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Transcripción
y Edición de audio: ElVeraz.com
Notas
del Editor: Interesantísima entrevista realizada
en el Programa Magazine Cubano… donde se hace una
entrevista exclusiva al Sacerdote que acompañó
a muchos, en su momento final frente al Paredón.
Mas
que todo esta entrevista, es una denuncia de la barbarie
de los tribunales judiciales en Cuba.
Cuatro
décadas después, el sistema judicial cubano
aún se comporta como un clásico circo romano,
sin garantias judiciales.
Esta
entrevista además, nos lleva a la reflexión
de que lo primero que hay que hacer en una Cuba liberada,
es la total eliminación de la pena de muerte.
Justicia
si, impunidad no, garantías de un verdadero Estado
de Derecho si, venganza no.
La
Cuba liberada, no puede comportarse jamás como
la aberración que triunfó
en el 1959, que tuvo como principal objetivo, sembrar
el miedo y el terror. . No al terror de Estado,
no a la siembra del miedo.
La
aplicación de la pena de muerte, por cualquier
nación, es una cobardía.
Quizás el Sacerdote entrevistado, a pesar de todo,
nos haga entender mejor, cuando dice: La gran
lección… ¿Y qué ganó
la revolución? ¿Y qué gana nadie
matando?¿para reparar qué? ¿Qué
se gana con la muerte? ¿Volveremos a lo mismo?
¿Seguiremos matando?
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Dr.
Guillermo Toledo: Tenemos hoy una entrevista muy interesante,
tenemos con nosotros a una persona que vivió en Cuba los
fusilamientos en el 1959, en las mazmorras de la Prisión
de la Cabaña, así que es un testimonio de primera
mano, que tenemos para ustedes, muchas de las vivencias que les
va a contar, van a ser terribles, chocantes para muchas personas,
pero es el testimonio vivo de lo que pasó en realidad en
la Cabaña en los primeros meses de la revolución
castrista, es además una persona que fue Sacerdote y acompañó a muchos de los que iban a ser fusilados a darle la ayuda espiritual
que necesitaban, para pasar por ese proceso tan doloroso.
Doctor
Cotto: Toledo antes de continuar... es bien interesante
el tema que tenemos hoy y la persona invitada porque participó
en el sentido, que estuvo en el momento donde comenzaron lo que
aquí hoy en día esta en boga que se esta hablando
en esta misma semana en Puerto Rico, la Pena Capital o la Pena
de Muerte, que es el mecanismo que se utilizó allá
en Cuba, para acabar con la oposición, sin embargo tenemos
personas que no estamos de acuerdo con la pena de muerte bajo
ningún motivo , no es un tema como para abrazarlo desde
el punto de vista yo diría ni político, como psiquiatra
que soy, como cristiano que soy, no estamos de acuerdo que ningún
organismo ningún gobierno ni ninguna institución,
tiene la autoridad de poder determinar como y en que forma se
ejecuta la vida de un ser humano.
Dr.
Guillermo Toledo: Bien, el entrevistado de esta noche
por primera vez en todos estos años ha mantenido silencio
sobre lo que pasó en esa época, tan triste para
el pueblo de Cuba… y ha escrito un libro que se llama ,
Cuba 1959: La Galera de la Muerte.
Acaba
de llegar a Puerto Rico a través de la Revista
Cartas de Cuba, aquí tenemos al Señor Melero
para que nos explique que va a pasar con este libro.
Señor Melero: Un saludo a toda la audiencia.
Efectivamente hemos traído este libro que por un lado es
el relato sensible, creíble de un Sacerdote, es el relato
del terror y de la muerte y quisiera hacer una aclaración,
porque los fusilamientos no empezaron en la Cabaña, sino
en la propia Sierra Maestra, yo recuerdo que uno de los primeros
fusilados fue un campesino que no recuerdo su nombre, se fusiló
a Autilio Guerra que era un verdadero Líder en la Sierra
Maestra, después se fusiló a Evaristo Benereo y
se fusilaron a muchas personas y muchas personas.
Pero quiero advertir también, porque ahora veo algunas
campañas, donde se le están echando muchos muertos
arriba a Ernesto Che Guevara que es verdad que mandó a
fusilar a muchos y se lo están quitando de arriba a Raúl
Castro.
Los
que conocemos la verdad debemos de decirlo, por ejemplo hace poco
leí un articulo, donde se decía que Ernesto Che
Guevara había mandado a fusilar a Autilio Guerra y esto
no es cierto, cuando se fusiló a Autilio Guerra, el que
organizó el fusilamiento y el que dio el tiro de gracia
fue Raúl Castro… no fue Ernesto Che Guevara.
No estoy defendiendo a Ernesto Che Guevara, porque yo no creo
que exista diferencia entre un asesino y otro asesino, tan asesino
es Fidel Castro, como Raúl Castro, como fue el Che, como
fueron muchos de ellos.
Lic.
Enrique: Melero quisiera preguntarle ¿Estos actos
de los que usted habla de Raúl Castro, hay forma de comprobar
esto, esta escrito?
Señor
Melero: Claro que si, la historia por ejemplo de la muerte
de Autilio Guerra, se ha escrito muchísimo sobre eso, porque
tanto la muerte de Autilio Guerra como la muerte de Evaristo Benereo
causaron inclusive, un problema tremendo en la Sierra Maestra,
por ejemplo el escritor Lucas Moran que fue testigo y que defendió
a Autilio Guerra, escritor que murió en el exilio y que
despidió el duelo en el funeral de Frank País.
Yo
les digo, la muerte por fusilamiento es una cosa terrible, pero
también y les digo soy cristiano y las atrocidades
que se cometieron tanto de un lado como del otro, fueron bárbaras.
Yo
tuve primos que murieron inocentemente, que fueron asesinados
por el ejercito de Batista, mi Padre fue apaleado y secuestrado
y tuve que pagar rescate por mi Padre, lo que nos obligó
a luchar dentro de las filas de la revolución, sabiendo,
porque nosotros si sabíamos desde el principio
quiénes era los Castros, yo conocía a Ángel
Castro, a la madre y sabíamos que clase de gente eran,
lo que sucedió es que la otra gente…
Dr.
Guillermo Toledo: Es bueno que tú hayas aclarado
el punto de que muchos asesinatos fueron por el Che Guevara pero
que Raúl Castro que esta ahora mismo provisionalmente en
el poder, es responsable de muchos crímenes.
Sabemos
que cuando triunfó la revolución mató a más
de 70 personas en el Valle de San Juan sin juicio
ninguno…se abrieron las fosas aquellas y los fusilaba al
lado de la fosa para que cayeran en la fosa.
