Por
Ramón H. Colás
Introducción
Cuarenta
y seis años después de la llegada de Fidel Castro
al poder Cuba y su pueblo han iniciado la etapa más larga
de intolerancia y terror en la historia latinoamericana. El fenómeno
tiene una explicación en los desaparecidos regimenes totalitarios
de Europa del Este y los rasgos retorcidos de la personalidad
de Castro, que junto a su séquito (incondicionales-tradicionalistas),
se han empeñado en permanecer en el poder a costa del sacrifico
popular, de forma absurda e inoperante, por el imaginario de suponer
la sociedad mas libre y democrática de la tierra.
Un
sistema absolutista, como el existente en Cuba, centra el poder
en la autoridad de un hombre (Fidel Castro) y desplaza el marco
jurídico, político, económico, de sociedad
civil y todo espacio público a la voluntad inmediata del
líder “magnánimo”, dotado de todas las “virtudes”,
para imponerse como el supremo redentor de los males sociales
y benefactor universal del pueblo.
Es
precisamente el individualismo en la forma de gobernar la que
prescinde, en las autoridades totalitarias cubanas, de una discusión
amplia y despolitizada acerca de los eventos nacionales, donde
de manera exagerada y sin piedad, se deterioran los derechos fundamentales
del pueblo cubano y se estancan las soluciones de una crisis,
por cierto antiquísima, generada por la aventura y el despojo
de un grupo reducido, con espíritu patibulario, que descarta
cualquier alternativa que no sea “socialismo o muerte”, opción
que pude ser considerado una redundancia ineluctable en el discurso
revolucionario de Castro . Por ello, niega la participación
de los agentes activos de la sociedad (dígase oposicionistas
internos) en los proyectos alternos que bien pudieran encausar
un designio de nación donde pudiera cimentarse, desde unas
bases sólidas y con un proyectos estratégicos sostenibles,
la democracia participativa donde nadie pueda estar por encima
de la ley.
El
Pueblo
Los
cubanos se dividen en seis grandes grupos que mantienen una dinámica,
al parecer inalterable, donde ejerce la supremacía una
pequeña hueste posesionada en una nomenclatura de poder
total. De esa manera, se expresan voluntades diferentes que concurren
en una confrontación cada vez más acentuada por
la implacabilidad del organismo coercitivo que representa la afición
gubernamental y las ideas del máximo líder, frente
a un reducido grupo de cubanos que han superado la cultura del
miedo.
Estos
grupos están conformados por:
Oposicionistas
: Representan la voluntad popular para efectuar los cambios y
han roto con la cultura de terror y luchan por ganar un espacio
político alternativo que instituya la democracia como el
mejor escenario para la convivencia civilizada en Cuba. Existen
dentro de ellos democratacristianos, socialdemócratas,
liberales y una corriente mínima de un izquierdismo militante
cercano a las posiciones actuales del poder totalitario.
Además,
hacen una vida paralela al sistema de gobierno en Cuba, grupos
de sociedad civil como bibliotecas, periodistas, asociaciones
de campesinos, médicos, abogados, maestros y otros.
Simuladores
y Pragmáticos : Están formados por la mayoría
de los cubanos. Es el enorme grupo que acude a los espacios del
oficialismo atraídos por el miedo y su incapacidad para
instituir proyectos individuales y sociales. Su interés
esta en las acciones gananciales que le permiten obtener algunos
beneficios mínimos en áreas de trabajos, en el mercado
subterráneo y en las posiciones intermedias del poder donde
ejercitan su oportunismo.
Nomenclaturitas
: Son los que mantienen el poder y no permiten otras formas de
convivencia que no sea la que emana del autoritarismo personal
de Fidel Castro. Manifiestan, de manera absoluta, que la revolución
es la mejor suerte para el pueblo y se disponen a morir por defender
el ideario político y la supuesta obra de beneficio que
Castro ha edificado en Cuba.
