Por
Marga Alonso
“Ayer se fue, mañana no ha llegado; hoy se esta yendo
sin parar un punto: soy un fue y un será y un es cansado…”
Francisco
de Quevedo.
El día extendido en un periódico abierto, con noticias
geográficamente imposibles. En la esquina de Miami el cóctel
de frutas sabe a mameyes, mientras a un costado de la torre Eiffel
se desliza una criolla maldiciendo sus inmensas nalgonas que desentonan
con la sequedad a la moda.
En España, un abanico entreabre un armario con estrépito
de cuerdas. Un olor a maíz tierno invade cierta biblioteca
holandesa. Una accidental corrida de óleo cae sobre la
fiebre de un pintor anónimo y la mancha parece isla, parece
humana en la buhardilla de su encierro.
Una gaviota, delicada como la seda, se posa en el hombre que escruta
desde Suiza un bajón de neblina londoniana y sabe secretos
de un tigre muerto en el exilio… y esta mañana, 20 de octubre,
se celebra la jornada de la cultura cubana_ escuchad , por favor,
las fanfarrias.
Cuando no pasa nada, cuando no hay cambios en la isla condenada
a postal de primavera pintada al agua, o a instalación
contemporánea de piedras roídas; cuando no se muere
un viejo meador de terrores, palabras, sanciones y estancamiento,
en cualquier parte de la planeta hay un cubano abriendo una maleta,
una cuenta de banco, una carta, un libro de segunda mano, sintiéndose
huérfano de tierra.
Descifremos el panorama cultural de quienes no llegaran a contentarse
en las mañanas de comprar el pan y la leche, de esos viejos
que no dormirán en los parques esperando las moscas, o
el pedazo de algodón que les haga callar para siempre.
Van y vienen los conspiradores de café, los opositores
cibernéticos, los empresarios, los consumidores de filmes,
libros, música… con paciencia desconsolante, piedras en
los bolsillos y una linternita en la mirada, esperando la Espera,
mintiéndose: cada segundo les aleja del posible regreso.
Han cambiado tanto, se han “desempercudido”, y la distancia es
enorme para dar marcha atrás. Ilusos, optimistas del exilio
despatarrado, hemos perdimos la inocencia.
En la isla quedan los bailarines, dando pasitos entrecortados
sobre los zapatos de un tal Prieto, mayimbe melenudo, quien reparte
medallitas en piel de rectum; y gratifica a los mas diestros en
relaciones planetarias, con billetes de salida, pagados con fragmentos
de lengua.
Si no fuera por el aire enrarecido de una celda, el poeta prisionero
tendría alas. Si no fuera por la búsqueda de macarelas
en el vedado, la escritora encontraría soluciones para
esa oscura narrativa que padece. Alguien oculta su grito, pues
desgarra la calma de los incivilizados, es demasiado portar la
enfermedad de crear.
La mayoría en el desfile medieval, en las aceras, colgados
de camiones traficados para uso de ciudad, anonadados parten al
deber de subsistir. En la rabia, el que se esconde suena un La
sostenido, rayando el disco de cuarenta y siete años en
la misma podredumbre.
En lo alto, los reidores. La flora vegetativa, dientes afuera,
exclama que todo es perfecto, nada pasa, ni manuscrito peligroso,
ni voz exaltada…cantonada en el folclor nugatorio, eudemonismo
que mata la acción, el riesgo. Cada artista, en ese patio,
sabe componer con la autoridad y secar la ropa, soplando y enrareciendo
el airecillo de la admiración continental.
El cementerio es inmenso: los muertos tras las rejas; los locos
con punzadas en el cráneo; los que partieron demasiado
temprano, y serán interpretados; el poeta que murió
ebrio, anónimo en las Vegas,(1) tantos y tantos en fosas
comunes, como lo es todo lugar lejos de los suyos, impuesto.
Dentro y fuera las bronquitas de siempre, palabras que sentencian
los valores de una obra, y ponen traspiés al gran desbarajuste
de lo bueno, lo malo, lo político, lo correcto, lo que
se debe o se tiene que decir o hacer.
En la fauna, quienes pierden su realeza ocultando nombre, apellidos,
acta de nacimiento para seguir visitando los jardines de la abuela,
donde los jazmines destapen las venillas de la pluma.
Tanto intelectual cubano en occidente, renegado de si mismo, para
no condenar abiertamente, para no entrar en el verdadero exilio.
Conspirando una frase, un verso, después del trabajo alimentario;
escondiéndose del espejo donde los recuerdos flotan entre
las greñas que no desenredan desde la infancia. Tanto creador
en el extranjero que no habla con el niño que fue, y abandono
tan lejos, en una isla a la deriva, bajo militares de gestos graves,
repetidores de ecos.
Algunos acarician la cerradura de la buena puerta que les abrió
a publicar, a vender un cuadro, a postular en la lista conocida
de una tómbola inexacta, donde no se sabrá, hasta
pasado el tiempo, si gano el buen numero. Otros, asolados, pagan
el precio de portar la bandera.
Y el poeta, devorado de inercia, de incomprensión, sin
publicar, habla con la vida o con la muerte, el resto de los compromisos
es vaina. Pues hay en el exterior cuentas enormes, entretenidas
en desollar al unicornio, las cuales no confían en la bravura
de la palabra, y siguen catalogándole de vago.
Sin brújulas, delante de recortes de un posible currículo
artístico, el afiebrado con su carga de emociones a compartir,
se encierra y se devora.
Fuera de este censo de pajarracos y aves cantoras, por suerte,
aquellos muchachos, quienes saludaban la bandera en matutinos
interminables , a ayunas , conspiran videos en Youtube (2); donde
el músico de oídos abiertos al murmullo de la población,
suelta un canto a la Habana Vieja, estremeciendo con su dejo el
alma desmoronada… (3) o recoge la inmensa nostalgia de muñequitos
rusos. Nadie va a vivir dos veces su niñez, y ese fue nuestro
color.
Nada se ha perdido. Su reclamo de libertad no ha sido catalogado
en la cultura oficial, son los libres del alba que se aproxima.
Escuchemos ese retoño de la sabia cubana, cierta esperanza.
A veces quisiera solo leer o escuchar, dejar de ser esta que se
estremece, fallece y abraza a quienes continúan la ruta
de los cazadores, hasta que el hocico tropiece con sus escopetas,
acusando a quien asesino los sueños. Cuba, voy a morir
pensando que envejecer después de haberte querido fue una
gran epopeya…y guardaré las felicitaciones hasta que seamos
libres.
¿Y la cultura cubana, donde, donde, después de sobrevolar
las turbias aguas? Ay, mamita, todavía en ropita interior,
por todos lados, en la raíz, en el emplumado y en el corazón
del ave.
1-
Luis Marimon, La habana 1951, Las Vegas, 1995. Poemario Herencia
de la soledad.
2-
Marestered… diversos, seguir la traza desde
http://www.youtube.com/watch?v=Q_vGWBiwKMQ
3.
Burronazul. Diversos, seguir los pasos a partir de
http://www.youtube.com/watch?v=1YJXKOTt4sU
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