Señor
Melero: Si señor, eso es correcto, se abrió
la fosa con un tractor, se fusiló… y la gente propiamente
le decía a Raúl:
Pero Raúl esa gente no esta metido en nada, esa
gente son inocentes, pero Raúl quería
sangre, quería el terror.
Dr.
Guillermo Toledo: Nosotros vamos ahora a oír ahora
el testimonio del que fuera entonces Sacerdote, que le dio el
último adiós espiritual y consoló a muchos,
55 personas de los tantos y tantos más que fueron fusilados
en la Cabaña.
Cuando
leí el libro, me di cuenta de la crueldad de los seres
humanos, me di cuenta que este señor Fidel Castro...
vino de la Sierra Maestra, prometiendo no solo la democracia al
pueblo cubano sino que iba a haber justicia, pero me di cuenta
que no hubo justicia… sino venganza, leyendo el
libro del entonces Sacerdote Javier Arsuaga, que lo tenemos aquí
presente y le damos la bienvenida.
Muy
Buenas noche Don Javier Arsuaga.
Don
Javier Arsuaga: Muy buenas noches a ustedes y muy buenas
noches a todos los radio escuchas.
Dr.
Guillermo Toledo: Don Javier, vamos parte por parte,
me conmocionó mucho este libro, ya yo sabía de todas
estas cosas, pero jamás había leído un testimonio
tan directo como el suyo, la primera vez que leo el testimonio
directo de una persona que vivió y tuvo las vivencias dentro
de la cárcel, que vivió con esos seres humanos...
porque eran seres humanos y muchos de ellos eran inocentes y fueron
al paredón de fusilamiento siendo inocente, el caso de
José Castaño me conmovió mucho.
Pero
antes de entrar de lleno a la Cabaña nos dijera de donde
es usted y que nos cuente de usted.
Don
Javier Arsuaga: Soy Vasco, nacido en el país Vasco.
Haciendo la historia lo más breve posible... a los 10 años,
no recuerdo, si por vocación mía o de mi madre…fui
al Seminario, a los 23 años después de 13 años
de estudio, en marzo del 1952, fui ordenado Sacerdote y un mes
mas tarde fui destinado ya para Cuba.
Salí
para Cuba en Octubre del 1952, a finales de Octubre ya estaba
en la Habana. Y estuve en Cuba hasta junio de 1960. Los cuatros
primeros años los hice como profesor en Santiago de las
Vegas, en el Seminario Franciscano. En el 1956, se me destinó
como Párroco a Casablanca un barrio marino al otro lado
de la bahía de la Habana.
Dentro
de Casablanca queda el campamento de la Cabaña. Para hablar
de la Cabaña, hay que distinguir la Cabaña del Morro,
la Cabaña como fortaleza y la Cabaña como campamento
grande… porque siempre que se habla de la Cabaña y todos
entendemos que es aquel lado de la bahía, que esta después
del monumento del sagrado corazón de Jesús.
Pues
estuve tres años y picos de Párroco en Casablanca
y los últimos 6 meses, osea los 6 primeros meses de 1959
tuve que asistir a presos, gente del ejército y de la policía
de Batista que iba cayendo detenida e iba siendo conducida a la
cárcel de la Cabaña.
Se
organizaron allí los tribunales de justicia, Ernesto
Che Guevara era el que mandaba en la Cabaña, era
el Comandante de la Cabaña.
Se
abrió el paredón a principio de febrero de 1959.
Estuve 6 meses en esos menesteres y un año más asistiendo
en Cuba a la Juventud Masculina de Acción Católica,
en calidad de consejero nacional y luego de eso tuve que salir
para España porque mi familia me avisó que el viejo
mío estaba muriendo.
Regresé
a España con permiso de poder nuevamente ir a la Cabaña.
Pero estando en España me dijeron que no podía regresar
a la Habana y ahí acabó mi presencia física
o mi contacto físico con Cuba. Nunca más regresé.
Estando
en España ya sin poder regresar a Cuba me enrolé
en los misioneros que en aquel momento estaban trabajando en Antioquia
Medellín Colombia y desde el 61 hasta el 68 estuve en el
equipo misionero para América. Los primeros años
como simple misionero y los 3 últimos como director del
Equipo. Cuando el equipo dejó de trabajar en Colombia,
Ecuador, Perú y todo centro América… pues
me retiré a España un año y después
vine a Puerto Rico como Sacerdote en 1969.
Ya tenía una historia pasada, muchas tristezas y penas
que llorar y la necesidad de tener que romper con parte de la
vida y la historia para tomar un nuevo rumbo, lo hice porque ya
no podía seguir y lo hice como debe hacerse creo, pedí
a Roma la dispensa de mis votos, me dieron la autorización
para casarme y me casé con una puertorriqueña, tengo
con ella 3 hijos.
Dr.
Guillermo Toledo: Tiene que haber sido muy difícil
para usted, cargar el peso todos años de 55 hombres que
usted acompañó al paredón de fusilamiento.
Don
Javier Arsuaga: Y a veces también los llevé
en mi propio carro al pelotón de fusilamiento.
Dr.
Guillermo Toledo: Yo voy a referirme a algunos casos
de su libro y nos gustaría por ejemplo que nos narrara
el caso de Jesús Sosa Blanco. Sé que es muy difícil
para usted.
Don
Javier Arsuaga: En el 1959 siendo yo Párroco,
triunfa la Revolución, inmediatamente me di cuenta de que
como Párroco de Casablanca, me iba a tocar jugar un papel
muy doloroso en la Cabaña, porque ya desde entonces se
estaba hablando de que la Cabaña iba a ser el centro de
detección, de enjuiciamiento y de fusilamiento.
Me
lo eché arriba porque no me quedaba más remedio,
pero lo tuve que asumir porque era el único Párroco
allí, además con muy graves problemas personales,
de fe, en la vocación, que cuestionaba ya en aquella época
y naturalmente el que cuestiona su propia vocación, su
propio quehacer sacerdotal en un momento dado pues que le digan:
-
Ahora tienes que ir a la Cabaña y tienes que asistir
a los condenados a muerte y ahora tienes que ser tu el que le
ponga luz verde para la otra vida.
Doctor Cotto: No entiendo lo de asignarle esas
funciones.
Don Javier Arsuaga: Bueno esa función
me caía automáticamente por ser Párroco de
la jurisdicción de la Cabaña. Yo había pedido
en los tiempos de Batista bastantes veces al que era cuñado
de Batista, el Comandante de la Cabaña Fernández
Miranda, le había pedido que me dejara pasar a ver a los
presos y el me decía:
-
No aquí no hay preso…
yo le decía:
- Sus soldados me han dicho que aquí hay
presos y el me decía: No usted esta equivocado, usted ha
entendido mal.
