Por
Sigryd Padron y Dulce Maria Betancourt
"Nunca
en Cuba se le ha dado a Oréfiche el reconocimiento
que se le debe como director, compositor y difusor de la
música cubana por todo el mundo. Cuando estaba en
Cuba, las crónicas periodísticas se perdían
en fruslerías sobre si debía usar o no el
nombre de Lecuona, de que si su música sonaba exótica,
etc.
"Lo cierto es que su música estaba adelantada
en muchos años a lo que se hacía en Cuba.
Irónicamente,
cuando años después Los Chavales de España
llegaron a Cuba, el público admiraba en ellos lo
mismo que criticó en Oréfiche como compositor,
y sin perder una profunda cubanía, su música
tiene una sofisticación y una elegancia que no tienen
otros compositores cubanos".
Cristóbal Díaz de Ayala.
Puerto Rico
Si Armando Oréfiche sólo hubiese compuesto
"Mesié Julián" o cualquiera otro
de sus temas más populares, ya habría motivo
más que suficiente para recordarlo. Pero se trata
de uno de los más prolíficos autores en un
área muy particular de la música popular bailable.
Y se trata, nada más y nada menos, que del director
de dos de las orquestas más respetadas de su tiempo:
la Lecuona Cuban Boys y la Havana Cuban Boys.
Nacido
en La Habana el 5 de junio de 1911, Oréfiche sale
de Cuba por primera vez en 1932, cuando desde España,
Ernesto Lecuona solicita la orquesta del Teatro Encanto,
que él había dirigido antes. En la Madre Patria,
Oréfiche trabaja varios meses con Lecuona, reeditando
aquellos días habaneros en que hacían ejecuciones
a dos pianos en el Principal de La Comedia… Cuando
Lecuona enferma y regresa a Cuba, la orquesta permanece
en España bajo la dirección de Oréfiche,
quien convierte sus actuaciones en verdaderos espectáculos.
Sergio
Vermel, el sagaz director artístico del hotel Excelsior
de Venecia, descubre en Logroño aquel grupo de inusitada
sonoridad y lo contrata para el exclusivo Lido veneciano,
intuyendo el encanto que ejercerían sus cálidos
ritmos sobre el público europeo.
El
3 de julio de 1934 llegan a la romántica ciudad como
los Lecuona Cuban Boys, en reconocimiento a quien los había
llevado a Europa y para llevar un nombre más acorde
con las exigencias de la vida nocturna de la época.
Del Lido pasan a Zurich y de allí se lanzan a la
gran aventura, a París, la plaza más apetecida
por todos. Y la más temida, porque de su buena o
mala acogida dependía todo.
La
Ciudad Luz ya se deleitaba con la música cubana gracias
al quehacer de figuras como Eliseo Grenet, Moisés
Simons y sus arrebatadores "Mamá Inés"
y "El Manisero". El teatro Empire, que solo recibía
a grandes como Chevalier, había acogido sin reparos
a la orquesta de Don Azpiazu, que según Carpentier
había llegado para desalojar definitivamente la música
americana de los dancings parisienses.
En
el París de la época proliferaban los locales
nocturnos donde se escuchaba música de acá,
entre ellos El Palermo y El Barco Ebrio, en el Barrio Latino.
La huella cultural de la isla caribeña también
se hacía sentir
en el Plantation y La Cabaña Cubana, cuya atmósfera
cubana hacía las delicias de un público muy
variopinto integrado lo mismo por bohemios que por críticos
de arte o aristócratas snob. Bajo ese clima, el 5
de octubre de 1934, el escenario del ABC parisino sirvió
para el debut de los Lecuona Cuban Boys. El éxito
los acompañó de inmediato gracias a la frescura
con que interpretaban la música cubana a pocos años
de su "descubrimiento" por Europa.
Ganar
el favor de los públicos europeos supuso no sólo
hacer buena música, sino también valorar sus
apetencias y sicología para ofrecer un producto que
no por comprensible fuera menos artístico, y sin
que a un primer momento de deslumbramiento le sucediera
el cansancio. A tal fin concibieron y montaron su repertorio
al estilo de un espectáculo integral de alta calidad,
con carácter de escenificación y evocaciones
del ambiente cubano. Cada uno desempeñaba un papel
de amplio diapasón que rebasaba la mera interpretación
musical y que constituyó, amén de una sorpresa,
un claro antecedente de ese espectáculo participativo
musical hoy tan típico en las orquestas de música
bailable.
Hasta
1939 los Lecuona Cuban Boys, con Oréfiche al frente,
recorren los más lujosos casinos y teatros de la
Europa preguerra, compartiendo escenario con figuras como
Maurice Chevalier, Josephine Baker
y Raquel Meller, y realizando grabaciones para las principales
firmas disqueras, estaciones de radio y la recién
nacida TV. Ya por entonces Oréfiche no sólo
es un destacado director de orquesta y escénico,
sino también un prolífico compositor y arreglista.
En la primera de esas facetas demostró su singular
talento musical; en la segunda, su veneración hacia
algunos de los más destacados compositores cubanos.
El
mismo Oréfiche cuenta en una vieja entrevista que
…Entre las primeras está la titulada "El
primer beso", de la que hizo una creación el
trovador Guyún y que más tarde edité
en París. A esa época pertenece también
"Te he arrancado de mí". (…) En España
escribí "La Filipina", que estrenó
Raquel Meller en Barcelona.