Esta
nomenclatura se divide a su vez en tres pequeños grupos.
El primero es una Ortodoxia Castrista Tradicionalista , que mira
por el prisma del comandante en jefe y mantiene un fundamentalismo
militante que no le permite ver opciones para Cuba que no sea
la que han determinado construir.
Un
segundo grupo lo conforman los Reformistas . Estos, que pudieran
estar en los niveles altos e intermedios de dirección y
un poco alejados de Castro y su séquito ortodoxo, desean
llevar la sociedad cubana a algo cercano a lo que es hoy el modelo
chino o vietnamita donde predomina el partido único. Sin
embargo, creen conveniente, por el oportunismo que los absorbe,
que puede ser posible abrir las puertas a las inversiones extranjeras
y liberalizar el mercado.
Los
terceros son Aperturistas . Este grupo es bien interesante porque
representa a una facción que se siente atrapada por el
dogma de la revolución y el ideario marxista nacionalista
de Castro. Su mirada tiende a gravitar a favor de los cambios
políticos que defienden los oposicionistas.
Incondicionalitas
: Es grupo mínimo dentro de la sociedad cubana que asume
las mismas posturas de la ortodoxia castrista. Son llamados “
fidelistas o come candela” por el apego a Castro y su afán
desmedido por demostrar fidelidad al máximo líder.
Indiferentes
: Esta conformado por cubanos ajenos a toda realidad política.
No militan en ningunas de las formaciones revolucionarias del
régimen y de la disidencia interna. Han creado una especie
de bunquer donde se protegen del efecto ideológico del
oficialismo y de la convocatoria disidente para crear una base
social. Su mayor interés esta en la protección de
su familia y en la mínima oportunidad abandonan el país.
Grupos
religiosos fraternales : Son, generalmente, los laicos practicante
de la iglesia católica, los grupos fraternales, como los
masones, caballeros de la Luz y otras formaciones que conviven
separados del compromiso revolucionario. Estos han advertido,
posiblemente igual que los oposicionistas, que el futuro de Cuba
depende de una acción coordinada que permita aumentar la
capacidad del pueblo para emprender los cambios una vez que se
superen los miedos y se instituyan alternativas independientes
que permitan ganarle espacio al régimen.
Necesidad
de la libertad
La
situación cubana actual esta determinada por la falta de
libertad y la violación constante a los derechos básicos
de los ciudadanos. Ahí se genera el conflicto nacional:
la contradicción entre las fuerzas pro-democráticas
representadas por los oposicionistas no violentos y un régimen
totalitario que se declarado inmovilista.
Ante
una situación tan dramática como la que se vive
en Cuba, se pluralizan actitudes en el comportamiento social de
la gente, propensas a su desvalorización como miembros
de la sociedad cubana. El pueblo, hechizado por el inmovilismo
oficial, la cultura del miedo, la represión, la desesperanza
y la falta de un referente o imaginario de otras perspectivas
de vida, suele sumergirse en la obediencia ciega y en el desgano
fundacional.
Esta
enfermedad implica sobrevivir en un marco ilegal y de carencia
ética que hace proliferar una serie de males sociales como
la prostitución, el despojo, el robo, como fenómeno
de tolerada implicación social, la mentira como una práctica
básica y necesaria que permite implicarse en la “normas”
y reglas del juego oficial y el odio que capitula ante la racionalidad.
Es
importante “ insistir en la sorpresa que da la historia ” (1).
para tomar en cuenta que al momento de aparecer Fidel Castro en
el escenario nacional promovió una agenda humanista que
embriagó al pueblo cubano para luego convertirse en un
dictador moderno apoyado en una ideología que adormece
e inculta la incondicionalidad como alternativa de vida.
El
modelo cubano es un calco de los sistemas totalitarios de Europa
del Este, al cual se abrazo Castro para enfrentar demagógicamente
a los Estados Unidos e inventar un diferendo que le mantiene con
cierta notoriedad dentro de la “ izquierda del mojito ” (2) y
alejado de los postulados libertarios y de oportunidades que prometió
al pueblo cubano.