Nunca pude ver en tiempos de Batista a ningún preso antibatistiano
en la Cabaña.
Luego
se vira la tortilla y el 6 de enero ya el Che Guevara era el Comandante
de la Cabaña, pues me presenté a hablar con el Che
Guevara y le dije:
-
Aquí vengo Comandante para pedirle
un favor, que me deje seguir diciendo la Misa para la tropa y
que me deje asistir en la prisión a los detenidos.
El Che Guevara me contesta: - No, lo primero no, aquí
ya se acabaron esas cosas. Averígüeme quién
tiene la llave de la Capilla esa de Santa Bárbara y se
la daré, día y noche a la hora que quiera para lo
que usted quiera, eso es suyo, trabajo le vamos a dar y mucho.
Efectivamente
así mismo fue, tuve mucho trabajo.
De
manera que comencé a asistir en la prisión a toda
aquella gente atiborrada como sardinas en lata, muchos mas prisioneros
que la capacidad real de la Cabaña.
Dr.
Guillermo Toledo: ¿Cuantos prisioneros habían
allí en aquel momento?
Don
Javier Arsuaga: Como 800 o 900 personas, para unas facilidades
que no tenía más que para unos 300 catres en las
galeras.
Dr. Guillermo Toledo: ¿Como dormían
esas personas?
Don
Javier Arsuaga: Muchas veces me lo pregunté, si
hacían turnos o dormían encima unos de otros, efectivamente
era un espacio muy reducido para tantas personas.
Solía
visitarle y ellos sabían... que yo no era santo de su devoción
en el sentido que yo no estaba de acuerdo con las ideas de Batista
y me veían como uno del otro lado. Y sin embargo poco a
poco fue introduciéndome entre ellos.
A Jesús Sosa Blanco, no lo conocí hasta la mañana
del día en que sería juzgado en el Palacio de los
Deportes (actual ciudad deportiva), en
realidad estaba ya condenado por Fidel Castro.
En
realidad Fidel Castro lo había condenado a el, a Pedro
Morejón y a Luisi Cardo Grau, desde el primer discurso
allá en Santiago de Cuba cuando dijo:
-
A esos tres vamos a fusilarlos.
Pero hizo el paripé del juicio. Bueno
esa mañana yo sabía que en la tarde sería
el juicio el jefe de auditoria me lo había dicho…
y caminando entre los presos me tope con Sosa Blanco, estaba en
aquel momento no se si repitiendo o diciendo por primera vez que
sería llevado como los cristianos a las fieras en el circo
romano.
Le
dije: - Esta tarde estaré
allí contigo en el juicio.
Ese
fue mi primer encuentro con Sosa Blanco
Dr.
Guillermo Toledo: Vamos a hablar entonces un poco de
ese juicio, porque yo siendo un niño lo vi por la televisión
y usted estaba presente allí. Yo vi muchas cosas allí
siendo un niño, las humillaciones, las injusticias que
se estaba cometiendo con ese hombre públicamente. Tantos
años después en el libro en que Ramonet, que ahora
le hace la entrevista a Fidel Castro, este reconoce que ese juicio
había sido un error, no dijo que fue un error de el, sino
un error de la revolución, el fue el que mando a hacer
ese juicio publico a Sosa Blanco.
Fidel
castro quedó muy mal parado en ese juicio, porque Sosa
Blanco dijo:
-
Esto es un circo romano, aquí
me están juzgando en un circo romano. Si, yo maté
personas… pero los maté en combate, porque me estaban
tirando y yo tiraba también, nos estábamos matando
mutualmente.
Don
Javier Arsuaga: Así sucedió en realidad,
el dijo esas frases allí. Para mi lo mas impresionante
de ese juicio era el saber… que iban a juzgar a
tres condenados.
Y lo más impresionante fue, que llevaron un grupo grande
de testigos, para que dijeran todo lo que ellos habían
visto una noche del 12 de octubre del 1957 en que Sosa Blanco
recién llegado a la Sierra Maestra es emboscado por los
guerrilleros de la Sierra Maestra y naturalmente se defiende.
Algunos
guajiros de aquellos testigos fueron llevados a la Cabaña,
para que preparan su testimonio, era realmente dramático
verles los días antes del juicio, como les dictaban
las frases que tenían que repetir.
Pero
se toparon en el juicio con un abogado Dacosta que en realidad
les viró la tortilla, porque comenzó a preguntarle
a esos guajiritos en un lenguaje que ellos no entendían,
en una interlocución que ellos no podían conseguir…
Dr. Guillermo Toledo: También usted dice
en su libro que en ese momento es que el abogado Dacosta entra
por primera vez en contacto con esos testigos… precisamente
en el juicio.
Don
Javier Arsuaga: Si así es, es correcto. Dacosta
comenzaba a interrogar a esos guajiritos… el les gritaba…
diga, repita, alto, claro…. Y los fiscales
se ponían nerviosos… los guajiros se ponían
nerviosos, se asustaban no sabían que decir ni que hacer.
Aquello
fue un espectáculo tristísimo, el ver como
estaban siendo preparados para el juicio, pero cogidos
en la trampa porque no estaban preparados realmente para enfrentarse
a un abogado con su verborrea.
El
juicio cuando llegó a ese momento antes que se pusieran
de pie Pedro Morejón y Luisi Cardo Grau se detuvo por una
llamada de afuera de Fidel Castro… que estaba viendo el
Show junto con Raúl Castro, Ernesto Che Guevara y Camilo
Cienfuegos y el Show no iba nada nadie bien.
Entonces
se suspendió el juicio y me llamaron para ir a la Cabaña
esa noche. pregunté: - ¿hay fusilamiento?
Me
contestaron que no sabían.
Llegaron los tres condenados a muerte sin terminar de ser juzgados
y esa noche se estrenó la galera de la muerte.
Me
encontré con Sosa Blanco…. No nos dijimos ni una
palabra… el se hecho en mis brazos sin decir palabras y
al rato me dijo: - Padre vamos a rezar….
Le dije: - Ve despacio, ten calma, yo voy delante
y tú vas repitiendo conmigo.
Íbamos
repitiendo el Padre nuestro que estas en los cielos…,
tres veces hasta que comenzó a entrar por la puerta de
la galera de la muerte a la primera luz del día.
Yo no se lo que pasó en el y en mi, que desde aquel día,
desde aquel momento en la galera de muerte… más
que muerte se respiraba vida.
