Por
Julio San Francisco, escritor cubano
La
estatua de castro ya no existe. Un escultor la hizo por error,
por casualidad, por descuido, porque se chupaba los dedos en una
tarde de lluvia y no encontró otra cosa mejor que hacer,
porque quería quedar bien con Dios o con el Diablo, con
uno de los dos y con Fefa.
No.
La hizo porque creía acaso que castro la merecía.
Resulta que después no resultó, se había
equivocado, no era un héroe, ni una deidad.
Lo
convocan. Le dicen, le explican. Oye y llega a la conclusión
de que se trataba de un tirano de mierda. Esto también
funciona para su ceremonia, ahora la estatua indeseable no será
puesta en el parque, no sirve en su parque, pero no se joderá
la ceremonia. Lo contrario también merece una concentración
y una manifestación. Qué voy a hacer yo, autor,
con una estatua que hice, que ya existe, que ya tuvo el marketing
del arte y el ritual y que, por supuesto, nació
con esa necesidad de ritual de la especie
(vamos a poner especie con mayúscula que estamos hablando
del hombre, en todo caso no importa que no sea para tanto) Especie.
Bien. Pues qué hago con la puta estatua. Hombre algo habrá
que hacer, algo colectivo, quiero decir, útil, pedagógico.
Se
puede tirar al profundo mar, se puede dejar caer sobre una selva
tupida y también profunda, se puede moler como el café,
se puede derretir o diluir, se puede envolver en papel de periódico
Granma o El País, si no queda más remedio, se puede
colgar en la farola más alta del futuro de La Habana, se
le puede echar a las fieras, digamos a los cerdos bellos. Tenemos
muchos verbos del gran español para poder ponerle a la
cabeza muerta del hombre que no fue capaz de garantizar en 50
años, cifra redondeada, que un bus pasara puntual por la
rotonda de Cojímar, de un hombre que en medio siglo no
fue capaz de garantizar que el enemigo imperialismo, malvado y
pérfido nos invadiera con todas sus 82 divisiones erotransportadas
a nosotros, el su enemigo a muerte y mortal. Qué se hace
con un tío así, joder que representa lo más
retrógrado y arcaico de la civilización contemporánea:
la violencia política!!! PUES qué se yo, pero algo
hay que hacer con esta maldita estatua que existe por equivocación,
o por error, o por ambición, algo hay que hacer. Sí,
pero tiene que ser algo grande.
Nunca
se puede tratar de llevarla para la casa y ponerla en un rincón
del estudio. Jamás eso, que no es de humanos. A este tipo
tenemos que desmitificarlo, desmitificarlo.
Estuvo
50 años invirtiendo toda la fortuna de un país en
hacer creer que era un dios, bueno, noble, elegante, justo, bello.
Bien, señores, pues de eso se trata: Muy importante. Tendremos
que dedicar 50 años más a explicar la verdad. De
qué se trató y de qué se trata. Así
que no está demás quemar la estatua en una ceremonia
de credulidad, le echamos paja, alcohol, alguna gasa y algún
colchón y alcohol y mucho alcohol con gasolina y queroseno
y también alcohol de 90ª y mucho fósforo y
fosforera y fuego y llama y candela, candela pa´ el (ahora
sí lo puede poner con minúscula) ya
esto se acabó, si somos consecuentes. Esta es la mitad
de la pieza, la mitad de la película, la otra puñetera
mitad, que nos espera porque esto no fue fácil. Pero no
voy a contarlo, los cubanos lo sabemos, o ¿Todavía
no? No, parece que no.
Ellos son muy justos y exactos. No me jodan. Vamos a divertirnos.
Vamos a sacarle algo o, mejor, mucho a esta equivocación
de este idiota que se creyó lo que le contaron a primera
vista. Muy bien, señores, muy bien. A divertirnos y no
me digáis que es pecado, o que es de mala clase, o de mala
educación, o de mal talante o de mala estirpe o
de baja estofa o de baja estopa eso de quemar una estatua, de
quemar arte, arte, arte. Métele fuego, que el fuego purifica.
Y
fíjense, no es lo peor que ha hecho la especie y nos podemos
divertir y contribuir al mejoramiento humano y toda esa mierda.
La Especie o va a ser más ni menos porque quememos una
cabeza muerta, que tal vez no esté tan muerta. Ojo que
ya lo dije, lo dijo, lo dijeron. Miren. Esta bien. Después
de todo, somos artistas y el arte lo permite todo. No hay más
que hablar. Algo hay que hacer, hombre, algo hay que hacer.
Te lo estoy diciendo, coño, con esta cabeza de mierda y
con todas las que haya por ahí. Ah, pues está bien,
de todas manera ya estamos condenados por toda la vida a estar
divididos y separados por la historia los libertarios y los brutalitarios,
los que creyeron en la democracia y la libertad y los que estuvieron
conformes con la migaja y el juego de pelota que le dieron. Ese
es el gran mérito de ese tipo: haber dividido al cubano
en dos grupos, en los dos grupos que siempre existen en todo lugar
o país, o donde sea, pero que no siepre están tan
bien dibujados, tan dibujaditos.
Ahí
están los dos grupos, las dos mitades, los dos pedazos
de Cuba: el de Pérez LÓPEZ y el PAYÁ, más
o menos. Y los que sean artistas que conviertan en arte esta vulgaridad.
Yo que soy escritor, la convierto en Literatura. Sí, Señor.
De todos modos, todo es una religión, un ritual, y en algo
hay que entretenerse al fin. Es la eterna historia de la Especie.
Menos Mal que nos dio por quemar una estatua de palo. Soy un ser
humano normal, como todos, no más. En esas llamas gravitarán
los fusilados, los prisioneros, los desterrados, los que murieron
lejos de todo. Qué más da. Ahora ya tenemos completada
la mitoligía..
Y
nosotros que somos cubanos, no digo yo. Esta estatua nos cayó
del cielo, carajo. Ahora, para referirnos a algo indeseado podemos
decir “La cabeza de Castro” Esto ya es y será por muchos
años, tal vez por siempre eternamente así. Métele
candela, que comience el gran fuego, arriba. Fuego. Que arda,
coño que bastante que me jodió. |