Cuba
es hoy una sociedad cerrada donde los males sociales han alcanzado
proporciones jamás vistas en la historia nacional. El castrismo
ha generado una parálisis de la sociedad y mutila cualquier
alternativa alejada de su control. Pero, a pesar de su perversidad
han logrado imponer ciertos espacios de oposición un adalid
no-violenta que es reprimida, pero a la vez tolerada por la implicación
internacional que puede tener su exterminio para la imagen mesiánica
de Castro.
Al
examinar los graves problemas nacionales destacamos la aparición
de nuevas manifestaciones perjudiciales para el país junto
a otras ya establecidas anteriormente y que pudieran resumirse
en las siguientes:
Prostitución
Si
antes se decía que Cuba era el prostíbulo de Estados
Unidos, hoy, con Fidel Castro en el poder, quien aseguro eliminar
este mal antiquísimo y amoral, la isla se ha convertido
en el prostíbulo del mundo. Lo que llama la atención
es la tolerancia que alcanza el jineterismo en la sociedad. A
una mujer prostituida, popularmente conocida como jinetera , los
cubanos tienden a conferirle atributos de respeto por los beneficios
alcanzado cuando ejercita el oficio del placer. Este flagelo de
inmoralidad implica a jóvenes y adolescentes y son decenas
de casos de abuso infantil ocurrido en la isla donde algunos extranjeros
fascinados por la sensualidad criolla y la potencialidad erótica
del cubano no distinguen los matices de la edad.
Al
comienzo de su desgobierno creo escuelas para las prostitutas
y las convirtió en federadas, en estos tiempos el propio
Castro ha señalado públicamente que las prostitutas
cubanas son las mas cultas y sanas del mundo, convirtiéndose
en el mejor promotor de un comercial para seducir al turista.
Claro está, que al provenir de las autoridades oficiales
una convocatoria semejante para visitar a Cuba, fascinados el
por turismo sexual, explica la complicidad gubernamental para
tolerar y promover tales practicas.
En
una información reciente salida de Cuna por la prensa independiente
se asegura que Ana Maria Vélez señalaba: “ Es un
bochorno que las jóvenes se dedique por unos miserables
dólares a vender su cuerpo a los visitantes ” Según
datos ofíciales en el ano dos mil 5 mil jóvenes
contrajeron matrimonios con extranjeros, sobre todos mexicanos,
españoles e italiano.
El
problema no puede ser negado por las propias autoridades quienes
tienen son, en parte, responsable de la proliferación social
de esta prácticas en el país.
Delincuencia
Delinquir
en Cuba es tan común que cada día todas las personas
participan, de una manera u otra, en actos contra la ley. El sistema
se ha diseñado para que la persona asuma un compromiso
social con el proyecto político. Aun así, lo que
implica cierta contradicción moral, ante la falta de recursos
mínimos necesarios para sobrevivir, cada cubano se inserta
en el robo a través de un mercado subterráneo que
proviene de los recursos controlados por el estado. Esta delincuencia
hasta hoy no oscurece al poder político y puede interpretarse
su existencia como una estrategia de perversidad para mantener
cierto equilibrio entre la oferta oficial y un mercado silente
mantenido por los recursos del arca oficial para solventar la
canasta básica.
El
alcance de la delincuencia es tan extendido en el país
que de ocho cárceles que Castro encontró al llegar
al poder, hoy existen más de doscientas cincuenta con una
población penal superior a los 255 mil presos. Se asocia
a la delincuencia el crimen el que aumenta en proporciones jamás
visto en Cuba. El asalto, la extorsión, los asesinatos
de personas con recursos, turistas y empleados de los centros
donde se comercializan sus productos en divisa, se ha convertido
en algo común y lamentable.