Yo no… yo no se explicar... no se explicar… después
se dieron otros casos, el de Pedro Morejón fue trágico…
muy trágico… tremendo.
Yo no quería tener mucha relación con los presos,
por mis problemas personales de credo, por mis dudas tremendas,
yo no quería confesarles… a mi no me interesaba.
Les
decía: - No me interesa lo que ustedes
hayan hecho si quieren confesarse, les traeré a otro Sacerdote.
Y
efectivamente llevé al Padre Antonio Melo, un Sacerdote
Franciscano, ya mayor, que iba todos los días mañana
y tarde a atender a los moribundos al Hospital Calixto García.
Y el fue el que confesó, los absorbía a todos.
Entonces
comenzó a respirarse allí un ambiente de espiritualidad,
todas las noches rezábamos el rosario, un rosario lento,
comentado.
Algo
se produjo yo no se que… para mi muy doloroso, porque yo
tenia ese problema personal mío y decía, pero como
es posible si en algún momento una persona de fe…
un Sacerdote, tiene que ser autentico y entero en su fe…
es cuando se enfrenta a la muerte ajena… a quien le haya
tocado asistir un ser humano que va la pena de muerte.
Señor
Melero: Una aclaración, en aquel momento se dijo
que muchos de las muertes que se le achacaban a Sosa Blanco…
no había sido cometidos por Sosa Blanco sino por un Capitán
que se llamaba Melo Sosa… y otra cosa que deseo aclarar….
En Cuba el único que puede decidir sobre la muerte
de cualquier persona es Fidel Castro.
Dr. Guillermo Toledo: Quiero leer pasajes del
libro de Don Javier Arsuaga, refiriéndome al caso de Sosa
Blanco, que tenía una esposa que se llamaba Amelia, dos
hijas y me dijo usted que una de sus hijas tenía 14 años
y otra mucho menor.
El
en libro usted plantea: La presencia todas las tarde
de Amelia y sus hijas le puso una nota de luz y de dulzura…
emocionante ver a Sosa Blanco pasar sus manos ásperas tras
las rejas… para acaricias las caritas de ¨mis niñas¨,
como les decía Sosa Blanco.
Sorprendí
sin quererlo una conversación de Sosa Blanco con Amelia
donde le decía:
-
Amelia quiero que me hagas un favor ¿recuerdas
el par de zapatos que me compré para año nuevo y
nunca llegue a estrenar? quiero que me los traigas, pero sin que
las niñas se den cuenta.
Amelia
le dijo: - Pero para qué
lo quieres si nunca te he visto aquí con zapatos. Dijo
el: - Para la noche que me vayan a fusilar.
Y mas adelante, después vamos a hablar de lo de los zapatos
de Sosa Blanco y vamos a hablar de lo que el dijo en el paredón
de fusilamiento… que nadie lo sabe y usted lo va a contar.
Mas
adelante usted en el libro plantea:
La
esposa de Sosa Blanco me pidió hablar a solas conmigo.
Me
dijo: - Ya
sé que les ha dicho que no quiere saber por qué
están aquí, me imagino cuales son sus razones y
las respeto… pero yo si quiero que sepa, que mi marido no
es el monstruo que dicen por ahí que es.
Me
contó que su esposo, apenas estuvo una semana en la Sierra
y el primer día que llegó fue emboscado por los
rebeldes y perdió varios de sus hombres, al perseguir a
los rebeldes pudieron cometerse exceso en la aldea donde se escondieron
los rebeldes con ayuda de los campesinos, nada que no sea normal
en una situación así.
A
los dos días fue retirado de la Sierra y destinado a San
Luis, Pinar del Río en el otro extremo de la isla. Dígame
si tuvo tiempo para cometer las atrocidades que se le atribuyen,
necesitaron crear demonios y la mala fama de un tal Melo Sosa
fue trasladada a las espaldas de mi esposo, quiero que me crea,
le pido que me crea.
Le
creí, sinceramente le creí.
Don
Javier Arsuaga: Los famosos zapatos, eran unos zapatos
enormes porque Sosa Blanco tenía unos pies de gigantes.
El día en que iba a ser fusilado… pidió que
lo dejaran bañarse y ponerse ropa interior limpia y sus
zapatos.
Fuimos al paredón y me dice:
- Padre quiero pedirle un
favor, cuando me hayan fusilado quiero que me quite los zapatos
y mañana los va a regalar en Casablanca o en la Habana
a cualquier pordiosero que los necesite. No le diga a quien pertenecieron
los zapatos, porque tal vez no los quisieran usar, si saben que
son de Sosa Blanco.
Efectivamente cuando fue fusilado les quité los zapatos,
los llevé conmigo y a la mañana siguiente encontré
en la Habana a quien regalarle los zapatos.
Sosa
Blanco y sus zapatos siguieron paseando por las calles de la Habana,
burlándose como un duende, burlándose de Fidel Castro
y su gente.
Dr. Guillermo Toledo: Vamos a hablar ahora del
caso de Pedro Morejón ¿Qué pasó con
Pedro Morejón que es uno de los militares, Coronel del
Ejército de Batista?
Don
Javier Arsuaga: Pedro Morejón, no sé que
destino tenia como jefe militar incluso no recuerdo que hechos
se le atribuyan, el juicio se ventiló en el otro campamento,
al otro lado de la Habana, el Campamento Columbia, una mañana
en un par de horas se despacho aquel juicio y
Pedro Morejón fue condenado a muerte.
El
día que se efectuó el juicio, que fue el primer
fusilado, porque todo los juicios antes del fusilamiento tenían
la apariencia de una revisión para ver si efectivamente
valía la pena llevarlos al paredón… Lo condenaron
a muerte aquella noche.
El
jefe de auditoria, Miguel Ángel Duque Estrada me llamó
y me dice:
-
Esta noche lo van a fusilar…
le digo:
-
Me imagino que le habrán dicho...,
y me dice el:
-
No... No… precisamente lo llamaba
para ver si nos hace el favor… le dije:
- ¿Como?
Me dice: - Si para ver si
habla con el.
Le
dije: - ¿Pero que
es esto? Yo no lo condené… yo no tengo nada que ver
con eso.
Fui
a la Cabaña y vi a Pedro Morejón y no era la encomienda
mía decirle que lo iban a fusilar
Le
pregunté a Miguel Ángel Duque Estrada: -
¿Sabe ya?
Me
dice: - No, no sabe.
Y
le dije:
-
¡Pero qué carajo es esto!… ¿qué
van a hacer con este hombre? ¿Van a llevarlo al paredón
y todavía no sabe nada?
