Por
Victor Moné
No
hay hospital importante en Estados Unidos donde no haya hoy un
médico cubano. No hay periódico de prestigio donde
no haya un periodista cubano, ni banco importante donde no haya
un banquero cubano, ni publicitaria destacada donde no haya un
publicitario cubano, ni escuela prestigiosa donde no haya un maestro
cubano, ni universidad de renombre donde no haya un profesor cubano,
ni comercio exitoso donde no haya un manager cubano.
En las Grandes Ligas del béisbol el nombre de más
color y brillo es el de un cubano. En Madrid, el primer poeta
latinoamericano es un negro cubano.
En la Coca Cola, Kellog's, McCormick y tantas otras su dirigente
fue un cubano. Hasta en el Congreso de Washington, en las dos
cámaras se sientan en su modestia y en su eficiencia varios
cubanos.
En
las tierras prestadas el extranjero parece llevar siempre en la
frente la marca del sitio de donde viene. Los cubanos llevan a
Cuba. La enaltecen y la honran, porque además de en la
frente la llevan en el corazón.
Pero hay algo en el desterrado cubano, a mi juicio, superior aún
a esa actividad profesional triunfante. Y es su odio al despotismo
del que huye, su amor a la tierra que dejó. Eso lo separa
y lo define. Eso da a sus triunfos en medio del desarraigo, una
grandeza que de otro modo no tendría. ¿Por qué,
preguntan algunos, no se acaban de quedar tranquilos los exiliados
cubanos?
¿Por
qué no aceptan de una vez que perdieron la batalla, que
Castro les "ganó" ?
Se
han afincado definitivamente en esas tierras hospitalarias que
los han acogido y donde viven en lo material muchas veces mejor
que como vivían allá.
Los
que preguntan no conocen a los cubanos. El cubano sabe esto: aún
teniéndolo todo, si le falta Cuba, no tiene nada.
Quizás
por ello han hecho su Cuba aquí. Sabe más todavía.
Sabe que esa prosperidad de que disfruta, lejos de su isla hambreada
y aterrada, es en cierto modo una forma de traición. Por
eso, si se mira bien, se verá que a veces parece que el
cubano ríe, pero en realidad está llorando por dentro.
Le
nace el hijo, le crece, se le gradúa en la Universidad,
pero el cubano suspira: ¡Ah, si estuviera en Cuba! Compra
una casa, su auto, o su lancha, y sigue suspirando: ¡Ah,
si los tuviera en Cuba!
De
una manera misteriosa, que no puede definir, hay un vínculo
con aquello que tira de él hacia allá. Ahora que
la perdió sabe que no puede vivir sin Cuba, y la sueña
de noche, y le agiganta los valores, y la embellece y la idealiza,
y se culpa de no haberla entendido mejor, y la recrea en sus cantos
y bailes, y la revive en sus historias, en sus costumbres y en
sus comidas.
¿Por
qué compran hoy los cubanos más libros cubanos que
nunca? ¿Por qué tienen sus casas, sus negocios y
sus oficinas, llenas de palmas, de banderas, de escudos y de retratos
de Martí?
¿Por
qué aunque son USA citizens SIGUEN SIENDO CUBANOS. ¿Por
eso se reúnen en los municipios borrando antiguos antagonismos
de partido o clase?
Porque el cubano sabe que lo único auténticamente
suyo fue SU Cuba y que a ella quisiera el poder regresar. Ahora
la tiranía castrista anda en sus estertores finales, se
ve claramente que el cubano se ha estado preparando siempre, aunque
no lo supiera, solo para ese momento del regreso.
No
les importa que les digan que todo lo que dejará la tiranía
es hambre y ruina. No les preocupa que le devuelvan la residencia
o el negocio, si lo tenían. Lo único que desean
es volver. La casa donde nació está derruida, al
pueblo se lo han puesto desconocido, la madre ha muerto. Pero
no
importa.
El
exiliado quiere de todos modos ir a esa casa, a ese pueblo y a
esa tumba. La Patria empieza ahí. En el exilio tropezó,
erró, y se equivocó, pero está salvado también
porque en el fondo de su ser nunca traicionó a Cuba. Cuando
lleguen ese momento muchos volverán, otros no podrán
hacerlo pero la semillas que dejaron donde estuvieron exiliados
no los olvidaran perduraran por siempre y para siempre porque
lo hicieron con sacrificios, tenacidad y amor. Y aunque a lo mejor
no tendremos la oportunidad de leerlo muchos escribirán
sobre su paso aquí para orgullo de sus descendientes.
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