Suicidio
Aunque
es difícil obtener estadísticas en Cuba se filtran
algunas informaciones acerca de los suicidios en la isla que la
ubica en el primer lugar en América Latina, por delante
de Brasil y Colombia, respectivamente y dentro de los diez primeros
en el mundo. Los que más acuden a esta forma de privarse
de la vida son los jóvenes, ancianos y las mujeres, tres
sectores de la sociedad altamente agredidos por las privaciones
y la falta de oportunidades.
Hoy
el suicidio es la séptima causa de muerte en la isla y
se calculan más de ciento cincuenta formas de privarse
de la vida. En el año 2003, se suicidaron 1,123 hombres,
379 mujeres, de ellos 73 por ciento eran menores de treinta anos.
En el 2004, las cifras oficiales indican que unos 1,300 hombres
y 412 mujeres se quitaron la vida” (3)
En
un estudio de la Licenciada Rita González Sábado
y del Dr. Manuel Antonio Núñez Ramírez y
Col, que titularon: Suicidio y Tentativa de Suicidio. Un acercamiento
a su Génesis Psicosocial, concluyeron que “ en la provincia
Granma (con algo mas de 882 mil habitantes) ha mostrado en los
últimos años elevadas tasas de suicidios, a veces
superiores a la media nacional, recogiéndose en los libros
EDO (Enfermedad de Declaración Obligatoria) del Centro
Municipal de Higiene y Epidemiología (CMHE) del Centro
Provincial de Higiene y Epidemiología (CPHE) las tasas
de mortalidad. En el municipio de Manzanillo (mas de cien mil
habitantes) en al año 1999 hubo 171,1 suicidios que representan
12,6 por cada 10 mil habitantes ” (4)
Aseguran
estos investigadores que “ la conducta suicida se ha comportado
en el mundo en una relación de que por cada 1 suicidio
6 personas lo han intentado. En nuestro país, esta relación
entre ambas manifestaciones de la conducta (…) es 1 suicidio por
cada 12 intentos ” (5). Es alarmante, cuando analizamos este estudio,
la cantidad de cubanos que intentan privarse de la vida al superar
en un cincuenta por ciento la media mundial.
Discriminación
Racial
La
población cubana esta formada, según el periodista
independiente radicado en la isla, Guillermo Fariñas Hernández,
por un 35 por ciento de mestizos, 32 por ciento de negros y un
33 por ciento de blancos. Sin embargo, en las estructuras del
poder existe una nomenclatura blanca que limita el acceso de los
negros a altos cargos de la dirección central del estado.
En
el parlamento cubano menos del 18 por ciento de los diputados
son negros y mestizos. De la misma forma ocurre en el comité
central del partido, buró político y el consejo
de estado. De catorce presidentes de las asambleas del poder popular
en provincias, solo dos son negros. En igual cantidad de los primeros
secretarios del partido comunista apenas dos son negros o mestizos.
El
cuerpo de generales blancos es en más del 85 por ciento.
De los tres jefes de ejército ninguno es negro. En los
ministerios e institutos nacionales solo han sido designados tres
negros. Ninguno de los líderes de la organización
de jóvenes comunista ha sido un negro desde que se creó
en los años sesenta por Fidel Castro, tampoco un cubano
de este color ha sido elegido como figura principal en organizaciones
como los CDR y FMC. La federación de estudiantes universitarios
nunca ha dado espacio a un líder estudiantil de la raza
negra. Igualmente ocurre en la organización de pioneros
José Martí.
Los
trabajos más atractivos en Cuba están en manos de
personas blancas. Se trata de aquellos lugares donde la inversión
extranjera tiene presencia, también los hoteles, aeropuertos,
zona franca, playas reservadas para el turismo de élite,
los hospitales y clínicas para extranjeros, las embajadas
y la prensa internacional acreditadas en Cuba.