Fui
a la galera de la muerte y se lo dije… le dije:
-
Pedro te van a fusilar hoy, te lo estoy
comunicando yo.
Hablamos un rato y le dije:
-
Si tu quieres estaré contigo
hasta que llegue el momento, sino... si quiere estar solo, preparar
una carta... lo que tu quieras.
Me
dijo: - Padre me gustaría
que me dejara solo.
Le dije: - Tengo que ir
a la Parroquia de Casablanca a una función religiosa, era
un jueves…vendré luego.
Al salir de la galera de la muerte, siento un alboroto tremendo,
música y unas muchachas…era un Comandante de la lucha
contra Batista, borracho, rodeado de mujeres, cuando yo me doy
cuenta de aquello:
Grité:
- ¡Pero qué
es esto, ustedes no saben donde se encuentran!
En
ese momento siento unos gritos:
-
Padre, Padre…Padre
Salí
corriendo, Pedro Morejón, había intentando suicidarse,
estaba en la misma celda con Luís Ricardo Grau.
Le
dije a Luis: - aguántalo
y le quite la sabana y volvió en si.
Lo primero que dijo fue: - ¿Por qué
me han hecho esto?
Le dije:
-
Coño dime tú… ¿por qué has hecho
esto? No te das cuenta de lo que significa no enfrentarte con
la muerte, la muerte para los otros muy bien y para ti no…
qué van a pensar todos los que están en el Patio
¿que eres un cobarde?… no… el hombre no crece
suicidándose, el hombre crece muriendo de pie en donde
sea.. delante de un pelotón, donde sea.
Le
pedí perdón por mis duras palabras, hablamos, hablamos,
cuando llegó la hora ya a las 12 de la noche, se iba a
estrenar el paredón y para desgracia de todos el paredón
que eligieron, fue en la fosa misma a la que daban a las paredes
de la prisión, de manera que los tiros y el estruendo repercutiera,
para que los demás presos lo oyeran.
El
me pidió: - Padre quiero
que este cerca de mi...
Le
dije: - Estaré cerca de ti.
Cuando
llegó la hora frente al paredón, me preguntó:
- Padre cuán cerca estará
de mí.
Le
dije: -
Aquí, mira aquí – saqué una cruz
y la puse en alto- mira aquí la cruz, como si estuviéramos
tú y yo solos con la cruz en alto.
Oí
al jefe del pelotón gritando: - ¡Pelotón
atención, preparen, apunten, fuego!
Cuando
Pedro Morejón cayó al piso, yo aún seguía
con la cruz en alto. Fue el primer fusilado
Le
dije al Comandante testigo principal de la ejecución, Víctor
Bordón Machado le dije:
-
¿A quién se le ocurrió fusilarlo delante
de todos? ¿no saben que los demás compañeros
ahí, lo han oído? yo voy a pasar toda la noche con
ellos… ¿quiere acompañarme?
Me
dijo: - No no…
Le
dije: - Comprendo que no quiera estar allí conmigo.
Estuve
toda la noche con ellos… ya no hubo más fusilamiento
allá, porque les dije… si me quieren a mi aquí,
llévenlos lejos de la prisión… yo no vuelvo
a estar presente en un fusilamiento aquí frente a las ventanas
de la prisión.
Efectivamente lo llevaron lejos de las ventanas de la prisión.
Dr.
Guillermo Toledo: El caso Luís Ricardo Grau que
estaba muy enfermo.
Don
Javier Arsuaga: Si estaba muy enfermo, yo no sé
la enfermedad que tenia, pero estaba muy enfermo sin embargo con
una entereza, era educado en un colegio católico y el,
se enfrentó a la muerte tratando de revivir y crecer en
la fe en que había sido educado….
Y
en realidad la noche que iba a ser fusilado junto con otros 6
compañero, me dieron la posibilidad de decir quien iba
a ser el primero… el segundo así… yo lo elegías
dependiendo de quien tenia mejor preparación.
Le
digo a Luís Ricardo Grau:
-
Me vas a perdonar pero te dejaré para lo último
y mientras tanto ve comunicando tu fe y tu fortaleza a los demás.
Todos
morían con una entereza tremenda… y cuando
le llegó el turno a Luís Ricardo Grau... aún
lo veo, aún veo la estampa, no lo puedo olvidar, la estoy
viendo:
Oí
el… - ¡Pelotón atención,
preparen, apunten, fuego!
A
la palabra fuego, en todos los casos todos se desplomaban, Luís
Ricardo Grau que era tan delgado, tan frágil, seguía
de pie… le dispararon el tiro de gracia y solo entonces
se desplomó.
Yo
no vi, si le habían atravesado 6 balas o no… pero
sin balas o no era para estar muerto, estaba muerto y
de pie.
Lic.
Pino: Padre usted que vivió los fusilamientos
allí, que llovían a granel, la muerte de esas personas
¿era inmediata?
Dr. Guillermo Toledo: Voy a leer un párrafo
del libro de Don Javier Arsuaga que quizás conteste esta
pregunta y es de un impacto tremendo:
No
recuerdo su nombre era un Sargento de la Policía, de cuerpo
robusto de poco hablar, llegaba al paredón junto con otros
4 compañeros coacusados de los hechos de Humbolt 7 en donde
perdió la vida Juan Carlos Carbo Servia.
Como
lo veía el mas fuerte y el de ánimo mas sereno,
le dije que sus 4 compañeros serían fusilados primeros
que el. así fue que dispuse como otras noches el orden
según los vieras, mejor o peor apertrechado para ese momento.
Desde la posición en que estábamos, los otros no
podían ver nada, pero si oían las voces de mando
que ordenaban hacer fuego, era horrible, pero era inevitable.
El
Capitán Alfonso era el jefe del piquete esa noche, como
a todos le dije al condenado que nos tomaríamos los minutos
que nos parecieran para charlar, fumar, rezar lo que el quisiera.
Conversamos
unos minutos y procedimos a hacer los ritos de despedida, el beso
a la imagen de Cristo en su cruz, el abrazo, el que dios te acompañe.
Me hice a un lado.
El
Capitán Alfonso dio la orden, se desplomó
el cuerpo, nos acercamos, no estaba muerto, el moribundo seguía
gimiendo y gritando:
-
Padre, Padre…
Visiblemente
asustado el Capitán Alfonso, no procedía a aplicarle
el tiro de gracia, me agite y con señas le apremie que
hiciera lo que tenia que hacer.
Sin inclinarse hacia el moribundo, quien sabe si con los ojos
cerrados, disparó y no se sabe adonde fue a parar la bala,
el moribundo seguía gritando: - Padre, Padre…
Se
agolparon alrededor del moribundo Duque Estrada y otros Oficiales
mientras el moribundo seguía gritando: - Padre,
Padre…
Le
dije a Duque Estrada:
-
Ya se cumplió la pena de fusilamiento, ya se cumplió
la sentencia… llévenlo a un hospital.