Después
me dediqué por algún tiempo a hacer arreglos
de números de los principales autores cubanos (…),
adecuándolos a las necesidades de
nuestra orquesta. Entre ellos se cuentan: "María
la O", "Canto indio", "Siboney"
y "La Rumba musulmana", de Lecuona; "Folie
Negre" y "Cubanacán"; de Moisés
Simons; "Hindú", de Armando Valdespí;
"Tabú", de Margarita Lecuona, y otros.
A
veces se ha criticado en Oréfiche aquella manera
tan suya de adecuar los ritmos y giros cubanos a la percepción
europea. Si en verdad los fines justifican los medios, en
su favor habría que alegar que quizás nadie
como él, en cualquier época, ha difundido
más y mejor la música cubana por todo el mundo.
Yo advertía con pesar —cuenta Oréfiche—,
que no obstante estos esfuerzos, la música cubana
no "entraba" como debía en aquellos públicos.
Entonces, para hacérsela comprender, me dediqué
a hacer arreglos de piezas conocidas por ellos, adaptándolas
al ritmo y manera propios de la música cubana. (…)
Así surgieron "Rumba azul", "Rumba
Internacional" y "Antillana".
La
inminencia de la guerra precipita a Oréfiche a regresar
a Cuba el 4 de noviembre de 1939. En escasos seis meses
los Lecuona Cuban Boys se presentan en los principales teatros
y clubes habaneros y del interior del país, hasta
que en 1940 inician una amplia tournée de seis años
por la América hispana, donde se les abre un nuevo
espectro de posibilidades.
Al
parecer, el contacto con el cálido universo latino
favorece en Oréfiche la creación de boleros
y canciones, como el conocido "¿Corazón
para qué?", compuesto en Buenos Aires en 1941
con letra de Rodolfo M. Taboada. En el propio año,
en Montevideo, compone "La Conga del Carnaval de Uruguay",
que provoca un verdadero frenesí bailable, y "Quién",
que dedica a Elvira Ríos. En 1942 crea "Misterioso
Nilo Azul", después nombrado "Bolero árabe",
con letra de César Lenzi. Y en 1943, "Escúchame",
con letra de Fernando Torres, y "Mi sueño y
tú", incorporado al repertorio de Rita Montaner.
En 1944 lanza "Me estoy enamorando de ti", y al
año siguiente, en La Habana, "¿Cuándo
me vas a querer?" y "Mi noche sin luna".
Países como Perú y Chile se vieron privilegiados
con los boleros "Perú" y "Linda chilena",
también compuestos en 1944.
Otra
pieza suya muy conocidas fue "Cariñosamente",
de gran éxito en La Habana de los 50 en voz de Tina
de Mola.
Tras el regreso a Cuba, el 2 de febrero de 1945 debutan
en el cabaret Tropicana. Antes del año parten hacia
los Estados Unidos bajo el nombre de Havana Cuban Boys,
tras la escisión sufrida por la orquesta. La nueva
denominación la publicación norteamericana
Variety llamó "El Gershwin de no disminuyó
la aceptación del grupo comandado por Oréfiche,
a quien Cuba".
Tras
una breve estancia en aquel país, la orquesta viaja
en 1947 a Europa y al Cercano Oriente. En diciembre de 1950
vuelven a La Habana para presentarse con Josephine Baker
y Roland Gerbeau en el teatro América, y para inaugurar
la TV en Cuba. En 1951 viajan por Sudamérica y en
1952 regresan a la patria, donde hacen temporadas en teatros
y cabarets y en el programGiras
alternas entre Sudamérica y Europa dejan actuaciones
tan memorables como las de 1953-54 en la inauguración
del hotel Tamanaco de Caracas y en la X Conferencia de Cancilleres,
celebrada en la propia capital venezolana.
Allí coinciden
con orquestas como a de Machito y sus Afrocubans, la de
Xavier Cugat y las cubanas Anacaona y Casino de la Playa.a
"Festival" en TV.En 1959 la orquesta andaba por
Europa. En 1961 Oréfiche visita Cuba y luego se establece
como pianista en España. Al decir de un crítico
que lo ve actuar en la discoteca madrileña Long Play,
"…a uno le parece estar frente a un virtuoso
pianista veintiañero que deleita y embriaga con su
arte y sus canciones"
En
1994 Oréfiche es invitado a participar en los EE.
UU. en un espectáculo de pregones cubanos llamado
"Si te quieres por el pico divertir". Allí,
animado por un público que lo aplaude de pie, rinde
tributo a Lecuona interpretando "El cisne", "Juventud",
"Para Vigo me voy" y "Panamá",
además de los pregones "El frutero", "El
dulcero" y "El pulpero".
Las
cenizas del célebre pianista y compositor cubano
Armando Oréfiche fueron vertidas en el mar frente
a la avenida que acostumbró a recorrer los últimos
años de su vida.
Oréfiche,
figura descollante de la música popular cubana del
siglo XX, falleció en Las Palmas el 24 de noviembre
del 2000, víctima de una anemia agresiva que lo mantuvo
hospitalizado por varias semanas.
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