como
en ocasiones anteriores, la postura adoptada por las autoridades
del gobierno es el SILENCIO, o sea, nada informan a la población
acerca del desarrollo de la enfermedad y, como es lógico,
tampoco ofrecen datos estadísticos al respecto, lo que
contribuye a que no exista una percepción real del riesgo
y aumenta las consecuencias a lamentar.
Se
conoce que en Ciudad de la Habana, una de las provincias más
afectadas, varios Hospitales están destinados ha capacidad
completa para el tratamiento de los pacientes graves, entre ellos,
“Salvador Allende” y “Díez de Octubre”,
así como salas del Instituto “Pedro Kourí” y de
los policlínicos “Luís de la Puente Uceda” y “Raúl
Gómez García”. Los niños son admitidos en
el Hospital “Leonor Pérez”.
Otras
enfermedades transmisibles inciden en forma de brotes epidémicos
a la par con el Dengue, tal es el caso de la Hepatitis, Conjuntivitis,
Meningoencefalitis, Leptospirosis, Varicela, Virosis inespecíficas,
etcétera.
La
campaña de última hora para controlar la epidemia
es un total fracaso.
Dentro
de las causas del descontrol se combinan la carencia por parte
del Estado de una política sistemática de lucha
antivectorial, el alto nivel de insalubridad en el país
(vertederos de basura por doquier, deterioro de acueductos y alcantarillados
y la contaminación y comunicación de sus aguas,
obligación en los hogares del depósito de agua por
irregularidad de su abasto, agua potable con pésima calidad
por tratamiento deficiente, solares yermos y locales abandonados,
mala manipulación de alimentos y negligencias en la inspección
sanitaria de esas tareas).
Influye,
además, la entrada a la Isla de miles de extranjeros por
situaciones como la Operación Milagros con violación
de los controles sanitarios normados internacionalmente, la irresponsabilidad
y desorganización en el trabajo a todos los niveles comprometidos
en la búsqueda de soluciones, la carencia de personal especializado
y de condiciones para la realización de sus labores, entre
otros factores.
Cuba
tiene el antecedente de grandes epidemias en los años,
1977, que coincidió con el regreso de contingentes masivos
de las guerras de África, en 1981, que constituyó
la primera epidemia de Dengue hemorrágico diagnosticada
en el continente Americano, en 1997, principalmente afectando
la provincia de Santiago de Cuba, en 2001, con el mayor número
de casos en Ciudad de la Habana y otras provincias del país,
aunque todos los años se reportan brotes epidémicos
importados o endémicos.
Complica
aún más el cuadro de Salud el desmantelamiento,
no reconocido, del Sistema de Atención Primaria, por la
salida de alrededor de 30 mil médicos y personal de la
Salud a misiones de carácter político por países
del Tercer Mundo, pues de tener esta labor una esencia humanitaria
no abandonarían los servicios médicos nacionales
dejando desprotegidos a los cubanos, a quienes no garantizan el
derecho a una atención médica adecuada.
Desde
hace meses los cuerpos de guardia de los Hospitales y Policlínicos
están abarrotados de pacientes aquejados de síntomas
alarmantes, como fiebre elevada (39-40 grados Celsius), dolores
osteomusculares, cefalea intensa, dolor retroorbitario, postración
intensa, rash cutáneo, etcétera. Enfermos estos
desesperados por la carencia de médicos en los consultorios
de la familia, la mayoría cerrados por falta de personal.
La
insuficiencia de profesionales en medio de esta crisis de salubridad
les provoca a los pocos que se mantienen trabajando sobrecarga
de trabajo que no se les remunera, afectando su calidad de vida
y la calidad de los servicios que ofrecen a la población.
Hecho
que contrasta con el manifiesto interés de las autoridades
del régimen de enviar personal y recursos a cuanta situación
de salud ocurre en cualquier otra zona geográfica del orbe,
incluso a países con altísimo desarrollo y posibilidades
como los EEUU, a quienes recientemente se les ofreció la
ayuda de miles de médicos y toneladas de recursos para
paliar los efectos sobre la salud del Huracán Katrina.
Como
es costumbre, la ineficacia del régimen para solucionar
la crisis obedece en gran medida a no combatir las causas verdaderas
que generan estas epidemias, lejos de asumir sus responsabilidades
culpan al pueblo de la aparición y transmisión de
esas enfermedades por la práctica de “indisciplinas sociales”.
Campañas
anteriores contra el Dengue como la del 2001, lideradas por el
exgobernante Fidel Castro, funcionaron de modo más coherente.
Desde
1959 el Sr. Fidel Castro concentró todo el poder en su
persona, ahora su marcado deterioro y salida del escenario político
afecta el funcionamiento de la vida nacional, incluso en el sector
de la salud, lo que explica la actual inoperancia en la respuesta
de las autoridades del Estado.
La
gravedad de la situación generada en la salud, su trágico
costo para el pueblo, la violación de su derecho a ser
informado de los peligros que sufre, la evasión de responsabilidades
por las altas instancias, impunes ante su mala gestión,
son hechos que exigen la destitución de los culpables,
principalmente del Ministro de Salud Pública, el Sr. José
Ramón Balaguer Fernández.
Además,
amerita la creación de una comisión para investigar
las causas determinantes de las crisis y la implementación
de medidas objetivas que solucionen y eviten este tipo de situaciones
en el futuro.
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Director del Centro de Salud y Derechos Humanos “Juan Bruno Zayas”.
Ciudad de la Habana, Cuba. E-mail: darsiferrer@yahoo.com
** Periodista independiente cubano. Colaborador. |