Duque
Estrada respondió: - No, el fue condenado a morir
y tiene que morir aquí.
El
Capitán Alfonso disparó otro tiro de gracia, otra
bala perdida y seguían los gritos del moribundo: -
Padre, Padre.
Agarré a Alfonso por la muñeca y acerqué
lo que mas pude la mano a la cabeza del moribundo… le grite:
-
Dispara ya… dispara ya.
Disparó
y el moribundo estremeció su cuerpo, con la respiración
entrecortada, temblando le di la extremaunción y le dije:
Descansa en Paz.
Me
retiré sin despedirme de nadie.
El
Padre Estanislao Sedupe que se quedaba dormido todas las noches,
con un libro en las manos, lo desperté: - Quiero
confesarme, he matado un hombre.
Me preguntó: - ¿Qué has dicho?
Le
costó mucho trabajo tranquilizarme, lo logró muy
a media, subí a la azotea del Convento a llorar.
Lic.
Pino: Terrible testimonio.
Dr.
Guillermo Toledo: Padre yo no sé si usted desea
comentar este hecho que a mi me estremeció.
Don
Javier Arsuaga: Yo creo que hice lo que debía
diciéndole a Duque Estrada que lo llevaran a un hospital,
pero no, no fue condenado a la pena de fusilamiento, fue
condenado a morir y entonces sabía yo lo que iba
a seguir... más sufrimiento para el moribundo.
Dr.
Guillermo Toledo: Hay un señor del que usted habla
en su libro, un norteamericano Herman Mart.
Don
Javier Arsuaga: Bueno Herman Mart había estado
con Fidel Castro en la Sierra Maestra, era un matón,
uno de esos de armas enfermas, asesino nato, que había
sido condenado en Estados Unidos y que había escapado de
la Justicia.
El
al parecer ligaba muy bien las palabras revolución
y muerte, revolución y sangre.
En la Cabaña cayó en su ambiente, porque en realidad
por ejemplo al Capitán Alfonso le era difícil dirigir
al Pelotón.
Pero
llegó este americano y decía:
-
¡Encantado como no, a matar gente!
El
día en que debía morir a Luís Ricardo Grau
me gritó contento:
-
¡Padre, Padre, hoy tenemos 7!
Como
si me estuviera invitando a un banquete. Era horrible, a uno le
da vergüenza tener que haber tratado a gente así.
Lic.
Pino: Esa es la Revolución humanista de
Fidel Castro.
Ing.
Abascal: Padre, yo le voy a hacer un comentario de una
anécdota de un Sacerdote que se llama Becha Berbe.
Mi
padre era uno de los principales lideres de la resistencia cívica
en Santiago de Cuba, en mi casa estuvo escondida dos veces la
perra de Vilma Espin, posiblemente mi Padre le salvó
la vida.
El
día en que Raúl hace todos aquellos fusilamientos
en el Valle de San Juan, en el que manda a matar a más
de 70 personas, ese día al amanecer el Padre Becha Berbe
se encontraba en el corredor de mi casa, sentado en un sillón.
Mi
madre se asustó mucho y fue a verlo y le dijo:
-
Padre que le ha pasado, ¿que hace aquí?
El Padre Becha Berbe que era de piel morena, era árabe,
pero estaba blanco como el papel, mi madre le decía:
-
¿Padre que le pasa?.
El
Padre Becha Berbe le contestó:
-
No puedo violar los secretos de confesión,
pero están fusilando inocentes.
Usted
sabe Padre, que nadie va a decir una mentira en confesión
antes de morir.
Don
Javier Arsuaga: Yo en realidad no confesé a nadie
y no lo hice precisamente por esa razón, por saber la verdad.
Unas
de las Biografías de Ernesto Che Guevara y cuando habla
de el Che Guevara dice: El capellán Javier Arsuaga que
confesaba a los prisioneros, dijo esto y dijo lo otro, diciendo
como que yo estaba revelando secretos de confección y yo
me libré de eso desde el primer momento, no confesé
a nadie. Por lo que no pude revelar secretos de confesión
Dr.
Guillermo Toledo: Veamos este caso Padre, de
este niño, de este muchacho, que usted escribe
en su libro:
Ariel
Lima fue condenado a muerte, lo mantuvieron como una semana en
la galera de la muerte, apenas hablaba, vivía enajenado,
vacio de si mismo, perdida la mirada, como ausente de lo que le
estaba pasando, los demás prisioneros lo veían tan
niño, tan solo, tan necesitado, le prometí que hablaría
con Ernesto Che Guevara e intercedería por el.
Fui a hablar con Ernesto Che Guevara y el me dijo que eso lo decidía
el Tribunal de Apelaciones quien decidía eso y me preguntó
por qué debía anular la sentencia.
Le
dije:
-
Por dos razones, una por sentimiento humano por sus solo 16 años,
la segunda por sagacidad política, porque al otro día
de la muerte de este niño, la prensa mundial, en Estados
Unidos, América Latina y Europa hablaría de que
la revolución cubana carecía de sentimientos y que
juzgaba por igual a adultos que a menores y que esto muy poco
beneficiaria a la revolución.
Inútil,
a más compasión que se le pedía al
Che, con más crueldad respondía.
En
la vista se decidiría.
Fui
a la vista de apelaciones, el Che sabía por qué
estaba allí. La vista apenas duró media
hora… ratificada la sentencia, sería fusilado
aquella misma noche.
Cuando terminó me vio en la puerta saliendo con su comitiva,
me dio un saludo y salió.
En
su camino a la Comandancia… una mujer corrió al frente
de ellos y se postró en el suelo delante de todos ellos.
Alguien le dijo:
-
Es la madre de Ariel Lima…
Le dijo con cinismo:
-
Le recomiendo que hable con el Padre Javier Arsuaga, es un maestro
consolando.
Me
miró y en tono burlón me dijo:
-
Es suya.
Le
ayudé a levantarse del suelo y le aconsejé que se
retirara a su casa le dije:
- Señora trate de superar su tragedia y de seguir
viviendo sin su hijo, encomiéndese a Dios.
Nunca
más vi a esa mujer…
Esa
noche odié al Che.
Dr. Guillermo Toledo: Padre
que nos puede decir de Ariel Lima.
Don
Javier Arsuaga: Ariel Lima era un muchacho revolucionario,
lleno de sueños, luchó contra Batista.