En
los medios masivos de comunicación como la radio y la televisión
la presencia negra es mínima. Al mirar las imágenes
en las televisoras oficiales, Cuba impresiona como un país
del norte europeo. Las causas de esta discriminación esta
en la naturaleza racista de Fidel Castro y la institucionalización
subyacente de una política altamente discriminatoria, que
se ha interiorizado en cubanos de todas las razas.
El
cuadro se torna más penoso cuando aproximadamente el 85
por ciento de la población penal en Cuba es negra. Los
últimos fusilados por la dictadura de Castro, el día
11 de abril del 2003 eran tres jóvenes negros.
Dogmatismo
educativo
La
función de la escuela moderna es enseñar a pensar.
En Cuba la enseñanza es dogmática e instruye para
que la persona responda incondicionalmente a los fines de esa
educación. En tal sentido, se ha creado un mito acerca
del logro educativo del sistema político cubano. Cierto.
Todos en la isla están en capacidad de recibir el espacio
para un pupitre, sin embargo, el costo de la educación
esta en la instrucción que ofrece a cambio de la falta
de libertad y la violación a los derechos básicos.
La
ideologización política esta en el centro de la
educación. Para enseñar a un niño a leer
se hace a partir de los símbolos de la revolución
y del liderazgo de esta. Así, para aprender la letra efe
se asociaría a Fidel y Fusil. Este sistemático enrarecimiento
educativo crea una confusión que adoctrina y limita, posteriormente,
la capacidad para pensar y establecer bases sólidas en
los procesos de abstracción y generalización del
pensamiento.
A
su vez, nadie puede participar en el proceso educativo. Los padres,
las instituciones fraternales y religiosas no encuentran la oportunidad
para participar en la educación. En Cuba se establece un
sistema de separación de los hijos en la adolescencia que
genera la promiscuidad, la violencia y el compromiso con una alternativa
de vida alejada de la autoridad moral de los padres.
Existen
escuelas en el campo donde los escolares trabajan más de
cuatro horas diarias sin recibir beneficios algunos. Los estudiantes
son permanentemente sometidos a un sistema de control político
mediante evaluaciones sistemáticas de su comportamiento.
Este rigor es extendido a los padres quienes deben hacer voto
de confiabilidad a la forma en que sus hijos son educados. Existe
para ello un expediente acumulativo donde se plasma la participación
de padres e hijo en proceso de enseñanza.
Salubridad
para todos. Medicina para pocos
Este
capítulo bien pudiera servir para radiografiar la situación
de la medicina cubana que ha surgido con una suerte mágica
al considerarse, en el extranjero, como el recurso único
y mayor extendido de la revolución socialista de Castro
marcada por el milagro de ofrecer un sistema sanitario capaz de
vencer los misterios de las enfermedades.
Cierto.
Existe un sistema de salud para todos en Cuba con capacidad para
ofrecer atención primaria. Este recurso, que es un arma
estratégica y propagandística de la revolución,
funciona como la doctrina política capaz de intervenir
infaliblemente sobre la vida del ciudadano. Quiere decir, la salubridad
es un servicio visible en la isla, no solo por la cantidad de
profesionales que ejercen dentro del sistema nacional de salud
y por el impacto que logran en las comunidades al controlar la
intimidad de la familias, sino porque se utiliza para dosificar
en cada cubano el pensamiento del Fidel Castro.
Al
examinar la naturaleza de esta propaganda encontramos que se deshumaniza
el concepto de salud. Rene Gómez Manzano, abogado y opositor
expone : “no obstante, es un hecho cierto que los propagandistas
del régimen, cuando hablan de “logros”, no se circunscriben
a esos (…) temas predilectos, sino que invaden cualquier campo
de la actividad humana, sin escatimar sus tientes rosadas. Para
ellos (…) la actuación que denominan “revolución”
constituye una cadena de éxitos y un proceso constante
de ascenso, en los que cualquier aislado revés, en el caso
rarísimo que se acepte que ha ocurrido como tal, se transforma
inevitablemente en una victoria” (6)
Al
hablar de salud en Cuba asociamos el concepto a los mitos de la
revolución. Este es un de ello, por la sencilla razón,
que obedece a un diagrama político y no a un bosquejo estrictamente
humano de servicio y atención profesional. Esto indica,
que la salud en Cuba responde al ideario castrista y sirve para
registrar el alcance del proyecto de gobierno personalista que
necesita legitimarse con acciones fuertes que conllevan a generar
la incondicionalidad a cambio de ciertos beneficios.
