Por
Jesús Zúniga
La
violencia continúa batiendo récords en Cuba.
Las cifras oficiales son inexistentes, pero diariamente
el cubano común y corriente se entera, o es testigo,
de un suceso ocurrido el día anterior. El número
de ciudadanos lesionados o asesinados por sus agresores
crece también.
A
Arístides sólo le faltaban 48 horas para cumplir
17 años, pero no pudo celebrarlos porque a la salida
de una discoteca en la barriada de Luyanó una pandilla
lo atacó. Apenas sufrió en la última
noche de su vida: un fuerte golpe con una barra de acero
le fracturó el cráneo instantáneamente.
El motivo: robarle un par de tenis Nike y una gorra de béisbol
de los Yankees de New York.
Su
madre no acaba de comprender cómo se puede matar
por tan poco. La vida de su hijo tuvo un precio: $150. El
costo de los tenis y la gorra.
Tener
dólares, equipos electrodomésticos, prendas
de valor, alimentos, es el objetivo principal de los malhechores
que han acrecentado sus actividades delictivas en la misma
medida en que han aumentado las penurias.
A
las 8:30 de la noche dos individuos llegaron a un pequeño
establecimiento que ofrece servicios de fotografía
y refrigerio en dólares, en la céntrica Calzada
de Galiano. No se taparon los rostros. Uno estaba armado
con una pistola y el otro con un cuchillo. Conminaron a
los presentes a no moverse. Fueron directamente a la caja
y sustrajeron más de dos mil dólares.
Para
tranquilizar a los amenazados les recordaron: "Nada
de esto es de ustedes''. Uno se marchó con el dinero
y el otro le cubrió la huida. Antes de irse se llevaron
seis latas de cerveza Bucanero.
Todo
sucedió en menos de cinco minutos. Salieron caminando.
Una versión supone que tenían un auto en la
calle más cercana. Otra, que echaron a correr con
el botín en las manos.
El
robo de viviendas habitadas también se ha elevado
en los últimos meses. Los delincuentes suelen hacer
un "estudio'' de las casas que en cada barriada están
mejor provistas, casi siempre las enrejadas. Poner rejas
en puertas, ventanas, terrazas y patios se ha puesto de
moda aquí ante el aumento de los robos. Enclaustrarse
entre rejas ha sido la solución de muchísimas
familias de un extremo a otro del país.
Pero
las rejas llaman la atención. De ahí que a
menudo se escuchen relatos acerca de robos fantásticos
en casas aparentemente protegidas como si fueran una fortaleza
militar.
Lo
peor no es que desvalijen la morada, sino que se han dado
casos en los que, al sentir ruidos y despertarse, a algunos
de sus ocupantes les ha costado la vida.
A
la orden del día está también la corrupción
y la estafa. Para cualquier gestión o resolver un
buen trabajo se necesita disponer de una suma de dinero.
El turismo y la empresa de capital foráneo son los
más codiciados. Un trabajo en una tienda recaudadora
de dólares puede costar entre $400 y $600.
La
corrupción está en todas partes, en todas
las esferas de la vida de la sociedad cubana actual. Un
ejército de pillos se ha destapado en los últimos
tiempos. Sus blancos favoritos son turistas y campesinos
adinerados que quieren establecerse en la capital.
A
los extranjeros tratan de venderles cajas de tabacos falsificadas
y obras de arte ilegítimas. Los campesinos a menudo
son víctimas de estafadores.
Doris
García, una sicóloga de 39 años, es
de los que piensa que las difíciles condiciones económicas
del 60 por ciento de la población que no tiene dólares
ha degradado tanto a algunos segmentos poblacionales, que
han optado por la violencia. Los sectores marginales se
localizan en los barrios periféricos de Centro Habana,
Habana Vieja, La Lisa, Marianao y San Miguel del Padrón.
Los
negros son los más perjudicados, en opinión
de la especialista. "Por cada tres familias blancas
que viven mal hay más de diez pertenecientes a la
raza negra que subsisten en condiciones precarias. Esta
situación ha provocado que los negros se hayan centrado
en personas que tienen poder adquisitivo para comprar artículos
de calidad y que, en su mayoría, pertenecen a la
raza blanca'', señaló la especialista.
A
los turistas les arrebatan bolsos o cámaras fotográficas,
pero no les propinan las golpizas que les ocasionan a los
cubanos cuando los despojan de alguna prenda.
Algunos
casos resueltos por investigadores policiales, según
estadísticas dadas a conocer aquí, son ínfimos
pues por lo general a los malhechores suelen capturarlos
cuando son reincidentes múltiples.
La
creciente violencia en La Habana es motivo de un descontento
y malestar general por la incapacidad de las autoridades
para detenerlo, a pesar de la creciente presencia policiaca
en las calles.
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