Los
de Batista, lo torturaron para que hablara… nunca lo hizo,
hasta que un día… esto... el me lo contó de
sus propios labio, le dijeron: - Tú vas
a hablar…
Le
llevaron a su madre y delante de el, la comenzaron a desnudar
y le dijeron: - Tú sabes
lo que vamos a hacer con ella…
Cuando
el muchacho vio efectivamente lo que estaban haciendo, el muchacho
habló y naturalmente dijo que querían que dijera.
Naturalmente
nunca salió del cuartel y cuando triunfa la revolución
nunca más salió del cuartel, porque había
traicionado a sus compañeros y entonces de ahí,
lo enviaron a la Cabaña.
No
era ni de uno ni de otros, estaba solo, no tenia amigos, era una
tristísima figura y estaba tan enajenado... que
no se daba cuenta que lo estaban fusilando.
Dr.
Guillermo Toledo: Nos queda un testimonio del caso del
Capitán del ejercito de Batista José Castaño,
un hombre muy culto, que hablaba 5 idiomas, usted atendió
José Castaño, el no tenía las manos embarradas
de sangre, no cometió ningún hecho de sangre, solo
que José Castaño, era un hombre que conocía
todos los vericuetos del comunismo en América Latina, estaba
a cargo del Buró de Represión de actividades comunistas,
tenia información y documentos de esa actividad en diferentes
partes del mundo y eso no se lo perdonaron.
La
mayoría de los testigos del juicio eran militantes comunistas,
acusándolo de cosas que realmente no cometió, no
le probaron ningún hecho de sangre, tengo entendido que
solo una señora lo acusó de haberla violado, era
una total mentira, esa misma señora después testifico
en otro juicio contra el artista famoso en aquella época,
Manolo Fernández y también dijo mentira.
Lic.
Pino: Un comentario, este Señor José Castaño,
tenía información con relación a los miembros
del partido comunista en Cuba e incluso de organizaciones izquierdistas,
información que logro sacarla de Cuba antes que la tiranía
de Fidel Castro ocupara el poder y eso fue lo que provocó
el fusilamiento.
Don Javier Arsuaga: José Castaño
era un hombre muy culto, muy versátil, creía en
cuestiones esotéricas, creía en la magia negra,
en la magia blanca, era un hombre muy interesante en su conversación,
pero no tenía fe cristiana.
Entonces
era muy respetuoso en su conversación y desde que cayó
en la galera de la muerte me
dijo:
-
Se que se reza aquí y demás, yo no me opongo a nada,
pero le voy a pedir un favor, no se meta conmigo ni mi fe, déjeme
tranquilo.
Entonces
le llevé a un amigo mío, Profesor de Filosofía
y estuvieron toda una tarde conversando.
Cuando
llegó la hora del juicio, desde luego lo condenaron a muerte
y en el juicio de apelación el Che Guevara decidió
que le fusilaran aquella misma noche.
Esa
misma noche, cuando yo le iba a informar a José Castaño
de que sería fusilado, se me acerca Duque Estrada y me dice:
-
Padre acompáñeme tenemos que ir a ver Fidel
Castro para que pare esta ejecución.
Nunca
me dijo por qué quería hacer eso, un abogado me
dijo que al parecer habría un canje de prisioneros con
Estados Unidos… cosa que nunca creí.
Fuimos
a ver a Fidel Castro, estaba dando uno de sus interminables discursos
y nos pusimos a un lado y en un intervalo del discurso nos acercamos
y le dijo lo que pedía y Fidel Castro cuando esta en trance
de sus discursos no oye a nadie se oye así mismo y dijo:
- Esta bien, esta bien.
Yo
fui a la Cabaña y le dije a José Castaño:
- Fidel Castro ha dicho esto, al parecer el dueño
de la vida, te regala un día más de vida.
Cuando
terminó el discurso de Fidel Castro a eso de las 3 de la
mañana, vinieron a buscarme pregunté ¿que
decidió el Che?… dijo que lo fusilaran.
El
Che Guevara había ordenado que nadie fuera fusilado sin
que yo estuviera presente, al parecer se había
corrido la voz de que yo los hipnotizaba, de que yo los
llevaba hipnotizado y que por eso todo era mas fácil, cosa
que no era verdad y esa noche José Castaño estaba
en el Paredón solo y a un lado, los del pelotón
fumando y conversando.
Llegué yo y me dije: - Que le voy yo a
decir a este hombre, que le he sembrado esperanzas.
Me
acerqué a el y el me dijo:
-
No se preocupe Padre, yo sé como son, yo los conozco
bien… ¿es allí donde se fusila verdad?
Le dije que si: - en el poste aquel.
Poste
a propósito en el que nadie se tuvo que atar
de los 55 fusilamientos que yo asistí.
Me dice: - Pues vamos para allá.
Y cuando estábamos en la despedida yo me acordé
que el me dijo, no me hable de fe ni de Cristo ni de Dios.
Me
dice:
-
Padre, quiero pedirle un favor, usted sabe que yo no tengo
fe, pero sé que voy a morir y no sé que hay del
otro lado, Padre por favor… ¿podía prestarme
su fe para morir?
Me quedé seco. Rezamos un Padre nuestro,
beso el Cristo, me separé y con los ojos muy abiertos,
muy abiertos mirando a Cristo, escuchó las voces de mando
y cayó al piso.
Lic.
Enrique: Padre usted que participó en todos estos
eventos tan dolorosos, estas personas que formaban el pelotón
era los mismos o se rotaban, ¿cuántos eran?
Don
Javier Arsuaga: Eran 6 y se rotaban, eran miembros de
la tropa de Ernesto Che Guevara, guajiros de la Sierra Maestra.
Lic.
Enrique: Yo quisiera preguntarle al Doctor Cotto, Doctor
en Psiquiatría, solamente por tener una breve idea ¿qué
le pasa por la mente a esas personas que hicieron eso? ¿qué
les pasa por la mente? que tienen que llevar dentro, toda la vida,
esa experiencia.
Doctor
Cotto: Bueno lo que sucede es que la dinámica
o la psico-dinámica que se aplican los que aprietan el
gatillo, es el simple hecho que están cumpliendo ordenes,
para ellos es una orden que le da un superior, son guajiros actuando
como soldados de la revolución, en realidad ellos
no cargan conciencia de culpa.