La
crisis económica que vive Cuba y las pequeñas ventanas
que se han abierto hacia el conocimiento de la realidad nacional,
han ubicado los servicios de salud en el lugar que siempre ha
estado. Falta de medicamentos de primera necesidad, carencia de
antibióticos de alto espectro, ausencia de reactivos para
exámenes clínicos y de laboratorio, deserción
de enfermeras y médicos, infecciones intra hospitalarias,
escasez de implementos para sostener la higiene en los hospitales,
falta de médicos en los servicios de urgencia porque cumplen
misiones internacionalistas, deterioro de la infraestructura hospitalaria,
carencia de ambulancias para los casos de urgencia, salarios bajos
para los profesionales del sector, falsificación de las
estadísticas acerca de la mortalidad infantil y materna,
las muertes por sepsis adquiridas en los centros médicos,
niños que nacen con bajo peso, mala alimentación
durante la estadía de los pacientes ingresados, muchos
de los cuales deben llevar para ser atendidos medicinas, adquiridas
en el exterior, ventiladores para paliar el calor, sabanas, toallas,
jabones, bombillas eléctricas y alimentación, en
algunos casos agua, dentro de otros tantos recursos. Estas dificultades
son un retrato abreviado de lo que ocurre en el sistema de salud
cubano.
La
represión como arma de poder
La
revolución cubana es el resultado de la violencia armada.
Cuarenta y seis años después de tomar Castro el
poder continúa siendo su arma más poderosa, para
el control del ciudadano, la intimidación contra el pueblo.
Recientemente,
a partir del 18 de marzo del 2003 por orden de Castro 75 oposicionistas
no-violentos fueron llevados a las cárceles con condenas
que oscilan entre 13 y 28 años de prisión. El argumento
de las autoridades era que servían a los intereses de los
Estados Unidos. Esta gran mentira quiso silenciar a un movimiento
auténticamente cubano que responde a la voluntad popular
de encontrar una solución democrática a la tragedia
nacional.
La
atención mundial se ha centrado en estos prisioneros, sin
embargo, más de trescientos están confinados en
cárceles de condiciones pésimas, mala higiene, convivencia
con criminales de alta peligrosidad social, donde son sometido
a castigos físicos y tortura psicológica, negándosele
todos los derechos, algunos han sido abusado sexualmente y sus
familiares han sufrido también, al privársele de
las visitas, una vez que han sido confinados en territorios alejados
de sus hogares, en un país donde viajar es difícil
Los
juicios fueron una farsa donde se mostraron viejas máquinas
de escribir y faxes como prueba contra periodistas. A los bibliotecarios
independientes les mostraban sus libros, a los activistas políticos
sus proyectos cívicos y a los pedagogos sus lápices
enviados por colaboradores en el extranjero.
La
represión no se ha detenido porque después del dos
mil tres, veinte oposicionistas han sido detenidos y condenados
por delitos similares a los anteriores presos. Quiere decir, que
le represión continua mientras el régimen aumenta
las tensiones con los Estados Unidos para justificar su política
represiva doméstica.
Cuba
es el país con el mayor promedio de prisioneros de conciencia
por habitantes del mundo y el primero también en el número
de periodistas y bibliotecarios en prisión. Esta estadística
desnuda la realidad que viven los cubanos y el hostigamiento a
que son sometidos aquellos que deciden luchar por vías
no-violentas frente a una dictadura totalitaria.