Alfredo
Melero: Es verdad lo que dice el Doctor, porque familiares
míos que estaban preso en Boniato me lo decían a
mi, especialmente uno que fue Capitán del Ejercito Rebelde
en la Sierra Maestra, el Capitán Fido Avalo, que estuvo
preso por 12 años en Boniato, estuvo enfermo en el Hospital
que estaba afuera de la prisión, pero muy cerca de donde
estaba el pelotón que fusilaba… y el me contó
a mi que:
...
cuando no había fusilamiento parecía
que se enfermaban y cuando había fusilamiento empezaban
a tocar música sacra para todo el presidio para atormentar
a todos los presos y que entonces se alegraban.
Una
llamada de la audiencia: Muy buenas noche, quisiera felicitarlo
por este programa tan interesante, le habla Adelaida Mercado,
en esas mismas circunstancia murió un familiar mío,
la madre llegó a la Cabaña porque le dijeron que
fusilarían esa mañana y cuando llegó, ya
personalmente el Che Guevara lo había ejecutado.
Una llamada de la audiencia: Les habla, Días
Rivera, quisiera preguntarle al Padre si a el lo obligaban a hacer
esa labor, si el no tuvo la oportunidad de comunicarle al Vaticano
el desastre que se estaba haciendo en Cuba.
Don
Javier Arsuaga: Yo podía hablar de lo que sucedía
allá… pero estaba muy lejos de mi alcance, ni se
me ocurrió, no pensé que podía evitar lo
que estaba sucediendo.
Una
llamada de la audiencia: ¿Ha sabido algo de Duque
Estrada? Duque Estrada, mi familia lo conocía muy bien
y no sabíamos hasta hace un año de que el, había
sido participe de esos crímenes que se están contando.
Don
Javier Arsuaga: No supe nunca más de ninguno,
incluso me hubiera gustado mantener relación con los familiares
de los fusilados, pero no me dio tiempo al salir de Cuba.
Una
llamada de la audiencia: Padre una pregunta ¿en
algún momento usted pidió que lo sacaran de allí
y pusieran a otro Sacerdote?
Don
Javier Arsuaga: Pensé hacerlo bastantes veces,
lo hice una vez, me contestaron que lo estaba haciendo muy bien
y que no me preocupara… así que no tuvo resultado
mi pedido.
Una
llamada de la audiencia: Le habla la Señora Martinez,
quisiera darle las gracias al Padre Javier Arsuaga, por su relato
y por haber asistido a los condenados a muertes, asesinados por
ese Tirano sinvergüenza.
Le
quiero decir a los amigos que están escuchando este programa,
que además del Semanario elveraz.com,
existe otro sitio que se llama secretosdecuba.com donde
verán la lista inmensa de fusilados por el régimen
de Fidel Castro.
Una llamada de la audiencia: Quisiera preguntar
sobre el titulo del libro del Sacerdote y que nos dijera cuantos
personas se fusilaron.
Dr.
Guillermo Toledo: El titulo es: Cuba 1959: La
Galera de muerte. El Padre asistió a 55
personas, el estuvo de enero a mayo de 1959, después
de eso en la Cabaña se siguió fusilando, hay una
lista de fusilados que esta en el libro del Doctor Armando Lago,
que esta próximo a salir, que la tengo aquí frente
de mi, tengo una lista aquí de 141 personas, pero dice
aquí en el reporte al final que hay 15 mas fusilado según
el NY Times.
Lic.
Pino: Yo tengo aquí la información que
me acaba de confirmar el Doctor Armando Lago y la señora
Cañizares y los oyentes pueden verificarlo en el sitio cubaarchive.org, fueron 164 en la Cabaña
directamente con la firma de Ernesto Che Guevara, 6 fueron fusilados
después que ya Ernesto Che Guevara no estuviera en la Cabaña,
pero que la ejecución tenia su firma, 23 adicionales en
Santa Clara, 14 en la Sierra Maestra, para un total de
216 fusilados.
Hay 15 adicionales que el NY Times reporto, pero que no han dado
los nombres. Todos estos datos de cubaarchivo.org por lo menos
tienen dos fuentes diferente e independiente de verificación.
En adición a esto quisiera agregar, que el actual
jefe de estado en Cuba, Raúl Castro, firmó la ejecución
de 551, osea mandados a fusilar por Raúl Castro. Osea 216
de Ernesto Che Guevara y 551 de Raúl Castro.
Ing.
Abascal: Quisiera comentarle a los oyentes que nos escuchan,
que ese mismo Ernesto Che Guevara, que se hacia el duro en la
Cabaña, se portó como un verdadero cobarde,
cuando lo cogieron en Bolivia, gritando para que no lo mataran:
Yo
les valgo a ustedes más vivo que muerto.
Una
llamada de la audiencia: Ese Ernesto Che Guevara no vale
ni la camiseta que se ponen los títeres por ahí.
Dr.
Guillermo Toledo: Padre Javier Arsuaga antes que termine
el programa usted desea agregar algo.
Don
Javier Arsuaga: Si, quiero decir dos cositas nada más.
Me
han preguntado muchas veces, por que escribí este libro
después da mas de 4 décadas.
Yo
lo hubiera escrito antes, pero tenia muchos problemas íntimos
que se me hacia muy difícil ponerlo por escrito, de manera
que el año pasado, cuando me entrevisto Álvaro Vargas
Llosa y con la entrevista mi nombre salio a toda América
Latina, un articulo en el que se me nombraba, no sucedió
nada y entonces me decidí a escribir.
En
realidad el que escribe el Prólogo en mi libro, mi amigo,
Andrés Calendario, hace una lectura del libro distinta
al que yo había hecho, el dice, este libro tiene un valor
especial porque ya desde la primavera de 1959, este hombre viene
hablando de esto, que la revolución cubana se estaba
levantado desde unos cimientos de odios y de sangre.
El libro si puede servir para algo, eso lo tienen que decidir
los lectores, puede servir en primer lugar:
Como
desmitificador de los mitos de la llamada revolución,
dentro y fuera de Cuba y en segundo lugar...
La
gran lección… ¿Y qué ganó la
revolución? ¿Y qué gana nadie matando?¿para
reparar qué? ¿Qué se gana con la muerte?
¿Volveremos a lo mismo? ¿Seguiremos matando?
Dr. Guillermo Toledo: Nunca más.
Padre,
una pregunta más, quisiera preguntarle su opinión
con relación a Ernesto Che Guevara.
Don
Javier Arsuaga: Bueno, debería contestarte, paz
a los muertos, pero como es una figura pública, tuve con
el una relación en la que conmigo, personalmente, no se
porto mal en el sentido que me facilitó atender a los prisioneros.
Nunca
disimuló su crueldad, se presentó ante mi como lo
que era, una persona entregada a su utopía, la
revolución le pedía matar, mataba, le pedía
mentir, mentía. Ese era el Che, un hombre entregado a una
idea, para mi disparatada.
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