La
batalla de ideas
La batalla de idea, es una beligerancia contra todo lo tendiente
a perturbar el absolutismo castrista y los sofismas protectores
del imaginario comunista que alisan cualquier perturbación
condenando al que intenta cuestionar la autoridad del régimen.
Un
fundamento, delirante y absurdo, sostiene la batalla de ideas:
Morir por la revolución debe ser el más heroico
de los actos humanos, sobre todo porque esa revolución
es Castro y éste representa el bien sobre la tierra y cualquier
inmolación es un episodio mínimo ante el sacrificio
plural de un líder que supuestamente se ha convertido en
esclavo del pueblo. Por ello, el poeta considera al “socialismo
real” como la existencia de un modelo donde la vida del ciudadano
pertenece al estado y no solo vale estar dispuesto a ofrecerla
un día, cuando se puede estar cerca del modelo, sino a
perderla cuando decides alejarte.
El
mensaje dirigido por la batalla de ideas a la mente del cubano
es una amenaza constante y una espada de Damocles sobre la cabeza
de cada ciudadano para paralizar cualquier intento por liberarse
del organismo coercitivo. Estos códigos básicos
conducentes son, básicamente, aproximaciones a los vividos
por la Europa del Este, donde se diseñaba el presente y
el futuro desde la retórica del discurso oficial.
Esta
maquinación trata de especificar las espacios donde intervenir
porque “ cuanto más pequeño es el campo de acción
de una dictadura y menor la estratificación de su sociedad,
más grande es la posibilidad para su propósito de
afirmarse sin recurrir a intermediarios” (8). Lo que aparece en
la batalla de ideas, donde se particulariza en todo a mas no poder,
lo definió muy bien Reinaldo Arenas: “ el castrismo quiere
a toda costa (y costo) exportar una tesis positiva sobre si misma.
Esta tesis es imprescindible para su subsistencia moral...” )
(9).
Cierto.
Ante la falta de argumento para solucionar la propia crisis creada
por la intolerancia del castrismo, se acude a un debate entre
los revolucionarios sin contrapartida alguna. Es curioso que el
adversario, que nunca puede ser decente, aunque esté ausente
de cualquier valoración crítica, sea demonizado.
Se plantea, entonces, en el escenario de la batalla de ideas y
con toda pretensión, la alternativa de defender a la revolución
porque representa, para los ideólogos de la nomenclatura,
la verdadera justicia y el espacio público donde se ejercitan
las libertades y el respeto a los derechos fundamentales de las
personas sin oportunidad de argumento para el supuesto o real
contrincante en tal “batalla”
El
cubano esta cansado de esta propaganda y las “mesas redondas”,
que es el escenario donde se desenvuelve la batalla de las ideas.
Los jóvenes no se conforman con la misma y es rechazada
por la mayoría del pueblo. Los adolescentes y niños
la consideran un atentado al horario donde pudieran ver una programación
acorde a los intereses de su edad. Los revolucionarios, que debieran
ser los que mejor la acogieran, lidian por su supervivencia y
la de su familia.
Miedo
y desvalorización social
Con
toda intención nos hemos resignado al análisis de
este aspecto para el final por cuanto los miedos, esa terrible
enfermedad que paraliza a una sociedad totalitaria, en Cuba alcanzan
proporciones desmedidas por la rigurosidad con que se apela al
terror por parte del aparato represivo del régimen. Es
curioso que la represión de las desaparecidas dictaduras
militares de América Latina tenga pocas similitudes con
las formas en que reprime la dictadura de Castro.
Existe
un modo de constreñir en la sociedad absolutista mediante
la inoculación del miedo a escala social para convertir
al ciudadano en una pieza débil de la maquinaria de poder.
El mecanismo opera con sutileza, en ciertas y determinadas ocasiones,
dependiendo de las intenciones de la nomenclatura, y de forma
abierta en otras, casi siempre la mayoría de las veces,
y esta dirigida contra aquellos ciudadanos que bien pudieran intentar
cambiar el orden existente. También se enfila contra el
cubano de a pie implicándolo en la sumisión y la
cultura del terror. La maniobra se dirige, a su vez, a los propios
miembros de los círculos del poder quienes quedan atrapados
en la suspicacia, la delación y la fidelidad incondicional,
sortilegios acompañantes del temor y la inseguridad.
A
su vez, el pueblo aparece como un observador pasivo que capta
su realidad sin tener capacidad para enfrentarla, al quedar aprehendido
a un designio de perversidad paralizante que aparece siempre abatiendo
al adversario e imponiendo su voluntad.
Son
varios los miedos en el cubano. Uno es al propio modelo existente
por cuanto su implacabilidad desmantela sin misericordia las opciones
adversas. Otro puede ser el miedo al cambio. Castro ha creado
la falsa expectativa que un futuro sin el socialismo será
un caos para Cuba y los cubanos. Al faltar la referencia del mundo
y los valores modernos de la libertad y la democracia, las jóvenes
generaciones nacidas bajo el modelo socialista se enclaustran
en el presente aturdido por la inseguridad para el mañana.
También se le teme a la verdad, cuando esta representa
un peligro para la persona y es asociada, casi de forma absoluta,
a la sinuosidad oficial. Por otra parte, existe un miedo sensorial
determinado por la inseguridad que se siente ante el otro y ante
uno mismo. La última forma de manifestación del
temor es poco extendida pero representa la incertidumbre de un
sector minoritario (incondicionalista) quienes han llegado a creer
que los exiliados son un peligro para sus vidas una vez que desaparezca
Castro.
El
miedo en Cuba y la desvalorización moral forman una sólida
alianza de complicidad inconciente en el pueblo permitiendo que
el sistema intolerante que los domina actué libremente
sobre cada cubano. El sistema de anti valores creado por Castro
ante la urgente necesidad de crear “el hombre nuevo”, a imagen
y semejanza del Che Guevara, ha servido para imponer una serie
de actitudes incompatibles con la decencia, el buen gusto y el
sentido común. De esa manera prolifera un comportamiento
aprehendido en la dinámica disfuncional del sistema. Quiere
decir, la gente refleja su realidad desde el prisma de Castro,
donde impera la mediocridad, lo obsceno y vil. Todo lo anterior
no altera el curso revolucionario sino que le inyecta una mayor
dosis de autenticidad. Pongamos un ejemplo: una expresión
extendida entre los cubanos es la de nombrar a Castro como el
caballo, interprétese este adjetivo como fuerza, no inteligencia
y por lo general en el lenguaje oral y gestual se ha implantado
una serie de símbolos groseros que intentan cimentar positivamente
al liderazgo revolucionario y de hecho a la revolución.
La forma en que se comportan los cubanos, con sus temores y las
ansiedades expresadas en sus relaciones diarias, es resultado
de un mal mayor proveniente de las ideas perniciosas impuestas
por el voluntarismo oportunista de Fidel Castro.
La
desvalorización aborrece la historia y niega los valores
tradicionales de la nación cubana. La herencia nacional
es negada y todo cuanto signifique un merito del sistema anterior
mengua cualquier análisis objetivo acerca de la sociedad
y el pensamiento.
A
pesar de la tragedia que viven Cuba y su pueblo las fuerzas democráticas
consideran que el cambio es inevitable. Hoy, a pesar de la presencia
de Castro y los fundamentalistas, existe una alternativa esperanzadora
que anuncia la capacidad del pueblo para alcanzar sus derechos
e instituir una democracia sólida.
Un
sistema totalitario tiende a estructurar solidamente sus bases.
Sin embargo, cuando el pueblo se decide alcanzar su plena libertad
nada lo impide. Ese es el mayor desafío de las fuerzas
oposicionistas no-violentas: convocar al pueblo para su liberación.
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